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Horror 7- Stephen King y otros

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<strong>Stephen</strong> <strong>King</strong> y Otros <strong>Horror</strong> 7<br />

LECHO DE MUERTE<br />

Richard Christian Matheson<br />

El hecho de aparecer en la cubierta de Twilight Zone en junio de 1986 no se le subió a la cabeza.<br />

Pero seguramente volvió loca a más de una lectora, a juzgar por lo que... me ha comentado (se dice el<br />

pecado, no el pecador). Alto y apuesto, Richard Christian Matheson ha logrado triunfos que poco tienen<br />

que ver con su envidiable fisonomía. Es editor de relatos, asesor o guionista de los programas de<br />

televisión «Quincy», «El increíble Hule», «Simon y Simon», «Three's Company», «Amazing» y «El<br />

equipo A». Autor asimismo de la novísima colección titulada Scars and Other Distinguishing Marks.<br />

El motivo por el cual he mencionado la buena apariencia física de Richard es el siguiente: no consigo<br />

imaginarme a nadie mejor preparado para producir, escribir y presentar una antología de relatos<br />

extraños. Es capaz de encontrar «todos los espantos imaginables» en la mente humana, y en el relato<br />

que se ofrece a continuación, nuestro maestro indaga en otro tipo de horror... que ha de emocionar<br />

a cualquier lector.<br />

***<br />

A veces, cuando todo está muy oscuro, quieto, y la luna y las estrellas difunden su luz sobre este<br />

valle, siento deseos de llorar. La paz es tan elegante... Sin embargo, he visto tanta tristeza aquí...<br />

La sangre y la perfidia que invaden este lugar siempre me han dejado atónita. No es que me den<br />

miedo, sino que siempre me han intrigado. Lo único que me queda es desear que estas cosas no se<br />

repitan jamás. Ni aquí ni en ningún otro lugar.<br />

También la gente que trata de ayudarme a venir.<br />

Ellos traen sus preocupaciones y sus medicinas. Pero sé que no servirán de nada. Cada vida tiene<br />

su propio tiempo y yo ya he vivido mucho más que la mayoría.<br />

No puedo sentir el dolor siempre, pero lo conozco. Es un sentimiento de impotencia. Como vaciarse<br />

poco a poco, hora tras hora. A veces me pone triste.<br />

Lo que más me duelen son las piernas. Desearía que quienes tratan de ayudarme pudieran, al<br />

menos, quitarme el dolor.<br />

Pero sé que no pueden. Ya he aceptado ese hecho. Con todo, casi nunca duermo. Y estoy muy<br />

cansada.<br />

Extraño.<br />

Ser tan vieja y sentir la muerte tan cerca; sin embargo, saber que los ladrones y los oportunistas<br />

quieren sacar partido de mí. Supongo que jamás lo entenderé.<br />

Cada uno quiere algo diferente. Cada uno ve lo que le conviene. Y todo llega y desaparece tan<br />

deprisa.<br />

No tengo respuesta a estas cosas; sólo preguntas. Quizá en eso resida la cuestión.<br />

Ya no tardarán en llegar.<br />

Si sólo pudiera ver como antes, lo sabría a ciencia cierta.<br />

Aunque, en realidad, eso de haber perdido los sentidos no establece diferencia alguna. En todos<br />

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