joaquín escriche martin - Centro de Estudios del Jiloca

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13.05.2013 Views

le dedicó Carlos Areán 17 , hoy por hoy muy difícil de mejorar, eso sí, actualizado en lo que respecta a exposiciones, bibliografía, y complementado con otro ensayo en el que se aborda la vertiente aragonesa, y aún calamochina, de su personalidad y de su obra. Se enriquece asimismo el conocimiento del personaje con una rica colección de ilustraciones de buena parte de aquellos afiches, más una amplia selección de fotografías que abarcan casi toda su vida. Es decir, hoy por hoy, el auténtico libro de la vida y de la obra de José Lapayese Bruna. Llegamos así al final de esta presentación, en la que queremos recuperar el carácter onírico del comienzo, e invitar a nuestros lectores a un nuevo ejercicio de ensoñación. Planteando, por ejemplo, que toda, o al menos una parte considerable de la obra de José Lapayese, retorne a Aragón tal como se ha hecho recientemente con los pequeños dibujos de Goya, y por un importe, creemos, notabilísimamente inferior. Así hubiera sido, estamos persuadidos, el deseo del artista. Y, sin salirnos de la familia Lapayese Bruna, bueno será recordar a sus hijos la querencia que en cierto modo deben a la tierra de su padre, que no duda asimismo en considerarlos una suerte de calamochinos en segunda generación, y que dispone también de muy bellos rincones y de tipos susceptibles de pasar a sus lienzos, tal como demostró en su día el cabeza de familia. Y por soñar, soñamos, que por parte de las instituciones municipales se nos proporcionaba una ubicación definitiva para el Centro de Estudios, tal como se ha hecho con la totalidad de las demás instituciones homónimas, por ejemplo, por ejemplo en la actual biblioteca de la Casa de Cultura Jose Lapayese, cuando ésta se traslade oportunamente al nuevo edificio del Pº de San Roque. Necesidad imperiosa, primero para dar albergue adecuado a la ya compleja impedimenta de fondos bibliográficos, administrativos, documentales y artísticos que empieza ya a bloquearnos, y segundo para sentar las bases de metas más ambiciosas, como la necesaria creación de un Museo Comarcal en el que se exhibiera, entre otras cosas, al menos una parte de la obra lapayesiana. Logro este último, que naturalmente rebasa las posibilidades actuales de este Centro de Estudios, pero para el que, una vez más, ofrecemos nuestra colaboración desinteresada. Sería esta, sin duda, una magnífica forma de celebrar nuestro décimo aniversario como institución, tiempo durante el cual creemos haber dado sobradas muestras de eficacia y de seriedad intelectual. Calamocha y Aragón en la vida y en la obra de Lapayese Después de docenas y de docenas de reseñas o de glosas a la vida y a la obra de José Lapayese Bruna, algunas de ellas verdaramente antológicas, como la que en su día le dedicó el fallecido profesor Areán -una parte de la cual reproducimos en las páginas precedentes-, decimos, que al cabo de tanta literatura como mereció nuestro artista a lo largo de su dilatada carrera, echamos a faltar algún análisis referido a la influencia que sobre su obra ejercieron sus orígenes aragoneses, o, al menos, que lleven la reflexión a los aficionados al arte, de la permanencia, de su genuina veta aragonesa que dejó su impronta tanto en su carácter como en su producción artística. Es verdad que al maestro Camón Aznar no le pasa desapercibido un cierto poso del terruño, como una suerte de escalofrío del cierzo del país que se trasluce en muchas de sus composiciones. Circunstancia que le sirve para rebatir el viejo tópico que quiere 17 AREÁN, C. (1982): Lapayese Bruna, 43 p. y 19 láms. Teruel, Instituto de Estudios Turolenses. 238

hacer a los aragoneses más a propósito para la especulación científica, que para la creación puramente artística. Cierto también que otros críticos, creemos en este caso que echando mano como recurso literario del viejo tópico, no dudan en asociar lo vigoroso de su estilo con sus orígenes en el antiguo Reino de las cuatro barras. Sin embargo, del repaso de las abundantes, y excelentes siempre, críticas que cosechó este artista de Calamocha a lo largo de los años, y que amorosamente conservan sus hijos todavía, echamos a faltar una cierta hondura, una mayor articulación entre su obra y sus orígenes a la vera del río Jiloca, tal como, creemos, estamos en condiciones de argumentar aquí. "Mi puente" Para empezar bueno será situar su nacimiento hacia el final de la centuria pasada en la villa calamochina, y hacerlo transcribiendo, literal, el texto de su partida de bautismo, que nos dará alguna pista sobre la procedencia de sus antecesores. Se halla en la página 290r del Libro de Bautismos nº 11 que se guarda en el Archivo Parroquial. Dice así: nº 28 José Lapayese y Bruna [al margen] En la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor de la Villa de Calamocha, arzobispado de Zaragoza, provincia de Teruel, a veinte y tres de Mayo del año mil ochociento noventa y nueve. Yo el infrascrito cura párroco bauticé solemnemente según lo dispuesto por N.S.M. Iglesia a un niño nacido en dicha Villa el mismo día y hora siete de la mañana, hijo legítimo de Juan Ramón Lapayese y de Teresa Bruna, conyuges naturales y vecinos de esta villa, imponiéndole por nombre José, y fue madrina su abuela paterna, a quien advertí cuanto previene el Ritual Romano; es cuarto hijo de este matrimonio. Abuelos paternos Antonio de Gea de Albarracín y Rosa Maynar de esta Villa, mis feligreses; maternos José, ya difunto, y Timotea Nadal, mi feligresa, naturales de esta Villa. Y para que conste lo certifico y firmo fecha sit supra. Domingo Garcés, Cura [rubricado] Bien, vemos que se trata del cuarto hijo del matrimonio, hasta ahora sólo se hablaba de otras dos hermanas, y parece evidente que recibió el nombre del abuelo materno ya fallecido a la sazón. Nada sabemos de su infancia calamochina, pero es más que posible que hasta los nueve años en que partió para Zaragoza, diese en la escuela local o en la misma parroquia, muestras evidentes de su natural despejado y abierta inteligencia. No se explica, de lo contrario, que con tan pocos años despuntase hasta el extremo de merecer una de las escasas doce becas que permitían el acceso a la Fundación que recientemente había creado el cardenal Soldevilla. Sí que recuerda Areán su querencia por las inmediaciones del puente romano de Calamocha. Sus zambullidas desde lo alto del mismo ante el regocijo de la concurrencia por su agilidad. Sin duda que, muchos años más tarde, evocaría aquellos días de infancia cuando compuso la espléndida laca que titulo Mi puente, en el que la abstracción del tema no nos impide reconocer el perfil inconfundible del puente calamochino. Nótese que el artista no bautiza su obra como "El puente", o "Un puente romano", o con cualquier otro término impreciso y vago como muy bien pudiera haber hecho, sino que emplea el posesivo mí para expresar su preferencia por el mismo frente a cualquier otro. 239

hacer a los aragoneses más a propósito para la especulación científica, que para la<br />

creación puramente artística. Cierto también que otros críticos, creemos en este caso<br />

que echando mano como recurso literario <strong>de</strong>l viejo tópico, no dudan en asociar lo<br />

vigoroso <strong>de</strong> su estilo con sus orígenes en el antiguo Reino <strong>de</strong> las cuatro barras. Sin<br />

embargo, <strong>de</strong>l repaso <strong>de</strong> las abundantes, y excelentes siempre, críticas que cosechó este<br />

artista <strong>de</strong> Calamocha a lo largo <strong>de</strong> los años, y que amorosamente conservan sus hijos<br />

todavía, echamos a faltar una cierta hondura, una mayor articulación entre su obra y sus<br />

orígenes a la vera <strong>de</strong>l río <strong>Jiloca</strong>, tal como, creemos, estamos en condiciones <strong>de</strong><br />

argumentar aquí.<br />

"Mi puente"<br />

Para empezar bueno será situar su nacimiento hacia el final <strong>de</strong> la centuria pasada en la<br />

villa calamochina, y hacerlo transcribiendo, literal, el texto <strong>de</strong> su partida <strong>de</strong> bautismo,<br />

que nos dará alguna pista sobre la proce<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> sus antecesores. Se halla en la<br />

página 290r <strong>de</strong>l Libro <strong>de</strong> Bautismos nº 11 que se guarda en el Archivo Parroquial. Dice<br />

así:<br />

nº 28 José Lapayese y Bruna [al margen]<br />

En la Iglesia Parroquial <strong>de</strong> Santa María la Mayor <strong>de</strong> la Villa <strong>de</strong> Calamocha, arzobispado<br />

<strong>de</strong> Zaragoza, provincia <strong>de</strong> Teruel, a veinte y tres <strong>de</strong> Mayo <strong>de</strong>l año mil ochociento<br />

noventa y nueve. Yo el infrascrito cura párroco bauticé solemnemente según lo<br />

dispuesto por N.S.M. Iglesia a un niño nacido en dicha Villa el mismo día y hora siete <strong>de</strong><br />

la mañana, hijo legítimo <strong>de</strong> Juan Ramón Lapayese y <strong>de</strong> Teresa Bruna, conyuges<br />

naturales y vecinos <strong>de</strong> esta villa, imponiéndole por nombre José, y fue madrina su<br />

abuela paterna, a quien advertí cuanto previene el Ritual Romano; es cuarto hijo <strong>de</strong> este<br />

matrimonio. Abuelos paternos Antonio <strong>de</strong> Gea <strong>de</strong> Albarracín y Rosa Maynar <strong>de</strong> esta Villa,<br />

mis feligreses; maternos José, ya difunto, y Timotea Nadal, mi feligresa, naturales <strong>de</strong><br />

esta Villa. Y para que conste lo certifico y firmo fecha sit supra.<br />

Domingo Garcés, Cura [rubricado]<br />

Bien, vemos que se trata <strong>de</strong>l cuarto hijo <strong>de</strong>l matrimonio, hasta ahora sólo se hablaba <strong>de</strong><br />

otras dos hermanas, y parece evi<strong>de</strong>nte que recibió el nombre <strong>de</strong>l abuelo materno ya<br />

fallecido a la sazón. Nada sabemos <strong>de</strong> su infancia calamochina, pero es más que posible<br />

que hasta los nueve años en que partió para Zaragoza, diese en la escuela local o en la<br />

misma parroquia, muestras evi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> su natural <strong>de</strong>spejado y abierta inteligencia. No<br />

se explica, <strong>de</strong> lo contrario, que con tan pocos años <strong>de</strong>spuntase hasta el extremo <strong>de</strong><br />

merecer una <strong>de</strong> las escasas doce becas que permitían el acceso a la Fundación que<br />

recientemente había creado el car<strong>de</strong>nal Sol<strong>de</strong>villa.<br />

Sí que recuerda Areán su querencia por las inmediaciones <strong>de</strong>l puente romano <strong>de</strong><br />

Calamocha. Sus zambullidas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo alto <strong>de</strong>l mismo ante el regocijo <strong>de</strong> la concurrencia<br />

por su agilidad. Sin duda que, muchos años más tar<strong>de</strong>, evocaría aquellos días <strong>de</strong><br />

infancia cuando compuso la espléndida laca que titulo Mi puente, en el que la<br />

abstracción <strong>de</strong>l tema no nos impi<strong>de</strong> reconocer el perfil inconfundible <strong>de</strong>l puente<br />

calamochino. Nótese que el artista no bautiza su obra como "El puente", o "Un puente<br />

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