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El tiempo, la muerte, la memoria Yo creo -y esa es una de las tesis que sirven de sustentación a mi poesía- que si tú empiezas a operar exclusivamente desde al plano fónico y en vez de asociar lógicamente las palabras por el sentido, empiezas a asociarlas irracionalmente por las fonías, acabas por construir un nuevo semantismo.29 tres designios en intensidades agudas su pasión su posición (¿suposición ?) mi posesión su pasión su presión su precisión mi supresión su pasión su misión sin remisión mi sumisión (Oposiciones y contrastes, 1976) Se diría que los vocablos liberados de la pura eficacia comunicativa, de su servidumbre referencial, se imponen y conducen autónomamente el proceso de significación. En su intento de nombrar las palabras y no las cosas, el poeta arrastrado por la «intensidad aguda» de las palabras se somete a lo que ellas se dicen entre sí. La «presión» y «precisión» de las palabras conducen a la «supresión» del yo-poeta, a la «sumisión» de su voz y de su voluntad comunicativa al «orden reverberante de los vocablos» (In memoriam), al «dédalo de espejos de las palabras» («El almuerzo del solitario»). Pero al mismo tiempo, la pasión por las palabras es la única «posesión» del poeta: la posibilidad de disponer de ellas aun cuando no sea más que para convocarlas a la página para que desplieguen su significación. Nótese que la única tonalidad subjetiva que aparece en el poema es esa duda escrita en un paréntesis, que pone en cuestión inclusive la actividad constructiva del poeta reduci- da a decidir la disposición de las palabras en el poema: «su posición / (¿suposición?) / mi posesión». La misma sumisión a la productividad del lenguaje que se desprende de la asociación fónico-semántica y de las variaciones sin tácticas se lee en «Círculo fatal», otro poema de la misma serie. Aquí hay una tirada versal de 19 líneas que ex 29. «La soledad fértil», Difusión Cultural, op. cit., p. 72. 111
112 María Augusta Vintimilla ploran las infinitas posibilidades de significación a partir de apenas cuatro vocablos muy próximos desde el punto de vista fónico: suerte, fuerte, muerte, muerde, (...) muerde la suerte muerde la muerte fuerte muerde la suerte la muerte muerde la suerte la muerte muerde fuerte suerte es la muerte del fuerte la suerte de la muerte en donde cada vez que aparece uno de los términos se provoca un nuevo matiz de significación que nunca es idéntico a los precedentes, y termina con un momentáneo resurgir de la subjetividad solo para constatar la progresión infinita y fa- tal de la significación: ¡coño! y no hay etcétera no hay etcétera Las aproximaciones fonéticas establecen conexiones de sentido imprevistas por el poeta, y acrecientan la ambigüedad, los intercambios de sentido. La escritu- ra vacila entre la afirmación, la negación, la pregunta, la dubitación. El lenguaje se vuelve balbuceo, se relativiza, se transforma en puro juego de sonidos; mediante la paronomasia se producen insólitas asociaciones de sentido. La extrema volatilidad de la palabra desdibuja sus perfiles, aproxima los opuestos, desemboca en el absurdo. El lenguaje se vuelve incoherencia, se vacía de sentido y bordea el silencio. Como escribe Jara en «Rastro de palabras»: «hay sentido en el extravío del sentido», «oquedad deslumbrante de la acústica / olvido del sentido en el festín del sonido». El yo del enunciado no es un sujeto creador, garante del sentido; es apenas una escenificación, una puerta de entrada a la significación que brota de la potencialidad creadora del lenguaje mismo, y que ninguna escritura es capaz de contro- lar totalmente. En «Confidencias preliminares», Jara escribe: hay que dar al César lo que es del César y al lenguaje lo que es del lenguaje (...) incluso cuando se intenta vaciar al lenguaje de su semantismo y transformarlo en puro devaneo fónico, las palabras se debaten por denotar algo, aunque no sea sino su propia insuficiencia. (...) yo, como escritor, no soy sino lenguaje que tienta realizar- se a plenitud.30 30. Op. cit., pp. 21-22.
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112 María Augusta Vintimilla<br />
ploran las infinitas posibilidades de significación a partir de apenas cuatro vocablos<br />
muy próximos desde el punto de vista fónico: suerte, fuerte, muerte, muerde,<br />
(...)<br />
muerde la suerte<br />
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en donde cada vez que aparece uno de los términos se provoca un nuevo matiz<br />
de significación que nunca es idéntico a los precedentes, y termina con un momentáneo<br />
resurgir de la subjetividad solo para constatar la progresión infinita y fa-<br />
tal de la significación:<br />
¡coño!<br />
y no hay etcétera<br />
no hay etcétera<br />
Las aproximaciones fonéticas establecen conexiones de sentido imprevistas<br />
por el poeta, y acrecientan la ambigüedad, los intercambios de sentido. La escritu-<br />
ra vacila entre la afirmación, la negación, la pregunta, la dubitación. El lenguaje se<br />
vuelve balbuceo, se relativiza, se transforma en puro juego de sonidos; mediante la<br />
paronomasia se producen insólitas asociaciones de sentido. La extrema volatilidad<br />
de la palabra desdibuja sus perfiles, aproxima los opuestos, desemboca en el absurdo.<br />
El lenguaje se vuelve incoherencia, se vacía de sentido y bordea el silencio. Como<br />
escribe Jara en «Rastro de palabras»: «hay sentido en el extravío del sentido»,<br />
«oquedad deslumbrante de la acústica / olvido del sentido en el festín del sonido».<br />
El yo del enunciado no es un sujeto creador, garante del sentido; es apenas<br />
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creadora del lenguaje mismo, y que ninguna escritura es capaz de contro-<br />
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hay que dar al César lo que es del César y al lenguaje lo que es del lenguaje (...)<br />
incluso cuando se intenta vaciar al lenguaje de su semantismo y transformarlo en puro<br />
devaneo fónico, las palabras se debaten por denotar algo, aunque no sea sino su<br />
propia insuficiencia. (...) yo, como escritor, no soy sino lenguaje que tienta realizar-<br />
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30. Op. cit., pp. 21-22.