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102 María Augusta Vintimilla<br />
mago no reconoce más soberanía que la suya, y lleno de arrogante suficiencia trat<br />
de obligar al orden fenoménico a someterse a los preceptos de su arte». El sacerdo<br />
te renuncia al conocimiento de los poderes invisibles que lo rebasan, y su tentativ<br />
de salvación consiste en una «entrega ferviente» a la divinidad. «De la terrible an<br />
gustia a que es impulsado el hombre por su representación de un Dios encoleriza<br />
do, se salva únicamente por la actitud paradójica de entrega amorosa y ferviente<br />
ese mismo Dios».<br />
La primera poética de Jara se fundamenta en el gesto del mago: apropiars<br />
de las fuerzas que rigen el movimiento cósmico y reproducirlas en el ritmo del poe<br />
ma. En este nuevo momento su poética se aproxima más a la actitud del sacerdote<br />
renunciamiento a cualquier pretensión demiúrgica y entrega fervorosa al vértigo d<br />
la existencia. En «Invocación a la vida», poema de El mundo de las evidencias fe<br />
chado en 1968, asoma ya este sometimiento amoroso a la turbulencia de la vida<br />
«Hiende los muros ¡Amor, / puta Vida adorada! / Arrásalos con tu cola de planeta<br />
enloquecidos; / mis huesos pon a sonar / piedra a piedra demuele / las construccio<br />
nes del conocimiento».<br />
La entrega fervorosa, que implica afincar la posibilidad del sentido existen<br />
cial en el riesgo y la incertidumbre, reaparece en «Añoranza»: «La intemperie fu<br />
mi patria, / me alimentaron las espinas de la desesperación, / hice del riesgo la fle<br />
cha de mi destino»; y se despliega a lo largo de «El almuerzo del solitario»: «sities<br />
tramente hermoso es / e indómito / quien puso a blanquear sus huesos / bajo el des<br />
lumbramiento de cuchillos de la intemperie».<br />
Asumir la experiencia del riesgo y la incertidumbre no borra la contradic<br />
ción entre permanencia y fugacidad, al contrario la intensifica: dilata el resquici<br />
que queda entre ambas y se instala en ese abismo en busca de una plenitud inago<br />
table; no se alimenta de la melancolía de la muerte, ni espera la consolación opti<br />
mista de la perduración: se sabe a la intemperie-<br />
En «El almuerzo del solitario», este sentido del riesgo es otro de los signo<br />
que Jara levanta y deja estallar. Allí están las intromisiones del azar:<br />
5rojodelfrenesí<br />
12negrodelasoledad<br />
asdebrillosdelsexo<br />
dadoscargadosdelamuerte<br />
el salir al encuentro de los desafíos lanzados por la vida:<br />
porque alguien ha de alimentarse de espinas<br />
para labrar las pestañas de la rosa<br />
alguien ha de aceptar los terrores de la aniquilación<br />
para que el instante no se desvanezca