jeronimo bermudez y la dramatizacion del abuso de poder

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[La paginación no coincide con la publicación] JERONIMO BERMUDEZ Y LA DRAMATIZACION DEL ABUSO DE PODER: LA NISE LAUREADA Alfredo Hermenegildo Université de Montréal En la cadena textual que, durante la última parte del siglo XVI, dramatiza el ejercicio del poder político, el escritor gallego Jerónimo Bermúdez surge como una figura muy significativa. Junto con Cristóbal de Virués, Lupercio Leonardo de Argensola o Juan de la Cueva, y precediéndoles en el tiempo, Bermúdez plantea con su vida y con su escritura dramática uno de los problemas que preocuparon a los intelectuales de su poca y, todo hay que decirlo, a los protagonistas y primeros actores de ese ejercicio del poder político, a los mismos monarcas. Dentro de la producción dramática del siglo XVI, dividida ya en función de la distinta condición del público a que iba dirigida -­‐público cerrado o cautivo y público abierto 1-­‐, la obra teatral de Bermúdez queda fijada en una zona de no evidente delimitación. Su posible adscripción a los círculos universitarios de Coimbra hace de ella una muestra del paso que el teatro dio en la segunda mitad del siglo XVI. Bermúdez escribe, probablemente, para un público universitario; tal vez sus obras no fueran representadas, sino leídas con acompañamiento de una gestualidad adecuada 1, al estilo de la 1 .- Véase A. HERMENEGILDO, El teatro del siglo XVI, Madrid, Júcar, 1994. 2 .- Es una suposición que hace M. D. Triwedi, en la introducción a su edición de la obra de Jerónimo Bermúdez, Nise Lastimosa e Nise Laureada en Primeras Tragedias Españolas de António de Silva, Madrid, Casa de Francisco Sánchez, 1577 (ed. critica a cura di Mitchell D. Triwedi, Dept. Of Romance Languages, University of North Carolina, Madrid, Ed. Castalia, 1975).

[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

JERONIMO BERMUDEZ Y LA DRAMATIZACION DEL ABUSO DE<br />

PODER: LA NISE LAUREADA<br />

Alfredo Hermenegildo<br />

Université <strong>de</strong> Montréal<br />

En <strong>la</strong> ca<strong>de</strong>na textual que, durante <strong>la</strong> última parte <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

siglo XVI, dramatiza el ejercicio <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r político, el escritor<br />

gallego Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z surge como una figura muy<br />

significativa. Junto con Cristóbal <strong>de</strong> Virués, Lupercio Leonardo<br />

<strong>de</strong> Argenso<strong>la</strong> o Juan <strong>de</strong> <strong>la</strong> Cueva, y precediéndoles en el tiempo,<br />

Bermú<strong>de</strong>z p<strong>la</strong>ntea con su vida y con su escritura dramática uno<br />

<strong>de</strong> los problemas que preocuparon a los intelectuales <strong>de</strong> su poca<br />

y, todo hay que <strong>de</strong>cirlo, a los protagonistas y primeros actores <strong>de</strong><br />

ese ejercicio <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r político, a los mismos monarcas.<br />

Dentro <strong>de</strong> <strong>la</strong> producción dramática <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XVI,<br />

dividida ya en función <strong>de</strong> <strong>la</strong> distinta condición <strong><strong>de</strong>l</strong> público a que<br />

iba dirigida -­‐público cerrado o cautivo y público abierto 1-­‐, <strong>la</strong><br />

obra teatral <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z queda fijada en una zona <strong>de</strong> no<br />

evi<strong>de</strong>nte <strong><strong>de</strong>l</strong>imitación. Su posible adscripción a los círculos<br />

universitarios <strong>de</strong> Coimbra hace <strong>de</strong> el<strong>la</strong> una muestra <strong><strong>de</strong>l</strong> paso que<br />

el teatro dio en <strong>la</strong> segunda mitad <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XVI. Bermú<strong>de</strong>z<br />

escribe, probablemente, para un público universitario; tal vez<br />

sus obras no fueran representadas, sino leídas con<br />

acompañamiento <strong>de</strong> una gestualidad a<strong>de</strong>cuada 1, al estilo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

1 .- Véase A. HERMENEGILDO, El teatro <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XVI, Madrid, Júcar, 1994.<br />

2 .- Es una suposición que hace M. D. Triwedi, en <strong>la</strong> introducción a su edición <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra<br />

<strong>de</strong> Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z, Nise Lastimosa e Nise Laureada en Primeras Tragedias<br />

Españo<strong>la</strong>s <strong>de</strong> António <strong>de</strong> Silva, Madrid, Casa <strong>de</strong> Francisco Sánchez, 1577 (ed.<br />

critica a cura di Mitchell D. Triwedi, Dept. Of Romance Languages, University of<br />

North Carolina, Madrid, Ed. Castalia, 1975).


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

comedia humanística prece<strong>de</strong>nte; tal vez sus obras fueran<br />

puestas en escena con los medios reducidos <strong>de</strong> todo ejercicio<br />

teatral llevado a cabo en <strong>la</strong>s au<strong>la</strong>s o patios <strong>de</strong> <strong>la</strong> institución<br />

universitaria. Pero sea cual fuere su realización escénica<br />

primordial, resulta evi<strong>de</strong>nte <strong>la</strong> condición <strong>de</strong> los dos textos<br />

conservados, <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>stimosa y <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>ureada. Una y otra<br />

tragedia están construidas previendo una «escasez <strong>de</strong> medios y<br />

<strong>de</strong> recursos escénicos». Aunque siempre queda abierta una duda<br />

al intentar trazar <strong>la</strong>s fronteras que separan el teatro <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XVI<br />

y el que surge en manos <strong>de</strong> Lope <strong>de</strong> Vega. Y es <strong>la</strong> siguiente.<br />

La línea divisoria tal vez esté <strong>de</strong>finida -­‐y este es un<br />

asunto que será imperativo explorar con precaución-­‐ por <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> un «teatro para oír», el <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XVI anterior a <strong>la</strong><br />

comedia nueva, y <strong>la</strong> emergencia <strong>de</strong> un «teatro para ver», el que<br />

se manifiesta en los últimos años <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo. A <strong>la</strong> doble condición<br />

<strong>de</strong> público cerrado y público abierto, hay que añadir <strong>la</strong> <strong>de</strong> teatro<br />

para oír y teatro para ver. Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z crea sus textos<br />

dramáticos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong>s coor<strong>de</strong>nadas que organizan un<br />

espectáculo cargado <strong>de</strong> signos auditivos, lleno <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras<br />

or<strong>de</strong>nadas por un discurso <strong>de</strong>terminado, marcado por el «<strong>de</strong>cir»<br />

más que por el «hacer». No es <strong>de</strong> extrañar, en estas condiciones,<br />

que sus dos tragedias se alcen como un gigantesco icono textual,<br />

muy poco entremezc<strong>la</strong>do con otros iconos <strong>de</strong> tipo no-­‐textual,<br />

con <strong>la</strong> excepción, evi<strong>de</strong>ntemente, <strong>de</strong> los iconos [personaje]. De<br />

hecho, al llevar a cabo el análisis <strong>de</strong>tal<strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong>s marcas <strong>de</strong><br />

representación insertas en los textos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos obras, llegamos a<br />

<strong>la</strong> conclusión <strong>de</strong> que el único icono visual o, mejor, el único<br />

símbolo visual vigente en ambas tragedias es <strong>la</strong> figura <strong><strong>de</strong>l</strong> rey, <strong>de</strong><br />

los reyes Alfonso y Pedro respectivamente. Añadamos que en <strong>la</strong><br />

Lastimosa, junto al icono [rey], se muestran otros dos iconos, el<br />

cetro y <strong>la</strong> corona, que vienen a completar visualmente el icono


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

[rey] 3 , añadiéndole <strong>la</strong>s connotaciones <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r. En <strong>la</strong> Laureada,<br />

el icono [rey], dotado también <strong><strong>de</strong>l</strong> icono [cetro], está<br />

acompañado por unos complementos sémicos significativos <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> crueldad y <strong>de</strong> <strong>la</strong> violencia: el cuchillo con que se ejecuta a los<br />

dos traidores, el corazón <strong>de</strong> <strong>la</strong>s víctimas, etc... Todo lo <strong>de</strong>más es<br />

discurso, es «<strong>de</strong>cir» más que «hacer», «hab<strong>la</strong>r» más que<br />

«mostrar». La pa<strong>la</strong>bra, icono textual, signo auditivo, se apo<strong>de</strong>ra<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> espacio escénico y casi elimina toda presencia <strong>de</strong> los iconos<br />

visuales. Las dos tragedias son textos prácticamente <strong>de</strong>snudos<br />

<strong>de</strong> cualquier teatralidad que pueda apoyarse en lo visual. De ahí<br />

<strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> «oír» a los personajes, <strong>de</strong> «escuchar» sus<br />

disertaciones y discusiones alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los varios problemas<br />

que se dramatizan, pero sobre todo en torno a una cuestión<br />

fundamental, <strong>la</strong> concepción y el ejercicio <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r político. Si el<br />

icono máximo y casi único es el rey y los discursos<br />

entrecruzados que «se dicen» en escena, aparece como una<br />

necesidad el estudiar lo que significa el monarca y lo que supone<br />

su dramatización.<br />

El rey, en principio, es el signo evi<strong>de</strong>nte y central <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

po<strong>de</strong>r, pero hay dos conceptos opuestos <strong>de</strong> dicho po<strong>de</strong>r en una y<br />

otra tragedia. En ambas obras se pone en peligro <strong>la</strong> paz <strong><strong>de</strong>l</strong> reino<br />

y <strong>la</strong> existencia misma <strong>de</strong> <strong>la</strong> sociedad, aunque se siguen caminos<br />

3.-­‐ Véanse nuestros prece<strong>de</strong>ntes trabajos «Procedimientos <strong>de</strong><br />

teatralización: <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>stimosa, <strong>de</strong> Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z», en La<br />

puesta en escena <strong><strong>de</strong>l</strong> teatro clásico. Cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> Teatro Clásico,<br />

Madrid, 1995, n. 8, pp. 15-­‐35; «Iconicidad implícita y ór<strong>de</strong>nes<br />

explícitas <strong>de</strong> representación en <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>ureada <strong>de</strong> Jerónimo<br />

Bermú<strong>de</strong>z» (en prensa) y «Provisiones <strong>de</strong> enunciación y<br />

motricidad en <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>ureada <strong>de</strong> Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z» (en<br />

prensa).


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

distintos. En <strong>la</strong> Lastimosa, por incapacidad e inepcia <strong><strong>de</strong>l</strong> monar-­‐<br />

ca, se produce un vacío <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r; en <strong>la</strong> Laureada se llega a una<br />

situación semejante -­‐riesgo <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> <strong>la</strong> paz <strong><strong>de</strong>l</strong> reino-­‐<br />

por <strong>abuso</strong> <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y por <strong>la</strong> brutalidad y <strong>la</strong> crueldad <strong>de</strong> su<br />

máximo representante. Esta es nuestra hipótesis.<br />

La Lastimosa y <strong>la</strong> Laureada viven en dos órbitas<br />

discursivas radicalmente opuestas. Lo que nos llevará a suponer<br />

<strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> dos manos creadoras distintas 4. En el primer<br />

caso se tratara <strong>de</strong> una pieza traducida o adaptada <strong>de</strong> otro -­‐el<br />

portugus Ferreira-­‐ por Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z; en el segundo<br />

tendríamos <strong>la</strong> obra original <strong><strong>de</strong>l</strong> fraile gallego.<br />

Como método <strong>de</strong> trabajo, vamos a poner en paralelo el<br />

concepto <strong>de</strong> príncipe que se transmite en <strong>la</strong> tradición cristiana<br />

tomista y el que surge con <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> Maquiavelo. El análisis <strong>de</strong><br />

los discursos contrapuestos y <strong><strong>de</strong>l</strong> léxico <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r en ambas<br />

tragedias nos permitirá acercarnos a <strong>la</strong> solución <strong><strong>de</strong>l</strong> problema.<br />

La tradición ético-­‐cristiana, fijada en De regimine<br />

principum <strong>de</strong> santo Tomás <strong>de</strong> Aquino y apoyada en <strong>la</strong> línea <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

pensar p<strong>la</strong>tónico, aristotélico y ciceroniano, <strong>de</strong>fine <strong>la</strong>s<br />

características <strong><strong>de</strong>l</strong> género político en un tejido textual don<strong>de</strong> se<br />

dibuja <strong>la</strong> figura <strong><strong>de</strong>l</strong> príncipe como <strong>la</strong> encarnación <strong><strong>de</strong>l</strong> bien o, visto<br />

negativamente en ciertos casos, <strong><strong>de</strong>l</strong> mal <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación. El príncipe<br />

es el mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o <strong>de</strong> conducta y <strong>de</strong> virtud propuesto a su pueblo. De<br />

<strong>la</strong> sabiduría a <strong>la</strong> mesura, <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia al pacifismo, <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

preocupación por <strong>la</strong> unidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación al apoyo en consejeros<br />

hábiles y francos, <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia limpia a <strong>la</strong> adhesión y<br />

4.-­‐Véase <strong>la</strong> bibliografía sobre <strong>la</strong> discutida autoría <strong>de</strong> António<br />

Ferreira y <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z acumu<strong>la</strong>da por Adrien Roig, Inesiana ou<br />

Bibliografia Geral sobre Ines <strong>de</strong> Castro, Coimbra, Biblioteca Geral<br />

da Universida<strong>de</strong>, 1986.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

solidaridad con los principios <strong>de</strong> <strong>la</strong> convivencia cristiana... Esas<br />

son algunas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s condiciones que han <strong>de</strong> respetar los monarcas<br />

i<strong>de</strong>ntificados a <strong>la</strong> citada tradición.<br />

Como coro<strong>la</strong>rio <strong>de</strong> tales modos <strong>de</strong> obrar, el monarca,<br />

según esta escue<strong>la</strong>, <strong>de</strong>be imitar a Cristo 5, reverenciado en <strong>la</strong><br />

práctica medieval como «imperator». El emperador también fue<br />

calificado <strong>de</strong> «vicarius Christi» 6. Pero al llegar los siglos XV y XVI,<br />

los reyes se apropian <strong>la</strong> condición <strong>de</strong> «imperator», <strong>de</strong><br />

emperadores <strong>de</strong> sus propios reinos, y reivindican el origen<br />

divino <strong>de</strong> su condición. Diego <strong>de</strong> Valera, Juan <strong>de</strong> Lucena,<br />

Hernando <strong><strong>de</strong>l</strong> Pulgar, etc... mantienen esta visión <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r<br />

político. Vitoria hace una e<strong>la</strong>boración más sistematizada y<br />

mo<strong>de</strong>rna, haciendo <strong>de</strong>saparecer «<strong>la</strong> tesis tradicional <strong><strong>de</strong>l</strong> origen<br />

divino» 7. El <strong>de</strong>recho al po<strong>de</strong>r está en <strong>la</strong> República misma, pero al<br />

no ser capaz <strong>de</strong> ejercerlo esta última, se lo entrega al príncipe,<br />

quien lo asume íntegramente. Decimos que «se lo entrega» y no<br />

que «se lo presta» Se trata <strong>de</strong> una <strong><strong>de</strong>l</strong>egación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res que<br />

lleva implícita una renuncia a ellos y el establecimiento <strong>de</strong> una<br />

filiación directa [Dios/rey]. «Ese po<strong>de</strong>r <strong><strong>de</strong>l</strong> rey es, en<br />

consecuencia, <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho divino, porque no es otro que el que<br />

5.-­‐ Fray Luis <strong>de</strong> León, en su De los nombres <strong>de</strong> Cristo, toca este<br />

punto capital a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir <strong>la</strong>s normas cristianas <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

perfecto príncipe. El fraile agustino también se alzó contra <strong>la</strong><br />

dureza política <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca reinante en España, quien no<br />

imitaba al buen pastor Cristo en su forma <strong>de</strong> gobernar <strong>la</strong> grey.<br />

Véase, sobre este punto, nuestro trabajo «Fray Luis <strong>de</strong> León y su<br />

visión <strong>de</strong> <strong>la</strong> figura <strong><strong>de</strong>l</strong> rey», en Letras <strong>de</strong> Deusto, 13, 1983, pp.<br />

169-­‐77.<br />

6.-­‐ José Antonio Maravall, Estado mo<strong>de</strong>rno y mentalidad social.<br />

Siglos XV a XVII, Madrid, Revista <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte, 1972, I, p. 259.<br />

7.-­‐ Ibi<strong>de</strong>m, I, p. 262.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

Dios creó al crear <strong>la</strong> comunidad. El rey [...] es ministro <strong>de</strong> Dios,<br />

no <strong>de</strong> <strong>la</strong> República» 8. De ahí que el rey sólo sea responsable ante<br />

<strong>la</strong> autoridad <strong>de</strong> Dios, y que <strong>la</strong> no resistencia y <strong>la</strong> obediencia al<br />

príncipe sean <strong>de</strong> prescripción divina. Esa doctrina <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>de</strong>recho<br />

divino se convierte en <strong>la</strong> base <strong><strong>de</strong>l</strong> absolutismo durante los<br />

reinados <strong>de</strong> Carlos V y Felipe II, aunque haya opiniones <strong>de</strong> los<br />

teóricos <strong>de</strong> <strong>la</strong> «cosa pública» no siempre coinci<strong>de</strong>ntes<br />

Las i<strong>de</strong>as políticas <strong>de</strong> Maquiavelo, expuestas en El<br />

príncipe (1531), van por un camino distinto <strong><strong>de</strong>l</strong> que marca <strong>la</strong><br />

tradición ético-­‐cristiana. La «razón <strong>de</strong> estado» invocada por el<br />

autor es uno <strong>de</strong> los componentes c<strong>la</strong>ros <strong>de</strong> lo que se ha l<strong>la</strong>mado<br />

el estado mo<strong>de</strong>rno 9. Bueno es recordar, sin embargo, con<br />

Maravall 10, que «en Maquiavelo y en los maquiavelistas, <strong>la</strong> razón<br />

<strong>de</strong> estado no ejerce ningún primado sobre el <strong>de</strong>recho positivo, ni<br />

[...] necesita ejercerlo; por el contrario, el respeto a <strong>la</strong>s leyes<br />

establecidas, a <strong>la</strong>s leyes antiguas, es un rasgo <strong>de</strong> su concepción<br />

acerca <strong>de</strong> los comportamientos <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r político puro; en<br />

consecuencia, el político que llega a creerse obligado a conculcar<br />

el <strong>de</strong>recho por necesidad o conveniencias políticas, sólo se<br />

consi<strong>de</strong>ra perfectamente justificado a hacerlo por servir al<br />

imperativo <strong><strong>de</strong>l</strong> bien <strong><strong>de</strong>l</strong> Estado que es su máximo <strong>de</strong>ber. Es una<br />

excepción a <strong>la</strong> legalidad que confirma el carácter general <strong>de</strong><br />

esta». La i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong> dicha justificación es <strong>la</strong> tenue línea<br />

que separa <strong>la</strong> tiranía y el recto ejercicio <strong><strong>de</strong>l</strong> gobernar.<br />

8 Ibi<strong>de</strong>m, I, p. 262.<br />

9 L : K : Born, «Introduction to Erasmus and On Ancient and Medieval<br />

Political Thought», en The Education of a Christian Prince by<br />

Desi<strong>de</strong>rius Erasmus (Nueva York, Octagon, 1965, pp. 3-130), fija con<br />

gran pertinencia <strong>la</strong>s fronteras entre <strong>la</strong> doble concepción <strong><strong>de</strong>l</strong> principe.<br />

10.-­‐ Maravall, op. cit., v. 2, p. 416


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

Las dos concepciones <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r real, en su versión<br />

<strong>de</strong>gradada, se enfrentan en <strong>la</strong> obra dramática <strong>de</strong> Jerónimo<br />

Bermú<strong>de</strong>z y constituyen los extremos que po<strong>la</strong>rizan <strong>la</strong>s varias<br />

formas <strong><strong>de</strong>l</strong> pensar político y <strong><strong>de</strong>l</strong> ejercicio <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r. En dos<br />

artículos complementarios 11 vamos a analizar <strong>la</strong>s dos Nises<br />

teniendo en cuenta, como te<strong>la</strong> <strong>de</strong> fondo, <strong>la</strong> doble concepción <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> autoridad real, <strong><strong>de</strong>l</strong> ejercicio <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoridad real, que hemos<br />

<strong>de</strong>scrito brevemente. Pero bueno será recordar antes algunos<br />

datos, ya conocidos, sobre <strong>la</strong> figura <strong><strong>de</strong>l</strong> fraile gallego y su<br />

enfrentamiento con <strong>la</strong> política filipina en torno al problema <strong>de</strong><br />

Portugal.<br />

Las Primeras tragedias españo<strong>la</strong>s están <strong>de</strong>dicadas a<br />

don Fernando Ruiz <strong>de</strong> Castro y Andra<strong>de</strong>, «verda<strong>de</strong>ro y natural<br />

señor y valedor <strong>de</strong> toda aquel<strong>la</strong> nuestra patria» (p. 46) 12, es <strong>de</strong>cir<br />

<strong>de</strong> Galicia. El reino <strong>de</strong> Galicia fue siempre un foco sensible a los<br />

vaivenes políticos <strong><strong>de</strong>l</strong> vecino país portugués. Y no resulta<br />

extraña ni <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z en Coimbra 13 ni su<br />

preocupación por «el caso portugués», surgido durante <strong>la</strong> poca<br />

en que el rey don Sebastián carece <strong>de</strong> sucesor al trono lusitano.<br />

11.-­‐ Véase nuestro «Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z y <strong>la</strong> dramatización <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

vacío <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r: <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>stimosa». En prensa. La introducción y<br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> <strong>la</strong> metodología son comunes en los dos<br />

trabajos.<br />

12.-­‐ Citaremos entre paréntesis por <strong>la</strong> edición <strong>de</strong> Triwedi arriba<br />

<strong>de</strong>scrita, con indicación <strong>de</strong> <strong>la</strong> página (p.) o <strong><strong>de</strong>l</strong> verso o versos<br />

correspondientes.<br />

13.-­‐ Sedano, al editar <strong>la</strong>s Nises en su Parnaso español (Madrid,<br />

1772), da una Noticia <strong>de</strong> los poetas castel<strong>la</strong>nos que componen el<br />

Parnaso español, don<strong>de</strong> afirma <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z en <strong>la</strong><br />

ciudad <strong>de</strong> Coímbra, aunque no establece fechas precisas.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

No olvi<strong>de</strong>mos que Bermú<strong>de</strong>z fue maestre <strong>de</strong> campo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

caballería jineta en <strong>la</strong>s dos jornadas africanas <strong><strong>de</strong>l</strong> rey portugués<br />

don Sebastián 14. La carta-­‐<strong>de</strong>dicatoria <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Primeras tragedias<br />

está firmada el 8 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1575. La invasión <strong>de</strong> Portugal por<br />

<strong>la</strong>s tropas <strong>de</strong> Felipe II tuvo lugar en junio <strong>de</strong> 1580. En enero <strong>de</strong><br />

1582 el soberano español fue jurado rey <strong>de</strong> Portugal y consumó<br />

así <strong>la</strong> anexión <strong><strong>de</strong>l</strong> territorio. Francisco Sánchez Cantón 15 rastreó<br />

ciertos <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z y <strong>de</strong>scribió una<br />

altercación con el licenciado Bernaldino Arias, abogado <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Real Audiencia <strong>de</strong> Galicia, altercación ocurrida en diciembre <strong>de</strong><br />

1581. El autor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Nises manifiesta <strong>de</strong> modo c<strong>la</strong>ro su oposición<br />

a <strong>la</strong> política portuguesa <strong>de</strong> Felipe II y apoya al prior <strong>de</strong> Crato en<br />

el problema <strong>de</strong> <strong>la</strong> sucesión dinástica lusitana. La noticia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

disputa llegó a oídos <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca, ya enterado <strong>de</strong> <strong>la</strong> opinión <strong>de</strong><br />

Bermú<strong>de</strong>z sobre el problema, pues había recibido un informe <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

propio Bermú<strong>de</strong>z sobre dicho problema. En el mes <strong>de</strong> abril <strong>de</strong><br />

1582, Bermú<strong>de</strong>z es apresado en La Coruña y tras<strong>la</strong>dado a<br />

Santiago. En una carta que el alcal<strong>de</strong> Gudiel, <strong>de</strong> <strong>la</strong> Audiencia <strong>de</strong><br />

Galicia, envía al monarca, recomienda que el Vicario provincial<br />

<strong>de</strong> los dominicos tras<strong>la</strong><strong>de</strong> a Castil<strong>la</strong> al rebel<strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z. En<br />

otras pa<strong>la</strong>bras, el autor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Nises se enfrenta con el po<strong>de</strong>r real<br />

en torno al problema <strong>de</strong> Portugal y, por vía <strong>de</strong> consecuencia,<br />

inscribe en sus dos tragedias una visión <strong><strong>de</strong>l</strong> ejercicio político <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

po<strong>de</strong>r fijado en <strong>la</strong> anécdota histórica <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Inés <strong>de</strong><br />

Castro. No es posible evitar el poner frente a frente <strong>la</strong>s dos<br />

realida<strong>de</strong>s, política y literaria, ni sacar <strong>la</strong>s consecuencias<br />

pertinentes.<br />

14 .- F. J. Sánchez Cantón, «Aventuras <strong><strong>de</strong>l</strong> mejor poeta gallego <strong><strong>de</strong>l</strong> Siglo <strong>de</strong><br />

Oro : Fr. Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z», Cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> Estudios Gallegos, 20,<br />

1965, pp. 232 y 234.<br />

15.-­‐Sánchez Cantón, op. cit, pp. 232-­‐34.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

La Nise <strong>la</strong>ureada ofrece pistas diferentes <strong>de</strong> <strong>la</strong>s que<br />

conducen a <strong>la</strong> comprensión <strong>de</strong> <strong>la</strong> Lastimosa. La <strong>de</strong>gradación <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

monarca no surge fundamentalmente <strong><strong>de</strong>l</strong> enfrentamiento entre<br />

una concepción ético-­‐cristiana <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r político y <strong>la</strong> que<br />

subyace en <strong>la</strong> razón <strong>de</strong> estado maquiavélica. El monarca <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

anécdota, don Pedro, el nuevo rey <strong>de</strong> Portugal, construye su<br />

propia <strong>de</strong>terioración moral <strong>de</strong>ntro <strong><strong>de</strong>l</strong> marco i<strong>de</strong>ológico <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o político ético-­‐cristiano. Esa es nuestra hipótesis.<br />

El tema mismo <strong>de</strong> Inés <strong>de</strong> Castro, <strong>la</strong> figura <strong>de</strong> <strong>la</strong> amada<br />

muerta y glorificada, no es, en ninguna <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos Nises el «objeto<br />

i<strong>de</strong>ologizado». Es, sí, <strong>la</strong> figura en torno a <strong>la</strong> que gira el discurso y<br />

<strong>la</strong> acción <strong>de</strong> ambos reyes, <strong>de</strong> sus consejeros y agentes. Pero más<br />

allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> glorificación <strong><strong>de</strong>l</strong> personaje, surge <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra y<br />

profunda puesta en te<strong>la</strong> <strong>de</strong> juicio, <strong>la</strong> que ve con ojos críticos unas<br />

actuaciones reales condicionadas por dos formas muy diversas<br />

<strong>de</strong> ejercer el po<strong>de</strong>r. El rey Alfonso renuncia a él. El rey Pedro<br />

abusa <strong>de</strong> él.<br />

En <strong>la</strong> Laureada el tema político central es <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>saparición <strong><strong>de</strong>l</strong> equilibrio interior <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca y <strong>la</strong><br />

manifestación <strong>de</strong> <strong>la</strong> crueldad como instrumento político. Pedro,<br />

en esta segunda tragedia, hace frente a su función real marcada<br />

por <strong>la</strong> ética cristiana, recurriendo casi exclusivamente al uso<br />

exagerado <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuerza. El icono [cetro] que acompaña a Alfonso<br />

en <strong>la</strong> Lastimosa, aparece aquí ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> los iconos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

crueldad: el cuchillo, el corazón sangrante <strong>de</strong> los ajusticiados,<br />

etc...<br />

Ya en el «argvmento» <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra se a<strong>de</strong><strong>la</strong>nta lo que<br />

será <strong>la</strong> marca c<strong>la</strong>ra <strong><strong>de</strong>l</strong> carácter <strong><strong>de</strong>l</strong> rey, «l<strong>la</strong>mado como su<br />

cuñado el <strong>de</strong> Castil<strong>la</strong>, y como el otro <strong>de</strong> Aragón» (p. 127). Los<br />

tres Pedros son Pedro I <strong>de</strong> Castil<strong>la</strong>, l<strong>la</strong>mado el Cruel, Pedro IV el<br />

Ceremonioso, rey <strong>de</strong> Aragón, también i<strong>de</strong>ntificado en <strong>la</strong> historia<br />

por su carácter violento, y el rey Pedro I <strong>de</strong> Portugal, cuya


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

intemperancia política queda manifiesta en <strong>la</strong> tragedia. El<br />

argumento termina con <strong>la</strong> marca <strong>de</strong> crueldad que domina en<br />

toda <strong>la</strong> obra: «mandándoles [a dos <strong>de</strong> los asesinos <strong>de</strong> Inés]<br />

arrancar los corazones, al vno por <strong>la</strong>s espaldas, y al otro por los<br />

pechos» (p. 127). El argumento, que ocupa once líneas en <strong>la</strong><br />

edición <strong>de</strong> Triwedi, empieza y acaba con <strong>la</strong>s dos marcas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

crueldad que domina <strong>la</strong> tragedia.<br />

En el primer acto, Pedro se enfrenta con el Obispo en<br />

torno al problema <strong><strong>de</strong>l</strong> ejercicio <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r según <strong>la</strong> tradición<br />

ético-­‐cristiana. Se intercambian <strong>la</strong>rgos par<strong>la</strong>mentos en los que<br />

cada uno <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> una posición distinta sobre <strong>la</strong> condición real.<br />

Pedro preten<strong>de</strong> que el auténtico monarca sólo recibe frutos<br />

amargos <strong>de</strong> su gestión:<br />

assí que los regalos <strong>de</strong> los reyes<br />

que lo preten<strong>de</strong>n ser como <strong>de</strong>urían<br />

son lágrimas, sollozos y sospiros,<br />

natiuo fructo <strong>de</strong> <strong>la</strong> amarga tierra (64-­‐67)<br />

Empieza así <strong>la</strong> justificación catafórica <strong>de</strong> lo que será su<br />

futura crueldad y tiranía. La culpa no será suya, puesto que ha<br />

sido empujado por <strong>la</strong> propia nación a ejercer <strong>la</strong> violencia:<br />

cómo esta tierra, más encantadora<br />

que Circes y más sabia que Minerua,<br />

es vn oscuro abismo <strong>de</strong> altos pechos<br />

y vn hermoso sepulchro <strong>de</strong> viuientes (78-­‐81)<br />

El Obispo, portavoz <strong>de</strong> <strong>la</strong> concepción ético-­‐cristiana<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r real, interviene en un <strong>la</strong>rgo discurso -­‐195 versos-­‐<br />

don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>spliega toda una panoplia <strong>de</strong> nociones sobre <strong>la</strong><br />

realeza y su ejercicio según el mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o cristiano. La argumen-­‐


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

tación episcopal afirma primeramente <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte<br />

en <strong>la</strong> vida humana (103-­‐09), pero insiste en <strong>la</strong> especial<br />

consi<strong>de</strong>ración que Dios ha tenido con los reyes, cuyo estado<br />

no fue <strong><strong>de</strong>l</strong> alto Dios establescido<br />

para pesares, cuytas y miserias,<br />

sino para contentos y alegrías<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> rey que posseyere dignamente<br />

el reyno que a sus pies está rendido (111-­‐15),<br />

ya que el rey es imitación <strong>de</strong> Dios mismo -­‐«<strong><strong>de</strong>l</strong> sol humano [el<br />

rey], que al eterno imita / (<strong><strong>de</strong>l</strong> rey, digo, sol nuestro que lo<br />

fuere)» 127-­‐28).<br />

Todo el argumento <strong><strong>de</strong>l</strong> Obispo se basa en <strong>la</strong> tradición<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> caída original, tras <strong>la</strong> caída <strong>de</strong> <strong>la</strong> condición real <strong><strong>de</strong>l</strong> ser<br />

humano en el paraíso perdido (154-­‐219). El hombre -­‐su<br />

«consorte» se ve atribuir el calificativo <strong>de</strong> «tirana» (190)-­‐ estaba<br />

<strong>de</strong>stinado a ser el rey <strong><strong>de</strong>l</strong> universo, pero fracasó. Fue entonces<br />

cuando Dios dio un gobernante, un lí<strong>de</strong>r, al género humano<br />

y assí mandó que vuiesse entre los hombres<br />

vno que los mandasse y gouernasse<br />

con título <strong>de</strong> Rey, porque al eterno<br />

vea que ha <strong>de</strong> imitar en los arreos,<br />

en el reposo, en <strong>la</strong> proui<strong>de</strong>ncia,<br />

en <strong>la</strong> sabiduría, en <strong>la</strong> constancia,<br />

en <strong>la</strong> misericordia, en <strong>la</strong> justicia,<br />

en el amor con que <strong>la</strong>s cosas mira<br />

y <strong><strong>de</strong>l</strong><strong>la</strong>s es mirado y acatado (230-­‐38).<br />

El rey <strong>de</strong>be ser como los ángeles que miran a Dios «y<br />

acá nos rigen, / nos guían, nos alumbran, nos consue<strong>la</strong>n» (245-­‐


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

46). Y aña<strong>de</strong> el Obispo una consi<strong>de</strong>ración que fija <strong>la</strong> figura real<br />

como un reflejo perfecto <strong>de</strong> Dios:<br />

que el rey <strong><strong>de</strong>l</strong> suelo con el Rey <strong><strong>de</strong>l</strong> cielo,<br />

y cielo y suelo con sus reyes an<strong>de</strong>n<br />

tan acordados y tan auenidos<br />

que lo que el rey <strong><strong>de</strong>l</strong> suelo aca resciue<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> Rey <strong>de</strong> cielo, al suelo lo reparta (252-­‐56).<br />

El rey, a imagen <strong>de</strong> Dios, es <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> alegría <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

reino, convertido <strong>de</strong> tal modo en nuevo paraíso:<br />

Y assí, señor, por el diuino arreo<br />

<strong>de</strong> tu sagrado nombre, te supplico<br />

te acuer<strong>de</strong>s que eres el pastor, el padre,<br />

[...]<br />

el valedor, el adalid, <strong>la</strong> guía,<br />

el ser, <strong>la</strong> fuerza, el brao, <strong>la</strong> esperanza,<br />

el corazón, el alma, el mouimiento,<br />

el resp<strong>la</strong>ndor, <strong>la</strong> luz, el alegría,<br />

<strong>la</strong> gloria, <strong>la</strong> pujanza y el triumpho<br />

<strong>de</strong>ste tu caro reyno que te adora (278-­‐87).<br />

La divinización <strong><strong>de</strong>l</strong> rey -­‐«tu sagrado nombre», «que te<br />

adora»-­‐, base <strong><strong>de</strong>l</strong> discurso <strong><strong>de</strong>l</strong> obispo, lleva a <strong>la</strong> construcción <strong>de</strong><br />

un espacio político paradisíaco en el que gobierna el<br />

mesías/monarca. La intervención posterior <strong><strong>de</strong>l</strong> Alcai<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

Coimbra, al entregar <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad a Pedro, vuelve a<br />

insistir en tal carácter mesiánico <strong><strong>de</strong>l</strong> rey por medio <strong>de</strong> un<br />

intertexto evangélico («a Dios está mi spíritu entonando / <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

viejo Simeón el dulce canto» -­‐336-­‐37). El Alcai<strong>de</strong> asume el papel<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> viejo Simeón en el pasaje <strong>de</strong> <strong>la</strong> presentación <strong>de</strong> Jesús en el


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

templo (Lucas 2, 25-­‐35). Pero tal discurso va a ser neutralizado<br />

por <strong>la</strong> violencia <strong>de</strong> Pedro. El paraíso volverá a ser <strong>de</strong>struido, <strong>la</strong><br />

imagen divina <strong><strong>de</strong>l</strong> rey quedará <strong>de</strong>strozada y <strong>la</strong> paz <strong><strong>de</strong>l</strong> reino<br />

<strong>de</strong>finitivamente amenazada.<br />

La intervención <strong><strong>de</strong>l</strong> Obispo es seguida <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong><strong>de</strong>l</strong> Ama y<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> Camarero. La primera está movida por <strong>la</strong> exigencia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

justicia («La gran yra <strong>de</strong> Dios sobre ellos [los asesinos <strong>de</strong> Inés]<br />

cayga» -­‐365); el segundo trata <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>rar <strong>la</strong> intervención <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

justicia real:<br />

mas quiérote con Dios tan ajustado<br />

que no passes los lin<strong>de</strong>s <strong>de</strong> sus leyes,<br />

y que <strong>de</strong> suerte sientas este golpe<br />

que no se trueque en furia el sentimiento (426-­‐29)<br />

El texto pasa <strong><strong>de</strong>l</strong> discurso <strong><strong>de</strong>l</strong> rey paradisíaco -­‐Obispo-­‐<br />

al <strong><strong>de</strong>l</strong> rey justiciero -­‐Aya-­‐ y al <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca justiciero que no <strong>de</strong>be<br />

sobrepasar los límites <strong>de</strong> <strong>la</strong> mesura -­‐Camarero. Son los tres<br />

discursos que ro<strong>de</strong>an <strong>la</strong> figura <strong>de</strong> Pedro en este primer acto,<br />

pero <strong>la</strong> <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ración final <strong><strong>de</strong>l</strong> rey, tras el soneto <strong><strong>de</strong>l</strong> Coro, abre <strong>la</strong><br />

puerta <strong>de</strong> <strong>la</strong> crueldad, contraria a <strong>la</strong> prevista en el mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o<br />

divinal <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca cristiano:<br />

[...] mi graue daño,<br />

pues pienso reparalle con exemplos<br />

<strong>de</strong> más cruel, <strong>de</strong> más inexorable,<br />

<strong>de</strong> más amarga y áspera justicia<br />

que jamás en el mundo se han oído<br />

[...]<br />

Y llámeme crüel el mundo malo,


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

que stos serán mis gustos y mis gozos 16,<br />

gozos <strong>de</strong> rey tan mal afortunado. (461-­‐74)<br />

En <strong>la</strong> dialéctica [paradisíaco/cruel], ha triunfado el<br />

segundo componente. El primer acto es una discusión,<br />

puramente literaria y ateatral, sobre el problema <strong><strong>de</strong>l</strong> ejercicio<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r político. La intervención <strong><strong>de</strong>l</strong> Coro 2º, que cierra <strong>la</strong><br />

jornada, anuncia <strong>la</strong>s implicaciones nacionales <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión real<br />

(«patria lusitana, / <strong>de</strong> piedad <strong>de</strong>spojada» -­‐481-­‐82) y aña<strong>de</strong> una<br />

reflexión que merece comentario especial. Dice así: «Ya haze en<br />

ti mesnada / <strong>la</strong> triste sombra insana / <strong>de</strong> <strong>la</strong> otra infernal furia<br />

castel<strong>la</strong>na» (484-­‐86). Es cierto que «hacer mesnada»,<br />

'establecerse <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia, formar parte <strong>de</strong> el<strong>la</strong>', pue<strong>de</strong><br />

referirse en un primer nivel <strong>de</strong> sentido a Pedro el Cruel <strong>de</strong><br />

Castil<strong>la</strong>. Pero ¿qué «furia castel<strong>la</strong>na» se sentía en Portugal<br />

mientras Bermú<strong>de</strong>z, el <strong>de</strong>scontento <strong>de</strong> <strong>la</strong> política filipina,<br />

escribía su obra? El rey don Sebastián murió en Alcazarquivir el<br />

mes <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1578 y el Car<strong>de</strong>nal-­‐Infante don Enrique fue<br />

jurado rey <strong>de</strong> Portugal el 28 <strong>de</strong> agosto <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo año. La muerte<br />

<strong>de</strong> Enrique en 1580 pone en marcha <strong>la</strong> aplicación <strong>de</strong> los p<strong>la</strong>nes<br />

anexionistas <strong>de</strong> Portugal previstos por Felipe II. ¿Es <strong>de</strong> extrañar<br />

que <strong>la</strong> «furia castel<strong>la</strong>na», sin mención textual explícita <strong><strong>de</strong>l</strong> rey<br />

Pedro, pueda aplicarse a los proyectos <strong>de</strong> anexión <strong>de</strong> Felipe II?<br />

En todo caso, y sea cual fuere el sentido <strong>de</strong> <strong>la</strong> «furia castel<strong>la</strong>na»,<br />

16.-­‐ El mismo mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o <strong>de</strong> rey que a<strong>la</strong>r<strong>de</strong>a <strong>de</strong> crueldad aparece en<br />

<strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> los trágicos <strong>de</strong> fin <strong>de</strong> siglo. Los casos <strong>de</strong> Ati<strong>la</strong> -­‐Ati<strong>la</strong><br />

furioso, <strong>de</strong> Cristóbal <strong>de</strong> Virués-­‐ o <strong><strong>de</strong>l</strong> príncipe Licímaco -­‐Tragedia<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> príncipe tirano, <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> <strong>la</strong> Cueva-­‐ son dos buenas<br />

muestras. Vase Alfredo Hermenegildo, La tragedia en el<br />

Renacimiento español, Barcelona, P<strong>la</strong>neta, 1973.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser significativo que el supremo insulto dirigido por el<br />

Coro contra el rey portugués sea el <strong>de</strong> verle invadido por <strong>la</strong> furia<br />

castel<strong>la</strong>na 17. Si en <strong>la</strong> Lastimosa se <strong>de</strong>nuncia el problema <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

incapacidad <strong><strong>de</strong>l</strong> rey, en <strong>la</strong> Laureada se dramatiza el <strong>de</strong> su<br />

crueldad. En <strong>la</strong> primera tragedia se pone en escena, con una<br />

cierto sentido <strong><strong>de</strong>l</strong> ritmo, <strong><strong>de</strong>l</strong> espacio y <strong>de</strong> los tiempos escénicos,<br />

<strong>la</strong> pérdida <strong><strong>de</strong>l</strong> mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o real ético-­‐cristiano y el triunfo <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

concepto maquiavélico <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r recuperado por los cortesanos.<br />

En el primer acto <strong>de</strong> <strong>la</strong> Laureada sólo se abre ante el espectador<br />

<strong>la</strong> discusión, que no <strong>la</strong> teatralización, sobre <strong>la</strong> <strong>de</strong>gradación <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o real ético-­‐cristiano y su transformación en un simple y<br />

terrible mecanismo <strong>de</strong> crueldad.<br />

El segundo acto pone en escena al rey don Pedro, al<br />

Con<strong>de</strong>stable portugués y al Embajador <strong>de</strong> Castil<strong>la</strong>, que llega a<br />

proponer el intercambio <strong>de</strong> los prisioneros castel<strong>la</strong>nos por los<br />

asesinos <strong>de</strong> Inés, refugiados en el vecino reino. La anécdota, que<br />

pue<strong>de</strong> ser interesante <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

teatralización, queda casi oculta bajo <strong>la</strong> abundancia verbal -­‐<br />

teatro para oír más que teatro para ver-­‐; <strong>la</strong> discusión gira en<br />

torno al problema <strong>de</strong> <strong>la</strong> administración <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia, según<br />

criterios <strong>de</strong> firmeza o conforme a <strong>la</strong> eficacia política, aunque<br />

tenga que pasar por <strong>la</strong> rotunda y cruel eliminación <strong><strong>de</strong>l</strong> enemigo.<br />

La imagen <strong><strong>de</strong>l</strong> rey/pastor, apoyada en <strong>la</strong> tradición<br />

evangélica, inva<strong>de</strong> los primeros versos <strong>de</strong> <strong>la</strong> jornada. El<br />

Con<strong>de</strong>stable recuerda al buen pastor, Jesús, como mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o <strong><strong>de</strong>l</strong> rey<br />

17.-­‐ Anthony Watson, en su Juan <strong>de</strong> <strong>la</strong> Cueva and the Portuguese<br />

Succession, Londres, Tamesis Books, 1971, ve una c<strong>la</strong>ra<br />

re<strong>la</strong>ción entre <strong>la</strong>s Nises <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z y <strong>la</strong>s Comedia y<br />

Tragedia <strong><strong>de</strong>l</strong> príncipe tirano <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> La Cueva. Juan <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Cueva también se alzó contra <strong>la</strong> solución filipina <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

problema p<strong>la</strong>nteado por <strong>la</strong> sucesión al trono lusitano.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

cristiano. Pero «el nueuo pastor qual león brama» (541) y el<br />

monarca i<strong>de</strong>al se ha convertido en fiera, rompiendo <strong>la</strong>s leyes<br />

cuando es él quien tiene que <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<strong>la</strong>s (624-­‐26). Pedro ha<br />

<strong>de</strong>shonrado, con su crueldad, al reino lusitano, dando entrada «a<br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong>saforada tyranía / <strong>de</strong> aquel lobo [Pedro I <strong>de</strong> Castil<strong>la</strong>] (632-­‐<br />

33). La acusación <strong><strong>de</strong>l</strong> Con<strong>de</strong>stable es gravísima y Pedro, in-­‐<br />

vestido <strong><strong>de</strong>l</strong> icono [cetro], rechaza todo consejo contrario a sus<br />

<strong>de</strong>seos y afirma su omnímodo po<strong>de</strong>r («mas tú verás en breue<br />

que este sceptro / no consiente otro sceptro en <strong>la</strong>s consexas» -­‐<br />

642-­‐43). El valor teatral <strong><strong>de</strong>l</strong> signo es muy gran<strong>de</strong>, precisamente<br />

por <strong>la</strong> mínima iconicidad vigente en <strong>la</strong> tragedia. El cetro, en <strong>la</strong><br />

Laureada, significa lo contrario <strong>de</strong> lo que simboliza en <strong>la</strong><br />

Lastimosa. En esta última pone <strong>de</strong> relieve <strong>la</strong> ausencia <strong>de</strong> firmeza<br />

en el poseedor <strong><strong>de</strong>l</strong> trono; en <strong>la</strong> Laureada <strong>de</strong>nuncia el exceso <strong>de</strong><br />

firmeza, el <strong>abuso</strong> <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r por parte <strong>de</strong> quien lo tiene en sus<br />

manos.<br />

Pedro, el Con<strong>de</strong>stable y el Embajador <strong>de</strong> Castil<strong>la</strong><br />

constituyen el triángulo <strong>de</strong> personajes en el que se dramatiza el<br />

concepto <strong>de</strong> justicia. El Embajador propone <strong>la</strong> eficacia en su<br />

administración, buscando <strong>la</strong> extradición <strong>de</strong> los presos<br />

castel<strong>la</strong>nos en Portugal. Se apoya en el mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o <strong>de</strong> «república<br />

bien puesta, / don<strong>de</strong> <strong>la</strong> paz con <strong>la</strong> justicia mora» (647-­‐48). Pedro<br />

insiste en el carácter justo <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca, pero aña<strong>de</strong> <strong>la</strong> noción <strong>de</strong><br />

temor en <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r:<br />

Los reyes en <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> justicia<br />

nos hemos <strong>de</strong> esmerar, que este es el vasis<br />

sobre que estriua nuestro real estado;<br />

ésta es <strong>la</strong> que nos haze ser temidos<br />

<strong>de</strong> amigos y enemigos en el trance<br />

<strong>de</strong>sta vida mortal, y al cabo <strong><strong>de</strong>l</strong><strong>la</strong><br />

el<strong>la</strong> es <strong>la</strong> que nos lleua y nos transforma


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

en aquel sol eterno <strong>de</strong> justicia,<br />

si acá bien lo entab<strong>la</strong>mos en <strong>la</strong> tierra (654-­‐62)<br />

La apología <strong>de</strong> <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra justicia, hecha por el<br />

Con<strong>de</strong>stable, queda resumida en <strong>la</strong> siguiente serie <strong>de</strong><br />

calificativos, serie <strong>de</strong> <strong>la</strong> que está excluido el campo semántico <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> crueldad o <strong><strong>de</strong>l</strong> temor: alegre, c<strong>la</strong>ra, refulgente, discreta,<br />

proveída, gloriosa, suave, dulce, b<strong>la</strong>nda, reposada, espléndida,<br />

magnánima, jocunda, igual, clemente, sana, primorosa, fácil,<br />

liberal, humil<strong>de</strong>, mansa, cuidadosa <strong><strong>de</strong>l</strong> gusto, <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>de</strong>scanso, <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

reposo, «<strong><strong>de</strong>l</strong> ser y bien <strong><strong>de</strong>l</strong> mundo cuydadosa» (840-­‐47). Y ante<br />

<strong>la</strong> invocación real <strong>de</strong> los males y sufrimientos que permite <strong>la</strong><br />

Provi<strong>de</strong>ncia, el Con<strong>de</strong>stable insiste en que Dios<br />

primero nos combida con clemencia<br />

[...]<br />

y si con esto vee que no nos mueue,<br />

como forçado acu<strong>de</strong> a compellernos<br />

con el castigo, no sin pïedad,<br />

que ésta es el alma y vida <strong>de</strong> sus obras.<br />

[...]<br />

Y assí quisiera yo, rey pïadoso,<br />

que tus estrenas fueran <strong>de</strong> clemencia,<br />

<strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> justicia pïadosa (883-­‐95)<br />

Pedro se va alejando poco a poco <strong><strong>de</strong>l</strong> mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o [Cristo] y<br />

aparece con <strong>la</strong>s marcas propias <strong>de</strong> <strong>la</strong> venganza («el rey que no se<br />

venga pue<strong>de</strong> menos» -­‐911). La justicia carente <strong>de</strong> clemencia es <strong>la</strong><br />

que surge vencedora <strong>de</strong> <strong>la</strong> discusión. El rey Pedro rompe con el<br />

mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o cristiano, se pone <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong> tesis <strong>de</strong>fendida por el<br />

Embajador castel<strong>la</strong>no y se alinea con <strong>la</strong> figura <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca<br />

tirano, el que funda su autoridad en el temor <strong>de</strong> los súbditos y no


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

en el amor que les <strong>de</strong>be siguiendo <strong>la</strong> imagen <strong><strong>de</strong>l</strong> Buen Pastor. Las<br />

dos sentencias <strong><strong>de</strong>l</strong> Con<strong>de</strong>stable («si los amasse [a los vasallos]<br />

no los temería» -­‐965) y <strong><strong>de</strong>l</strong> Embajador («Si los amasse no le<br />

temerían» -­‐966), invocadas una tras otra en el juego <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

interlocución, se alzan como símbolos textuales <strong>de</strong> dos<br />

conceptos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. Es <strong>la</strong> segunda <strong>la</strong> que triunfa y <strong>la</strong> que el rey<br />

portugués ha <strong>de</strong>cidido seguir. La discusión termina bruscamente<br />

interrumpida por don Pedro, motejado <strong>de</strong> «tirano» (999) por el<br />

Con<strong>de</strong>stable. La amenaza final <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca («y sobre <strong>la</strong><br />

vengança <strong>de</strong> su [<strong>la</strong> <strong>de</strong> Inés] muerte / trastornar <strong>la</strong> tierra y los<br />

infiernos» -­‐1007-­‐08) anuncia <strong>la</strong>s pérfidas intenciones <strong>de</strong> un rey<br />

que ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> comportarse <strong>de</strong> modo conforme al mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o.<br />

Los coros 1º y 2º, tras el mutis real, consue<strong>la</strong>n al<br />

Con<strong>de</strong>stable, como portavoces <strong>de</strong> <strong>la</strong> sensatez y <strong>de</strong> <strong>la</strong> esperanza, y<br />

abren <strong>la</strong>s sombrías e inmediatas perspectivas <strong>de</strong> un reino lleno<br />

<strong>de</strong> «cuytas y pesares» (1034) cuando «el sol humano [es <strong>de</strong>cir, el<br />

rey] / con <strong>la</strong>s amargas o<strong>la</strong>s / <strong>de</strong> <strong>la</strong> encendida chólera se abraça»<br />

(1029-­‐31).<br />

La tercera jornada es, probablemente, <strong>la</strong> mejor prueba<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> inconsistencia dramática <strong>de</strong> <strong>la</strong> Laureada. Es el segmento<br />

central <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra, el momento en que el cadáver <strong>de</strong> Inés es<br />

coronado como reina <strong>de</strong> Portugal. Pero los personajes cambian<br />

radicalmente <strong>de</strong> discurso. El rey Pedro queda sumido en <strong>la</strong><br />

me<strong>la</strong>ncolía absoluta, sin que el texto incluya marcas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

evolución <strong>de</strong> su figura. El Con<strong>de</strong>stable ha modificado en<br />

profundidad su opinión, aunque no se percibe en él una reflexión<br />

sobre dicha mudanza. Los coros, por su parte, manifiestan<br />

puntos <strong>de</strong> vista que nada tienen que ver con los escuchados<br />

hasta ahora.<br />

Pedro cae en un estado <strong>de</strong>presivo y llega a alzarse<br />

contra Dios:


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

¿Por qué, Señor, sublimas tanto al hombre,<br />

y al rey que en tu lugar acá pusiste?<br />

Pues por <strong>la</strong> parte que <strong>de</strong> tierra tiene,<br />

es vn exemplo viuo <strong>de</strong> f<strong>la</strong>queza,<br />

vna va<strong>la</strong>nça <strong>de</strong> ca<strong>la</strong>mida<strong>de</strong>s,<br />

vna ymagen y sombra <strong>de</strong> inconstancia;<br />

es vn espejo trágico <strong><strong>de</strong>l</strong> tiempo,<br />

vn juguete crüel <strong>de</strong> <strong>la</strong> fortuna,<br />

y es tierra al cabo, tierra escura y triste» (1229-­‐37)<br />

La me<strong>la</strong>ncolía y <strong>la</strong> <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong> Pedro quitan<br />

verosimilitud al día <strong>de</strong> <strong>la</strong> coronación <strong>de</strong> Inés. La serie <strong>de</strong> marcas<br />

es muy consi<strong>de</strong>rable para no ver en el<strong>la</strong> una alteración radical<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> programa dramático inicial. En el fondo se trata <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

dramatización <strong>de</strong> un personaje <strong>de</strong>sequilibrado, <strong>de</strong> un rey que se<br />

<strong>de</strong>ja llevar por <strong>la</strong> me<strong>la</strong>ncolía y renuncia a su propia condición<br />

modélica:<br />

-­‐ el día en que nació fue «escuro» (1367).<br />

-­‐ nació para ser «raro exemplo / <strong>de</strong> los ma<strong>la</strong>ndantes y más<br />

tristes» (1369-­‐70).<br />

-­‐ pi<strong>de</strong> cuentas a los cielos, p<strong>la</strong>netas y <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> por qué<br />

«queréys que aya rey tan <strong>de</strong>sdichado, / tan triste, ma<strong>la</strong>ndante y<br />

miserable» (1377-­‐78).<br />

-­‐ se confiesa «malhechor» (1386), «aleuoso» (1386) y asesino<br />

(«yo te maté, señora» -­‐1387).<br />

-­‐ pi<strong>de</strong> a <strong>la</strong> tierra que le trague vivo (1390) y al cielo que caiga<br />

sobre él (1391).<br />

-­‐ se dirige a los ángeles «a cuya guarda / este rey sin ventura<br />

está entregado» (1394-­‐95) para preguntarles por qué quieren<br />

que vea los ojos cerrados <strong>de</strong> Inés.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

-­‐ se confiesa rey a quien el cielo «no da vida / sino con tanta<br />

afrenta y <strong>de</strong>suentura» (1402-­‐03).<br />

Pedro, al coronar a Inés, ha perdido totalmente el<br />

control <strong>de</strong> su rol social y <strong>de</strong> su propia dimensión humana. No<br />

resulta extraño que cuando, más tar<strong>de</strong>, se enfrente con los<br />

asesinos <strong>de</strong> <strong>la</strong> amada, lo haga en c<strong>la</strong>ve <strong>de</strong> <strong>de</strong>smesura y <strong>de</strong><br />

crueldad sin límites. Es el personaje-­‐símbolo <strong>de</strong> un rey que se<br />

<strong>de</strong>ja llevar por <strong>la</strong> venganza. Pero no ha habido una evolución en<br />

su caracterización. Pedro, sin que el espectador reciba<br />

información a<strong>de</strong>cuada, pasa <strong>de</strong> <strong>la</strong> exaltación y el vigor <strong>de</strong> los dos<br />

primeros actos a <strong>la</strong> <strong>de</strong>presión y <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong> este centro <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> tragedia.<br />

La inconstancia <strong><strong>de</strong>l</strong> Con<strong>de</strong>stable pue<strong>de</strong> calificarse, más<br />

bien, <strong>de</strong> expresión <strong>de</strong> <strong>la</strong> duplicidad y falsía <strong>de</strong> todo cortesano 18,<br />

aunque tampoco se justifica su evolución <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong> diégesis.<br />

El Con<strong>de</strong>stable había <strong>de</strong>fendido <strong>la</strong> ley y el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> asilo en los<br />

dos primeros actos, enfrentándose a los consejos <strong><strong>de</strong>l</strong> Embajador<br />

castel<strong>la</strong>no y a <strong>la</strong> tesis rencorosa <strong><strong>de</strong>l</strong> rey «tirano». En esta tercera<br />

jornada, se pliega a <strong>la</strong> nueva situación y celebra <strong>la</strong> coronación <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> reina muerta. El cambio es radical y hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> mudable<br />

condición <strong><strong>de</strong>l</strong> cortesano:<br />

-­‐ «<strong>de</strong>sta coronación tan <strong>de</strong>sseada» (1439).<br />

-­‐ Dios «nos ha dado / por reyna vna señora tan illustre» (1442-­‐<br />

43).<br />

-­‐ felicita al rey: «<strong>de</strong> parte <strong>de</strong>ste reyno / te doy <strong>la</strong> norabuena»<br />

(1449-­‐50).<br />

18.-­‐ El Con<strong>de</strong>stable <strong>de</strong> <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>ureada forma parte <strong><strong>de</strong>l</strong> conjunto<br />

<strong>de</strong> personajes diseñados por <strong>la</strong> tragedia finisecu<strong>la</strong>r. Véase, en<br />

este sentido, nuestro trabajo «Adu<strong>la</strong>ción, ambición e intriga: los<br />

cortesanos <strong>de</strong> <strong>la</strong> primitiva tragedia españo<strong>la</strong>», en Segismundo,<br />

13, 1965, 43-­‐87.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

-­‐ «te agra<strong>de</strong>zco / <strong>la</strong> gloria y el p<strong>la</strong>zer que al cielo y suelo / has<br />

dado con ensayo tan alegre» (1450-­‐52). ¿Dón<strong>de</strong> queda <strong>la</strong><br />

consistencia <strong><strong>de</strong>l</strong> personaje o su moralidad política al <strong>de</strong>finir<br />

como «ensayo alegre» <strong>la</strong> más tenebrosa ceremonia que pue<strong>de</strong><br />

organizar un rey?<br />

Los rectos consejos <strong>de</strong> los cortesanos en <strong>la</strong>s dos<br />

primeras jornadas <strong>de</strong> <strong>la</strong> tragedia, quedan neutralizados<br />

<strong>de</strong>finitivamente por <strong>la</strong> intervención <strong><strong>de</strong>l</strong> Con<strong>de</strong>stable, hecha <strong>de</strong><br />

doblez o <strong>de</strong> inconsistencia dramática. O <strong>de</strong> una y otra condición<br />

al mismo tiempo. El problema queda sin resolver.<br />

Los dos coros que cierran <strong>la</strong> jornada tampoco han sido<br />

construidos con <strong>la</strong> soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los personajes articu<strong>la</strong>dos por una<br />

visión <strong><strong>de</strong>l</strong> mundo bien estructurada. Si en <strong>la</strong>s dos primeras<br />

jornadas sus intervenciones van en contra <strong>de</strong> <strong>la</strong> crueldad y <strong>la</strong><br />

venganza que amenaza <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong><strong>de</strong>l</strong> reino, en este acto los<br />

dos se contradicen, cantando el primero el carácter paradisíaco<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> período que se inicia en <strong>la</strong> vida portuguesa, y apoyando <strong>la</strong><br />

venganza el segundo. Se atribuyen a <strong>la</strong> intervención <strong>de</strong> Pedro <strong>la</strong>s<br />

virtu<strong>de</strong>s propias <strong>de</strong> un gobierno marcado por <strong>la</strong> imitación <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

Buen Pastor, <strong>de</strong> Cristo, cuyo rechazo ha podido comprobar el<br />

espectador. Hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong> los coros <strong>de</strong> los serafines (1466), <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

«gozossa paz» (1468), <strong><strong>de</strong>l</strong> «amoroso / orbe <strong>de</strong> Luso» (1468-­‐69),<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> leche y miel <strong>de</strong>sti<strong>la</strong>da <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los montes y col<strong>la</strong>dos<br />

coimbranos (1474,75), <strong>de</strong> «los rega<strong>la</strong>dos árboles y p<strong>la</strong>ntas» que<br />

mostrarán su frescura para regocijo <strong>de</strong> los humanos (1478-­‐79),<br />

etc... En <strong>la</strong> serie se mezc<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s «p<strong>la</strong>teadas aguas <strong><strong>de</strong>l</strong> Mon<strong>de</strong>go»<br />

(1490) con <strong>la</strong> «melodía <strong>de</strong> suaue canto» <strong>de</strong> <strong>la</strong>s aves (1488), <strong>la</strong>s<br />

violetas, rosas y flores «<strong>de</strong> rozío llenas» (1483) ofrecidas a <strong>la</strong><br />

reina coronada y <strong>la</strong>s músicas <strong>de</strong> faunos y silvanos (1494). El coro<br />

1º <strong>de</strong>scubre así el espacio paradisíaco sin hacer ninguna alusión<br />

a <strong>la</strong> venganza que se avecina. El coro 2º invoca, en cambio, al rey,<br />

«aquel león fuerte / que «esfoga ya <strong>la</strong> furia / <strong><strong>de</strong>l</strong> encendido


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

pecho» (1543-­‐45) y le anima a vengar, con «tu coraje y brío /<br />

que tanta grima pone» (1562-­‐63), <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Inés. El paraíso<br />

social <strong>de</strong>scrito por el primer coro está construido sobre <strong>la</strong><br />

venganza <strong>de</strong> un rey que impone tanta grima, discusión, repulsión<br />

y temor. ¿Cómo se explica <strong>la</strong> pertinencia <strong>de</strong> dicho paraíso? La<br />

inconsistencia <strong>de</strong> los personajes es una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s marcas<br />

características <strong>de</strong> <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>ureada. Este tercer acto es un ejemplo<br />

bien evi<strong>de</strong>nte.<br />

La quinta jornada dramatiza <strong>la</strong> venganza <strong>de</strong> Pedro y <strong>la</strong><br />

muerte <strong>de</strong> dos <strong>de</strong> los asesinos <strong>de</strong> Inés, Coello y González. Queda<br />

siempre, como te<strong>la</strong> <strong>de</strong> fondo, <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> Dios a <strong>la</strong> que <strong>de</strong>be<br />

imitar el rey. Por eso invoca el Alcal<strong>de</strong> <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong><br />

escándalos en el mundo, permitidos por Dios «para estrenar a<br />

quien los cometiere / <strong>la</strong> fuerza y el rigor <strong>de</strong> su justicia» (1939-­‐<br />

40). Si el rey representa a Dios, imita a Dios, y Dios se venga -­‐<br />

este es el sintagma c<strong>la</strong>ve para justificar los gestos <strong>de</strong> Pedro-­‐, el<br />

monarca podrá hacer gestos vindicatorios igualmente. La<br />

justificación <strong><strong>de</strong>l</strong> Alcal<strong>de</strong> abre <strong>la</strong>s puertas a <strong>la</strong>s escenas que<br />

siguen, don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>spliega toda <strong>la</strong> crueldad <strong><strong>de</strong>l</strong> rey portugués.<br />

Adopta una actitud <strong>de</strong> intransigencia, rigi<strong>de</strong>z y ferocidad<br />

impropias <strong>de</strong> un alto personaje característico <strong>de</strong> toda tragedia.<br />

L<strong>la</strong>ma «mastines» (2049), «malditos» (2052) y «fieras» (2084) a<br />

los presos; <strong>de</strong>searía que viniera «el toro ardiente <strong>de</strong> Phá<strong>la</strong>ris 19»<br />

para que «los regozijara» (2057-­‐58); golpea a Coello en <strong>la</strong> cara<br />

«con el azote que tenía en <strong>la</strong> mano» (2063); or<strong>de</strong>na que les<br />

arranquen los corazones <strong><strong>de</strong>l</strong> pecho (2088); se dice <strong>de</strong> acuerdo<br />

(«todo esso está muy bien, y assí se haga» -­‐2105) con <strong>la</strong> suge-­‐<br />

rencia <strong><strong>de</strong>l</strong> Alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> que, para no contaminar <strong>la</strong> tierra, no se dé<br />

19.-­‐ Fá<strong>la</strong>ris fue un tirano <strong>de</strong> Agrigento (565 a 540 a.C.) que<br />

quemaba a sus víctimas en un toro <strong>de</strong> bronce.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

sepultura a los ajusticiados, sino que sean quemados sus cuerpos<br />

y mezc<strong>la</strong>das sus cenizas con sal para esterilizar así <strong>la</strong> tierra que<br />

pisaron (2100-­‐04).<br />

La cruel escena es momento a<strong>de</strong>cuado para calificar al<br />

rey <strong>de</strong> «crudo» (2071) y <strong>de</strong> «tirano (2107) por boca <strong>de</strong> Coello y<br />

<strong>de</strong> González. También el coro comenta <strong>la</strong> actitud <strong><strong>de</strong>l</strong> monarca:<br />

«¡Ay, qué terrible está, qué encarnizado / el Rey! ¿Quién le verá<br />

que no se assombre?» (2149-­‐50). Y le compara al «carnicero<br />

león [...] harto y relleno / <strong>de</strong> mucha carne y sangre» (2152-­‐53).<br />

La imagen <strong><strong>de</strong>l</strong> rey es <strong>la</strong> <strong>de</strong> un enloquecido sanguinario,<br />

que corre paralelo, volvemos a insistir en <strong>la</strong> comparación, con <strong>la</strong>s<br />

figuras <strong><strong>de</strong>l</strong>eznables y <strong>de</strong>gradadas <strong><strong>de</strong>l</strong> Ati<strong>la</strong> viruesino y <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

Licímaco <strong>de</strong> Cueva. El personaje, cuyos «<strong>de</strong>sseados gozos eran<br />

éstos» (2202) -­‐<strong>la</strong> ejecución <strong>de</strong> los asesinos <strong>de</strong> Inés-­‐, siente el<br />

tormento interior por <strong>la</strong> acción realizada, tiene conciencia <strong>de</strong><br />

haber sobrepasado los límites <strong>de</strong> lo tolerable:<br />

Vengádome has, Señor, mas no te vengues<br />

<strong>de</strong> mí, si esta venganza que he tomado<br />

<strong>de</strong> los lin<strong>de</strong>s salió que Tú me has puesto. (2233-­‐35)<br />

Pedro, pasada <strong>la</strong> euforia <strong>de</strong> <strong>la</strong> cruel locura, vuelve a<br />

caer en <strong>la</strong> pesadumbre y <strong>la</strong> <strong>de</strong>presión («me veo yo sin esperanza<br />

alguna, / mientras sobre mis hombros tengo el peso / <strong>de</strong>ste<br />

athlántico monte, que es el reyno» (2256-­‐58).<br />

La intervención final <strong><strong>de</strong>l</strong> coro 2º pi<strong>de</strong> <strong>la</strong> conversión<br />

«<strong><strong>de</strong>l</strong> mundo ciego» (2358), pero antes hace un terrible<br />

comentario que <strong>de</strong>ja al <strong>de</strong>scubierto <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> credibilidad <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

rey. Si por una parte «se nos dará más manso que vn cor<strong>de</strong>ro»<br />

(2344) una vez pasada <strong>la</strong> furia, por otra queda abierta <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>sconfianza -­‐«¿quién se fiará <strong>de</strong> <strong>la</strong> mudable / naturaleza<br />

humana, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciega / Fortuna, embidiosa y vana <strong>de</strong>a?» (2345-­‐


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]<br />

47). La invocación <strong>de</strong> <strong>la</strong> Fortuna no elimina <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe en<br />

el trono, <strong>la</strong> <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> <strong>la</strong> confianza en un rey que pue<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nar otra crisis <strong>de</strong> crueldad. Es cierto que, en último<br />

extremo, se invocan <strong>la</strong>s mudanzas <strong>de</strong> <strong>la</strong> fortuna, pero <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

todo ello queda <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> los <strong>la</strong>zos que necesariamente<br />

<strong>de</strong>ben unir al rebaño con su pastor, al pueblo con su rey. Y <strong>la</strong><br />

tragedia <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z ha roto el mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o <strong><strong>de</strong>l</strong> príncipe cristiano.<br />

En conclusión, el concepto <strong>de</strong> rey que <strong>la</strong>s dos tragedias<br />

ofrecen difiere notablemente. Si, en <strong>la</strong> Lastimosa, Alfonso y su<br />

visión ético-­‐cristiana <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r se ven neutralizados por el<br />

discurso <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón <strong>de</strong> estado invocado por los cortesanos, en <strong>la</strong><br />

Laureada Pedro <strong>de</strong>struye el mo<strong><strong>de</strong>l</strong>o cristiano <strong>de</strong> rey y se <strong>de</strong>ja<br />

llevar por <strong>la</strong> tentación <strong><strong>de</strong>l</strong> cruel <strong>abuso</strong> <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. En uno y otro<br />

caso los resultados han sido semejantes 20. La paz <strong><strong>de</strong>l</strong> reino y <strong>la</strong><br />

estabilidad social han quedado <strong>de</strong>struidas. Los modos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sactivar el pacto soberano/vasallo son diametralmente<br />

opuestos. La Lastimosa y <strong>la</strong> Laureada respon<strong>de</strong>n a dos visiones<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r radicalmente distintas. De ahí <strong>la</strong> más que verosímil<br />

tentación <strong>de</strong> apuntar <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> dos autorías, <strong>la</strong> <strong>de</strong> António<br />

Ferreira <strong>la</strong>tente en <strong>la</strong> traducción/adaptación hecha por<br />

Bermú<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su Castro, y <strong>la</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> fraile gallego en <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>ureada.<br />

Pero habrá que seguir buscando nuevos indicios que permitan,<br />

algún día, dar respuesta más c<strong>la</strong>ra a <strong>la</strong> persistente duda.<br />

20.-­‐ Para <strong>la</strong>s conclusiones <strong><strong>de</strong>l</strong> estudio sobre <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>ureada,<br />

véase nuestro trabajo complementario «Jerónimo Bermú<strong>de</strong>z y <strong>la</strong><br />

dramatización <strong><strong>de</strong>l</strong> vacío <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r: <strong>la</strong> Nise <strong>la</strong>stimosa (en prensa)<br />

citado más arriba.


[La paginación no coinci<strong>de</strong> con <strong>la</strong> publicación]

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