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68 Maria Augusta Vintimilla<br />
obstinación». Pero adviértase que la percepción subjetiva no aparece como predicación,<br />
sino como sustantividad. El poeta dice que la entidad «silencio que baja de los<br />
montes» es lo que realmente existe bajo la denominación de «tarde»: «¿Quién llamaría<br />
tarde al silencio que baja de los montes?». «Duro coágulo de obstinación» no<br />
es una metáfora para designar la piedra, sino a la inversa. El nombre es una metáfora<br />
para nombrar la percepción subjetiva de las cosas.<br />
Desde la concepción de la metáfora como sustitución, hay una inversión del<br />
proceso metafórico: en la formulación «la tarde es silencio que baja de los montes»,<br />
tarde sería el tenor, el nombre propio del objeto tarde. En la fórmula de Jara, «tar-<br />
de» es el vehículo, el sustituto de lo real.<br />
Al mismo tiempo, en «Designio» hay un cambio en la forma de autorepresentación<br />
del yo. En los poemas anteriores, el sujeto aparece como identidad compacta<br />
y sin fisuras. El yo poético de «Tránsito en la ceniza», es una entidad que permanece<br />
invariable frente al movimiento incesante de la naturaleza, que surge idéntico<br />
de su inmersión en los estratos profundos de la tierra; del mismo modo, la unidad<br />
e invariabilidad del yo enunciador de «Integración de la nube» es el presupuseto<br />
que le permite reconstruir los movimientos de integración y disolución de los seres,<br />
dado que puede observados desde su propia inmovilidad. En «Vida interior del<br />
árbol», el yo del enunciado, su «aciaga carne», se disuelve en la forma del árbol,<br />
pero el yo enunciador permanece intacto, asegurando el sentido del movimiento y la<br />
transubstanciación de los seres:<br />
Bien comprendéis, amigos, que yo nunca<br />
hablo de las escamas transitorias,<br />
de lo que el ojo entrega a la instantánea<br />
vacilación del ser en la apariencia.<br />
Lo mismo ocurre en la estructura de las metamorfosis de «Balada de la hija»:<br />
la unidad y permanencia del yo enunciador garantiza la identidad y constancia<br />
del ser que se despliega en la pluralidad de los seres y en el devenir. En «Designio»,<br />
el yo poético por primera vez se desdobla y se distancia de sí mismo para observar<br />
se como otro:<br />
Nada eres. Doy fe que nada significas<br />
(…)<br />
Sé que te llamas Jara, Efraín Jara;<br />
que andas repletos de astros los bolsillos;<br />
camisa y rostro tristes; como el ebrio<br />
perdida el alma e intacto su peinado.<br />
Aunque tú me reniegues te comprendo:<br />
tu antiguo ardor conozco por la vida.<br />
Desdoblamiento que provoca una primera fisura por la que se desliza una au-