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1. OBRA POETICA
INTRODUCCIÓN
La trayectoria poética
de Efraín Jara
Efraín Jara ha mostrado siempre una particular reticencia a la publicación de
sus textos. Desde la aparición de sus dos libros iniciales, Tránsito en la ceniza
(1947) y Rostro de la ausencia (1948), hubo que esperar hasta 1973 para la edición
de un nuevo volumen: Dos poemas, integrado por dos composiciones relativamen-
te extensas, que expresan nítidamente dos momentos cruciales en el devenir de su
poética: «Balada de la hija y las profundas evidencias», escrita en 1963, que condensa
y a la vez clausura la poética y la retórica predominante durante su primer ciclo,
y «Añoranza y acto de amor», de 1971, que exhibe la apertura hacia nuevas formas
de su quehacer poético e insinúa lo que advendrá después.
Entre tanto, solamente unas esporádicas apariciones en periódicos y revistas,
y una terca insistencia en rehusarse inclusive a constar en antologías. Recién en
1980, Jara se decide a recoger orgánicamente en un volumen retrospectivo los poemas
de su primer ciclo: El mundo de las evidencias, que reúne un conjunto de tex-
tos escritos entre 1945 y 1970; muchos de ellos son producto de un intenso trabajo
de reescritura de los que aparecieron en los dos libros iniciales.
De entre los pocos poemas publicados en la década de los setenta –el ciclo
experimental de su poética– cabe destacar «El almuerzo del solitario», fechado en
1974; la serie de experimentos basados en conmutaciones fonéticas parcialmente
publicadas bajo el título de «Oposiciones y contrastes», en 1976; y dos poemas definidos
por ese carácter marcadamente experimental: «Declaración de amor» y
«Rastro de palabras», ambos de 1975.
Hacia finales de los setenta aparecen los poemas extensos de su ciclo de madurez:
en 1978 publica sollozo por pedro jara, en 1980 In memoriam, y en 1988 Alguien
dispone de su muerte. En 1997 aparecen los sonetos de Los rostros de Eros, su
último poemario publicado.
Esta renuencia a publicar contrasta con una persistencia tenaz en el trabajo de
escritura, y muestra uno de los rasgos de la escritura de Jara: desconfiar sistematicamente
de la espontaneidad, y empecinarse largamente en una minuciosa tarea
constructiva. Esta modalidad de trabajo no obedece solamente a una búsqueda de
perfección formal, sino que se origina en una concepción poética: la del «poema co-