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Horror 7- Stephen King y otros

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<strong>Stephen</strong> <strong>King</strong> y Otros <strong>Horror</strong> 7<br />

LA NUEVA TEMPORADA<br />

Robert Bloch<br />

Un lector ocasional del género de terror podría llegar a la conclusión de que Bloch, Matheson,<br />

Bradbury y Beaumont lo escribieron todo hasta 1974, fecha en la que <strong>King</strong> asumió, él solo, la tarea.<br />

Pero mientras me encontraba preparando un capítulo para la edición del año 86 de Fiction Writer's<br />

Market, descubrí lo influyente que ha sido Bob Bloch: si se quisiera hacer una lista de los obreros<br />

germinales de lo fantasmagórico pertenecientes a la era moderna, a él habría que nombrarlo en primer<br />

lugar.<br />

Tras vender el relato «Everybody Needs a Little Love» a la televisión, Bob fue invitado de honor en<br />

una convención de Boston. A pesar de la gripe, encontró el tiempo y las energías necesarias para escribir<br />

la dinámica historia que ofrecemos a continuación; y luego se encontró en Benatown con una<br />

asistencia récord de cuatro mil personas.<br />

La experiencia de Robert Bloch como invitado de programas televisivos y autor de numerosas narraciones<br />

para la pequeña pantalla avala «La nueva temporada». Además, «La nueva temporada»<br />

nos ofrece un panorama de lo que puede ocurrir con la televisión..., y con nos<strong>otros</strong>. No se trata sólo<br />

de un magnífico material de lectura, sino de la descripción de un futuro terrible..., y no del todo imposible.<br />

***<br />

Harry Hoaker esperaba entre bastidores cuando las luces se apagaron.<br />

La familiar melodía sonó en estéreo; a la izquierda del presentador se vio un anuncio que enmarcó<br />

en un halo dorado su alegre rostro de fuertes mandíbulas. El presentador era gordo, porque<br />

los gordos resultan graciosos.<br />

–Hola. Harry –saludó el presentador.<br />

Alargó las sílabas finales de cada palabra, de manera que el saludo sonó más bien así: «¡Holaaa<br />

Harryyy!». Lo cual también resultó gracioso.<br />

Siguió el estridente sonido de trompetas que se fundió con los aplausos. La luz del proyector se<br />

desvió a la derecha y apareció Harry, que avanzó hasta el centro del escenario mientras los aplausos<br />

aumentaban fragorosamente.<br />

Aquélla solía resultarle la parte más difícil: esperar a que la oleada de sonidos se acallara hasta<br />

quedar allí en medio, de pie, en el expectante silencio. Aunque ya se había convertido en una cuestión<br />

de rutina, algo mecánico, automático.<br />

Harry desechó ese pensamiento, y miró al frente. Los focos, en lo alto, iluminaban el estudio,<br />

pero le impedían ver al público.<br />

–Sé que estáis ahí...; os oigo respirar.<br />

Recordó haber utilizado aquella antigua frase cuando los chistes arreciaban como las bombas<br />

durante un ataque aéreo. Y vaya si arreciaban; en los viejos tiempos, aquello era como una repetición<br />

instantánea de Pearl Harbor.<br />

Pero esta noche empezaba una nueva temporada, y mientras Harry agradecía los aplausos, hizo<br />

una repetición de cosecha propia. Para los telespectadores, ocuparía el centro del escenario en diez<br />

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