joaquín escriche martin - Centro de Estudios del Jiloca
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fincas por peritos, que aumentarían los gastos del peticionario y que alargarían el tiempo de recibir el dinero, quitando las más de las veces la oportunidad de recibirlo. Los préstamos deberían hacerse por cinco años solamente. A los capítulos 2º, 3º, 4º y 5º no contesto, porque no hay para qué contestar después de decir lo que queda dicho. Se ve en el interrogatorio de la Comisión afán e interés justificados en pedir datos estadísticos sobre muchos puntos y extremos, con el fin de conocer aproximadamente la alteración de los precios de los cereales, ganado y vinos; coste de los jornales y artículos de primera necesidad; oscilaciones que haya podido tener la producción y compraventa de frutos, etc., etc., pero el informante, que está persuadido de que la crisis agrícola no obedece a detalles de la producción y del consumo, sino a las tres causas generales y generadoras que al principio de este escrito ha tenido el honor de señalar, se cree en el deber de insistir y de llamar la atención de la Comisión para que ésta se penetre de que el único remedio posible para conjurar la crisis que nos abruma, y que de continuar ha de ser causa de la despoblación de los campos, consiste en hacer grandes economías, sobre todo en el personal de todos los ramos, que es la cuestión batallona, pues la mitad de los españoles viven con sueldos del Estado, privando de brazos al comercio, a la industria y a la agricultura. No es esto decir que los agricultores no queremos un ejército organizado y una escuadra poderosa que lleve nuestro pabellón glorioso y nuestra representación a través de todos los mares y a todos los confines de la tierra, y que por poseerla, aún haríamos nuevos sacrificios, en medio de la miseria que nos hiere y flagela; pero aborrecemos esa burocracia inútil y perturbadora que todo lo inunda, esas cesantías, jubilaciones, cruces pensionadas y servicios que no merecen retribución, y que merman en gran parte los presupuestos; ese lujo de gastos inútiles que sería prolijo enumerar, y esas trabas, lentitudes y callejuelas de la Administración, que todo lo esteriliza. Aborrecemos asimismo ese Banco de España que todo lo monopoliza, que todo lo absorbe, que se ha erigido en señor de todos los Gobiernos, y que con su plétora de caudales y de crédito amenaza dejarnos sin pan y sin camisa. Como aborrecemos a esas clases privilegiadas, que no pechan, estableciendo la irritante desigualdad de otros tiempos; ¿Por qué no han de pagar y contribuir a las cargas del Estado, los tenedores de papel? Aborrecemos de la misma manera esa política mezquina, sin miras, sin tendencias nacionales, y que gasta todas sus energía e iniciativas en cuestiones pequeñas y personales, pero que absorbe todo el tiempo de los gobiernos, sin darles reposo ni vagar para dedicarse al fomento de los intereses materiales, que son, a la postre, los que hacen felices y prósperos a los pueblos. Deseamos, por el contrario, un nuevo amillaramiento que descubra las ocultaciones, y merced al cual pueda rebajarse la contribución, sin detrimento para los gastos precisos y generales del Estado. Deseamos también nuevos tratados de comercio que no estén inspirados sólo en las ideas de la escuela del libre cambio, porque los Gobiernos deben ser ante todo protectores, y así lo entienden ya todos los de Europa. El libre cambio es muy bonito en teoría, muy humano en la cátedra, pero ruinoso y antinacional y antipatriótico en la práctica. 140
La depreciación de nuestros cereales, ganados y vinos débese, dígase lo que se quiera, a los tratados de comercio últimamente ajustados. Queremos también el fomento de las obras verdaderamente útiles, como canales, pantanos, caminos vecinales y provinciales y ferrocarriles, de los cuales esta provincia está tan falta. Deseamos algo de descentralización en ciertos estamentos de la vida que se aglomeran todos en las grandes capitales. ¿No sería acaso conveniente trasladar a alguna de las Universidades, de poblaciones que tienen vida propia, a otras más secundarias que se la darían? Pues lo mismo podría hacerse con el ejército, acantonándoles regionalmente, y en puntos que si bien insignificantes por su importancia, con tal que fuesen estratégicos, podían darle animación, vida y dinero. Si la Comisión llegara a convencer al Gobierno que los medios apuntados a la ligera son los que pueden salvar la crisis agrícola, industrial y comercial porque atraviesa España, merecería el respeto de todos los hombres trabajadores y honrados; y si hubiera un gobierno que en los pliegues de su bandera llevase por único programa hacer administración, castigar sin piedad a los factores de las irregularidades y fomentar a toda costa los intereses materiales, no sólo merecería el bien de la patria, sino que sería estable, fuente, popular y verdaderamente liberal, porque la libertad, según un escritor preciado y de gran sentido político, no es otra cosa que la expansión de la voluntad sin obstáculos hacia el bien. Monreal, 8 de octubre de 1887. Manuel CATALÁN DE OCÓN”. Se podrá estar o no de acuerdo con las propuestas de nuestro propietario de Monreal del Campo, pero no hay duda de que habla con conocimiento de causa, que sabe de primera mano los graves problemas que atenazaban a la provincia de Teruel en el final del siglo XIX, no andaba desencaminado, en efecto, de muchos de ellos. Llama asimismo la atención la claridad meridiana de los ejemplos que pone, sin duda que además estaba bien documentado. Por último destacar la belleza de su prosa, que nos permite suponerle una buena preparación intelectual. Nacido en una de las cunas más aristocráticas de Aragón con un patrimonio rico el tierras y en casas, la muerte de su esposa coincidió con una crisis general de sus negocios que obligó a Manuel Catalán de Ocón y Corral a desprenderse de casi todas las propiedades de la familia en Monreal del Campo y Albarracín. Casados sus hijos mayores con desigual fortuna, su hija pequeña Clotilde decidió marchar con su familia materna fijando su residencia en Barcelona y Figueras. Debió decidir entonces acompañar a su hija Blanca por los diferentes destinos profesionales donde le llevó la carrera judicial de su yerno Enrique, pues falleció en su domicilio personal en el número 26 de la calle Sur de Vitoria, su hija vivía en las inmediaciones, el 18 de julio de 1899. 141
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Se ve en el interrogatorio <strong>de</strong> la Comisión afán e interés justificados en pedir datos<br />
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sobre todo en el personal <strong>de</strong> todos los ramos, que es la cuestión batallona, pues la<br />
mitad <strong>de</strong> los españoles viven con sueldos <strong>de</strong>l Estado, privando <strong>de</strong> brazos al comercio, a<br />
la industria y a la agricultura. No es esto <strong>de</strong>cir que los agricultores no queremos un<br />
ejército organizado y una escuadra po<strong>de</strong>rosa que lleve nuestro pabellón glorioso y<br />
nuestra representación a través <strong>de</strong> todos los mares y a todos los confines <strong>de</strong> la tierra, y<br />
que por poseerla, aún haríamos nuevos sacrificios, en medio <strong>de</strong> la miseria que nos hiere<br />
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esas cesantías, jubilaciones, cruces pensionadas y servicios que no merecen retribución,<br />
y que merman en gran parte los presupuestos; ese lujo <strong>de</strong> gastos inútiles que sería<br />
prolijo enumerar, y esas trabas, lentitu<strong>de</strong>s y callejuelas <strong>de</strong> la Administración, que todo lo<br />
esteriliza.<br />
Aborrecemos asimismo ese Banco <strong>de</strong> España que todo lo monopoliza, que todo lo<br />
absorbe, que se ha erigido en señor <strong>de</strong> todos los Gobiernos, y que con su plétora <strong>de</strong><br />
caudales y <strong>de</strong> crédito amenaza <strong>de</strong>jarnos sin pan y sin camisa.<br />
Como aborrecemos a esas clases privilegiadas, que no pechan, estableciendo la irritante<br />
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Estado, los tenedores <strong>de</strong> papel?<br />
Aborrecemos <strong>de</strong> la misma manera esa política mezquina, sin miras, sin ten<strong>de</strong>ncias<br />
nacionales, y que gasta todas sus energía e iniciativas en cuestiones pequeñas y<br />
personales, pero que absorbe todo el tiempo <strong>de</strong> los gobiernos, sin darles reposo ni vagar<br />
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hacen felices y prósperos a los pueblos. Deseamos, por el contrario, un nuevo<br />
amillaramiento que <strong>de</strong>scubra las ocultaciones, y merced al cual pueda rebajarse la<br />
contribución, sin <strong>de</strong>trimento para los gastos precisos y generales <strong>de</strong>l Estado.<br />
Deseamos también nuevos tratados <strong>de</strong> comercio que no estén inspirados sólo en las<br />
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protectores, y así lo entien<strong>de</strong>n ya todos los <strong>de</strong> Europa. El libre cambio es muy bonito en<br />
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