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Horror 7- Stephen King y otros

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<strong>Stephen</strong> <strong>King</strong> y Otros <strong>Horror</strong> 7<br />

Una vez más, ese efecto susurrante, aunque él la oía a la perfección. Se sintió incómodo.<br />

Kensey se sentó, con la esperanza de que, al hacerlo, aquella extraña mujer saldría de su rincón.<br />

Mientras repasaba su hoja clínica, más que nada. para demostrarle que «él» era quien mandaba allí,<br />

la miró de reojo.<br />

Ella lo observaba.<br />

–¿Me dará de alta? –preguntó.<br />

–No hasta que hayamos aclarado algunos puntos. Si me hiciera el favor de acercarse...<br />

–¡No «debe» detenerme! –Le lanzó aquella orden desde su rincón y sin previo aviso–. ¡Tengo<br />

algo urgente que hacer!<br />

Kensey comprendió que no iba a acercársele.<br />

–¿Y qué es esto tan urgente que tiene que hacer? –preguntó, amable–. Quizá yo pudiera hacerlo<br />

por usted.<br />

La carcajada que recibió por respuesta resonó en el cuarto y lo sobresaltó. Luego..., lentamente....<br />

ella dijo:<br />

–Debo asegurarme de la destrucción del mundo.<br />

Kensey se la quedó mirando durante un momento, casi azorado, y luego se obligó a recordar que<br />

la paciente sufría alucinaciones.<br />

–Mi nombre es Onya –dijo ella–, es mi esencia. Alfa y omega, invertidas. Vivo desde el fin hasta<br />

el principio. Llevo el futuro al pasado.<br />

En cierto modo, aquello sonaba «racional». Kensey se removió, incómodo, en la silla mientras<br />

Onya continuaba:<br />

–Conozco las evoluciones del futuro y sé qué personas del pasado serán las responsables de esas<br />

evoluciones. Les digo lo que necesitan saber para que puedan crear. Y si no me deja marchar pronto,<br />

algunas de esas creaciones dejarán de existir.<br />

–Ninguno de los grandes inventores ha mencionado el nombre de usted jamás –adujo Kensey.<br />

–A los hombres les encanta llevarse todo el mérito, ¿no está usted de acuerdo conmigo? –Le<br />

lanzó una mirada acusadora–. En realidad, ignoran cómo consiguen la información. Se la susurro<br />

cuando se encuentran en un estado de recepción preconsciente, durante las primeras fases del sueño,<br />

o cuando sueñan despiertos, o en el momento en que se encuentran en la cúspide de la pasión...<br />

Se interrumpió, y sonrió. Al doctor le pareció ver que se lamía los carnosos labios.<br />

Se puso en pie rápidamente porque tuvo la sensación de que la situación se le escapaba de las<br />

manos. La silla cayó al suelo con estrépito. Onya sonrió y Kensey notó, con creciente incomodidad,<br />

que todo aquello la divertía. El doctor luchó por apartar aquella sensación de turbación.<br />

–¿Y si yo le hablara sobre usted al mundo? –preguntó Kensey.<br />

Quizá la intimidara con esa amenaza.<br />

–No haría una cosa así.<br />

No estaba intimidada.<br />

Kensey se sintió intrigado. En el terreno profesional, quería atraparla en alguna inconsecuencia,<br />

pero, al mismo tiempo, tenía que mostrarse precavido por las posibles consecuencias de sus afirmaciones.<br />

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