Devociones populares - Episcopal Church

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colocarse fuera de los límites de la ciudad. Las ceremonias observadas en memoria de los muertos variaban en los diferentes puntos del Imperio, pero lo más común era visitar las tumbas el día del cumpleaños, llevar fl ores y perfumes y celebrarlo con una comida en su honor. Lo novedoso, en el caso de los cristianos, fue celebrar el día de la muerte, porque en ese día los muertos realmente habían resucitado a una vida plena en Cristo. Otro elemento iniciado por los cristianos fue el de reunirse como comunidad en los cementerios y celebrar lecturas, salmos, himnos y la eucaristía, en memoria del muerto. Por iniciativa del Papa Gregorio IV (827-844) el emperador de Occidente, Luis El Piadoso (814-840), fi rmó un decreto por el que se fi jaba la fi esta de Todos los Santos el día 1 de noviembre. En el siglo siguiente San Odilón, abad de Cluny (994-1049), lograba que se fi jara para el día 2 de noviembre la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos, tras ordenar que se celebrara en todos los monasterios de la Orden, y empezando el 998, luego se difundió rápidamente por toda la Iglesia latina. Hoy día, antes de que lleguen estas fechas, los familiares de los difuntos suelen realizar frecuentes visitas a los cementerios con objeto de limpiar a fondo las losas de las sepulturas de sus familiares y adornarlas con todo tipo de fl ores, entre las que destacan principalmente los crisantemos. En muchos países latinos la visita a los cementerios se realiza el día 1 de noviembre. Si la defunción ha tenido lugar recientemente, la estancia de los familiares en el camposanto será más dilatada. Muchos pueblos suelen celebrar estas fi estas con dulces tradicionales. En España son muy típicos los buñuelos (según la tradición, al comer un buñuelo un alma sale del purgatorio) y “los huesos de santo” así llamados por su apariencia externa, pero rellenos interiormente de dulce (simbólicamente, el hecho de comer los huesos es porque implica que se quiere a los muertos y no se les tiene miedo). Solamente en Madrid se venden todos los años más de cincuenta mil kilos de “huesos de santo”. Tradiciones estas 34

que probablemente tengan un origen medieval (Ver día de los muertos). Domingo de Ramos La Semana Santa se inicia con el domingo de Pasión, o domingo de Ramos, y se desarrolla hasta la Vigilia Pascual celebrada el sábado, al caer la tarde. Antes de la reforma litúrgica, el domingo anterior al de Ramos se conocía como domingo de Pasión. Ahora se han fusionado los dos en uno sólo, de tal manera que la primera parte de la liturgia celebra la entrada de Jesús en Jerusalén, y la segunda parte se centra en la lectura de la pasión del Señor. La religiosa Egeria, en una peregrinación realizada entre 381-384, describe cómo en el siglo IV ya se celebraba el domingo de Ramos en Jerusalén. A la una de la tarde, la gente se reunía con el obispo en el Monte de los Olivos, en la iglesia de Elena, una de las iglesias edifi cadas por Elena, la madre de Constantino; a las tres de la tarde la procesión se dirigía hacia la ciudad. La gente llevaba ramos y los movían mientras cantaban salmos y la antífona: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. La procesión marchaba lentamente porque en ella se encontraban ancianos y mujeres llevando bebés. Llegados a la iglesia del Santo Sepulcro celebraban un ofi cio vespertino, se recitaba una oración en el lugar de la cruz, y se despedía a la gente. Se marcó este día siguiendo la frase del Evangelio de Juan: “Seis días antes de la Pascua...”(Jn 12,1). En la procesión, el obispo representaba a Jesús. Más tarde, la imaginación medieval lo representó de diferentes maneras: el Evangeliario abierto; en Inglaterra y Normandía, la hostia consagrada; en Alemania, se llevaba un burro de madera con ruedas, sobre el cual iba una fi gura del Salvador. Esta costumbre del domingo de Ramos se imitó, primero en España en el siglo V, en la Galia en el VII, en Inglaterra al principio del VII, y fi nalmente en Roma en el XII. La devoción del pueblo acostumbra a llevarse a casa las 35

que probablemente tengan un origen medieval (Ver día de los<br />

muertos).<br />

Domingo de Ramos<br />

La Semana Santa se inicia con el domingo de Pasión, o<br />

domingo de Ramos, y se desarrolla hasta la Vigilia Pascual<br />

celebrada el sábado, al caer la tarde.<br />

Antes de la reforma litúrgica, el domingo anterior al de<br />

Ramos se conocía como domingo de Pasión. Ahora se han<br />

fusionado los dos en uno sólo, de tal manera que la primera<br />

parte de la liturgia celebra la entrada de Jesús en Jerusalén,<br />

y la segunda parte se centra en la lectura de la pasión del<br />

Señor.<br />

La religiosa Egeria, en una peregrinación realizada<br />

entre 381-384, describe cómo en el siglo IV ya se celebraba<br />

el domingo de Ramos en Jerusalén. A la una de la tarde, la<br />

gente se reunía con el obispo en el Monte de los Olivos, en<br />

la iglesia de Elena, una de las iglesias edifi cadas por Elena,<br />

la madre de Constantino; a las tres de la tarde la procesión<br />

se dirigía hacia la ciudad. La gente llevaba ramos y los<br />

movían mientras cantaban salmos y la antífona: “Bendito el<br />

que viene en el nombre del Señor”. La procesión marchaba<br />

lentamente porque en ella se encontraban ancianos y<br />

mujeres llevando bebés. Llegados a la iglesia del Santo<br />

Sepulcro celebraban un ofi cio vespertino, se recitaba una<br />

oración en el lugar de la cruz, y se despedía a la gente.<br />

Se marcó este día siguiendo la frase del Evangelio<br />

de Juan: “Seis días antes de la Pascua...”(Jn 12,1). En la<br />

procesión, el obispo representaba a Jesús. Más tarde, la<br />

imaginación medieval lo representó de diferentes maneras:<br />

el Evangeliario abierto; en Inglaterra y Normandía, la hostia<br />

consagrada; en Alemania, se llevaba un burro de madera<br />

con ruedas, sobre el cual iba una fi gura del Salvador. Esta<br />

costumbre del domingo de Ramos se imitó, primero en<br />

España en el siglo V, en la Galia en el VII, en Inglaterra al<br />

principio del VII, y fi nalmente en Roma en el XII.<br />

La devoción del pueblo acostumbra a llevarse a casa las<br />

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