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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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No es, ni más ni menos que la capitulación del hom bre.<br />

En último término, yo abrazo mi narcisismo con los brazos de par en par y rechazo<br />

la abyección de los que quieren hacer del hombre un mecanismo. Si el debate no<br />

puede abrirse en el plano filosófico, es decir, abordar la exigencia fundamental de la<br />

realidad humana, consiento en reconducirlo al psicoanálisis, es decir, que verse sobre<br />

los «desajustes», en el sentido en el que decimos que un motor presenta desajustes.<br />

El negro que entra en Francia cambia porque para él la metrópoli representa el<br />

Tabernáculo; cambia porque de allí no solamente proceden Montesquieu, Rousseau<br />

y Voltaire, sino porque de allí proceden los médicos, los jefes de servicio, los innumerables<br />

pequeños potentados, desde el sargento jefe con «quince años de servicio»<br />

hasta el policía nacido en Panissiéres. Hay una especie de hechizo a distancia y<br />

aquel que dentro de una semana se marcha con destino a la metrópoli crea a su alrededor<br />

un círculo mágico en el que las palabras París, Marsella, la Sorbona, Piga-<br />

lle, representan la clave de bóveda. Se marcha y la amputación de su ser desaparece<br />

a medida que se precisa el perfil del paquebote. Lee su poder, su mutación, en los<br />

ojos de los que le acompañan. Adieu madras, adieu fou la rd .. .*.<br />

Ahora que ya lo hemos llevado al puerto, dejémoslo bogar, ya volveremos a encontrarnos.<br />

Por ahora vayamos al encuentro de uno de los que vuelven. El «desembarcado»,<br />

desde su primer contacto, se afirma: sólo responde en francés y a menudo<br />

no comprende el criollo. En este sentido, el folklore nos proporciona una<br />

ilustración. Tras unos meses pasados en Francia, un campesino vuelve junto a los<br />

suyos. Percatándose de un apero de labranza, pregunta a su padre, campesino viejo<br />

sin un pelo de tonto, cómo se llama ese artiíugio: por toda respuesta, su padre se lo<br />

tira sobre un pie y así la amnesia desaparece. Singular terapia.<br />

Tenemos pues, aquí, a un desembarcado. Ya no comprende el dialecto, habla de<br />

la ópera, que quizá sólo haya atisbado a lo lejos pero, sobre todo, adopta una actitud<br />

crítica frente a sus compatriotas. Ante el más mínimo acontecimiento, se comporta<br />

como un excéntrico. El es el que sabe. Se revela en su lenguaje. En la Savane,<br />

donde se reúnen los jóvenes de Fort-de France, el espectáculo es significativo: enseguida<br />

se le da la palabra al desembarcado. Desde la salida del instituto y de las escuelas,<br />

se reúnen en la Savane. Parece como si hubiera una poesía de esta Savane.<br />

Imaginad un espacio de doscientos metros de largo por cuarenta de ancho, limitado<br />

lateralmente por tamarindos carcomidos, arriba por el inmenso monumento a los<br />

muertos, la patria agradecida a sus hijos, abajo por el Hotel Central; un espacio tor­<br />

* A dieu madras, adieu fou la rd ... es una canción tradicional de Martinica que canta el amor de un<br />

personaje arquetípico del imaginario colonial francés, la doudou, esto es, la mujer <strong>negra</strong> o mestiza enamorada<br />

de un hombre francés blanco que, reconociendo la imposibilidad de su relación, canta melancólicamente<br />

su pérdida y su dolor. [N. de la T.]<br />

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