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13.05.2013 Views

El tiempo, la muerte, la memoria cesos y carencias, sabiendo que la complejidad del trabajo poético consiste en «aceptar el desafío de la rebeldía y la mezquindad del idioma».! En una entrevista Jara suscribe «la eterna queja del escritor» y afirma que aquello que concibe el poeta «escapa siempre a lo que escribe, o sea que no puede actualizar todo en el lenguaje. Hay una insuficiencia del lenguaje que hace que lo concebido no pueda nunca calzar con lo escrito»; por eso, «el poeta debe ser un buen chalán. El chalán sabe cuando debe soltar la rienda de la cabalgadura y cuando debe apretarla: el poeta tiene que saber cuando debe ser inconsciente y cuando debe ser absolutamente consciente».2 Suprimir la puntuación, fragmentar el texto y disponerlo visualmente en la página, crear espacios desarticulados de la continuidad lineal del poema con recursos como el uso de paréntesis y otros juegos tipográficos, es acentuar el carácter de los poemas como escritura, y presentarlos en una simultaneidad de planos que rebasan su despliegue lineal y temporal. Por la misma época de escritura de estos dos poemas, Efraín Jara se abre a una experimentación formal muy libre, plasmada en poemas como «Rastro de palabras» [1975] y «Declaración de amor» [1974], y sobre todo en la serie de variaciones fónicas publicadas parcialmente bajo el título de «Oposiciones y contrastes»[1976]; en estos poemas, la escritura de Jara se mueve ya en los límites del sentido. Con respecto a esta última etapa, Jara dice que es todavía «experimento» y todavía no «experiencia»: «el experimento es un ante y un anti, pues todavía no es creación propiamente poética sino solo su búsqueda, y en cierto sentido es su negación. Cuando el experimento se hace experiencia, oficio, entonces ya es hallazgo, y ya no es visible».3 2. EROTISMO Y LENGUAJE: «AÑORANZA Y ACTO DE AMOR» Todo es aniquilación incesante Los versos iniciales de «Añoranza y acto de amor» son una exacta contrapartida de los que cierran la «Balada»: ¡Todo es aniquilación incesante, resentimiento agresivo entre el alma y el mundo, eres y no serás, porque no hay salida de las profundas galerías de la materia! 1. Francisco López Estrada, Métrica española del siglo XX, Madrid, Gredos, 1969, p. 38. 2. Cecilia Velasco y Margarita Laso, «La soledad fértil», op. cit., pp. 70-71. 3. Entrevista con María Augusta Vintimilla, junio de 1995. 83

.' 84 María Augusta Vintimilla Braceamos desesperadamente contra el ímpetu corrosivo de los minutos; negamos que la poderosa indolencia de la naturaleza no es sino la huella indescifrable del frenesí expansivo de la conciencia. «Añoranza y acto de amor» replantea radicalmente la lectura analógica de mundo postulada por la «Balada». Ambos poemas tienen un carácter asertivo, d afirmación de una evidencia, que se muestra tanto en los últimos versos citados d «Balada», como en los primeros de «Añoranza», y que se expresa en ese «todo conjuntivo y sintético. Pero la evidencia expresada en el primero (« Todo converg en ti... y reposa salvado para siempre») se ha transformado en su contraria («Tod es aniquilación incesante»). Impetu corrosivo de la sucesión, entre el yo y el mun do hay un abismo infranqueable: (todo es) «resentimiento agresivo entre la concien cia y el mundo»; el mundo no es un texto legible sino apenas «huella indescifrable» Ya desde el título, la situación enunciativa de «Añoranza y acto de amor », e lugar desde el que habla el sujeto poético es el de la pérdida, la separación, la au sencia. Añoranza: memoria dolorida de lo que ya no está; en el poema, ausencia d la amada, pero también pérdida de la conjunción armónica entre el sujeto y el mun do. Y al mismo tiempo, «acto de amor», relación amorosa con la amada, pero tam bién relación erótica con las palabras que pueden convocar la presencia plena de lo cuerpos. Guillermo Sucre se refiere a la «sensibilidad rebelde» del modernismo his panoamericano que «introdujo en nuestra poesía algo que parecía vedado hasta en tonces: el sentido del deseo, el placer del cuerpo, una retórica y una erótica»; y con cluye «¿Qué acto del lenguaje, como escritura al menos, no nace de una pasión de Eros?».4 Se ha dicho que el erotismo tiene su origen en la misma pasión que hace na cer al lenguaje. Es decir, el impulso por adueñarse del mundo a través de las pala bras es la misma pasión por poseer al otro mediante el placer erótico. Si el erotism es una poética del cuerpo, la poesía es una erótica de la palabra. Y ambos, un aventura guiada por la pasión y el deseo. «Añoranza y acto de amor» es una tenta tiva de rescatar por el erotismo -erotismo de la carne y erotismo de la palabra- l presencia plena del mundo redimiéndolo de su pérdida de sentido en la banalidad d su existir cotidiano; presencia plena que no puede ser sino instante, un aquí y ahor suspendido en la sucesión temporal mediante la palabra poética. 4. Guillenno Sucre, «Poesía hispanoamericana y conciencia del lenguaje», El guacamayo y la serpiente, No. 20, Cuenc Casa de la Cultura, 1982, pp. 50-51.

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84 María Augusta Vintimilla<br />

Braceamos desesperadamente<br />

contra el ímpetu corrosivo de los minutos;<br />

negamos que la poderosa indolencia de la naturaleza<br />

no es sino la huella indescifrable<br />

del frenesí expansivo de la conciencia.<br />

«Añoranza y acto de amor» replantea radicalmente la lectura analógica de<br />

mundo postulada por la «Balada». Ambos poemas tienen un carácter asertivo, d<br />

afirmación de una evidencia, que se muestra tanto en los últimos versos citados d<br />

«Balada», como en los primeros de «Añoranza», y que se expresa en ese «todo<br />

conjuntivo y sintético. Pero la evidencia expresada en el primero (« Todo converg<br />

en ti... y reposa salvado para siempre») se ha transformado en su contraria («Tod<br />

es aniquilación incesante»). Impetu corrosivo de la sucesión, entre el yo y el mun<br />

do hay un abismo infranqueable: (todo es) «resentimiento agresivo entre la concien<br />

cia y el mundo»; el mundo no es un texto legible sino apenas «huella indescifrable»<br />

Ya desde el título, la situación enunciativa de «Añoranza y acto de amor », e<br />

lugar desde el que habla el sujeto poético es el de la pérdida, la separación, la au<br />

sencia. Añoranza: memoria dolorida de lo que ya no está; en el poema, ausencia d<br />

la amada, pero también pérdida de la conjunción armónica entre el sujeto y el mun<br />

do. Y al mismo tiempo, «acto de amor», relación amorosa con la amada, pero tam<br />

bién relación erótica con las palabras que pueden convocar la presencia plena de lo<br />

cuerpos.<br />

Guillermo Sucre se refiere a la «sensibilidad rebelde» del modernismo his<br />

panoamericano que «introdujo en nuestra poesía algo que parecía vedado hasta en<br />

tonces: el sentido del deseo, el placer del cuerpo, una retórica y una erótica»; y con<br />

cluye «¿Qué acto del lenguaje, como escritura al menos, no nace de una pasión de<br />

Eros?».4<br />

Se ha dicho que el erotismo tiene su origen en la misma pasión que hace na<br />

cer al lenguaje. Es decir, el impulso por adueñarse del mundo a través de las pala<br />

bras es la misma pasión por poseer al otro mediante el placer erótico. Si el erotism<br />

es una poética del cuerpo, la poesía es una erótica de la palabra. Y ambos, un<br />

aventura guiada por la pasión y el deseo. «Añoranza y acto de amor» es una tenta<br />

tiva de rescatar por el erotismo -erotismo de la carne y erotismo de la palabra- l<br />

presencia plena del mundo redimiéndolo de su pérdida de sentido en la banalidad d<br />

su existir cotidiano; presencia plena que no puede ser sino instante, un aquí y ahor<br />

suspendido en la sucesión temporal mediante la palabra poética.<br />

4. Guillenno Sucre, «Poesía hispanoamericana y conciencia del lenguaje», El guacamayo y la serpiente, No. 20, Cuenc<br />

Casa de la Cultura, 1982, pp. 50-51.

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