joaquín escriche martin - Centro de Estudios del Jiloca

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13.05.2013 Views

columna de 300 infantes y 50 caballos dispuestos a actuar por sorpresa. Polo por su parte mandó como avanzadilla hasta Villastar a sus caballos al mando del teniente Castro. Apercibido éste de la presencia de los republicanos, cuando iba a volver grupas con el aviso, fue reducido por los oficiales Echavarría y Rubio, afectos con el resto de los jinetes a Villalaín, y que ya habían tenido con anterioridad en la plaza de Caspe una acción más que dudosa en contra del propio Marco. Marcharon aquéllos con su jefe a tierras de Castilla, dejando al teniente Castro atado a una carrasca y a sus antiguos compañeros a merced de sus enemigos. La intervención de un confidente de Polo que llegó oportunamente con el aviso de la movilización de los liberales, le permitió organizar la defensa y rechazar de forma contundente el ataque hasta lograr la total dispersión de sus adversarios. La defensa de la plaza fue todo un éxito, al día siguiente la columna carlista pasó por Torres y Valdecuenca a pernoctar en Villel el 18 del mismo marzo, apenas a legua y media de Teruel, cuya guarnición de 2.000 hombres no se atrevió a salir. El 19 pasaron a Valbona, el 20 a Mora de Rubielos, el 21 a Linares de Mora, el 22 a Villarroya, el 23 a Aliaga y el 24 en Ejulve se unieron al resto del ejercito de Aragón. Sin perder un sólo hombre ni fusil, antes bien, capturando un centenar a los liberales, con la gente fogueada y aguerrida y un trimestre cobrado de contribuciones, Polo se presentó ante Marco de Bello. Por si alguien duda de la veracidad de lo que cuenta, el autor remacha al pie de la página: ¿Me dice el lector que todo esto es novela pura é invención de mi cosecha? Pues se equivoca: todo esto y otras cosas no tan públicas llevó á feliz término mi hermano único D. Florentino Polo y Peyrolón, que en paz descanse, en la guerra civil última, y las confiesan y relatan los mismos historiadores liberales, citando a continuación un texto literal de Antonio Pirala. La toma de la ciudad de Daroca Ni que decir tiene las felicitaciones que recibió el Palomo/Florentino Polo, tanto de Marco como del resto de correligionarios, pero su proverbial humildad le hacía considerar todas estas hazañas guerreras como la cosa más natural del mundo. El novelista, sin embargo, echa de menos estas iniciativas y atrevimientos de su hermano en el propio Marco, a quien alabada por su honradez, caballerosidad y entusiasmo político-religioso, si bien entiende que Con más espíritu militar, constantes ejercicios y maniobras, y fogueando su gente, tal vez no hubiesen acaecido la dispersión de Checa ni la sorpresa de Caspe ... Queríanle más guerrero sus ayudantes de campo Polo y Calvo. El mes de abril se presentó muy frío, y el general Marco se decidió a salir de Castellote con 3.000 hombres, el 7 pasaron por las Cuevas, el 8 por Ejulve, el 9 por Obón, el 10 pernoctaron en Huesa del Común, en medio de una regular nevada cruzaron el día siguiente Rudilla bajando por Villahermosa a Nombrevilla. Allí concibieron la idea de atacar la vecina Daroca, para lo que se aprovisionaron de picos, hachas y azadones, pues la plaza, aunque con fortificaciones medio derruidas, es ciudad murada y relativamente fuerte. En la medianoche del 12 se aproximaron hasta la tejería de Daroca, y de allí partió al asalto el Palomo con 400 soldados del país, en silencio y con todo género de precauciones. Pero, sigamos paso a paso la descripción detallada que nos deja el novelista: 270

Guiaba el Palomo en persona, quien tomó una vereda que sobre la Mina, por la torre llamada de las Almas, penetra en la ciudad, y era de admirar la astucia y seguridad con que aquel viejo caminaba entre lobregueces y precipios, sin permitir fumar ni toser á aquellos 400 hombres que formaban misterioso y ondulante rosario, desfilaban detrás de su jefe con tanto silencio como orden y penetraron en la plaza sin despertar al enemigo y sin el menor tropiezo. Formó la fuerza el Palomo junto al callejon de Santa Lucía, y desde allí fué distribuyendo á sus voluntarios en los puntos estratégicos para inutilizar á la guarnicicón en su resistencia, caso de intentarla. A su paso por la plaza de la Colegial, los carlistas tropezaron con una ronda volante o patrulla, compuesta de unos 50 voluntarios de la libertad, y mandada por el hoy magistrado de Murcia D. Manuel Gómez. Merced á la obscuridad grande de la noche pudieron los carlistas rodearles y acercarse á la ronda, estrechando el cerco, sin ser vistos, cayendo el Palomo y su gente sobre los voluntarios de la libertad sin darles tiempo para defenderse ni ocasión para alarmar á Daroca haciendo fuego. Los 50 liberales quedaron inermes en el acto y custodiados por un centenar de carlistas: ni hubo resistencia, ni lucha, ni ruido. Por confidencia segura supo el Palomo que la guardia civil, tanto de infantería como de caballería, se albergaba en el parador ó gran posada de D. Félix Lozano, durmiendo á pierna suelta sin el menor recelo, y á la puerta de las cuadras que da á la calle de Valcaliente se trasladó nuestro guerrillero con el grueso de su fuerza, ocupándola militarmente, y arrojándose en seguida sobre otra puerta de escape recayente al callejón del Horno, franqueáronla á hachazos, y con sus trabucaires se precipitó por ella, subiendo á la cocina de la posada, donde encontró dormidos á dos criados, uno en cada banco. Por éstos supo que el jefe del puesto de la guardia civil Crisóstomo Moreno dormía allí mismo, y, tras breves forcejeos, bajo palabra de respetarles la vida, de dejarlos en libertad, eso sí, tras apropiarse de los caballos, equipo y armamento, finalmente se entregaron a los asaltantes. Pero volvamos a la narración novelada de los hechos. Avanzaba la noche, cundía la alarma y últimamente se enteraron de todo los defensores de los muros y de las puertas Alta y Baja. Entabló el Palomo negociaciones para que se rindieran, como acababan de hacerlo los guardias y voluntarios sorprendidos en la parte baja de la ciudad; pero de repente sonó un tiro, sin que se sepa si salió del campo liberal ó del carlista, y tan horroroso y general fué el fuego que hicieron las fuerzas del Palomo sobre los fuertes, que el primero que los abandonó, huyendo á ocultarse en alguna casa de la población, fué el comandante de infantería D. Andrés Cruz, hijo de Daroca, y tras él los demás defensores, escondiéndose unos y huyendo fuera de la ciudad otros para no entregar el armamento. Para reafirmar la veracidad de la narración Polo y Peyrolón acota al pie de la página: Refiere Pirala esta sorpresa, en el fondo, tal como acaeció, pero omitiendo detalles y quitándole importancia. Tal como relatada queda la llevó á feliz término D. Pedro Calvo, ayudante de Marco, tan prestigioso y conocedor del país como valiente y sereno que reside actualmente en Báguena. Es decir, que en la acción de Daroca el Palomo representaba a este carlista baguenense, gran conocedor del terreno que pisaba por haber sido colegial durante algunos años de los escolapios de Daroca. 271

columna <strong>de</strong> 300 infantes y 50 caballos dispuestos a actuar por sorpresa. Polo por su<br />

parte mandó como avanzadilla hasta Villastar a sus caballos al mando <strong>de</strong>l teniente<br />

Castro. Apercibido éste <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> los republicanos, cuando iba a volver grupas<br />

con el aviso, fue reducido por los oficiales Echavarría y Rubio, afectos con el resto <strong>de</strong> los<br />

jinetes a Villalaín, y que ya habían tenido con anterioridad en la plaza <strong>de</strong> Caspe una<br />

acción más que dudosa en contra <strong>de</strong>l propio Marco. Marcharon aquéllos con su jefe a<br />

tierras <strong>de</strong> Castilla, <strong>de</strong>jando al teniente Castro atado a una carrasca y a sus antiguos<br />

compañeros a merced <strong>de</strong> sus enemigos. La intervención <strong>de</strong> un confi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Polo que<br />

llegó oportunamente con el aviso <strong>de</strong> la movilización <strong>de</strong> los liberales, le permitió organizar<br />

la <strong>de</strong>fensa y rechazar <strong>de</strong> forma contun<strong>de</strong>nte el ataque hasta lograr la total dispersión <strong>de</strong><br />

sus adversarios.<br />

La <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la plaza fue todo un éxito, al día siguiente la columna carlista pasó por<br />

Torres y Val<strong>de</strong>cuenca a pernoctar en Villel el 18 <strong>de</strong>l mismo marzo, apenas a legua y<br />

media <strong>de</strong> Teruel, cuya guarnición <strong>de</strong> 2.000 hombres no se atrevió a salir. El 19 pasaron<br />

a Valbona, el 20 a Mora <strong>de</strong> Rubielos, el 21 a Linares <strong>de</strong> Mora, el 22 a Villarroya, el 23 a<br />

Aliaga y el 24 en Ejulve se unieron al resto <strong>de</strong>l ejercito <strong>de</strong> Aragón. Sin per<strong>de</strong>r un sólo<br />

hombre ni fusil, antes bien, capturando un centenar a los liberales, con la gente<br />

fogueada y aguerrida y un trimestre cobrado <strong>de</strong> contribuciones, Polo se presentó ante<br />

Marco <strong>de</strong> Bello. Por si alguien duda <strong>de</strong> la veracidad <strong>de</strong> lo que cuenta, el autor remacha<br />

al pie <strong>de</strong> la página: ¿Me dice el lector que todo esto es novela pura é invención <strong>de</strong> mi<br />

cosecha? Pues se equivoca: todo esto y otras cosas no tan públicas llevó á feliz término<br />

mi hermano único D. Florentino Polo y Peyrolón, que en paz <strong>de</strong>scanse, en la guerra civil<br />

última, y las confiesan y relatan los mismos historiadores liberales, citando a<br />

continuación un texto literal <strong>de</strong> Antonio Pirala.<br />

La toma <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Daroca<br />

Ni que <strong>de</strong>cir tiene las felicitaciones que recibió el Palomo/Florentino Polo, tanto <strong>de</strong><br />

Marco como <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> correligionarios, pero su proverbial humildad le hacía<br />

consi<strong>de</strong>rar todas estas hazañas guerreras como la cosa más natural <strong>de</strong>l mundo. El<br />

novelista, sin embargo, echa <strong>de</strong> menos estas iniciativas y atrevimientos <strong>de</strong> su hermano<br />

en el propio Marco, a quien alabada por su honra<strong>de</strong>z, caballerosidad y entusiasmo<br />

político-religioso, si bien entien<strong>de</strong> que Con más espíritu militar, constantes ejercicios y<br />

maniobras, y fogueando su gente, tal vez no hubiesen acaecido la dispersión <strong>de</strong> Checa<br />

ni la sorpresa <strong>de</strong> Caspe ... Queríanle más guerrero sus ayudantes <strong>de</strong> campo Polo y<br />

Calvo.<br />

El mes <strong>de</strong> abril se presentó muy frío, y el general Marco se <strong>de</strong>cidió a salir <strong>de</strong><br />

Castellote con 3.000 hombres, el 7 pasaron por las Cuevas, el 8 por Ejulve, el 9 por<br />

Obón, el 10 pernoctaron en Huesa <strong>de</strong>l Común, en medio <strong>de</strong> una regular nevada<br />

cruzaron el día siguiente Rudilla bajando por Villahermosa a Nombrevilla. Allí concibieron<br />

la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> atacar la vecina Daroca, para lo que se aprovisionaron <strong>de</strong> picos, hachas y<br />

azadones, pues la plaza, aunque con fortificaciones medio <strong>de</strong>rruidas, es ciudad murada y<br />

relativamente fuerte. En la medianoche <strong>de</strong>l 12 se aproximaron hasta la tejería <strong>de</strong><br />

Daroca, y <strong>de</strong> allí partió al asalto el Palomo con 400 soldados <strong>de</strong>l país, en silencio y con<br />

todo género <strong>de</strong> precauciones. Pero, sigamos paso a paso la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>tallada que<br />

nos <strong>de</strong>ja el novelista:<br />

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