Devociones populares - Episcopal Church
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casi toda trayectoria vital humana y se pueden adaptar<br />
a diferentes edades y culturas; entre ellas se mencionan<br />
la profesión solemne de un religioso/a, las rogativas, la<br />
bendición de estatuas, casas. También podrían incluirse<br />
costumbres hispanas como la quinceañera, las posadas, etc.<br />
2. <strong>Devociones</strong> <strong>populares</strong><br />
Ahora bien, hay otras costumbres, fruto del encuentro<br />
entre la cultura y la religiosidad humana, que han dado<br />
en llamarse devociones <strong>populares</strong>, piedad popular, religiosidad<br />
popular. En ellas destaca la idiosincrasia de un pueblo. De<br />
hecho, el fenómeno que las distingue es la emotividad,<br />
el color, la música, la danza y toda una constelación de<br />
matices y detalles que hacen de esas prácticas una amalgama<br />
de cultura y religión, a veces no exentas de difi cultad<br />
para entenderlas. Por todo ello, resulta complicado<br />
comprenderlas si nos acercamos a ellas con el bisturí de<br />
la inteligencia. No cabe duda que a veces esa religiosidad<br />
popular nos parece que raya en lo supersticioso, o incluso<br />
en lo ridículo, si nos fi jamos en los califi cativos que se<br />
suelen emplear. Así, se da culto a un Cristo llamado de las<br />
“ampollas”, “de la reja”, “de la sangre” y “de los pasos”.<br />
Pero, es precisamente en ese “califi cativo” donde subyace<br />
parte de la propia historia que origina la devoción popular.<br />
Son prácticas que, en defi nitiva, manifi estan el alma de un<br />
pueblo, su cultura y forma de entender el mundo y, por ello,<br />
no se pueden descartar de un plumazo. Antes bien, hay que<br />
conservarlas, pero entendiéndolas desde una perspectiva<br />
moderna.<br />
Todo ministro religioso debe acercarse a esta religiosidad<br />
con mucho respeto, porque encontrará gentes que no asisten<br />
nunca a la iglesia parroquial pero que, curiosamente, el día<br />
de su devoción preferida, sí estarán presentes. Sirviéndose<br />
de esa circunstancia se puede entablar un diálogo con el<br />
pueblo para que dé un paso adelante. Tratar de erradicar<br />
una devoción porque no encaja en nuestra mentalidad<br />
racionalista es perder el tiempo, ya que el devoto continuará<br />
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