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<strong>Stephen</strong> <strong>King</strong> y Otros <strong>Horror</strong> 7<br />
UN VIAJE MUY BREVE<br />
Thomas F. Monteleone<br />
No es cuestión de fastidiar a los escépticos, pero Tom Monteleone es uno de los cinco escritores<br />
cuyas obras se incluyen en esta antología, nacido bajo el signo de Aries. Quizá sean más; no sé muy<br />
bien de qué signo son Campbell o Bensink, aunque me consta que tienen mucho talento, que es el criterio<br />
que cuenta. Los dos signos que siguen, y que tienen más representantes, son Escorpio y Piscis.<br />
Yo soy uno de los cinco de Aries y estoy casado con una Escorpio; John Maclay y Jim Kisner, que<br />
también son editores, son de mi mismo signo. Que el lector saque las conclusiones que crea pertinentes.<br />
Monteleone, ex secretario de SFWA, es un hombre prolífico, emprendedor y versátil. A los cuarenta<br />
años, ya ha publicado una docena de novelas, incluidas la popular Night Train, y Lyrica, de reciente<br />
edición. Tom ha editado dos antologías, dos de sus obras teatrales han sido producidas en plan profesional<br />
y, al igual que Maclay, Kisner, Jim Herbert y un servidor, tiene dos hijos.<br />
Además, ha escrito dos guiones para películas. Y tiene un par de novelas más en preparación. Impresionante,<br />
¿no?<br />
«Un viaje muy breve» es un relato tan extraño como la realidad, y mucho más frío...<br />
***<br />
Todo empezó con un juramento, aunque de tono moderado.<br />
–¡Maldición! –exclamó la abuela desde la cocina. Cuando Alan, de diez años, oyó que maldecía,<br />
supo que la cosa era grave.<br />
El abuelo bajó el periódico de Dubuque que tenía delante de los ojos y le preguntó:<br />
–¿Qué ocurre?<br />
–Se me ha acabado la mantequilla para el pastel..., si queréis un buen postre para la cena de Navidad,<br />
tendréis que ir al pueblo a traerme más.<br />
–¿Con esta tormenta de nieve? –inquirió el abuelo.<br />
La abuela no contestó. El abuelo se limitó a suspirar mientras dejaba el periódico, y se dirigió al<br />
armario del vestíbulo arrastrando los pies.<br />
Alan lo observó mientras abría la puerta y sacaba las botas de nieve, un raído sombrero de pana,<br />
y una chaqueta Mackinaw de cuadros escoceses rojos y negros.<br />
Se volvió y lanzó una melancólica mirada a Alan, quien, sentado en el suelo, veía un partido de<br />
fútbol sin demasiado interés.<br />
–Alan, ¿quieres salir a dar una vuelta?<br />
–¿Al pueblo?<br />
–Sí. Eso me temo.<br />
–¿Con esta tempestad?<br />
El abuelo suspiró, lanzó una mirada furtiva hacia la cocina.<br />
–Aja –repuso.<br />
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