Mitología Clásica y Literatura Española. Siete Estudios - Gonzalo de ...

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Las octavas reales añadidas por Caimsco de Fiffferoa a su traducción de la Jerusalén libertada que pretendió introducir en su reino el acervo cultural grecolatino. Entre los varios libros en griego que escribió, habla de una planta medicinal llamada euforbio, descubierta en las laderas del monte Atlas y de unas islas de Mauritania en las que habría establecido el teñido de la púrpura getúlica. En el texto de Plinio citado anteriormente y a propósito de Canaria se dice que su origen está en los perros de gran tamaño que habitaban en ella, de los que se le llevaron dos a Juba. Esta anécdota etiológica introducida por Plinio debida a la similitud fonética entre la voz latina canis y el nombre de la etnia beréber que poblaba la isla de Gran Canaria ha llevado a que figuren dos perros en el escudo de la Comunidad Canaria, aunque si Juba estuvo o no en nuestro terruño sigue siendo dudoso, aunque menos incierto que en los casos de Hannón y Sertorio. Sólo son de atribución cierta a las Canarias aquellos textos que desde Plinio mencionan algunas de ellas por sus nombres, aunque algunos de éstos son todavía hoy muy discutibles. Las fuentes árabes (Masudi, Al-Bakri, Ibn Said, Idrisi, Dimaski, etc.) hablan de unas Islas Eternas {Gezair Al-jalidaf) y de unas Islas de la Felicidad {Gezair Al-seada); sólo un texto tardío del siglo XV de Ibn Jaldun se refiere con certeza a nuestras islas con episodios de la conquista y costumbres de los aborígenes. La estrofa 15.35 nos habla de la bella Fortuna, diosa romana que suele identificarse con la Tique griega^ y que suele representarse con el cuerno de la abundancia, bien de pie o sentada, ciega y con un timón con el que dirige el rumbo de la vida humana. Su culto fue introducido en Roma por Servio Tulio, el monarca favorito de esta divinidad que lo había amado a pesar de su condición mortal y de quien figuraba una estatua en el templo de la diosa. Al igual que sucede con la denominación de las islas, muchos nombres le fiíeron adjudicados especialmente durante el Imperio en el que cada emperador disponía de su particular Fortuna. Redux (en el retomo de un viaje), Publica, Huiusce Diei (la del día presente), etc., dan clara muestra del proceso de asimilaciones que experimentó esta entidad a quien se la identificó particularmente con Isis, algo propio del sincretismo religioso operado en el siglo II de nuestra era con respecto a las divinidades femeninas, a pesar de ser Isis una diosa egipcia, pero Cf. P. Grimal, Diccionario de mitología griega y romana, ediciones Paidós, Barcelona- Buenos Aires, 1982 (¡"reimpresión de la 1" ed. Castellana, Labor, 1965), pp. 207, 291 y518. J. Alvar Ezquerra (dir.), Diccionario Espasa mitología universal, Madrid, 2000, pp. 343-344; E. Suárez de la Torre, "La función del mito en la religión griega", en J. M". Nieto Ibáñez (coord.), Estudios de religión y mito en Greciay Roma, Universidad de León, 1995, pp. 15-35. Mitología Clásica y Literatura Española _.___ ._ 59

Germán Santana Henríque^ cuyo culto y mito se difundieron por todo el mundo grecorromano. Sorprende igualmente que sea desconocida esta abstracción por los poemas homéricos como principio de la Casualidad divinizada y personificada por una divinidad femenina, aunque sabemos que adquirió gran importancia durante las épocas helenística e imperial. En realidad no posee mito, pese a llegar a crear una divinidad mixta, Isitique, mitad providencia, mitad casualidad, a la que está sometido el mundo. Del polimorfismo de esta deidad consta el hecho de que cada ciudad tenga su Fortuna, que se representa coronada de torres a la manera de las divinidades polladas. En definitiva, se trata de una figura que no pertenece a la mitología propiamente dicha y que se ve envuelta en un puro juego de símbolos. Esta voluntad caprichosa e imprevisto incoherente, considerada en Roma como diosa del destino y de la buena suerte, se diferenciaba del fatum al personificar la excepción a la ley ante la que se inclinaba la razón; además, en Italia proporcionaba toda clase de fertilidad. Los numerosos epítetos que la acompañan muestran su enorme campo de acción: muliebris (que se remonta a la época de Coriolano cuando gracias a las mujeres se consiguió que éste no destruyera Roma); regina, conservatrix, primigenia verginensis (invocada por las recién casadas que entregaban en su templo sus ropas y cinturones); virilis (adorada por mujeres que la invocaban para que pudieran conservar sus encantos y así agradar a sus maridos); sus apelativos muestran la buena fortuna y a las personas a las que iba a beneficiar; así la fortuna privata hace referencia a la condición específica de cada hombre; barbata preside la entrada de la juventud, la virilidad. Los jóvenes adoran a la Fortuna virgo, y a ella ofrecían sus ropas cuando pasaban de la pubertad al matrimonio. Fortuna Mammosa, la de los pechos flácidos, recibía adoración popular. Pero quizás el epíteto de mayor éxito fue el de redux, que data del reino de Augusto, concretamente del año 19 a.C, después de un viaje que el emperador hizo a Sicilia, Grecia, Asia Menor y Siria. El día de regreso, el doce de octubre, se convirtió en una fiesta anual, como nuestra hispanidad, festejándose con unos juegos que bajo el título de Augustalia duraban de ocho a diez días. La advocación a Redux se mantuvo durante dos siglos y formó parte de la ceremonia oficial de los viajes imperiales. Esta advocación es representada sentada, con una espiga, y entre otros atributos figuran el cetro, la pátera, el cuerno de la abundancia, y una guirnalda en la mano derecha. Su culto estaba muy extendido en el Lacio y se le asocia a otras abstracciones divinizadas con las que guarda estrecha relación, como Fides y Spes, convirtiéndose en una diosa panteística. Suele aparecer con la rueda y la corona turriforme. 5Q __ ..... ._ . ...... Mitología Clásica y Literatura Española

Las octavas reales añadidas por Caimsco <strong>de</strong> Fiffferoa a su traducción <strong>de</strong> la Jerusalén libertada<br />

que pretendió introducir en su reino el acervo cultural grecolatino. Entre los<br />

varios libros en griego que escribió, habla <strong>de</strong> una planta medicinal llamada<br />

euforbio, <strong>de</strong>scubierta en las la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>l monte Atlas y <strong>de</strong> unas islas <strong>de</strong><br />

Mauritania en las que habría establecido el teñido <strong>de</strong> la púrpura getúlica. En el<br />

texto <strong>de</strong> Plinio citado anteriormente y a propósito <strong>de</strong> Canaria se dice que su origen<br />

está en los perros <strong>de</strong> gran tamaño que habitaban en ella, <strong>de</strong> los que se le<br />

llevaron dos a Juba. Esta anécdota etiológica introducida por Plinio <strong>de</strong>bida a la<br />

similitud fonética entre la voz latina canis y el nombre <strong>de</strong> la etnia beréber que<br />

poblaba la isla <strong>de</strong> Gran Canaria ha llevado a que figuren dos perros en el escudo<br />

<strong>de</strong> la Comunidad Canaria, aunque si Juba estuvo o no en nuestro terruño<br />

sigue siendo dudoso, aunque menos incierto que en los casos <strong>de</strong> Hannón y<br />

Sertorio. Sólo son <strong>de</strong> atribución cierta a las Canarias aquellos textos que <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

Plinio mencionan algunas <strong>de</strong> ellas por sus nombres, aunque algunos <strong>de</strong> éstos<br />

son todavía hoy muy discutibles. Las fuentes árabes (Masudi, Al-Bakri, Ibn<br />

Said, Idrisi, Dimaski, etc.) hablan <strong>de</strong> unas Islas Eternas {Gezair Al-jalidaf) y <strong>de</strong><br />

unas Islas <strong>de</strong> la Felicidad {Gezair Al-seada); sólo un texto tardío <strong>de</strong>l siglo XV<br />

<strong>de</strong> Ibn Jaldun se refiere con certeza a nuestras islas con episodios <strong>de</strong> la conquista<br />

y costumbres <strong>de</strong> los aborígenes.<br />

La estrofa 15.35 nos habla <strong>de</strong> la bella Fortuna, diosa romana que suele<br />

i<strong>de</strong>ntificarse con la Tique griega^ y que suele representarse con el cuerno <strong>de</strong> la<br />

abundancia, bien <strong>de</strong> pie o sentada, ciega y con un timón con el que dirige el<br />

rumbo <strong>de</strong> la vida humana. Su culto fue introducido en Roma por Servio Tulio,<br />

el monarca favorito <strong>de</strong> esta divinidad que lo había amado a pesar <strong>de</strong> su condición<br />

mortal y <strong>de</strong> quien figuraba una estatua en el templo <strong>de</strong> la diosa. Al igual<br />

que suce<strong>de</strong> con la <strong>de</strong>nominación <strong>de</strong> las islas, muchos nombres le fiíeron adjudicados<br />

especialmente durante el Imperio en el que cada emperador disponía<br />

<strong>de</strong> su particular Fortuna. Redux (en el retomo <strong>de</strong> un viaje), Publica, Huiusce<br />

Diei (la <strong>de</strong>l día presente), etc., dan clara muestra <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> asimilaciones<br />

que experimentó esta entidad a quien se la i<strong>de</strong>ntificó particularmente con Isis,<br />

algo propio <strong>de</strong>l sincretismo religioso operado en el siglo II <strong>de</strong> nuestra era con<br />

respecto a las divinida<strong>de</strong>s femeninas, a pesar <strong>de</strong> ser Isis una diosa egipcia, pero<br />

Cf. P. Grimal, Diccionario <strong>de</strong> mitología griega y romana, ediciones Paidós, Barcelona-<br />

Buenos Aires, 1982 (¡"reimpresión <strong>de</strong> la 1" ed. Castellana, Labor, 1965), pp. 207, 291 y518.<br />

J. Alvar Ezquerra (dir.), Diccionario Espasa mitología universal, Madrid, 2000, pp. 343-344;<br />

E. Suárez <strong>de</strong> la Torre, "La función <strong>de</strong>l mito en la religión griega", en J. M". Nieto Ibáñez<br />

(coord.), <strong>Estudios</strong> <strong>de</strong> religión y mito en Greciay Roma, Universidad <strong>de</strong> León, 1995, pp. 15-35.<br />

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