Devociones populares - Episcopal Church
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de Santiago, como una peregrinación pagana, ya que si<br />
desde el resto de Europa se sigue la Vía Láctea, esto le lleva<br />
a uno a Santiago. De hecho el nombre de Compostela puede<br />
que venga de “Campus stellae” o “Campo de la estrella”;<br />
pero el viaje no se detenía en Santiago, sino que continuaba<br />
hasta Finisterre, la última tierra conocida en aquel entonces.<br />
Más allá se encontraba lo ignoto.<br />
Por el contrario, según algunos autores, los restos que<br />
yacen en la basílica de Santiago no son los del apóstol<br />
sino los de Prisciliano, nacido en Iria Flavia en 345. Joven<br />
dotado de gran inteligencia, don de gentes y palabra, que<br />
perfeccionó sus estudios en Burdeos. Allí descubrió el<br />
cristianismo primitivo mezclado con ideas maniqueas y<br />
orientales. Promovió una enseñanza de ascetismo exagerado<br />
que consideraba a sus seguidores como elegidos, puros e<br />
inspirados por Dios. Profesaban la pobreza, la continencia,<br />
abstinencia de carnes y vida de penitencia. El éxito de sus<br />
doctrinas tomó proporciones enormes que se extendieron<br />
hasta Portugal e inquietaban a la Iglesia ofi cial. Se le acusó<br />
de toda clase de excesos, y fue el primer hereje condenado<br />
por la iglesia. Su ejecución tuvo lugar en 389 en Tréveris,<br />
ordenada por el emperador Magno Máximo. Sus discípulos<br />
llevaron los restos a su Galicia natal por una ruta que luego<br />
seguirían los peregrinos de Compostela. Sin embargo,<br />
algunos autores partidarios de la tesis de Santiago atestiguan<br />
que tampoco hay fuentes sufi cientemente fi ables para<br />
demostrar que los restos sean los del propio Prisciliano.<br />
¿Quién está, entonces, enterrado en la cripta de la<br />
catedral de Compostela: el apóstol palestino o el hereje<br />
gallego? Quizá el hecho histórico no es tan importante como<br />
la creencia popular, pues no cambiaría la fe de los peregrinos<br />
ni el sentido del Camino de Santiago. En defi nitiva, la<br />
verdad histórica ya sea en uno u otro sentido carece de<br />
mayor trascendencia; en todos estos mitos y leyendas lo que<br />
cuenta, según el historiador Américo Castro, “es la invención<br />
de Santiago y sus fabulosas consecuencias”, pues la leyenda<br />
del apóstol Santiago infundió tal fe a los hispanos que<br />
durante siglos lo utilizaron en su lucha contra el moro. Esa<br />
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