Mitología Clásica y Literatura Española. Siete Estudios - Gonzalo de ...
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Elementos míticos ^recolatinos en El Libro del Buen Amor del Ampreste de Hita incluso a cierto número de criminales, especialmente a los sacrilegos como Salmoneo, Ixión, Licaón, etc. El desprecio de los anfibios hacia la viga del lagar, es decir, a su propia libertad, traerá como consecuencia nefanda la solicitud de un nuevo rey, una cigüeña carnicera de apetito insano que devora a sus subditos de dos en dos, castigo ejemplar para quienes han pasado de señores a vasallos. La mitificación de personajes reales había tenido como ejemplo más elocuente de la Antigüedad la figura de Alejandro Magno, el monarca macedonio que llevó a Grecia a disponer del mayor imperio que la historia haya conocido jamás y cuyos límites se extendían desde Europa Occidental hasta el río Yang Sé en China. El viaje de regreso de la India se vio idealizado por la cohorte de historiadores que acompañaron al estratego en sus campañas militares, cuya propaganda sirvió para elevar a categoría de divinidad a tan decidido y brillante general. Historiadores griegos de época imperial como Plutarco recogen esta tradición casi paradoxográfica de Alejandro, visible desde su mismo nacimiento, precedido de circunstancias, cuando menos, inusuales y maravillosas (el incendio del templo de Ártemis Efesia; el culto que tributaba a Aquiles como modelo; sus antepasados directos como Arquelao, hijo de Témeno y descendiente de Heracles; la anécdota del nudo gordiano que nadie lograba deshacer del carro del mítico rey de Frigia Gordias y que le procuró el imperio de Asia, etc.). En De la pelea que ovo don Carnal con la Quaresma, don Camal se asimila e identifica con el mítico Alejandro Magno, tal y como recogen los versos de la estrofa 1081: Y cuando llegó el día del plazo señalado. Ante ésta don Camal llegóse, denodado. De gentes bien armadas, muy bien acompañado: Sería de este ejército, Alejandro pagado. 1081 Otras divinidades que se asoman a esta ristra de elementos míticos son las Horas, deidades de las estaciones que hasta época muy tardía no llegaron a personificar las horas del día. Hijas de Zeus y de Temis eran hermanas de las Moiras y poseían una doble dimensión: presidían el ciclo de la vegetación y aseguraban el equilibrio social. En Grecia las llamaban Talo, Auxo y Carpo, nombres que evocan las ideas de brotar, crecer y fiíictificar, fi-ente a sus nombres Mitología Clásica y Literatura Española .____— _ . 45
Germán Santana Henrícjue^ más comunes: Disciplina, Justicia y Paz. En De la penitencia quelflaire dio a don Carnal e de cómo el pecador se debe conffessar e quien ha poder de lo absolver leemos: En el día del lunes, por tu soberbia mucha, Arvejas comerás, más no salmón ni trucha; A las Horas irás, no probarás la lucha Ni suscitarás riñas: lo que te digo, escucha. 1164 Esta penitencia impuesta a don Camal supone una férrea dieta asociada a los pecados capitales y a cada uno de los días de la semana: codicia, soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula y envidia, correspondiendo a las Horas equilibrar la hybris o soberbia de la carne frente al espíritu que se produce los lunes. Hemos dejado para el final el mito que más se repite en el Libro de Buen Amor con veintidós apariciones. Amor, trasunto del Eros griego, esta fuerza perpetuamente inquieta e insatisfecha asegura la continuidad de las especies y la cohesión interna del cosmos; de ahí que las más antiguas cosmogonías lo hagan descender directamente del primitivo Caos o lo asocien al huevo original engendrado por la Noche. No obstante. Platón nos lo presenta como un genio nacido de la unión del Recurso (Poros) y de la Pobreza (Penía), entidades que modelan su carácter: ingenioso y pertinaz para conseguir su objetivo. El desasosiego que imprime en los corazones bajo la apariencia inocente de un niño esconde a un dios poderoso, capaz de producir con sus flechas las más crueles heridas. Observemos la caracterización que realiza el Arcipreste de Hita de dicha divinidad en De cómo el Amor vino al Argipreste e de la pelea que con él ovo dicho Argipreste: Un hombre grande, hermoso, mesurado, a mí vino; Le pregunté quién era, dijo: "Amor, tu vecino". 181 Por saña que tenía le quise denostar; Díjele: "Si Amor eres, no puedes aquí estar; 4g .._._ .„_._.__._____—_ Mitología Clásica y Literatura Española
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Elementos míticos ^recolatinos en El Libro <strong>de</strong>l Buen Amor <strong>de</strong>l Ampreste <strong>de</strong> Hita<br />
incluso a cierto número <strong>de</strong> criminales, especialmente a los sacrilegos como<br />
Salmoneo, Ixión, Licaón, etc. El <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> los anfibios hacia la viga <strong>de</strong>l<br />
lagar, es <strong>de</strong>cir, a su propia libertad, traerá como consecuencia nefanda la solicitud<br />
<strong>de</strong> un nuevo rey, una cigüeña carnicera <strong>de</strong> apetito insano que <strong>de</strong>vora a sus<br />
subditos <strong>de</strong> dos en dos, castigo ejemplar para quienes han pasado <strong>de</strong> señores a<br />
vasallos.<br />
La mitificación <strong>de</strong> personajes reales había tenido como ejemplo más<br />
elocuente <strong>de</strong> la Antigüedad la figura <strong>de</strong> Alejandro Magno, el monarca macedonio<br />
que llevó a Grecia a disponer <strong>de</strong>l mayor imperio que la historia haya conocido<br />
jamás y cuyos límites se extendían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Europa Occi<strong>de</strong>ntal hasta el río Yang<br />
Sé en China. El viaje <strong>de</strong> regreso <strong>de</strong> la India se vio i<strong>de</strong>alizado por la cohorte <strong>de</strong><br />
historiadores que acompañaron al estratego en sus campañas militares, cuya<br />
propaganda sirvió para elevar a categoría <strong>de</strong> divinidad a tan <strong>de</strong>cidido y brillante<br />
general. Historiadores griegos <strong>de</strong> época imperial como Plutarco recogen esta<br />
tradición casi paradoxográfica <strong>de</strong> Alejandro, visible <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su mismo nacimiento,<br />
precedido <strong>de</strong> circunstancias, cuando menos, inusuales y maravillosas (el incendio<br />
<strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Ártemis Efesia; el culto que tributaba a Aquiles como mo<strong>de</strong>lo;<br />
sus antepasados directos como Arquelao, hijo <strong>de</strong> Témeno y <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong><br />
Heracles; la anécdota <strong>de</strong>l nudo gordiano que nadie lograba <strong>de</strong>shacer <strong>de</strong>l carro<br />
<strong>de</strong>l mítico rey <strong>de</strong> Frigia Gordias y que le procuró el imperio <strong>de</strong> Asia, etc.).<br />
En De la pelea que ovo don Carnal con la Quaresma, don Camal se<br />
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<strong>de</strong> la estrofa 1081:<br />
Y cuando llegó el día <strong>de</strong>l plazo señalado.<br />
Ante ésta don Camal llegóse, <strong>de</strong>nodado.<br />
De gentes bien armadas, muy bien acompañado:<br />
Sería <strong>de</strong> este ejército, Alejandro pagado. 1081<br />
Otras divinida<strong>de</strong>s que se asoman a esta ristra <strong>de</strong> elementos míticos son<br />
las Horas, <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las estaciones que hasta época muy tardía no llegaron a<br />
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Moiras y poseían una doble dimensión: presidían el ciclo <strong>de</strong> la vegetación y<br />
aseguraban el equilibrio social. En Grecia las llamaban Talo, Auxo y Carpo,<br />
nombres que evocan las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> brotar, crecer y fiíictificar, fi-ente a sus nombres<br />
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