de sahagun lucas, juan - fenomenologia y filosofia de la religion.pdf
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110 Fenomenología y filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión<br />
figuración comporta cierta negación <strong>de</strong> su ser anterior y alumbra una<br />
novedad insospechada. En a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte no es lo que venia siendo.<br />
Pero hay algo más. Debemos reconocer que no todos los objetos<br />
<strong>de</strong> una misma c<strong>la</strong>se pue<strong>de</strong>n convertirse en hierofanías. Lo harán so<strong>la</strong>mente<br />
aquellos que reúnen unas <strong>de</strong>terminadas condiciones (tamaño,<br />
forma, dimensiones, propieda<strong>de</strong>s, etc.), en virtud <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales el hombre<br />
pue<strong>de</strong> percibir algo distinto <strong>de</strong> lo captado por los sentidos. De ahí<br />
<strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> <strong>la</strong>s hierofanías basada en <strong>la</strong> singu<strong>la</strong>rización que capacita<br />
al objeto para conducir a <strong>la</strong> divinidad. Algo especial ha visto el<br />
hombre en él para tomarlo como representación <strong>de</strong> lo totalmente otro,<br />
<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r supremo. Más aún, sin per<strong>de</strong>r su primera significación (sagrada),<br />
pue<strong>de</strong> adquirir otra nueva por el hecho <strong>de</strong> integrarse en otro<br />
conjunto superior (<strong>la</strong> piedra <strong>de</strong> un templo, por ejemplo).<br />
Para M. Elia<strong>de</strong>, lo esencial <strong>de</strong> esta dialéctica consiste en el hecho<br />
<strong>de</strong> que Dios se dé a conocer por mediaciones o cosas finitas que lo<br />
manifiestan. «Lo paradójico no es el hecho <strong>de</strong> <strong>la</strong> manifestación <strong>de</strong> lo<br />
sagrado (Dios) en piedras o en árboles, sino el hecho mismo <strong>de</strong> que<br />
se manifieste y, por consiguiente, se limite y se haga re<strong>la</strong>tivo» 66 .<br />
Pero es ésta una cuestión más teológica que fenomenológica, que es<br />
lo que ahora retiene nuestra atención.<br />
4. Lo sagrado y el símbolo<br />
Sin abordar el tema en toda su complejidad, <strong>de</strong>bemos estudiar<br />
sus aspectos principales por <strong>la</strong> inci<strong>de</strong>ncia que tiene en el reconocimiento<br />
y expresión <strong>de</strong> lo sagrado. Indudablemente, el lenguaje simbólico,<br />
que no es ilusorio e irreal, es el medio a<strong>de</strong>cuado para compren<strong>de</strong>r<br />
<strong>la</strong> actitud religiosa <strong>de</strong>terminada por lo sagrado 67 . En nuestra<br />
exposición adoptamos el esquema <strong>de</strong> E. Trías en su libro Pensar <strong>la</strong><br />
religión 68 . Contemp<strong>la</strong>mos dos aspectos: el lenguaje simbólico y <strong>la</strong>s<br />
condiciones <strong>de</strong>l símbolo.<br />
66 M. ELIADE, Tratado <strong>de</strong>..., ed. c, 41.<br />
67 De <strong>la</strong> abundante literatura sobre el tema entresacamos <strong>la</strong> que juzgamos más<br />
importante: M. ELIADE, Tratado <strong>de</strong>..., ed. c., 413-430; ID., Imágenes y símbolos (Madrid<br />
1955), 9-21, 165-189; G. van <strong>de</strong>r LEEUW, Fenomenología <strong>de</strong>..., ed. c, 426-428,<br />
431-432; J. RÍES, Lo Sagrado..., ed. c, 81-82; E. TRÍAS, «Pensar <strong>la</strong> religión. El símbolo<br />
y lo sagrado», en J. DERRIDÁ-VATTIMO (eds.), La religión (Madrid 1996), 131-<br />
153; ID., La edad <strong>de</strong>l espíritu (Barcelona 1994), 21-222; ID., Pensar <strong>la</strong> religión (Barcelona<br />
1997), 113-135.<br />
68 Cf. E. TRÍAS, Pensar <strong>la</strong> religión, ed. c.<br />
a) El lenguaje simbólico<br />
C.4. Lo sagrado y <strong>la</strong> religión 111<br />
El lenguaje simbólico no es un lenguaje fáctico que enuncie y<br />
<strong>de</strong>scriba hechos. Sugiere, más bien, realida<strong>de</strong>s inverificables en <strong>la</strong><br />
experiencia, sin que por ello sea ficticio o carente <strong>de</strong> objetividad. Su<br />
punto <strong>de</strong> apoyo son unos hechos tomados como mediaciones <strong>de</strong> realida<strong>de</strong>s<br />
ocultas. Son los símbolos.<br />
En el campo religioso, símbolo es <strong>la</strong> manifestación sensible <strong>de</strong> lo<br />
sagrado. Se trata <strong>de</strong> una cosa (unidad) escindida (sym-bólica) que<br />
hace referencia al <strong>la</strong>nzamiento <strong>de</strong> dos fragmentos <strong>de</strong> un objeto que<br />
estipu<strong>la</strong>n una alianza. En su origen era una medal<strong>la</strong> o moneda partida<br />
en dos, una <strong>de</strong> cuyas partes se entregaba como signo <strong>de</strong> alianza.<br />
El receptor <strong>de</strong> una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s partes garantizaba el pacto con sólo encajar<strong>la</strong><br />
con <strong>la</strong> que poseía el donante.<br />
Uno <strong>de</strong> los fragmentos es siempre disponible, se tiene a mano. Es<br />
<strong>la</strong> parte «simbolizante» <strong>de</strong>l símbolo. El otro, en cambio, está ausente<br />
y oculto; representa <strong>la</strong> otra mitad sin <strong>la</strong> cual <strong>la</strong> anterior carece <strong>de</strong><br />
sentido. A él remite el primero para obtener significación.<br />
La parte <strong>de</strong> que se dispone, el hecho empírico, constituye el fundamento<br />
y soporte físico <strong>de</strong>l símbolo, que tiene que ser transfigurado<br />
para que adquiera el carácter <strong>de</strong> tal.<br />
Es el primer paso <strong>de</strong>l proceso simbolizante sobre el que se asienta<br />
otro segundo que lo <strong>de</strong>limita y acota. Estas <strong>de</strong>limitaciones, concretamente<br />
<strong>la</strong>s espaciales y temporales, convierten al tiempo y al<br />
espacio en sagrados, y en general a cualquier objeto que reúna <strong>la</strong>s<br />
condiciones requeridas (templos, fiestas, vasos, etc.). De esta manera<br />
es posible el encuentro o re<strong>la</strong>ción entre una presencia que sale <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
ocultación y un testigo que <strong>la</strong> reconoce. «Esa presencia (<strong>de</strong> lo sagrado)<br />
y este testigo (humano) componen, entonces, una corre<strong>la</strong>ción:<br />
una genuina re<strong>la</strong>ción presencial que sel<strong>la</strong> <strong>de</strong> forma manifiesta dicho<br />
encuentro. En virtud <strong>de</strong> esa re<strong>la</strong>ción presencial, <strong>la</strong> presencia adquiere<br />
forma o figura como teofanía...» 69 .<br />
A diferencia <strong>de</strong> lo alegórico, el acontecimiento simbólico se<br />
constituye en el encaje <strong>de</strong> <strong>la</strong> parte simbolizante en <strong>la</strong> simbolizada.<br />
Es una especie <strong>de</strong> lugar fronterizo don<strong>de</strong> coinci<strong>de</strong>n <strong>la</strong>s dos partes o<br />
elementos <strong>de</strong>l símbolo, a saber, <strong>la</strong> simbolizante (empírica) y <strong>la</strong> simbolizada<br />
(metaempínca, misteriosa). Esta coinci<strong>de</strong>ncia se convierte<br />
en verda<strong>de</strong>ro acontecimiento al alcanzar su esencial finalidad: significar<br />
y manifestar lo otro, lo <strong>de</strong>sconocido. Mas, para que este<br />
procedimiento sea válido, tiene que ajustarse a unas condiciones<br />
necesarias.<br />
69 E. TRÍAS, «Pensar <strong>la</strong> religión», en J. DERRIDÁ-G. VATTIMO (eds.), o.c, 147.