Número 101 - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

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150 LEONARDO CURZIO prácticamente todas la naciones del mundo accedan a esta forma de organización política llamada Estado nacional. Este paisaje ha cambiado radicalmente desde la caída del muro de Berlín. Conviene, pues. identificar las continuidades y rupturas que se perciben en el contexto actual. El contexto actual Las grandes transformaciones mundiales de la última década del siglo XX han sido objeto de múltiples análisis." Eso nos releva de describir en este espacio los elementos que componen el nuevo paisaje internacional. Desde cualquiera de las perspectivas que se analice la globalización 26 hay una constante y es: la relativa obsolescencia del Estado tradicional y una tendencia muy marcada a la integración regional a través de la construcción de instituciones supranacionales, como la Unión Europea. o la edificación de espacios de libre comercio que de manera gradual van tejiendo un conjunto de problemáticas y valores compartidos que silenciosamente tejen una integración, como sucede en Norteamérica. En efecto, las tendencias globalizadoras e integracionistas han modificado las concepciones políticas y geográficas tradicionales. al lanzar por los aires a la soberanía en su acepción tradicional, esto es, concebida como el elemento diferenciador y segmentador de las comunidades nacionales que defendía cada una de ellas y en un proyecto en el que se plasma un conjunto de intereses particulares. La globalización y la idea de una gobemabilidad global descansan en dos supuestos que rompen la concepción tradicional y son: un conjunto de valores compartidos (democracia, libre mercado y respeto a los derechos humanos) y una agenda de amenazas a la seguridad nacional que pondera, a la baja, el riesgo que unos Estados representan para otros y pone a nuevas amenazas y riesgos en el primer lugar de las prioridades. Estas nuevas amenazas, como el crimen organizado y el terrorismo, tienen la particular condición de ser al mismo tiempo fenómenos que, salvo excepciones . no están ligados a las formas de expresión tradicionales de los Estados nacionales y por ende no pueden ser contenidas de manera eficaz con los aparatos tradicionales de seguridad nacional. 27 Siendo esto globalmente aceptado, la nueva realidad mundial no se presenta todavía con contornos institucionales definidos. Las instancias supranacionales no son formal mente gobiernos, pero toman una creciente cantidad de decisiones y las agendas económicas, ecológicas e incluso de seguridad que tradicionalmente formaban parte de una dinámica nacional, hoy se presentan imbricadas con prohlemáticas de otros

países, organizaciones no gubcrnamentales e instituciones internacionales. complicando así el panorama. Esta nueva, aunque todavía difusa realidad. nos obliga a pensar en nuevas categorías que permitan entender. con más precisión. lo que está sucediendo y lo que puede acontecer. En la esfera política práctica los esfuerzos gubernamentales no pueden ir en el sentido de la soberanía tradicional; van, más bien, en el sentido de negociar las condiciones para que la nueva arquitectura institucional sea lo menos desfavorable para los intereses nacionales y se garanticen los objetivos plasmados en las constituciones nacionales. Como ha comentado Maurice Duverger, el problema actual de la construcción europea es que: "Los ciudadanos europeos no disponen del elemento principal de la democracia que los americanos inventaron en 1789... para asegurar la transparencia de la Unión, sería indispensable establecer una codificación del conjunto de los textos que reglamentan, distinguiendo los elementos propiamente constituyentes, de los que corresponden a las leyes orgánicas u ordinarias, o incluso los reglamentos de aplicación. Los primeros podrían ser sintetizados bajo la forma de una Constitución clara, que sería sometida al Consejo europeo y al Parlamento para verificar la conformidad REVISTA DEADMINISTRACIÓN PÚBLICA 151 de los tratados que deberían ser interpretados con exactitud. Esta aclaración. que no tiene nada que ver con una reforma de las instituciones establecidas, serviría para destacar qué elementos necesitan una revisión. sin prever esta última etapa. Se trataría de una puesta al día del pasado y del presente. y no de un esbozo del futuro. Si pudiésemos llevar a cabo un trabajo de este tipo en las demás organizaciones europeas, los ciudadanos interesados podrían ver más claramente a través de la espesa niebla que les rodea hoy". " El problema central de nuestro tiempo podría entonces resumirse de la siguiente manera: los estados nacionales con ,0;;.0beranías excluyentes e intereses nacionales en pugna no parecen ser compatibles con el "zeitgeist" o espíritu de los tiempos. Para que el mundo sea gobernable, las comunidades nacionales deben reconocer la complejidad de los problemas que hoy se viven (desde la internacionalización de los gobiernos locales hasta la mundialización de los grupos criminales), los múltiples factores que inciden en la conducción de los asuntos públicos (desde ONG hasta coaliciones fronterizas) y la imposibilidad de contener los problemas dentro de las fronteras nacionales. Reconocer esta dinámica de reubicación de los centros de decisión implica asumir los valores hegemónicos y entender que la escala jerárquica cuya cima ocupaba el Estado

países, organizaciones no gubcrnamentales<br />

e instituciones internacionales.<br />

complicando así el panorama.<br />

Esta nueva, aunque todavía difusa<br />

realidad. nos obliga a pensar en nuevas<br />

categorías que permitan enten<strong>de</strong>r. con<br />

más precisión. lo que está sucediendo y<br />

lo que pue<strong>de</strong> acontecer. En la esfera<br />

política práctica los esfuerzos gubernamentales<br />

no pue<strong>de</strong>n ir en el sentido<br />

<strong>de</strong> la soberanía tradicional; van, más<br />

bien, en el sentido <strong>de</strong> negociar las condiciones<br />

para que la nueva arquitectura<br />

institucional sea lo menos <strong>de</strong>sfavorable<br />

para los intereses nacionales y se<br />

garanticen los objetivos plasmados en las<br />

constituciones nacionales. Como ha comentado<br />

Maurice Duverger, el problema<br />

actual <strong>de</strong> la construcción europea<br />

es que:<br />

"Los ciudadanos europeos no disponen<br />

<strong>de</strong>l elemento principal <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia<br />

que los americanos inventaron en 1789...<br />

para asegurar la transparencia <strong>de</strong> la<br />

Unión, sería indispensable establecer<br />

una codificación <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> los<br />

textos que reglamentan, distinguiendo los<br />

elementos propiamente constituyentes,<br />

<strong>de</strong> los que correspon<strong>de</strong>n a las leyes<br />

orgánicas u ordinarias, o incluso los<br />

reglamentos <strong>de</strong> aplicación. Los primeros<br />

podrían ser sintetizados bajo la forma <strong>de</strong><br />

una Constitución clara, que sería<br />

sometida al Consejo europeo y al Parlamento<br />

para verificar la conformidad<br />

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<strong>de</strong> los tratados que <strong>de</strong>berían ser<br />

interpretados con exactitud. Esta<br />

aclaración. que no tiene nada que ver<br />

con una reforma <strong>de</strong> las instituciones<br />

establecidas, serviría para <strong>de</strong>stacar qué<br />

elementos necesitan una revisión. sin<br />

prever esta última etapa. Se trataría <strong>de</strong><br />

una puesta al día <strong>de</strong>l pasado y <strong>de</strong>l<br />

presente. y no <strong>de</strong> un esbozo <strong>de</strong>l futuro.<br />

Si pudiésemos llevar a cabo un trabajo<br />

<strong>de</strong> este tipo en las <strong>de</strong>más organizaciones<br />

europeas, los ciudadanos interesados<br />

podrían ver más claramente a través <strong>de</strong><br />

la espesa niebla que les ro<strong>de</strong>a hoy". "<br />

El problema central <strong>de</strong> nuestro tiempo<br />

podría entonces resumirse <strong>de</strong> la siguiente<br />

manera: los estados nacionales con ,0;;.0beranías<br />

excluyentes e intereses nacionales<br />

en pugna no parecen ser<br />

compatibles con el "zeitgeist" o espíritu<br />

<strong>de</strong> los tiempos. Para que el mundo sea<br />

gobernable, las comunida<strong>de</strong>s nacionales<br />

<strong>de</strong>ben reconocer la complejidad <strong>de</strong> los<br />

problemas que hoy se viven (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

internacionalización <strong>de</strong> los gobiernos<br />

locales hasta la mundialización <strong>de</strong> los<br />

grupos criminales), los múltiples factores<br />

que inci<strong>de</strong>n en la conducción <strong>de</strong> los<br />

asuntos públicos (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> ONG hasta<br />

coaliciones fronterizas) y la imposibilidad<br />

<strong>de</strong> contener los problemas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las<br />

fronteras nacionales. Reconocer esta<br />

dinámica <strong>de</strong> reubicación <strong>de</strong> los centros<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión implica asumir los valores<br />

hegemónicos y enten<strong>de</strong>r que la escala<br />

jerárquica cuya cima ocupaba el Estado

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