LITERATURA UNIVERSAL

LITERATURA 

UNIVERSAL 

SOLUCIONARIO DE GUÍAS DE LECTURA 

Literatura universal BACHILLERATO – Solucionario de guías de lectura 

DAVID FERNÁNDEZ 

Materia 

de modalidad 

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Unidad 1 Odisea 

Página 39 

Rapsodia I 

1. A la Musa, que, en este caso, por tratarse de una epopeya, sería Calíope. 

2. La expresión in medias res (‘en medio del asunto’) alude a la técnica narrativa de iniciar un relato 

en el momento crucial o central, es decir, en la mitad de la obra, volviendo después al comienzo. 

En este caso, el comienzo de la acción se sitúa en el momento en que Odiseo, una vez acabada 

la guerra de Troya, y en su intento de regresar a Ítaca, se encuentra retenido por la ninfa Calipso. 

3. Egisto aprovechó la ausencia de Agamenón, que había partido hacia Troya, para seducir a su 

esposa Clitemnestra. Los dos amantes asesinaron a Agamenón a su regreso. Orestes, hijo de 

Agamenón y Clitemnestra, para vengar a su padre asesinó, con la ayuda de su hermana Electra, a 

su propia madre y a Egisto. La venganza de Orestes es el tema central de la Orestiada, de Esquilo, 

y fue tratada también por Sófocles y Eurípides. 

4. Zeus Olímpico, Zeus, que amontona las nubes; Atenea, la deidad de ojos de lechuza; el divinal 

Odiseo, el prudente Odiseo; el deiforme Polifemo; el deiforme Telémaco. 

5. Atenea suele representarse en la figura de una mujer de aspecto grave y severo, empuñando con 

su mano derecha una lanza y con la izquierda un escudo. Su frente está protegida por un casco 

coronado por un penacho. A sus pies aparece una lechuza o búho, ave que simboliza la vigilancia 

y la reflexión. Ante Telémaco toma la figura de Mentor, un rey extranjero, el rey de los tafios. 

6. A los dioses, que son quienes rigen los destinos de los hombres. 

7. aladas palabras: palabras inspiradas (en el sentido de que vienen de lo alto, de los dioses); 

vinoso Ponto: ponto es, en lenguaje poético, el mar, y vinoso equivale a oscuro; áureas copas, 

copas doradas o de oro. 

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Rapsodia II 

1. Mediante la metáfora «de rosáceos dedos». 

2. Los mensajeros. 

3. La plaza pública de las ciudades griegas, donde se celebraban las asambleas. 

4. Tejer una gran tela durante el día y destejerla por la noche. 

5. Las dos águilas que vuelan sobre el ágora despiertan en quienes las contemplan presagios de 

muerte; el anciano Haliterses interpreta el hecho como una advertencia de los males que acechan 

a los itacenses, y muy en particular a los pretendientes de Penélope, pues Odiseo está cerca. 

6. Atenea toma la forma y la voz de Mentor, y se ofrece para guiarle y acompañarle en su viaje por el 

mar al encuentro de su padre Odiseo. Le aconseja que vuelva a su casa y reúna todas las provisiones; 

mientras tanto, ella se encargará de buscar una nave adecuada. Más tarde, Atenea entorpece 

la mente de los pretendientes con la bebida y logra que todos se vayan a dormir a sus casas. De 

esta manera puede partir Telémaco. 


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7. La muerte. Las parcas eran tres deidades, con figura de viejas, de las cuales la primera hilaba, la 

segunda devanaba y la tercera cortaba el hilo de la vida del hombre. 

Rapsodia III 

1. El amanecer. 

2. Con Mentor; con quien habla en realidad es con la diosa Atenea. 

3. Que Néstor y sus hijos celebran un banquete, al que invitan a Telémaco y a Atenea. 

4. Aquiles, el héroe griego; Príamo, rey de Troya; Patroclo, amigo de Aquiles; el gigante Áyax, otro 

héroe griego... 

La muerte de Agamenón se produjo, como ya se ha explicado, al volver a su patria, donde fue 

asesinado por Egisto. 

5. Las libaciones eran ceremonias religiosas en las que se derramaba vino en honor de los dioses. 

6. Una novilla, para que la diosa le sea propicia y Telémaco pueda emprender su viaje. 

Rapsodia IV 

1. El aedo es el poeta o cantor épico de la antigua Grecia, que canta o recita al son de la cítara. 

2. Le reconoce Helena, por su parecido con Odiseo. 

3. La esposa de Menelao es Helena, hija de Zeus, que, al ser raptada por Paris, desató la ira de los 

griegos y dio origen a la guerra de Troya. 

Helena, hija de Zeus; la argiva Helena; Helena, la de largo peplo, la divina sobre todas las mujeres. 

4. El episodio del caballo de madera con el que los griegos engañaron a los troyanos para penetrar 

en su ciudad. En ese episodio tuvo capital importancia Odiseo, pues fue el que lo ingenió. 

5. La imagen de la cierva que acostó a sus hijos en la guarida de un león mientras ella fue a pacer 

por el bosque; al regresar el león antes que ella, devoró a los cervatillos. 

6. Respuesta abierta. Valoración a criterio del profesor/a. 

Proteo, dios marino, tenía como misión principal alimentar bajo las aguas las focas y becerros 

marinos que formaban el rebaño de Neptuno. En recompensa por este trabajo, Neptuno le había 

concedido el don de conocer el pasado, el presente y el porvenir. Menelao, al volver de Troya, 

obtuvo por su mediación las respuestas que le convenía saber. 

Áyax, héroe griego, disputó a Odiseo las armas de Aquiles cuando este murió. Al serle concedidas 

a Odiseo, y después de equivocarse en su designio de asesinar a su rival, se hundió en el pecho 

la espada que Héctor le había regalado. 

7. Que le ha visto en una isla, en el palacio de la ninfa Calipso, que le retiene por la fuerza, y que 

llora porque no dispone de naves para regresar a Ítaca. 


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8. El hado es la divinidad o fuerza desconocida que obraba irresistiblemente sobre las demás divinidades 

y sobre los hombres y los sucesos. 

Los Campos Elíseos era un lugar idílico donde iban a parar las almas que merecían el premio de 

una vida eterna de felicidad. 

9. Las dos acciones que se narran simultáneamente son: la llegada de Telémaco a la corte de Menelao, 

y el relato de los sucesos de la guerra de Troya que Menelao y otros personajes refieren. 

Además, al final de la rapsodia, se cuenta también lo que en esos momentos está ocurriendo en 

Ítaca, en el palacio de Odiseo, con los pretendientes de Penélope como protagonistas. 

10. Atenea, para consolar a Penélope, crea un fantasma con figura de mujer, que le anuncia que su 

hijo volverá. 

El final en suspense consiste en la interrupción de la acción en el momento en que los pretendientes 

le tienden la emboscada a Telémaco. 

Rapsodia V 

1. Efectivamente; los protagonistas son ahora los dioses y el escenario es el Olimpo. 

2. «Zeus altisonante, cuyo poder es grandísimo»; «Zeus, que amontona las nubes». 

3. El de la vara de oro. Esta vara, llamada caduceo, es uno de los atributos de Hermes, mensajero de 

los dioses. Era una vara delgada, lisa y cilíndrica, rodeada de dos culebras. Esta vara, considerada 

antiguamente como símbolo de la paz, se emplea hoy como símbolo del comercio. 

4. Zeus, Atenea y Hermes. La vara, su atributo, la emplea para adormecer o despertar a los hombres. 

5. El manjar era la ambrosía, que confería la inmortalidad, y la bebida era el néctar. 

6. El mensaje es la petición de que deje libre a Odiseo. Calipso reprocha a los dioses que sean malignos 

y, sobre todo, celosos, pues sienten envidia de quienes, como ella, duermen con el hombre 

que han tomado por esposo. 

7. El dios Poseidón, dios de los mares, que hizo soplar al Euro, al Noto, al Céfiro y al Bóreas. 

8. Ino Leucotea, hija de Cadmo, que residía en lo hondo del mar y disfrutaba de honores divinos. 

Transformada en mergo o cuervo marino, le dice a Odiseo que arroje los vestidos, abandone la 

balsa y nade desnudo a la tierra de los feacios. Además, le entrega un velo inmortal. 

9. Poseidón descarga una oleada tremenda, altísima, contra la balsa de Odiseo, que queda convertida 

en un montón de pajas secas. Atenea cierra el camino a los vientos y les ordena sosiego para 

que el mar tranquilo permita que Odiseo llegue al país de los feacios. 

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Rapsodia VI 

1. Como un lugar delicioso, al que no agitan los vientos, donde no llueve ni nieva, sin nubes y con 

tiempo sereno, rodeado de una esplendorosa claridad. 


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2. Hace que la princesa Náusica arroje una pelota a sus esclavas y yerre el tiro, de manera que, 

al caer al agua y formar un remolino, las esclavas griten. 

3. Hermosa, ingenua, hospitalaria, generosa, decidida... 

Rapsodia VII 

1. Le envuelve en una espesa nube, para que nadie le moleste. Ella misma se transforma en una 

joven con un cántaro para hablarle a la entrada de la ciudad. 

2. Como una especie de edén, con árboles de frutos perennes, mecido por una suave brisa y regado 

por cristalinas fuentes. 

Rapsodia VIII 

1. Ciego (como se acostumbra a representar a Homero), pero dotado de una hermosa voz. Su misión 

consistía en celebrar la gloria de los héroes y cantar sus hazañas y hechos guerreros. Canta 

la disputa entre Aquiles y Odiseo en el transcurso de un banquete en honor a los dioses, en 

presencia de Agamenón. 

2. Los amores de Ares (Marte) y Afrodita (Venus). 

El resumen es de respuesta abierta y valoración a criterio del profesor/a. 

3. El tema del caballo de madera con el que los griegos engañaron a los troyanos, episodio del que 

Odiseo, que aún no se ha dado a conocer, fue el principal protagonista. 

4. Según Alcínoo, para que la muerte de aquellos hombres sirviera a las generaciones venideras 

como tema para sus cantos (de esta manera, prefigura y justifica la tarea que Homero lleva a cabo 

al componer sus obras épicas). 

Rapsodia IX 

1. Sí: «Soy Odiseo Laertíada, tan conocido de los hombres por mis astucias de toda clase, y mi gloria 

llega hasta el cielo...». 

2. Un pueblo que se alimenta con «un florido manjar», el loto, una planta acuática. 

3. No plantaban árboles, ni labraban los campos, pues todo les nace por benevolencia de los dioses. 

Vivían, sin estar sujetos a ley alguna, en las cumbres de los montes, en cuevas; «cada cual impera 

sobre sus hijos y mujeres, y no se entremeten los unos con los otros». 

4. El ingenio: no le dice al cíclope dónde han dejado la barca, sino que le engaña asegurándole que 

fue destruida por Poseidón; se observa también en la decisión de clavarle una estaca de olivo 

en el ojo al cíclope, después de emborracharle con el vino que le ofrece, así como en la elección 

deliberada de su propio nombre, Nadie... 

El sentimentalismo: se refleja en el interés que manifiesta por sus compañeros, y en el dolor por 

la suerte de los que son devorados por el cíclope. 

5. La ley de la hospitalidad, que, evidentemente, había sido respetada por Menelao y Alcínoo. 


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6. Para que el cíclope no pueda conocerle ni revelar su identidad. De esta manera, cuando Polifemo 

reclama la ayuda de los demás cíclopes diciéndoles «¡Oh amigos! Nadie me mata con engaño, no 

con fuerza», estos reaccionan con estas palabras: «Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás solo, 

no es posible evitar la enfermedad...». Los cíclopes, pues, no entienden que Nadie sea un nombre 

propio, y le dan a la palabra el valor gramatical de pronombre indefinido. 

Rapsodia X 

1. Eolo, el dios de los vientos, que le da un cuero de buey en el que había encerrado a los vientos, 

a fin de que en el mar no se vea alterado por el más mínimo soplo durante su viaje. 

2. Murmuran de él, y expresan sus sospechas de que, mientras ellos regresan pobres, Odiseo vuelve 

cargado de oro y plata. Como creen que los tesoros de Odiseo los esconde en el cuero de buey, 

lo desatan; se escapan entonces todos los vientos, lo que provoca de inmediato una tempestad 

en el mar. Vueltos a Eolia por esa tempestad, Eolo reniega de ellos y no los acoge. 

3. La noche es tan breve que en cuanto se recogen los rebaños al atardecer salen ya inmediatamente 

al amanecer; es decir, la noche apenas existe. 

4. Su voz. 

5. A la compasión de los dioses. 

6. Ofrece a los compañeros de Odiseo un potaje y bebida con drogas para que se olviden de la patria. 

A continuación hace que tomen figura de cerdo, aunque conservando las facultades mentales 

propias de los humanos, y los encierra en una pocilga. 

7. Hermes, en figura de un joven barbilampiño. 

8. Un año entero. 

9. Para consultar a Tiresias, el adivino ciego de la ciudad de Tebas. 

El Hades era la morada de los muertos, los Infiernos, y estaba en el extremo del Océano. 

Con el agua de la Estigia se hace alusión a la laguna Estigia, el río de los Infiernos, en cuyas orillas 

se apiñaban las sombras errantes de los muertos que no habían sido sepultados. 

10. En Edipo rey, de Sófocles. 

Rapsodia XI 

1. Sí, la llegada de Odiseo a Ítaca, tras haber perdido a sus compañeros, en una nave ajena. En Ítaca 

se encontrará con el espectáculo de los pretendientes de su esposa. 

2. En lo esencial, sí que coincide con el argumento de la obra de Sófocles. La diferencia más relevante 

es que, en el relato de Odiseo, Edipo, tras conocer la verdad, sigue reinando en Tebas, mientras 

que en la versión de Sófocles se arranca los ojos y marcha al destierro. 

Heracles (Hércules), el famoso héroe griego, símbolo de la fuerza y la valentía, es conocido sobre 

todo por sus famosos doce «trabajos». 


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Ariadna, hija de Minos, rey de Creta, y hermana de Fedra, se enamora de Teseo, a quien proporciona 

el hilo que le permitirá salir del Laberinto, una vez muerto el Minotauro. 

3. De los héroes griegos que le acompañaron a Troya y allí murieron. 

Los tres grandes trágicos griegos, Esquilo, Sófocles y Eurípides, trataron el tema de la muerte de 

Agamenón, pero la trilogía de la Orestiada corresponde a Esquilo: Agamenón, Las coéforas y Las 

euménides. 

4. Tántalo robó el néctar y la ambrosía de los dioses para dárselos a probar a los hombres. Arrojado 

al Tártaro después de haber degollado a su hijo para servírselo a los dioses en un festín, fue 

sumergido en un lago, junto al que crecían árboles cargados de frutos. Atormentado por la sed 

y el hambre, veía sin cesar cómo el agua escapaba de sus manos y cómo las ramas se elevaban 

cuando quería alcanzarlas. 

Sísifo, castigado en los Infiernos, debía empujar eternamente, ladera arriba de una montaña, un 

enorme peñasco, que siempre volvía a caer antes de llegar a la cima. El mito de Sísifo simboliza 

la absurda condición del hombre que tropieza siempre con las ciegas órdenes de los dioses. 

5. Teseo, rey de Atenas, partió hacia Creta para liberar a Atenas del tributo humano que esta ciudad 

entregaba cada año al rey Minos. Con la complicidad de Ariadna, que le entregó un ovillo de hilo 

para encontrar el camino de regreso en el Laberinto, dio muerte al Minotauro. 

Rapsodia XII 

1. De la Aurora, «hija de la mañana». 

2. Como una especie de hechiceras que encantan a los hombres que van a su encuentro. Cualquiera 

que escuche su voz, no volverá a ver a su esposa ni a sus hijos. 

Para que Odiseo y sus compañeros no sean hechizados, Circe les aconseja que se tapen los oídos 

con cera blanda; así no oirán su voz y pasarán de largo. O bien, si Odiseo quiere escucharlas, le 

habrán de atar firmemente al mástil de la nave. 

3. Ninguna embarcación humana puede atravesar el escollo en el que habita Escila, que aúlla horriblemente, 

ni el remolino en el que acecha Caribdis, que sorbe el agua sin parar. 

Con la expresión «entre Escila y Caribdis» se alude a la situación del que no puede evitar un peligro 

sin caer en otro. 

4. Sí, enlaza con la rapsodia V. 

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Rapsodia XIII 

1. Las ninfas que viven en los ríos y en las fuentes. 

2. Cuando el barco se acerque a la costa, se convertirá en un peñasco con figura de nave, y la vista 

de la ciudad se cubrirá con una gran montaña. 

3. Porque Palas Atenea le rodeó de una nube con el fin de hacerle irreconocible. 


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4. En figura de un joven pastor de ovejas. 

Odiseo, en un rasgo típico de su carácter, le oculta la verdad por precaución y astucia. 

5. Que esconda todos los tesoros que le regalaron los feacios y que se prepare para soportar en 

silencio todos los trabajos y pesares por los que haya de pasar antes de darse a conocer. 

6. Que es muy hábil en urdir estratagemas, que es muy astuto y sagaz. 

7. Haciéndole irreconocible para todos los mortales: le arrugará la piel, le hará perder el brillo del 

cabello y los ojos, le vestirá con andrajos. 

8. Telémaco está en Esparta, con Menelao. 

Sí, se alude a la emboscada que le tienen preparada los jóvenes itacenses para matarle cuando 

regrese. De esta manera se enlaza la historia de Odiseo con la de Telémaco; recuérdese que la 

rapsodia IV termina con el relato de la emboscada que los jóvenes aqueos preparan contra Telémaco. 

Rapsodia XIV 

1. Que recibe a todos los viajeros que llegan a Ítaca y les pregunta entre sollozos si traen alguna 

noticia de su marido desaparecido. 

2. Aunque se trata de una historia falsa e inventada, en lo esencial no difiere apenas de la historia 

real de Odiseo, y son varios los episodios, sobre todo los referidos a la guerra de Troya, que coinciden 

enteramente con la realidad; de modo que Odiseo cuenta, disfrazándola como si se tratase 

de una invención, su propia historia. 

3. Eumeo le acoge por respeto a la ley de la hospitalidad y por compasión, reprochándole que haya 

intentado magnificar sus desgracias para halagarle o congraciarse con él. 

Rapsodia XV 

1. La crátera es una vasija grande y ancha donde se mezcla el vino con agua antes de servirlo en 

copas. 

El peplo es una especie de vestidura exterior, amplia y suelta, sin mangas, que baja de los hombros 

a la cintura formando caídas en punta por delante. Es usado por las mujeres. 

2. Un águila vuela sobre Telémaco llevando en sus garras un ánsar doméstico arrebatado de algún 

corral; perseguida por hombres y mujeres, tuerce el vuelo hacia la derecha. Este presagio es interpretado 

como un signo seguro de que Odiseo volverá finalmente a su patria y se vengará de los 

pretendientes. 

Un gavilán vuela hacia la derecha mientras despluma una paloma que tiene entre sus garras; 

las plumas de la paloma caen a tierra muy cerca de Telémaco. También este presagio es interpretado 

positivamente: Telémaco pertenece al linaje real de Ítaca, donde reinará perpetuamente. 

3. Por un lado se narra el encuentro de Eumeo y Odiseo; por otro, las peripecias del viaje de Telémaco. 

Las dos acciones ocurren simultáneamente en el tiempo, y así son narradas. 


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4. Amontonar la leña para el fuego, cortarla cuando está seca, trinchar y asar la carne, escanciar el 

vino, «que son los servicios que los inferiores prestan a los mayores». Son todos rasgos propios 

de una sociedad esclavista. 

5. Sí, porque Telémaco, después de ordenar a sus compañeros que embarquen, se dirige hacia la 

majada de su porquerizo, donde está su padre. 

Rapsodia XVI 

1. Atenea toma la forma de una mujer hermosa y se le aparece a Odiseo, permaneciendo en cambio 

invisible para Telémaco. Hace recobrar a Odiseo su figura, exagerando sus rasgos de fortaleza 

y juventud. 

2. La imagen de las aves que lloran cuando los campesinos les roban sus crías. 

Telémaco irá a casa y esconderá las armas, mientras Odiseo entra en la ciudad vestido de mendigo. 

Rapsodia XVII 

1. Sí; las dos acciones simultáneas son las protagonizadas por Telémaco –que cuenta su historia 

a Penélope y los pretendientes– y por Odiseo disfrazado de mendigo. 

2. Sí que le reconoce, moviendo la cola y agachando las orejas. Odiseo, al verle tan viejo y sucio, 

se conmueve y se enjuga una lágrima. 

Hacía veinte años que Argos no veía a su amo. 

«Entonces la Parca de la negra muerte se apoderó de Argos». 

3. Atenea aconseja a Odiseo que pida algo a cada uno de los pretendientes y vaya recogiendo mendrugos; 

de esta manera les conocerá y sabrá cómo reaccionan. 

Rapsodia XVIII 

1. Sí. En todas las palabras de Odiseo se advierte el final: «Ojalá un dios te conduzca a tu casa y no 

te encuentres con él [con Odiseo] cuando torne a la patria tierra, que no ha de ser incruenta la 

lucha que entable con los pretendientes tan luego como vuelva a vivir debajo de la techumbre de 

su morada». 

2. Después de infundirle un profundo sueño reparador, le lava la cara con ambrosía y la hace más 

alta, más gruesa y más blanca. 

3. Melanto increpa a Odiseo acusándole de borracho y de no ser digno de quedarse en la casa de 

Penélope. Sí, porque Eurímaco, en cambio, cree que es voluntad de los dioses que aquel mendigo 

–Odiseo– esté allí presente. 

Rapsodia XIX 

1. Compara las lágrimas de Penélope con la nieve derretida de las montañas que fluye luego por la 

corriente de los ríos. 

2. Por la cicatriz en un pie de la herida que un jabalí le ha hecho. 


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3. Por ser el monte en el que vivían los poetas. 

4. Duda entre seguir viviendo con su hijo y mantener la casa y las propiedades o irse con el mejor 

de los pretendientes. 

El sueño: ha visto en la casa veinte gansos comiendo trigo remojado en agua y, mientras ella los 

contempla satisfecha, baja del monte un águila que los mata a todos. La propia águila le explica 

a continuación el significado del sueño, que coincidirá con lo que va a suceder. 

5. Se trata de una prueba en la que se premiará a quien mejor maneje el arco. 

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Rapsodia XX 

1. El rugido de un fuerte trueno en un cielo estrellado; este presagio es interpretado por la mujer 

en el sentido de que será ese día el último en que los pretendientes coman y cenen en la casa 

de Odiseo. 

Los pretendientes, al ver a su izquierda un águila con una tímida paloma entre las garras, interpretan 

que es un signo seguro de la muerte de Telémaco. 

2. A Filetio, el boyero. 

Rapsodia XXI 

1. En hacer pasar el arco por el ojo de las doce segures u hoces. 

2. A Filetio, el boyero, y a Eumeo, el porquerizo, dos de sus más fieles y antiguos servidores. 

3. Le pondrá un manto y una túnica magníficos, le regalará un dardo y una espada de doble filo, 

le dará sandalias para los pies y le enviará a donde él desee. 

4. Las puertas están cerradas; el porquerizo y el boyero están dentro con él, que tiene el arco en sus 

manos... 

Rapsodia XXII 

1. Al final del certamen, cuando los pretendientes están celebrando un banquete, Odiseo, despojándose 

de sus andrajos y empuñando el arco, les declara su identidad. 

2. Tras culpar de todo a Antínoo, ya muerto, promete resarcir a Odiseo de su pérdida regalándole 

veinte bueyes cada uno, además de bronce y oro. 

3. Atenea toma el aspecto y la voz de Mentor, al que Odiseo había encargado la administración de 

su casa cuando partió hacia Troya. En castellano, mentor equivale a ‘consejero o guía de otro’. 

Posteriormente, Atenea se transforma en golondrina y se posa en una de las vigas de la sala dispuesta 

a presenciar la lucha e intervenir en ella. 

4. El aedo y el heraldo. 


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Rapsodia XXIII 

1. Con incredulidad; piensa que los dioses le han trastornado el juicio a Euriclea. 

Esta reacción de incredulidad está plenamente justificada, dado que hacía veinte años de la marcha 

de Odiseo. 

2. A alguno de los dioses. 

3. Que la noticia de la muerte de los pretendientes no se propague por la ciudad y alarme a los 

vecinos, de modo que les impida salir al campo, que es lo que pretende. 

4. Los detalles referidos al lecho nupcial, conocidos solo por ellos dos y una esclava. 

5. Alargó la noche y detuvo en el Océano a la Aurora, no permitiéndole uncir los dos caballos que 

la conducen y traen la luz a los hombres. 

6. Por precaución. Para evitar problemas cuando se divulgue la noticia de la muerte de los pretendientes, 

que se retire a lo alto de la casa con sus siervas y se quede allí sin mirar a nadie ni preguntar 

nada. 

Odiseo, Telémaco, el boyero y el porquerizo, bien armados, salen al campo a toda prisa cubiertos 

por una espesa nube que Atenea ha enviado. 

Rapsodia XXIV 

1. Al Hades, donde se encuentran con Aquiles, Patroclo, Antíloco, Áyax, Agamenón..., es decir, con 

los héroes griegos muertos en la guerra de Troya. 

2. Según Agamenón, Aquiles murió como un héroe, y se le tributaron los honores propios de un 

héroe, mientras que él murió de forma deplorable a manos de Egisto y de su propia esposa. 

3. Anfimedonte, el hijo de Menelao. 

Los cadáveres de los pretendientes, en claro símbolo de oprobio, yacen abandonados en el palacio 

de Odiseo. 

4. Sí, el relato de los acontecimientos en el Hades alterna con el de las vicisitudes de Odiseo y los 

suyos en Ítaca. 

5. Llora al verlo tan anciano y no sabe si abrazarle o interrogarle. Finalmente, opta por dirigirse a él 

en tono despreocupado. 

La cicatriz del jabalí, y el reconocimiento de los trece perales, diez manzanos, cuarenta higueras 

y cincuenta cepas que el padre le había regalado en el jardín que ahora cultivaba. 

6. La Fama, diosa mensajera de Zeus. 

7. A instancias de Atenea, Zeus decide que todo termine en paz con la aceptación por parte de los 

itacenses del reinado de Odiseo. 

Que Odiseo terminaría sus días en paz como rey de Ítaca le había sido anunciado por Tiresias en 

la rapsodia XI. 


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Unidad 2 Flor de leyendas 

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La leyenda de Balder 

1. Los escaldas son los poetas primitivos de Islandia y Noruega. 

Odín era, en la mitología escandinava, el dios de la guerra. 

2. Esencialmente, el sueño es el desencadenante de la acción, en tanto que en él se le muestra ya 

al héroe su destino. 

3. Para escapar a su destino, pues ha soñado que moriría a traición a manos de uno de sus hermanos. 

También para buscar a su padre, Odín. 

4. En la mitología germánica, los nibelungos eran un pueblo de enanos que estuvieron en posesión 

de grandes riquezas, de las que se apropió Sigfrido. 

En la mitología escandinava, las valquirias eran las divinidades encargadas de designar a los héroes 

que habían de morir en los combates, y en el cielo les servían de escanciadoras. 

5. Porque, en su deseo de salvarle, ha conseguido que el rayo, el lobo, la piedra, los metales, el 

fuego, el agua, las enfermedades, las fieras... juren que no matarán a su hijo. 

6. La muerte es Hal, una diosa pálida y blanca. El reino de los muertos es un lugar situado al Norte, 

al que se llega a través de sombríos valles y precipicios sin fondo. Para entrar en él hay que atravesar 

el río del Silencio por un puente de oro. Frente a ese puente se levantan las murallas tras las 

que habita la muerte. 

En la mitología griega, el río de la muerte, y también del olvido, era el Leteo. 

7. Balder, el verano, la luz y la fecundidad; Hoder, el invierno, la sombra y el llanto y la lluvia que 

hacen renacer la luz y la vida. Son, pues, las dos caras complementarias de la vida y de la naturaleza. 

Las mil y una noches 

1. Schariar, enloquecido por la traición de su esposa, ordena que cada noche le entreguen una 

doncella, a la que manda matar a la mañana siguiente. Una de esas doncellas es Scherezade, la 

hija del visir, que tiene la habilidad de hacer coincidir la hora del amanecer con el momento de 

mayor emoción del cuento, de manera que el rey le perdona la vida para que siga contándoselo 

a la noche siguiente. 

2. Porque Scherezade entretuvo con sus cuentos al rey durante tres años. 

3. Sí; tres son los años que Scherezade entretiene al rey, tres son los protagonistas del relato de 

Scherezade y tres son los príncipes hijos del sultán. 

4. Respuesta abierta. Valoración a criterio del profesor/a. (El viaje es necesario para encontrar el 

objeto mágico, y es el medio de conocer lugares exóticos). 

5. Advertir a los héroes –aquí, a los tres hermanos– de los peligros a que se exponen y ayudarles a 

conseguir el objeto mágico que dé fin a sus penalidades y les restituya su verdadera identidad. 


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Lohengrin 

1. En el bosque (como Caperucita Roja, Pulgarcito, Hansel y Gretel, etc.). 

2. Presente histórico; se utiliza para acercar la historia al que la lee o la escucha y hacerla de este 

modo más real. 

3. Que nunca intente averiguar su identidad, ni de dónde viene. 

Este hecho es crucial para el desarrollo de la historia, pues Elsa no será capaz de mantener su 

promesa. 

4. Elsa acoge en su casa a Ortrudis, descalza y hambrienta, «como quien acoge una culebra fría al 

calor de su pecho», es decir, con recelo y repugnancia. 

5. Recordándole el misterio que rodea a su marido y salvador. 

6. El Santo Grial es la copa que había utilizado Jesucristo en la Última Cena. Se dice que José de 

Arimatea recogió en él la sangre que brotó de la herida que un centurión le hizo a Cristo al clavarle 

la lanza en el costado cuando estaba en la cruz. 

Del Santo Grial se dice que se guarda en el castillo de Monsalvat, custodiado por los hombres de 

corazón puro, y que una vez al año una celeste paloma vuela hasta allí para renovar su esplendor. 

Los hombres que lo guardan son caballeros que caminan invencibles por el mundo defendiendo 

a los débiles y a los inocentes, y están obligados a guardar el secreto de sus vidas. 

7. Parsifal, el santo rey del Grial. 


Página 84 

Los Nibelungos 

1. Como unos seres enanos y negros que viven en las profundidades de la tierra, en el país de las 

tinieblas. 

Las ninfas son las deidades de las aguas, los bosques, las selvas, etc. 

2. Sí, y es, como casi siempre, la desencadenante de la acción: Hunding, rey de Gautlandia, al ver 

que Sigmundo había sido capaz de arrancar la espada clavada en la encina, cosa que él había 

intentado en vano, jura venganza. 

3. Respuesta abierta y valoración a criterio del profesor/a. (Al alumno le bastará con leer el capítulo I 

para resumir la historia). 

4. Viviendo como un salvaje entre los animales del bosque. Le enseñó el oficio de herrero. 

5. El yelmo encantado, el anillo de los nibelungos, la espada de Sigfrido, el casco mágico, la sangre 

del dragón, el abejaruco que predice el porvenir. 

6. El triunfo y la fama eterna, pero también la muerte temprana. 


13


7. Le dice, tras atravesar las llamas gracias al yelmo encantado, que él es Gunar, su prometido; 

y al contestarle Brunilda que su corazón es de Sigfrido, este le confiesa que está casado con Grimalda. 


El yelmo es un objeto mágico que sirve al héroe para conseguir sus fines, en este caso, atravesar 

el fuego sin peligro. 


El cantar de Roldán 

1. Los doce Pares. 

2. Que el anónimo autor y narrador es un súbdito del rey Carlomagno, es decir, un francés. 

3. El rey moro Marfil le envía regalos a Carlomagno y finge amistad e incluso la conversión al cristianismo 

porque tiene miedo del emperador francés y no quiere la guerra con él. 

El otro personaje que actúa movido por la traición es Ganelón, uno de los caballeros de Carlomagno, 

que odia a Roldán y quiere que este muera a manos de los moros. 

4. Los pueblos antiguos, en especial griegos y romanos, creían en los augurios, es decir, en los presagios, 

signos que podían ser un anuncio de lo que iba a suceder en el futuro. Aquí, el hecho de que 

a Ganelón se le caiga al suelo el guante del emperador es interpretado como un mal presagio. 

5. Como un presagio de la desgracia que le aguarda por creer en las traidoras palabras de Ganelón. 

6. Porque en ella deja a su sobrino Roldán, y los sueños que ha tenido por la noche le han infundido 

una extraña inquietud. 

7. Al público que escuchaba el relato de labios de los juglares que lo cantaban o lo recitaban. Este 

tipo de fórmulas narrativas, utilizadas por los juglares medievales, es un rasgo de la literatura 

oral. 

8. De la muerte de sus mejores amigos, soldados todos del emperador. 

9. Manda detener a Ganelón, cuya traición adivina, y ordena a su ejército que regrese a Roncesvalles 

para auxiliar a Roldán. 

10. Herido de muerte, sube a una colina desde la que se contemplan las tierras de Francia y España. 

Lleva con él su olifante y su espada, que trata de romper contra las rocas para que muera con él 

y no caiga en poder de los enemigos. Al ver que la espada no se rompe, la cruza sobre su pecho 

y se tiende sobre la hierba a esperar la muerte. 

11. El Romance de doña Alda (pág. 55 del manual), que tiene como protagonista a doña Alda, la 

esposa de Roldán. En los versos finales del romance se alude a la muerte de Roldán en Roncesvalles. 


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El destierro de Mio Cid 

1. El Poema (o Cantar) de Mio Cid y el Romancero. 

2. Porque él y los caballeros castellanos quieren tener la seguridad de que el nuevo rey que hereda 

el trono no ha tenido nada que ver en la muerte del rey Sancho, su hermano. 

Una vez ha jurado, el nuevo rey Alfonso se venga del Cid despojándole de sus bienes y desterrándole 

de Castilla. 

3. Que a la derecha del camino que él lleva vuela una corneja (especie de cuervo). El signo positivo 

lo constituye el hecho de que vuele a mano derecha. 

4. «¡Qué buen vasallo sería si tuviera buen señor!». Con ella muestran su simpatía y admiración por 

el Cid y sus reticencias hacia el nuevo rey Alfonso. 

5. Que no pueden darle hospedaje porque el rey lo ha prohibido. Y puesto que si lo hicieran perderían 

los ojos y la hacienda, es mejor que siga adelante. 

El Cid comprende la situación de los burgaleses y opta por salir de la ciudad. 

6. «Y así se separaron uno de otro como la uña de la carne». 

7. Porque las mesnadas (compañías de gente armada) del rey castellano Alfonso están cerca y podrían 

atacarlos. 

8. Sentimientos de respeto y de lealtad, por ser su señor natural. 


Página 85 

Tristán e Iseo 

1. Tristán nació cuatro días después de conocerse la muerte de su padre, el rey de Leonís. Para 

protegerle de los enemigos de su padre, un escudero le hizo pasar por hijo suyo, y le enseñó las 

artes y los conocimientos de un caballero: manejar el caballo y la espada, cantar al son del arpa, 

ser leal, proteger a los débiles y guardar la fe jurada. 

2. Dice que nació en medio de una gran tristeza; de ahí su nombre (Triste). 

3. Sí, el recitador o narrador interrumpe por un momento su relato y, tras solicitar que le den de 

beber, se dispone a proseguirlo: «Dadme ahora de beber. Y si el relato no os cansa, luego os diré 

cómo luchó con el gigante de Irlanda...». 

4. El rey de Cornualles, donde se hospeda Tristán, había firmado un pacto con los irlandeses por el 

cual estaba obligado a pagarles un tributo anual que iba creciendo en valor. El cuarto año, los irlandeses 

exigían como tributo la entrega de las trescientas muchachas más hermosas de Cornualles. 

Del cumplimiento de dicho pacto solo podrán librarse si algún guerrero vence en combate al 

gigante de Irlanda, y ese es el hecho que protagoniza Tristán. 

5. El combate se describe desde la perspectiva de los que, lejos de él (porque se desarrolla en una 

isla a la que nadie, salvo los dos contendientes, pueden entrar), esperan el desenlace. Estos, 


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y amparándose el narrador en la fórmula «dicen los antiguos», oyen solo un sordo rugido y un grito 

final de muerte: «Nadie presenció la terrible batalla. La isla parecía enterrada en silencio. Dicen los 

antiguos que por tres veces se oyó un sordo rugido. Luego, un grito de muerte». 

6. Una noche, mientras paseaba por su jardín a orillas del mar, oyó una extraña música. Se acercó 

a la playa y vio llegar una extraña barca sin velas y sin remos. En ella venía Tristán, moribundo, 

e Iseo, compadecida, le llevó a su palacio. 

7. Porque Irlanda era país enemigo de Cornualles, y él, Tristán, había dado muerte al héroe irlandés, 

tío de Iseo. 

8. El rey Marco, obligado a casarse por sus barones, dijo que lo haría con la mujer a la que perteneciera 

el cabello que dos golondrinas habían dejado caer de su pico después de entrar por la 

ventana de su palacio. El cabello pertenecía a Iseo. 

9. Un brebaje con hojas, flores y raíces que tenía la propiedad de mantener eternamente enamorados 

a los que lo bebieran. Lo preparó la reina de Irlanda y le encargó a su doncella de confianza 

que lo vertiera en la copa del rey Marco, con el que iba su hija a casarse. 

10. Al desenvainar la espada de Tristán, con la que iba a suicidarse, comprendió, al comprobar que 

el trozo que le faltaba era el que ella guardaba, que su dueño, el que ella creía un juglar, era el 

mismo que había matado a su tío el gigante. 

11. Tristán, después de haber compartido con Iseo el filtro del amor que la doncella les ha suministrado. 

12. «Tristán mira las ventanas de Iseo como el ciervo sediento mira el río». 

«Porque así es el triste amor, señores: como una zarza de flores blancas y afiladas espinas, que se 

hunde en la sangre del corazón». 

13. Al rey Arturo. 


15. Que su sonido borraba del pensamiento todos los recuerdos tristes. 

16. Respuesta abierta. Valoración a criterio del profesor/a. (Naturalmente, la relación, determinada 

por el filtro mágico que han compartido, es la de dos amantes que se amarán eternamente, por 

encima de la vida y de la muerte). 

17. Iseo la de las blancas manos, hermana del conde Kardin de Bretaña. Enamorada de Tristán, se 

venga de él por celos y cambia el color de las velas de la barca, causando la muerte de Tristán, 

que muere creyendo que su eterno amor, Iseo, le ha olvidado. 

18. Una hiedra brota de la tumba de Tristán, y otra de la tumba de Iseo. Las ramas de las dos hiedras 

se enlazan al trepar por el ábside de la capilla. 

19. Los parecidos más notables: el principal, el tema del amor trágico, pues el destino adverso se 

interpone siempre entre los amantes. Otros: el tema de la venganza y de la traición, la presencia 

de elementos mágicos, la fantasía... 


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Guillermo Tell 

1. En la Edad Media. 

2. Porque no son libres y viven bajo la tiranía del gobernador Gessler. 

3. En nombre del emperador de Alemania. 

4. Porque Tell salvó la vida a Gessler; eso le hizo sentirse humillado, y desde entonces le teme; en 

menor medida, porque salvó a un leñador perseguido por sus jinetes. 

5. Representan a los pueblos de cazadores, campesinos y pastores de los cuatro cantones suizos, 

y se reúnen para preparar la rebelión contra el tirano. 

6. Provienen de un pueblo del Norte que, para huir del hambre y la penuria, llegó hasta las montañas 

suizas. 

7. Porque no se han inclinado en señal de reverencia ante el sombrero ducal alzado en un palo en 

la plaza. 

8. No, también se venga en nombre del pueblo suizo que lucha por recuperar su libertad. 

Dioses y gigantes 

1. Que en lugar de dormir, como ellos creían, en una gran caverna, lo hicieron en el guante del gigante. 

2. «¿Ha caído alguna hoja?», pregunta al primer golpe; «¿Ha caído algún grano de arena?», pregunta 

al segundo; «¿Hay gorriones en ese árbol? ¿Qué me han tirado a la cara?», pregunta al tercero. 

3. Sí. Cuando le dice: «En cuanto a los tres golpes de la maza..., mira esos tres valles. ¡Los han abierto 

tus tres martillazos!». 

4. El cuerno era el mar; el gato, la Gran Serpiente del Mundo, que ciñe y conserva la creación; 

la vieja, el Tiempo, la Eternidad... 

5. Sí; tres son los dioses que salen juntos en busca de aventuras; tres son los golpes que Thor descarga 

sobre el gigante, abriendo tres valles; tres veces intenta en vano Thor vaciar de un solo sorbo 

el cuerno de cerveza, y tres son las pruebas por las que ha pasado Thor, la del cuerno, la del gato 

y la de la vieja. 


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Unidad 3 Romeo y Julieta 

Página 131 

PRÓLOGO 

1. Sí, pues alude a la enemistad de dos familias y a la muerte de los amantes desdichados. 

ACTO I 

Escena I 

1. A la familia de los Capuleto, y en la conversación entre los dos personajes abundan las alusiones 

a la familia rival de los Montesco: «Un perro de la casa de los Montesco me acalora»; «La pelea 

es entre nuestros amos y también entre nosotros los sirvientes». 

2. El príncipe trata de poner paz entre las dos familias y les ordena que no alteren la tranquilidad de 

la ciudad. 

Con la frase citada se recuerda que la paz de la ciudad, antaño alterada por las guerras, es ahora 

perturbada por las rencillas familiares. 

3. Un criado de la familia, Benvolio, afirma que lo vio al amanecer en un bosque, pero que se escondió 

antes de que pudiera alcanzarle. 

Romeo parece apartarse de la gente porque quiere estar a solas con su pena. 

4. Para Romeo, el amor, al no verse correspondido, es «áspero y tirano», «un sueño de ojos abiertos, 

que no existe». 

Mediante las paradojas, Romeo define el amor como una suma de contrarios, algo que, por otra 

parte, constituía un tópico en la literatura renacentista y barroca. 

5. «No olvidarán los que se quedan ciegos 

el tesoro perdido de sus ojos». 

Escena II 

1. Desdichado y atormentado por culpa del amor, lo cual le hace proferir palabras y afirmaciones 

incoherentes. Destaca en esas respuestas incoherentes su visión del amor como una «prisión» 

que provoca la desdicha y el tormento. 

El objeto de su amor parece ser la bella Rosalina, pero esa amada misteriosa a la que se refiere 

en su última intervención es como una premonición del encuentro con Julieta. 

Escena III 

1. Aún no ha cumplido los catorce años, su principal obligación como hija es obedecer a sus padres, 

incluso en el matrimonio que se le impone con el noble Paris, al que aún no conoce. 

2. En efecto, es uno de los rasgos lingüísticos más acusados de la obra este contraste entre la manera 

de expresarse del ama, franca, llana, coloquial, y la de los demás personajes. Abundan en 

el habla del ama las frases hechas, las expresiones populares, las exclamaciones: «Pues, pares 

o nones...»; «¡Caramba!»... 


18


Escena IV 

1. El amor le ha herido con sus flechas, el amor es la causa de sus penas y dolores, por culpa del 

amor se siente abrumado; el amor es «rudo, brutal, violento; ¡y clava como una espina!». 

La frase reseñada destaca mediante una antítesis que la luz de la antorcha debe llevarla el que se 

siente desorientado, perdido y sin luz (o sea, él mismo, que está así al no sentirse amorosamente 

correspondido). 

2. La reina Mab es, en la literatura fantástica inglesa, la reina de las hadas. 

3. «...comenzará esta noche con la fiesta 

este camino amargo que señala 

el fin que cerrará mi pobre vida 

que se encierra en mi pecho. Un golpe vil 

me llevará a la muerte prematura. 

Pero Aquel que dirige mi destino 

conducirá la nave de mi suerte». 

Escena V 

1. «¡Oh, ella enseña a brillar a las antorchas!». 

«¡Como paloma blanca entre cornejas 

entre sus compañeras resplandece!». 

«¡Que lo nieguen mis ojos! Hasta ahora 

nunca vi la belleza verdadera». 

2. Tybaldo, sobrino del señor Capuleto: 

«¡Me voy! ¡Mas la presencia de este intruso 

parece dulce ahora, pero pronto 

va a convertirse en una amarga hiel!». 

3. Desconcertada («¡Demasiado temprano te encontré sin conocerte y demasiado tarde te conozco!»), 

reconoce y asume que ama al que consideraba un enemigo, por serlo de su familia: 

«¡Oh, sobrehumano amor que me hace amar al odiado enemigo!». Los recursos son la antítesis 

y la paradoja. 

4. El amor de Romeo y Julieta tendrá que enfrentarse al odio y la rivalidad familiar. 

Página 132 

ACTO II 

Escena I 

1. El coro anuncia el amor de Romeo y Julieta, a pesar de la enemistad que, por sus orígenes familiares, 

se interpone entre los dos. La pasión les da fuerza y el tiempo les proporcionará los medios 

para encontrarse. 


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Escena II 

1. El encuentro tiene lugar en el jardín de los Capuleto. Julieta, asomada a una ventana, escucha las 

palabras de Romeo. Este al principio habla solo, pero enseguida comienza el diálogo entre los 

dos jóvenes. Julieta le pide que se cambie el nombre, puesto que es un obstáculo para su amor, 

y Romeo le pide que a partir de ahora le llame solo Amor; renuncia a llamarse Romeo y a ser un 

Montesco si las dos cosas disgustan a Julieta. 

2. «El sol en el oriente»; «no sirvas a la Luna que te envidia»; «¿No estarán en su rostro las estrellas 

y sus ojos girando por el cielo?»; «El fulgor de su rostro empañaría la luz de las estrellas»; «Si sus 

ojos viajaran por el cielo brillarían haciendo que los pájaros cantaran como si fuera el día y no la 

noche»; «¡Habla de una vez, oh ángel luminoso!». 

3. Que los nombres no cambian la esencia de las cosas: «Seas Montesco o no, tú eres el mismo»; 

«Si otro título damos a la rosa, con otro nombre nos dará su aroma»; «Romeo, aunque Romeo no 

se llame, su perfección amada mantendría sin ese nombre». 

4. Tras declararle abiertamente a Romeo el amor que siente por él, le dice que a la mañana siguiente 

mandará a alguien en su busca, y que le responda por él la hora y el lugar de su boda. 

5. Ve a Romeo como un pájaro cautivo al que no querría liberar: 

«Ya llega el día. Yo hubiera querido 

decirte que te fueras, no tan lejos, 

como lo hace la niña que libera 

por un minuto un pájaro cautivo, 

un pobre prisionero encadenado, 

y luego lo recobra con un hilo 

celosa de su nueva libertad». 

Con este mismo sentido: 

«¡Oh, quién tuviera la voz del halconero que obligase a volver al halcón a nuestras manos!». 

6. «Lo olvidaré para que aquí te quedes y mi recuerdo te haga compañía». 

«Me quedo aún para que lo olvides, nada recordaré sino este sitio». 

Se trata de una paradoja, «dolor tan dulce», y puede observarse también una sinestesia. 

Escena III 

1. Para ver si así acaba el odio entre las dos familias. 

Escena IV 

1. «¡Ay, pobre Romeo, ya está muerto! 

Lo apuñalaron los ojos negros de una muchacha 

blanca. Le dispararon una canción de amor 

en las orejas. Le dividieron el centro del 

corazón con un solo flechazo del arquerito ciego». 


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2. El ama de Julieta. 

Escena V 

1. Lamenta la tardanza del ama, que hace ya tres horas que marchó, y lo achaca a que es coja (Cupido, 

recuerda como contraste, tiene alas) y vieja. 

Luego, en cuanto el ama llega, es toda impaciencia por hablar a solas con ella. 

El ama, para hacerla sufrir, pospone la respuesta y, antes de contestar, describe en tono burlón 

a Romeo, pregunta por detalles domésticos, se queja de su mala salud... 

Escena VI 

1. Que moderen sus sentimientos, y que no tengan tanta prisa: «Te durará el amor si lo moderas. 

Llega el veloz tan tarde como el lento». 

Evidentemente, son consejos que no se corresponden con los sentimientos de los protagonistas. 

ACTO III 

Escena I 

1. Ty b a l d o: Mercucio, tú te has concertado con Romeo. 

Me r c u c i o: ¿Concertado? ¿Nos tomas por musicantes? ¡Si quieres hacer musicantes de nosotros 

no vas a oír acordes, sino discordias! ¡Aquí tengo el arco de mi violín! (Se toca la espada.) 

Mercucio usa la palabra concertado en sentido musical, no en el de «ponerse de acuerdo» con 

que lo había empleado Tybaldo, y juega después con la semejanza fónica de acordes y discordias. 

2. Romeo, siguiendo las instrucciones del príncipe, trata de poner paz entre las dos familias, y no 

quiere enfrentarse con Tybaldo por ser este un servidor de Julieta. 

3. Tras matar a Tybaldo, Romeo huye y el Príncipe decreta que sea desterrado. 

Escena II 

1. A la noche, expresando su deseo de que ampare con su oscuridad la venida de Romeo. 

2. Por las palabras del ama, Julieta cree en un principio que el muerto es Romeo, no Tybaldo, el 

primo de Julieta. 

3. Por Romeo expresa únicamente amor, sin detenerse a considerar siquiera que haya podido ser 

el autor de la muerte de Tybaldo, y reivindica ante el ama su honor. Al saber que Romeo ha sido 

desterrado, Julieta se siente completamente desventurada y sumida en el dolor, que, dice, no 

sabe expresar con palabras. 

Con la frase «¡Ahora soy una doncella viuda!» alude a su situación de recién casada que no ha 

tenido ocasión de vivir el matrimonio. 


21


Escena III 

1. Las palabras de Romeo ponen de manifiesto su convicción de que, desterrado lejos de Verona, 

ya no hay vida para él; el destierro significa la muerte. 

2. Porque él, al contrario de los animales que menciona, no puede ver a Julieta. 

3. Que, desconsolada, no para de llorar su desdicha. 

4. Diciéndole que se apresure para ir a ver a Julieta antes de partir para Mantua, que es donde vivirá 

hasta que el Príncipe le perdone. 

Escena IV 

1. La promesa que le hace el padre de Julieta a Paris de que tendrá a su hija por esposa. El designio 

de los Capuleto se lo había transmitido a Julieta su propia madre en la escena tercera del primer 

acto. 

Escena V 

1. Romeo, que, tal como le explicó fray Lorenzo, dispone de muy poco tiempo, sabe que si se queda 

con Julieta corre el peligro de ser hecho prisionero, y, por tanto, su única forma de seguir vivo es 

marchando al destierro de Mantua. 

2. Las albadas, cuyo tema era la separación de los amantes al amanecer después de haber pasado 

la noche juntos. 

3. Trágicos, pues cree ver a Romeo muerto en una tumba. 

Página 133 

4. Al proponerle su padre el matrimonio con Paris, Julieta arguye que, aun no sintiéndose orgullosa 

de odiar, al menos agradece que, en este caso, la causa de su odio sea el amor. 

5. La reacción desmedida y violenta del padre ejemplifica la figura autoritaria y feudal del señor medieval. 

6. Desconfía del ama, que le aconseja que se case con Paris, a quien alaba, y, descartándola ya 

como confidente, corre a buscar el consuelo de fray Lorenzo. 

El destino trágico aflora en las últimas palabras de Julieta: «¡Y si todo fracasa, no me faltan fuerzas 

a mí para buscar la muerte!». 

ACTO IV 

Escena I 

1. La versión que transmite Paris es que la familia de Julieta piensa que esta llora por la muerte 

de Tybaldo, y han decidido apresurar la boda pensando que así contribuirán a mitigar su dolor. 

2. Efectivamente, Julieta piensa en Romeo cuando habla de amor. Por ejemplo: 

Par i s: No le niegues que tú me amas a mí. 

Ju l i eTa: Te confesaré a ti que lo amo a él. 


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3. Manifiesta que está decidida a morir antes de hacerlo: «¡Antes de dar mi mano al conde Paris me 

dejaré caer de las almenas de aquella torre!». 

4. El fraile le aconseja que ingiera un brebaje para simular la muerte. De esta manera, dándola por 

muerta, su familia la trasladará al mausoleo de los Capuleto. Allí, avisado por el propio fraile, la 

esperará Romeo, y juntos aguardarán a que despierte para marchar hacia Mantua. Julieta acepta 

de inmediato el plan. 

Escena II 

1. Finge ser una hija sumisa que obedece y acepta los designios del padre. 

Escena III 

1. Teme que la pócima no le haga el efecto descrito por el fraile y que a la mañana siguiente se vea 

obligada a casarse con Paris. O que los efectos no sean tan duraderos y se ahogue en la tumba 

antes de la llegada de Romeo. 

Escena IV 

1. Que estén preparadas las viandas del banquete, la leña, la música... 

Escena V 

1. El ama, al entrar en el aposento de Julieta, cree que está muerta. 

ACTO V 

Escena I 

1. En una calle de Mantua. 

2. El sirviente le dice a Romeo que él mismo ha visto cómo enterraban a Julieta en el panteón de 

los Capuleto. Romeo, que desconoce la verdad, es decir, que Julieta yace bajo los efectos de un 

narcótico, decide envenenarse. 

Escena II 

1. Porque los dos frailes encargados de llevarla no pudieron salir de Verona: al sospechar los guardias 

que estaban los dos en una casa contagiada por la peste negra, sellaron las puertas, impidiéndoles 

así la salida. 

Escena III 


2. De noche, Paris llora a Julieta ante su tumba. Avisado por un criado, se retira, y entonces aparece 

Romeo, dispuesto a abrir la tumba de su amada. Paris, al reconocerle, intenta detenerle. En la 

pelea entre ambos, muere Paris. A continuación, Romeo, ante el cadáver de Julieta, bebe el veneno 

y muere. Fray Lorenzo descubre poco después su cadáver al lado del de Paris, justo en el 

momento en que Julieta empieza a despertar. Al ver que Romeo ha muerto y al descubrir la copa 

vacía del veneno, Julieta besa sus labios aún tibios. Luego se clava en el pecho la daga de Romeo 

y cae muerta sobre el cuerpo de su amante. 


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3. Las dos familias, conmovidas por el trágico desenlace, deciden poner fin a sus rencillas, y la ciudad 

de Verona recupera la paz. 

Cuestiones generales: Respuesta abierta. Valoración a criterio del profesor/a. 


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Unidad 4 Madame Bovary 

Página 185 

PRIMERA PARTE 

I 

II 

1. Un narrador interno en primera persona del plural. 

2. Un muchachote campesino, Charles Bovary, de unos quince años, que ya es presentado con 

rasgos más bien negativos: modoso, azorado, tímido, torpe, pueblerino y aplicado en los estudios 

pero no brillante. 

3. Que el lector conozca la historia familiar y la infancia de Charles Bovary. Es este un procedimiento 

típico de la novela naturalista, con el que se pretendía demostrar la influencia del medio ambiente 

en el individuo. 

4. El de un muchacho pacífico, anodino, del montón, más bien mediocre, que a fuerza de aplicarse 

conseguía salir adelante en los estudios. 

1. La impresión es en general positiva; le atraen especialmente los ojos y su mirada cándida, y también 

la blancura de las uñas, y le desagradan las manos, demasiado largas y enjutas. 

2. Charles ha perdido la fusta y Emma se dispone a recogerla del suelo. Charles, en un gesto de 

galantería, trata de detenerla y roza su pecho contra la espalda de la muchacha, que se incorpora 

sonrojada y le mira por encima del hombro tendiéndole la fusta (este último gesto presagia especialmente 

la relación posterior). 

3. Los zuecos, con sus altos tacones, los cordones del delantal, la sombrilla a través de la cual iluminaba 

el sol su cara... 

4. Saber «de baile, de geografía, de dibujo, hacer tapicería y tocar el piano». 

5. Pueden citarse, como ejemplos significativos, la parte final de los párrafos quinto y cuarto empezando 

a contar por el final. En el primero de ellos se exponen en estilo indirecto libre los pensamientos 

de Charles: 

«Y además la viuda era flaca, tenía los dientes largos; llevaba en todo tiempo una toquilla negra 

cuya punta le caía entre los omóplatos...». 

En el segundo de ellos, son los pensamientos de la viuda, es decir, la mujer de Charles, respecto 

a su suegra los que se exponen: «¡Hacía mal en comer tanto! ¿Por qué convidar siempre a beber 

a cualquiera que llegara? ¡Qué cabezonada no querer llevar franela!». 

También, la frase con que termina el capítulo, que resume el pensamiento de Charles ante la 

muerte de su mujer: «Después de todo, le había querido». 

6. Sí, pues al final del capítulo la acción se acelera y en breves párrafos se narra el enfrentamiento 

entre los padres y la mujer de Charles y la muerte de esta última. 


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Página 186 

III 

IV 

V 

VI 

1. Por la noche, al volver a casa, repite las frases que había oído de labios de Emma; piensa con 

frecuencia en cómo será cuando se case, y con quién lo hará, y al dejarse llevar por estos pensamientos 

no puede evitar una mención a la belleza de Emma y a lo rico que es su padre... 

2. Por su fama de buena conducta, porque es ahorrador e ilustrado, y porque seguramente no regateará 

mucho por la dote. 

3. La escena en que el padre de Emma le comunica la noticia de que Charles le ha pedido su mano. 

A juzgar por el tiempo transcurrido, cuarenta y nueve minutos, no debió de resultarle fácil a monsieur 

Rouault convencer a su hija. 

4. Emma, en un indicio claro de su carácter romántico y soñador, hubiera deseado que su boda se 

celebrase a media noche, a la luz de las antorchas. 

1. No, debido sobre todo al carácter de los recién casados, poco amigos de bromas. Emma, al contrario 

que Charles, que no oculta su felicidad, en ningún momento deja traslucir emoción alguna: 

«...la recién casada no dejaba traslucir nada que permitiera adivinar algo». 

1. El silencio sobre Emma indica que esta no comparte los mismos sentimientos de felicidad de su 

marido. 

2. Comer a solas con su mujer, pasear con ella, contemplarla, pensar en la felicidad que a su lado 

está viviendo: «Para él, el mundo no iba más allá del vuelo de su falda». Todo esto es nuevo para 

Charles, y contrasta con las humillaciones de su época de estudiante y con la apatía y la insatisfacción 

de su anterior matrimonio. 

3. Su ramo de novia. 

4. Se casó creyendo que estaba enamorada, pero al ver que la felicidad resultante de este amor supuesto 

no llegaba, piensa ahora que se ha equivocado. Aficionada como era a la lectura, compara 

su vida con la de las protagonistas de las novelas que leía. 

1. Con la mención explícita a una de las novelas que había leído Emma, Paul et Virginie. 


3. Su infancia y adolescencia en un convento hicieron de Emma una muchacha soñadora, contemplativa, 

poco aficionada a los juegos, dada a la melancolía, con inclinaciones al misticismo, al 

sentimentalismo y a las emociones fuertes, aunque fuesen fingidas. 

4. Exagerando sus rasgos más tópicos: «Todo era amores, amadores, amadas, damas perseguidas 

que se desmayaban en pabellones solitarios, postillones a los que matan en todos los relevos, 


26


caballos reventados en todas las páginas, bosques sombríos, cuitas del corazón, juramentos, sollozos, 

lágrimas y besos...». 

5. Porque representaban con vivas imágenes las escenas y personajes, siempre sentimentales y 

románticos, con los que ella soñaba por haberlos «visto» en sus lecturas. Esas lecturas y las consiguientes 

ensoñaciones le hacen sentirse interiormente satisfecha. 

6. Emma vive solo lo superficial y ve en la religión, la música y la literatura un modo de aparentar 

una vida «superior» que le reporta emociones que las vidas «vulgares» no sienten. 

7. Que al fin se hacían realidad sus sueños de felicidad, que podría experimentar las mismas emociones 

y sentimientos que los personajes de las novelas que leía. 

VII 

1. A que la vida que lleva realmente no corresponde con la que ella «piensa» que lleva, y mucho 

menos con la que había soñado. 

2. Que su marido no es como los héroes de las novelas, no viste frac de terciopelo negro, no es 

distinguido, su conversación y su trato son ordinarios, no despierta grandes pasiones ni sobresale 

en actividades múltiples… 

3. Imitando a las heroínas de las novelas, le recita a Charles poesías en el jardín a la luz de la Luna 

y le canta canciones melancólicas. Intenta con ello, en vano, emocionar a su marido y despertar 

en él la pasión que ella cree que es propia de los grandes amantes. 

4. Se pregunta por los motivos que la indujeron a casarse con Charles Bovary y trata de imaginar 

cómo sería su vida si el destino le hubiese puesto en su camino otro marido, guapo, distinguido, 

inteligente, seductor, como cree que son los maridos de sus compañeras de colegio. 

Su vida, a diferencia de la que imagina que es la de sus compañeras de colegio casadas en la ciudad, 

es «fría en un desván cuya claraboya da al norte» y aburrida, pues «el tedio, araña silenciosa, 

tejía en la sombra su tela en todos los rincones de su corazón». 

5. De su vida en el colegio evoca los fugaces momentos de gloria, cuando ella subía al estrado a recoger 

algún premio, y, al volver a su sitio, vestida de fiesta, los señores se inclinaban para felicitarla. 

Estos recuerdos le sirven, por contraste, para compadecerse de su vida de monotonía actual. 

VIII 

1. El lujo, el tema de las conversaciones, la distinción y elegancia de las personas, la música... 

2. La estancia en el castillo ha abierto una brecha en su vida, y su roce pasajero con el mundo de 

los ricos le va a dejar una huella imborrable, de modo que cuando regrese a su casa seguirá añorando 

ese mundo tan diferente al suyo y tendrá un motivo más para sentirse infeliz. 

Página 187 

IX 

1. Se trata del segundo párrafo, en el que se describen las ensoñaciones que despierta en Emma 

la contemplación de una cigarrera de seda verde. 


27


2. La ha escondido como un preciado recuerdo de su estancia en el castillo; la cigarrera, según ella 

presume, es propiedad del vizconde y le sirve para fantasear y recrear una vida imaginaria de lujo 

en París. Esa vida de lujo la simbolizan determinados objetos: chimeneas de ancha campana, 

jarrones de flores, relojes Pompadour... 

3. La vida ociosa y mundana: estrenos teatrales, carreras, fiestas de sociedad, debut de una cantante, 

tiendas, moda, muebles y decoraciones... La vida que ella sueña con llevar algún día. 

Los tres mundos: el de los embajadores, el de las duquesas, y el de los literatos y las actrices. 

Por contraste, todo lo que la rodea es aburrido y mediocre, y las personas con las que se trata son 

«pequeños burgueses imbéciles». 

4. Los balcones de los grandes palacios, los camarines con cortinas de seda, los salones lujosos; 

el mundo imaginado propio de su carácter soñador. 

5. Todo lo que le rodea le parece vulgar: el mozo de la posta, las costumbres de su marido, la criada, 

a la que sustituye por una doncella... Charles apenas repara en esos detalles, ajeno como está a 

los verdaderos sentimientos de su mujer, a la que sigue amando y admirando, o los interpreta 

como un signo de atención hacia él. 

El «acontecimiento» que espera deja traslucir su creciente insatisfacción con la vida que lleva. 

6. Emma, cada vez más aburrida e irritada consigo misma, desprecia todo lo que le rodea, y el hecho 

de arrojar el ramo de novia al fuego puede interpretarse como un deseo de ruptura con su pasado 

y su actual condición de esposa insatisfecha. 

SEGUNDA PARTE 

I 

II 

1. Sí. Los centros neurálgicos del pueblo son la iglesia, el mercado, el ayuntamiento, la hospedería 

del Lion d’or y la botica del señor Homais. 

2. Es un pueblo apegado a las costumbres tradicionales, de vida tranquila pero monótona. Con toda 

seguridad, no es lo que espera Emma. 

3. El señor Homais, el boticario. 

1. Por una parte, Emma Bovary y el joven pasante del notario, Léon Dupuis; por otra, Charles Bovary 

y el boticario, monsieur Homais. 

2. La de ser un hombre culto interesado por la ciencia y capaz de rivalizar con el médico recién llegado. 

3. A los dos les interesan los paisajes, el mar, las excursiones al campo, la música, «que hace soñar», 

la lectura, que transporta a otros mundos, París... 

La frase es: «¿Verdad que sí? –exclamó Emma, clavando en él sus grandes ojos negros muy abiertos». 


28


III 

IV 

V 

VI 

4. Emma piensa que el hecho de dormir en un sitio diferente va asociado al comienzo de una nueva 

vida. Así recuerda que le ha ocurrido las cuatro veces que lo ha hecho, y espera que la vida que 

ahora empieza sea mejor que la que ha dejado atrás al abandonar Tostes. 

1. «Deseaba un niño; sería fuerte y moreno; le llamaría Jorge, y aquella idea de tener un hijo varón 

era como una promesa de desquite de todas sus impotencias pasadas. Un hombre, por lo menos 

es libre; puede recorrer los países, atravesar los obstáculos, probar las dichas más lejanas. Pero a 

una mujer le está continuamente prohibido todo esto...». 

Es un ejemplo de estilo indirecto libre porque el narrador refleja los sentimientos e ideas de un 

personaje, Emma en este caso, introduciéndose en su conciencia para reproducir su pensamiento 

e incluso su forma de expresión. 

2. Emma, decepcionada por no haber dado a luz un varón, se limita a visitar a su hija, a la que cuida 

una nodriza, y ni siquiera cuando la ve vomitar tiene un gesto maternal hacia ella. 

3. La vida en el pueblo le aburre, y se compadece de sí mismo por vivir allí. Los habitantes de Yonville 

le parecen gente obtusa, tosca, incapaces de entender delicadezas intelectuales o artísticas 

como las que él siente. Emma es la única que destaca en aquel marasmo, aislada y sola como él, 

pero sospecha que «vagos abismos» se interponen entre los dos. 

1. Sí, aunque Emma no se detiene a analizar sus sentimientos, como hace Léon, convencida como 

está de que el amor llegará pronto y arrastrará «al abismo el corazón entero». 

2. La imagen de los desagües atascados en la terraza de las casas que forman lagos hasta que encuentran 

una grieta en la pared. Esta imagen se aplica a los sentimientos que ella alberga hacia 

Léon, de momento contenidos, a la espera también de la grieta por la que puedan manifestarse. 

1. Los reprime, esperando que sea Léon el que los perciba o que alguna casualidad o catástrofe le 

ayuden a hacerlo. 

Por otro lado, late en ella el miedo y el pudor la atenaza, lo mismo que el orgullo y la satisfacción 

de sentirse virtuosa. 

2. Emma ve en su marido el obstáculo a toda felicidad, la causa de sus miserias; por eso concentra 

en él el odio que resulta de sus hastíos. Y todos los esfuerzos que hace por mitigar esos sentimientos 

hacia él no hacen sino exasperar su estado. 


1. Porque puede llevar su vida por mal camino, o contraer alguna de las enfermedades que, según 

cuenta su marido, suelen atacar a los estudiantes de provincias. 


29


2. Los comicios agrícolas, o mejor dicho, la feria o exposición agropecuaria. 

Página 188 

VII 

1. De tristeza y de nostalgia de Léon, lamentándose de no haber vivido más intensamente los días 

que pasó a su lado. 

2. La de la llama que se va apagando. 

3. Como una compensación por lo mucho que había sufrido, como una manera de resarcirse de lo 

desgraciada que era. Su piedad religiosa no es más que una forma de disfrazar su infelicidad. 

4. Su afición a la lectura; y, como en el caso de don Quijote, que su familia se propone impedir que 

lea novelas. 

5. Como una seducción convencional, al menos por parte de Rodolphe. 

VIII 

IX 

1. Rodolphe habla sobre todo de sí mismo en un tono un tanto misterioso, deja entrever su insatisfacción, 

su soledad, para despertar en Emma la curiosidad y la compasión. También hablan sobre 

la mediocridad provinciana y las ilusiones perdidas. 

2. Mientras el discurso oficial desgrana en tono recargado tópicos y lugares comunes, Rodolphe y 

Emma conversan sobre lo que al primero le interesa y a la segunda más le agrada: los sentimientos, 

las pasiones, los sueños, los encuentros fruto del azar, como el suyo... Este procedimiento 

le sirve al autor para ridiculizar tanto los discursos oficiales como la escena en la que Rodolphe le 

explica a Emma el origen de sus sentimientos. 

3. La lección de objetividad ya la ha proporcionado el autor a lo largo del capítulo; el artículo de 

monsieur Homais es claramente una parodia y una sátira del artículo periodístico grandilocuente 

y pedante característico de la época. 

1. La propia Emma reconoce que «era la primera vez que le decían estas cosas», razón por la cual 

se siente íntimamente conmovida; el lector, no obstante, percibe claramente que esa manera 

de hablar es una simple estrategia de seducción por parte de Rodolphe, como lo demuestra su 

frustrado ademán de ponerse de rodillas en el suelo. 

2. La indicación que le hace Charles de la necesidad de comprarse un traje de amazona. 

3. Emma cree haber alcanzado la felicidad que tanto había perseguido, y que su vida a partir de 

ahora será toda pasión, éxtasis y delirio, muy lejos de la monotonía y la insulsez en que se había 

desarrollado antes. 

4. Porque cree que ahora ya estaba en condiciones de imitarlas, que las imaginaciones y sueños de 

juventud son ya realidad. 


30


X 

XI 

1. El miedo a perder el amor recién conquistado, el temor a ser descubierta, la necesidad de fingir, 

y finalmente, la aceptación del amor y de la seducción de que es objeto como algo normal que 

forma parte de su vida. 

2. El recuerdo y nostalgia de la infancia, del tiempo feliz de la libertad y la esperanza, de las ilusiones 

que ya no volverán, de todo lo que ha ido perdiendo en el transcurso de la vida. Esa nostalgia 

reaviva en ella su íntima convicción de sentirse desgraciada. 

3. Emma, arrepentida de su aventura con Rodolphe, que ya no oculta su desinterés, se plantea rehacer 

su vida al lado de su marido, aunque duda de si será capaz de ello. La aparición del boticario 

tendrá mucho que ver con su decisión final. 

1. Se confirma en su impresión de que Charles, su marido, es una mediocridad, que ella, tan inteligente 

(eso piensa al menos) había malogrado su vida casándose con él, que si seguía a su lado 

estaba inexorablemente condenada a renunciar a todos sus sueños. Animándole a practicar el 

experimento médico, había pensado Emma que su marido adquiriría fama y riqueza, y que ese 

sería el primer paso para rehacer con él su vida y triunfar en el mundo. A partir del fracaso médico, 

sus sentimientos se exasperan: «Todo en él la irritaba ahora, su cara, su traje, lo que no decía, su 

persona entera, su existencia en fin. Se arrepentía de su pasada virtud como de un crimen, y lo 

que de ella quedaba todavía se derrumbaba bajo los furiosos golpes de su orgullo. Se deleitaba 

en todas las ironías malas del adulterio triunfante». 

XII 

1. Convencida ya del fracaso de su vida matrimonial, trata de liberarse de las ataduras morales y de 

los convencionalismos sociales y, en su huida hacia delante, adopta una pose de mujer mundana 

y libre, como las heroínas de sus novelas. 

2. Los sueños y proyectos de Charles se detallan en el párrafo que comienza: «Cuando volvía a medianoche 

no se atrevía a despertarla...» 

Y en los dos párrafos siguientes se pormenorizan los de Emma. 



Página 189 

XIII 

1. Suicidarse arrojándose por la ventana. 

2. La ironía proviene de que Charles y Homais hablan con despreocupación, mientras que Emma 

y el lector saben la verdadera causa del desmayo y el verdadero significado de los albaricoques. 

3. Emma se niega a sentarse en el cenador porque aquel había sido el escenario de sus encuentros 

amorosos con Rodolphe. 


31


XIV 

1. La religiosidad de Emma no es más que una idealización, la afectación del arrepentimiento, un 

simulacro del amor perdido: «¡Existían, pues, en el lugar de la felicidad unas dichas más grandes, 

otro amor por encima de todos los demás amores, sin intermitencia ni fin, y que aumentaría eternamente!». 

Luego, al leer los libros piadosos que le proporciona el sacerdote, «se creía captada 

por la más fina melancolía católica que un alma etérea pueda concebir». Y cuando se arrodillaba 

para rezar «dirigía al Señor las mismas palabras de dulzura que antes murmurara a su amante en 

las expansiones del adulterio. Lo hacía para llamar a la fe, pero no descendía del cielo ninguna 

delectación, y se levantaba, cansados los miembros, con el vago sentimiento de un inmenso engaño». 

A continuación se compara con las antiguas damas que se retiraban a las soledades para 

derramar a los pies de Cristo sus lágrimas. 

2. Es especialmente significativo al respecto el párrafo que comienza: «Entonces se entregó a caridades 

excesivas...». 

3. Las opiniones de la Iglesia sobre el teatro y los actores, expuestas por el cura, se basan en la idea 

de que los espectáculos incitan al libertinaje y los cómicos llevan una vida deshonesta por el mero 

hecho de serlo. 

4. Los misterios eran obras teatrales de inspiración bíblica que se representaron originariamente en 

Francia en la Edad Media. 

XV 

1. Emocionada, contenta, orgullosa además porque va a asistir a la representación desde una posición 

privilegiada, llena de curiosidad y ansiosa por disfrutar de la velada. 

2. Charles se preocupa únicamente por seguir el hilo de la historia, algo que, por otra parte, le cuesta 

entender. Emma, en cambio, vive la historia, se identifica con la protagonista y, llevada por su 

fantasía desbordada, compara lo que ve en escena con su vida, admira los gestos, los vestidos, 

los colores... 

3. De su vida real, la mediocridad; de la ficción literaria, la pasión, los sentimientos elevados... 

4. A la presencia de Léon en el teatro. A partir de ese momento, tras revivir brevemente el pasado, 

Emma comienza a fantasear sobre lo que el regreso de Léon puede suponer para ella. 

* Por error se han incluido como cuestiones de un inexistente capítulo XVI las mismas que se plan tean 

en el capítulo VI de la página 187 del manual. 

Página 190 

TERCERA PARTE 

I 

1. Lo que intenta Emma es eludir el paso definitivo, mostrarle a Léon sus verdaderos sentimientos. 

El hecho de que no le entregue la carta es significativo al respecto. La frase expresa muy gráficamente 

cómo el corazón de Emma es un mar agitado por todo tipo de dudas y sentimientos 

encontrados, consciente de la gravedad del paso que va a dar. 


32


II 

III 

IV 

V 

VI 

2. A propósito de esta escena, vale la pena reproducir las palabras siguientes de Mario Vargas Llosa: 

«La seducción está trenzada, según un sistema de vasos comunicantes en que lo erótico se contamina 

de religiosidad y la religión de erotismo, con la descripción que hace el Suizo a los inminentes 

amantes de las bellezas y tesoros de la Catedral. [...] El clímax erótico de la novela es un 

hiato genial, un escamoteo que consigue, justamente, potenciar al máximo el material ocultado 

al lector. Me refiero al interminable recorrido por las calles de Rouen del fiacre en el que Emma 

se entrega a Léon por primera vez. Resulta notable que el más imaginativo episodio erótico de 

la literatura francesa no contenga una sola alusión al cuerpo femenino ni una palabra de amor y 

sea solo una enumeración de calles y lugares, la descripción de las vueltas y revueltas de un viejo 

coche de alquiler». Los papeles arrojados al aire son trozos de la carta escrita la noche anterior por 

Emma, carta que no llega a entregar a Léon. 

3. Ese cambio de perspectiva es el que permite al narrador referirse a Emma en estos términos: 

«...y se apeó de él una mujer que, bajado el velo, echó a andar sin volver la cabeza». 

1. Emma, absorta en su pasión y con el corazón atormentado, llega a Yonville y se encuentra con 

que allí la única preocupación es la elaboración de mermeladas. 

2. La monotonía de la vida conyugal que vuelve a entrever al regresar a su casa «iba barriendo poco 

a poco de su corazón todo sentimiento de piedad. Charles le parecía endeble, débil, nulo: en fin, 

un pobre hombre en todos los aspectos. ¿Cómo librarse de él? ¡Qué interminable velada! Algo 

de estupefaciente como un vapor de opio la iba embotando». 

1. La alusión del barquero a Rodolphe, que no le pasa desapercibida a Emma. 

1. Fingiendo que va a la ciudad una vez por semana a tomar lecciones de piano. (Una cruel ironía 

preside la última frase: «Y hasta, al cabo de un mes, encontraron que adelantaba mucho».). 

1. Esta descripción a través de las impresiones de Emma se encuentra en el párrafo que comienza: 

«Descendiendo en anfiteatro y envuelta en la niebla...», y, muy especialmente, en el siguiente: 

«Algo vertiginoso emanaba para ella de aquellas existencias amontonadas...». 

2. Léon, pletórico por tener una amante como Emma, que le permite saborear por primera vez «la 

inefable delicadeza de las elegancias femeninas», la idealiza y ve en ella a «la enamorada de todas 

las novelas, la heroína de todos los dramas, la vaga ella de todos los libros de versos». Y a renglón 

seguido: «...¡pero era, por encima de todo, Ángel!». 

1. La pasión va perdiendo fuerza, Emma empieza a ver defectos en Léon («incapaz de heroísmo, 

débil, superficial, más blando que una mujer...») y, aunque intentan recobrarla recurriendo a formalidades 

externas, los dos son conscientes, y Emma en particular, de que las decepciones van 

ahogando poco a poco las esperanzas. 


33


2. «De todos modos no era feliz, no lo había sido nunca. ¿Por qué aquella insuficiencia de la vida, 

aquella corrupción instantánea de las cosas en que ella se apoyaba?... Pero, si había en alguna 

parte un ser fuerte y bello [...], un corazón de poeta bajo una forma de ángel [...] ¿por qué no había 

ella, por azar, de encontrarlo? ¡Oh, qué imposibilidad! Y nada valía la pena de una búsqueda: ¡todo 

mentira! Cada sonrisa disimulaba un bostezo de aburrimiento, cada goce una maldición, todo 

placer su saciedad, y los mejores besos no dejaban en los labios más que un irrealizable anhelo 

de una voluptuosidad más alta». 

3. Las advertencias de su familia y la consideración de que su relación con Emma puede perjudicarle 

en su futuro profesional, y también en su inevitable matrimonio. 


Página 191 

VII 

1. Al ciego que se encuentran a la vuelta de Rouen. Los cinco francos eran toda su fortuna y a Emma 

le pareció «bonito tirarla así». Es un último gesto de idealismo y a la vez de desesperación. 

2. Profundamente ofendida y ultrajada, a Emma le parece que la Providencia se encarniza en perseguirla. 

Herida en lo más hondo de su orgullo, se exalta a sí misma y desprecia a los demás; furiosa 

contra todo, y en particular contra los hombres, siente que está definitivamente sola e inerme. 

3. Desde la perspectiva de la mujer del alcalde, madame Tuvache, y de madame Caron, que, apostadas 

en el desván de su casa, se disponen a no perder detalle de lo que ocurre en casa de Binet. 

VIII 

1. No, pues llevada de la desesperación lo mismo le da fingir que desnudar su alma, y sería capaz 

de hacer cualquier cosa con tal de obtener el dinero. 

Rodolphe reacciona con extremada frialdad y sin dejarse impresionar. 

2. «Salió. Las paredes temblaban, el techo la aplastaba; y volvió a recorrer la larga avenida, tropezando 

con los montones de hojas muertas que el viento dispersaba. Llegó por fin a la cuneta que 

había junto a la verja [...] Y, mirando atrás, vio una vez más el impasible palacio, con el parque, los 

jardines, los tres patios y todas las ventanas de la fachada [...] 

El suelo, bajo sus pies, era más blanco que una onda, y los surcos le parecieron inmensas olas 

pardas que rompían. [...] Le pareció de pronto que unos globos color de fuego estallaban en el 

aire como unas balas fulminantes aplastándose y giraban, giraban, para ir a fundirse en la nieve, 

entre las ramas de los árboles». 

3. El tarro en el que el boticario guardaba el veneno, arsénico en este caso. 

El contraste: el boticario y los médicos comen en casa del primero mientras Emma agoniza; «Salió 

[el doctor Larivière] … con Canivet, que tampoco tenía ningún interés en ver morir a Emma entre 

sus manos». 


34


IX 

X 

XI 

1. El lector percibe que Charles siente de verdad la muerte de su mujer, que aún está enamorado 

de ella, y se comporta como tal; en él no hay fingimiento ni doblez, es un personaje humano que, 

en su desgracia, inspira compasión. Además, acostumbrados a su habitual carácter pusilánime, 

sorprende la decisión y energía con que reacciona en determinados momentos. 

1. Homais, como es práctica habitual en él, aprovecha las circunstancias para oficiar de personaje 

importante, hablando siempre en el tono grandilocuente que le caracteriza: «Han de saber ustedes 

que, a no ser por mí, hubiera cometido un funesto atentado contra sí mismo». Lhereux, cuya 

asistencia al entierro destaca el narrador, lamenta la muerte de Emma y, sobre todo, el dolor de 

su marido. Justin salta el muro para llorar desconsoladamente sobre la tumba de Emma. La madre 

de Charles, «que estuvo animada y cariñosa», se alegra interiormente de poder recuperar ahora 

el afecto de su hijo que se le iba escapando desde hacía tantos años. 

1. Sí, y mucho. Es decidido, enérgico, no admite las intromisiones de su madre, afronta con valentía 

y sin titubear los riesgos económicos derivados de los compromisos de Emma... Sin duda, se 

parece mucho más al hombre que a Emma le hubiera gustado. 

2. La madre de Léon le participa en los términos más convencionales y afectados la boda de su 

hijo, y Charles, en su carta de felicitación, escribe esta frase estremecedora: «¡Cuánto se habría 

alegrado mi pobre mujer!». 

Charles encuentra en el desván un papel con estas palabras: «¡Valor, Emma, valor! No quiero hacer 

la desgracia de tu vida». Charles adivina que es Rodolphe el que las ha escrito, pero se consuela 

suponiendo que tal vez se amaron platónicamente. 

Aparecen también Justin, que se ha establecido en Rouen como dependiente en una tienda, y 

el ciego, instalado otra vez en la cuesta de BoisGuillaume. Y por supuesto, Homais, que «tuvo 

grandes ideas a propósito de la tumba de Emma». 

3. Berta, muerto también su padre, gasta los doce francos que constituyen su única herencia en el 

viaje a casa de su abuela. Muerta también su abuela, se encarga de ella una tía, y, como es pobre, 

se gana la vida en una hilatura de algodón. 

Homais, por el contrario, triunfa en todos los frentes: tiene una gran clientela como médico, la 

autoridad y la opinión pública le miman y respetan y le ha sido concedida la cruz de honor. 

La afectación y la petulancia, el halago al poder conducen al triunfo y al reconocimiento social. 

La rebeldía (Emma), la bondad (Charles) y la inocencia (Berta) conducen a la desgracia y la pobreza. 



35

Unidad 5 La metamorfosis 

Página 234 

1. 

– De figura convexa, recubierto en la parte superior por un duro caparazón, el cuerpo con duras 

callosidades y provisto de innumerables patas. 

– Sus impresiones son humanas, y describe la habitación como si nada hubiera pasado, pero esa 

descripción se realiza desde la condición de insecto. 

– Reacciona con incredulidad y asombro, y cree que está soñando o es víctima de alguna fantasía. 

Se lamenta de lo duro de su profesión de viajante. 

– Sus pensamientos y preocupaciones son los de un ser humano –el trabajo, la familia, etc.–, 

como si nada hubiera pasado, y esa es la habilidad del autor, que logra transmitir la impresión 

de que Gregorio está asumiendo sin protestar su nueva condición, y esa asunción se hace de 

una forma casi natural, sin sobresaltos. El mismo proceso tiene lugar en el lector: pese a tratarse 

de una metamorfosis inverosímil, la pasmosa naturalidad con que se cuenta le induce a aceptarla 

como algo que muy bien pudiera haber ocurrido. 

– Gregorio ha madrugado, como todos los días, para ir al trabajo, y a tal efecto había puesto el 

despertador a las cuatro. Él se extraña de no haberlo oído, y lo achaca a su sueño intranquilo 

de aquella noche. Luego, las alusiones al tiempo han ido punteando la escena: el tren sale a 

las cinco, pero son ya las seis y media, el siguiente tren sale a las siete, pero a las siete menos 

cuarto aún está en la cama, consciente ya de que le es imposible levantarse dada su nueva 

condición... 

– La madre es la primera en llamar a la puerta y la de comunicar a los demás miembros de 

la familia la insólita noticia: Gregorio aún está en casa. La madre se lo toma con naturalidad, 

y ni siquiera percibe la mutación de la voz de su hijo (mutación que él cree debida al inicio de 

un resfriado mayúsculo), que sale mezclada con un pitido. El padre insiste en obtener una explicación 

y la hermana, con más dulzura y sentimiento, se interesa por su salud. Tranquilizado 

por las palabras de Gregorio, el padre vuelve a su desayuno, pero no así la hermana, que insiste 

en entrar en la habitación. 

– No, las reacciones de su cuerpo son las propias de su nuevo estado, de ahí su enorme torpeza. 

No pide ayuda porque no quiere que le vean tal como ahora es, confiado como está de que 

se trata de un estado pasajero o de una pesadilla. 

– Sí, porque Gregorio se rebela contra el hecho de que vayan a buscarle a su casa, a él, que nunca 

ha faltado al trabajo y ha sido siempre tan extremadamente puntual, y que además sea el 

encargado en persona el que haya tenido la indelicadeza de hacerlo. Estos pensamientos, que 

le irritan, hacen que se arroje enérgicamente del lecho. 

– La hermana, desde la habitación contigua de la derecha, trata de ayudarle y de prevenirle al informarle 

de la llegada del encargado; luego, desconsolada, llora. El padre, impaciente y en tono 

seco, desde la habitación contigua de la izquierda, le pide que abra la puerta y que le explique 

al encargado las razones por las que no ha ido a trabajar. La madre, junto a la puerta, hace todo 


36


lo posible por disculpar ante el encargado el extraño retraso de su hijo, cuyo carácter y comportamiento 

alaba. 

Página 235 

– Sí, pues emplea un tono y un lenguaje seco, severo, frío, recriminatorio, amenazante..., y todo 

«con voz campanuda». 

– De alarma y desasosiego, hasta tal punto que la madre ordena a Grete, su hija, que vaya inmediatamente 

a buscar a un médico; y el padre encarga a la criada que busque a un cerrajero. 

Gregorio, por su parte, se siente más tranquilo al creer que ya los demás se han percatado de 

que algo insólito le ha sucedido. 

– Pegado a la puerta por la viscosidad de sus patas, mordiendo la llave con la boca. 

– La primera reacción es de asombro y desconcierto total. La madre avanza hacia Gregorio y se 

desploma de dolor antes de llegar hasta él. El padre le amenaza con el puño, incrédulo, y a continuación 

se pone a llorar. El encargado, por su parte, acierta solo a musitar un ¡oh! de completa 

estupefacción. 

– Gregorio, sereno, habla con entera normalidad, como si nada extraño hubiese sucedido, de 

su profesión de viajante de comercio y de su propósito de reincorporarse inmediatamente al 

trabajo. 

– La madre, presa del dolor y la angustia, aturdida, se resiste a creer lo que está viendo y aparta la 

vista como enloquecida y se asoma a la ventana para respirar. El padre, atemorizado por la huida 

del encargado y asustado por la reacción de su esposa, empuja a golpes a Gregorio porque 

no quiere volver a verlo, incapaz de entender nada de lo que está pasando y culpando a su hijo 

de todo, la ruina de la familia incluida. 

2. Con la sensación de haber despertado de un sueño pesado, pero dolorido en su cuerpo por los 

golpes recibidos: su lado izquierdo es una llaga y cojea. 

– Despierto, intranquilo, hambriento (descubre que la leche ya no le gusta), acecha por la rendija 

de la puerta lo que sucede en la sala, que, al contrario de lo que él suponía, está en completo 

silencio. Piensa en la situación en que queda su familia ahora, y se siente culpable de haberles 

arrancado la modesta felicidad de la que gracias a él habían disfrutado hasta entonces. Aunque 

está en su habitación, se siente incómodo en ella, y solo descansa a gusto cuando se arrastra 

debajo del sofá. 

– A pesar de estar preocupado, concluye que lo principal es tener calma y paciencia y hacer lo 

posible «para que la familia, a su vez, soportase cuantas molestias él, en su actual estado, no 

podía por menos de causar». 

– Su hermana, la que más empeño pone en verle y ayudarle, pero «al divisarle debajo del sofá 

se asustó tanto que, sin poderse dominar, volvió a cerrar la puerta». 

– La vida familiar, completamente trastocada, gira ahora en torno a él. 

– La hermana –y lo mismo cabe decir del padre y la madre– le trata y le alimenta como lo que 

ahora es: un insecto. Por eso le lleva los restos de la comida, y no recoge la leche vertida con 


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la mano, sino con un trapo, y se retira de la habitación en cuanto deja la comida, y barre con 

una escoba no solo los restos de la comida sino los alimentos que él no ha tocado, y los arroja 

luego violentamente a un cubo. Gregorio atribuye erróneamente la manera de comportarse de 

su hermana a la delicadeza y la bondad. 

– Las predilecciones de comida de Gregorio delatan que se comporta como un insecto, no como 

un ser humano. 

– La incomunicación es total: «Como [Gregorio] no se hacía comprender de nadie, nadie pensó, ni 

siquiera la hermana, que él pudiese comprender a los demás». Por eso a Gregorio no le queda 

más remedio que contentarse con oír a veces algunas palabras y comentarios de su hermana, 

nunca dirigidos a él. 

– Nunca se queda uno solo en casa, siempre están dos, por miedo y prevención; a la criada, que 

les pide que la despidan, la obligan a comprometerse a no decir nada del estado de Gregorio. 

– De que su padre, en contra de lo que él suponía, aún guardaba algunos dineros del antiguo 

negocio, y de que esos ahorros se habían ido incrementando gracias a lo que él, Gregorio, había 

ganado en aquellos años, pues entregaba casi todo su sueldo en casa. Esto, sin embargo, no 

bastaría para sostener la economía familiar más allá de un par de años, por lo que era preciso 

que alguno de los tres, el padre, ya viejo, o la madre, que padecía de asma, o la hermana, todavía 

una niña con sus diecisiete años, se pusiese a trabajar. Gregorio, al oír esto, «abandonaba 

la puerta y, encendido de pena y de vergüenza, se arrojaba sobre el fresco sofá de cuero». 

– Aunque no se diga explícitamente, para ventilar la habitación y espantar el mal olor. Gregorio no 

entiende los motivos por los que su hermana abre la ventana, ignora por qué a su hermana le 

resulta imposible permanecer en la habitación sin abrir las ventanas, pero trata de disculparla, 

a pesar de las molestias que le ocasiona, por el frío. 

– Porque sabe que le resulta desagradable. 

– Trepando y zigzagueando por las paredes y el techo de su habitación. 

– Aunque en algún momento pensara que la habitación sin muebles facilitaba sus movimientos, 

cuando ve que efectivamente se la han vaciado reacciona con indignación, pues presiente que 

es el paso definitivo para olvidarse de su condición humana. Por eso no puede reprimir el impulso 

de trepar por la pared y aferrarse a un cuadro que han dejado en ella. 

– De advertencia y amenaza: «—¡Ojo, Gregorio! –gritó la hermana con el puño en alto y enérgica 

mirada». Las palabras delatan que no está dispuesta a ceder en su empeño de llevarse todo lo 

que hay en la habitación y, sobre todo, que no le tolerará que intente hacer nada por su cuenta, 

y menos acercarse a la madre. 

– El padre, enfurecido, trata por todos los medios de encerrarle de nuevo en su habitación, primero 

persiguiéndole y luego arrojándole manzanas. Todo, sin el más mínimo miramiento, con 

saña y crueldad. 

A Gregorio le extraña el cambio de la figura del padre, no fatigado, lento de movimientos y 

envejecido como le recordaba, sino firme, erguido, enérgico, vestido con un uniforme, bien 


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peinado, la mirada viva, satisfecho sin duda por el trabajo de ordenanza en un banco que ahora 

desem peña. 

3. A raíz del incidente de la manzana, el padre llega a la conclusión de que, pese a lo triste y repulsivo 

de la forma actual de su hijo, es un miembro de la familia y no se le debe por ello tratar como 

a un enemigo sino guardándole todos los respetos. Considera asimismo que es «un elemental 

deber de familia sobreponerse a la repugnancia y resignarse». Como corolario de esta consideración, 

abren por la tarde la puerta del comedor para que Gregorio pueda mirarles y oír sus 

conversaciones, aunque la mayor parte del tiempo están todos en silencio, la madre cosiendo, 

la hermana estudiando y el padre dormitando. 

– Las estrecheces económicas aconsejan mudarse de casa, por resultar esta demasiado grande y 

cara, pero la imposibilidad de trasladar a Gregorio parece disuadir a la familia. Ese es al menos 

el pretexto al que se aferran, pero es, sin embargo, el propio Gregorio el que adivina la verdad: 

su familia no se muda porque eso significa reconocer que han sido víctimas de una desgracia 

«inaudita hasta entonces en todo el círculo de sus parientes y conocidos». 

– En efecto, entre otras cosas porque la hermana ya no se preocupa apenas de él, ni de adecentarle 

la habitación, cuyas paredes están ya cubiertas de mugre mientras el polvo y la basura 

se amontonan en los rincones. Y la habitación de Gregorio, que casi no come ya, termina por 

convertirse en el trastero de la casa. 

– Gregorio ha perdido la consideración hacia los demás y se atreve a asomar la cabeza en el comedor 

mientras sus padres y los huéspedes –a los que han alquilado unas habitaciones y a los 

que tratan con extrema cortesía, rayando a veces el servilismo– escuchan a la hermana tocar el 

violín. Los huéspedes, al verle, apenas muestran interés, simplemente manifiestan su extrañeza 

señalándole con el dedo. El padre, para tranquilizar a los huéspedes, les empuja hacia sus 

habitaciones, a la vez que trata de ocultarles la vista de Gregorio, y lo mismo hace la hermana. 

Los huéspedes, entonces, manifiestan su enojo, no tanto por la presencia de Gregorio como 

por la actitud del padre, y piden explicaciones por lo que está sucediendo. Posteriormente, y 

con la excusa de la presencia de Gregorio en la casa sin ellos haberlo advertido, amenazan con 

marcharse de la casa, ofendidos y sin pagar. 

– Se desliza hacia delante con la esperanza de que su hermana se fije en él y se encuentren 

sus miradas. Le gustaría decirle con la mirada que su música le impresionaba, que él sí sabía 

apreciarla –y no aquellos huéspedes que no se recataban en esconder su desinterés e incluso 

su fastidio– y que deseaba que viniera a tocar a su habitación, a tocar para él solo. Y entonces 

aprovecharía para revelarle el secreto: él tenía la firme intención de pagarle sus estudios de 

música en el Conservatorio, de no haberle sobrevenido aquella desgracia pensaba decírselo en 

Navidad (y al pensar en Navidad, Gregorio ya no sabe si han pasado o no esas fiestas). Imagina 

a continuación la escena consiguiente: la hermana rompe a llorar, agradecida, y él se alza hasta 

sus hombros para besarla. 

– La hermana toma la iniciativa y comunica a la familia su determinación: «Ante este monstruo, 

no quiero ni siquiera pronunciar el nombre de mi hermano; y, por lo tanto, solo diré esto: es 

forzoso intentar librarnos de él. Hemos hecho cuanto era humanamente posible para cuidarle 

y tolerarle, y no creo que nadie pueda, por lo tanto, hacernos el más leve reproche». El padre 


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está de acuerdo; la madre, al oírles hablar así, «comenzó a toser sordamente, con la mano en 

el pecho, y los ojos extraviados como una loca». 

– Que es preciso que se vaya. Y la única manera de hacerlo, le dice a su padre, es intentando 

desechar de la mente la idea de que aquel monstruo es Gregorio. Según ella, el haberlo creído 

durante tanto tiempo es la causa de todas sus desgracias. Pues, continúa argumentando, si de 

verdad fuese Gregorio aquel monstruo, ya hace tiempo que hubiera comprendido la situación 

de la familia y él mismo hubiese optado por marcharse para evitarles el sufrimiento y no crearles 

dificultades. 

– El sentimiento principal es el de alivio (el padre dice incluso: «Ahora podemos dar gracias a 

Dios».). Este sentimiento de alivio es el que les induce a despachar a los huéspedes y a la asistenta, 

a tomarse un día de descanso (cada uno de ellos escribe una carta a sus respectivos jefes 

disculpándose por no haber ido a trabajar) y a tomar luego el tranvía «para ir a respirar el aire 

libre de las afueras». Entonces, «cómodamente recostados en sus asientos, fueron cambiando 

impresiones acerca del porvenir, y vieron que, bien pensadas las cosas, este no se presentaba 

con tonos oscuros», pues sus tres colocaciones les permitían abrigar grandes esperanzas. 





(Definición de kafkiano, na en el DRAE: 1 Perteneciente o relativo a Franz Kafka o a su obra. 2 Característico 

de este escritor checo o de su obra. 3 Dicho de una situación: Absurda, angustiosa.) 


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LITERATURA UNIVERSAL

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