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<strong>Stephen</strong> <strong>King</strong> y Otros <strong>Horror</strong> 7<br />
EN EL TANQUE<br />
Ardath Mayhar<br />
Ardath Mayhar se hizo acreedora recientemente al título de Mejor Poetisa en una votación para los<br />
Balrog Awards. Al elegir a esta pequeña genio (es miembro de Mensa), los votantes se han hecho un<br />
honor a sí mismos. Pero la instructora lejana de la Writer's Digest School produce además, y con mucho<br />
talento, una prosa encantada. Khi to Freedom fue muy elogiada por la crítica; «World at Hickory<br />
Hollow» ocupó los primeros puestos en la votación para el Nebula Award de 1985.<br />
Todo aquel que esté convencido de que sólo los hombres son capaces de escribir obras de terror<br />
debe leer el siguiente relato, especialmente escrito para <strong>Horror</strong> 7 y para usted.<br />
***<br />
Shag tropezó con una botella de vino y lanzó una maldición. La botella había estado a punto de<br />
hacerle soltar la que él llevaba y que aún contenía un cuarto de litro largo de tokay. Se apoyó contra<br />
la pared del drugstore y respiró hondo durante un minuto. Llevaba tantos años bebiendo que estaba<br />
hecho una piltrafa.<br />
Al oír unos pasos rápidos por la acera, se enderezó y procuró ofrecer un aspecto sobrio y respetable.<br />
No tenía intención de pasarse aquella noche tan fría en la celda de Halesburg. Ya había estado<br />
allí, y apestaba de muchas maneras, aparte de la ya conocida. Era capaz de aguantar la mugre y a los<br />
borrachos con mala uva; de hecho, llevaba años aguantándolos. Pero de las palizas, pasaba, muchas<br />
gracias.<br />
Se alejó deprisa de los pasos que se aproximaban, y logró mantenerse en pie con la firmeza suficiente<br />
como para pasar revista, hasta que el policía siguiera de largo y se internara en un callejón. El<br />
abrigo que le habían regalado en el Ejército de Salvación de tres ciudades dejadas atrás era, probablemente,<br />
lo que lo había salvado; la prenda tenía un buen corte y era de tela de calidad. En la oscuridad,<br />
su estado ruinoso no se notaba.<br />
A su derecha, tenía ahora unos altos pilares de ladrillo. Entre ambos colgaba un portón de hierro<br />
forjado con un cartel que decía HALESBURG MEMORIAL PARK. A Shag le gustaban los parques, porque<br />
solían tener refugios, lavabos, fuentes. Eran casi, casi como hoteles al aire libre.<br />
Esperó a que los pasos se perdieran por completo en la distancia. Miró hacia uno y otro lado de<br />
la calle mal iluminada. En ella sólo se movía un viento helado. Metió la mano entre las ornadas volutas<br />
de hierro forjado y posó con sumo cuidado la botella en el suelo. Después, trepó desmañadamente<br />
el portón y se encontró en una oscuridad iluminada sólo por la estrecha franja de luz que se<br />
colaba a través del portón.<br />
El parque aparecía cubierto de enormes árboles. Shag se hizo de nuevo con la botella y avanzó<br />
con paso torpe, tanteando con la mano derecha una pared cubierta de plantas trepadoras siempre<br />
verdes. Cuando el paseo describió una curva, Shag perdió la escasa luz que le había estado iluminando.<br />
No se veía un solo destello por ninguna parte. Se dijo que por las noches, cuando cerraban aquel<br />
lugar, lo cerraban a cal y canto. Pero eso no significaba que no lograra encontrar un sitio donde<br />
dormir guarnecido del viento. Shag tenía un talento especial para encontrar refugios en los lugares<br />
más impensados.<br />
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