Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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13.05.2013 Views

el que él/ella se ve atrapado/atrapada, así como al desafío de Nagel con el que dicha propuesta se halla vinculada. Se trata del desafío con respecto a la posibilidad de elaborar una fenomenología objetiva sobre la base de una metodología análoga a la de las ciencias naturales, si bien diferente de ésta. Como tal, una fenomenología que sería capaz de partir de la «particularidad del punto de vista» del sujeto que experimenta subjetivamente, sin dejar de ser capaz de postular la existencia de una «realidad común», al margen de los límites impuestos por dicho punto de vista. Me parece que tanto la proclama de Nagel por una fenomenología objetiva como la proclama de Chalmers por la identificación de las leyes fundamentales específicas de la conciencia permiten postular, cuando ambas se ponen en relación con la hipótesis de Fanón con respecto a la naturaleza híbrida de la identidad humana, la existencia de ciertas leyes que, en el caso de la especie humana, se encuentran más allá de las leyes naturales. Leyes que, no obstante, funcionan en colaboración con estas últimas, de manera que traen a la existencia los modos híbridos de ser de naturale- za-cultura o formas de vida específicas del ser humano. Con el resultado de que, como señalara Jonathan Miller en un ensayo de 1992, si bien la conciencia «se im- plementa por medio de procesos neurobiológicos», el «lenguaje de la neurobiolo- gía» todavía sigue resultando incapaz de expresar cóm o es ser consciente, por lo que la propuesta consiste aquí en defender que el descubrimiento de un nuevo «lenguaje» capaz de darle expresión únicamente resultaría posible sobre la base de un nuevo postulado: el de la existencia de leyes de cultura que funcionan de modo áutó- nomo, en tanto que leyes que «en sus circunstancias habituales» (cursus solitus culturae) hacen surgir nuestros órdenes adaptativos de conciencia, modos de experiencia subjetiva, qualia sensoriales o «estados mentales cualitativos». Esto sucedió del mismo modo en que la existencia del «lenguaje de la neurobiología» se hizo posible únicamente tras la revolución intelectual que tuvo lugar durante el Renacimiento del humanismo y de su por entonces nueva poética, en cuyos solos términos, como bien ha identificado Ferdinand FLallyn en su estudio sobre Copérnico y Ke- pler, el postulado del funcionamiento no arbitrario y autónomo (antes que regido de manera arbitraria y divina) de las leyes de la naturaleza (esto es, cursus solitus na- turae), indispensable para que pudiera producirse la emergencia de las ciencias naturales, resultaría conceptualizable16. Al mismo tiempo que sería este nuevo postulado, cubriendo el puesto que ocupaba la milenaria creencia en la causalidad divina sobrenatural, del funcionamiento autónomo de las leyes naturales como «causa» del funcionamiento de procesos físicos y, en la estela de Darwin, de los procesos biológicos, el que liberaría a los niveles de realidad física y estrictamente orgánica de te­ 16 Véase Fernand Hallyn, The Voetic Structure o fT h e World. C opernicus and Kepler, Nueva York, Zone Books, 1990. 360

ner que continuar siendo estudiados adaptativamente, en lugar de verídicamente, y de ese modo permitiendo el surgimiento de un nuevo modo de conocimiento científico sobre la cognición humana. Paralelamente, un nuevo lenguaje capaz de expresar cóm o es ser consciente, al margen de los límites de cada orden de conciencia específico de cada cultura, tan sólo debería poder descubrirse dentro de los términos del postulado que defiende la existencia de leyes de cultura que operan de manera autónoma, en tanto que leyes que pertenecen específicamente al tercer nivel híbrido (situado más allá de lo físico y de lo estrictamente biológico) de la existencia ontogenética/sociogenética, esto es, el nivel que representaría el dominio de investigación específico de este nuevo lenguaje. Dado que si los parámetros que establecen cómo es ser humano, cómo es ser nosotros -en otras palabras, los parámetros de nuestros órdenes de conciencia y modos de experiencia subjetiva- se establecen de maneras concordantes con respecto al concepto de sí m ism o propio de cada cultura o principio sociogénico (con los estados mentales adversos y el grito de « ¡ Sucio negro [n igger]! » lanzado por los sujetos «normales» blancos, y los de autofobia propios de los sujetos negros «normales», viéndose tan determinados por el actual concepto d e sí m ism o y por su correspondiente concepción de cómo es ser humano, como se habían visto determinados los estados mentales adversos de los congoleños, desatados ante el color blanco de piel y la fisonomía de los europeos, por el concepto d e s í m ism o o principio sociogénico de la cultura congoleña), sería únicamente este nuevo «lenguaje» lo que podría proporcionar una respuesta con respecto a la proclama de Nagel por una fenomenología objetiva, así como responder a la proclama de Fanón por un sociodiagnóstico. Si, por consiguiente, los procesos de motivación que determinan los comportamientos, no sólo de los sujetos humanos, sino asimismo los comportamientos específicos de cada especie de la vida puramente orgánica, únicam ente pueden funcionar a través d e estados m entales, siendo tales estados de este modo condición indispensable para la realización de cada organismo en tanto que tal organismo, o de cada sujeto humano en tanto que tal sujeto, al mismo tiempo que son condición indispensable de la replicación, por una parte, del principio sociogénico y, por otra, del principio genómico, de los cuales tanto el organismo como el sujeto humano no son sino la expresión encarnada, nos enfrentamos entonces ineluctablemente a la siguiente paradoja: en el caso de los humanos, ¿cómo sería posible que la particularidad del punto de vista correspondiente a cada uno de tales modos de experiencia consciente y, por lo tanto, a cada uno de tales modos de sujeto específicos de una determinada cultura, fuese reconocida por cada uno de tales sujetos al margen de los términos del principio sociogénico que le conforma en tanto que tal sujeto o modo de ser específico y, por lo tanto, al margen de los términos del orden de conciencia que le conforma en tanto que tal sujeto? En el ensayo de Jonathan Miller se 361

el que él/ella se ve atrapado/atrapada, así como al desafío de Nagel con el que dicha<br />

propuesta se halla vinculada. Se trata del desafío con respecto a la posibilidad de<br />

elaborar una fenomenología objetiva sobre la base de una metodología análoga a la<br />

de las ciencias naturales, si bien diferente de ésta. Como tal, una fenomenología que<br />

sería capaz de partir de la «particularidad del punto de vista» del sujeto que experimenta<br />

subjetivamente, sin dejar de ser capaz de postular la existencia de una «realidad<br />

común», al margen de los límites impuestos por dicho punto de vista. Me parece<br />

que tanto la proclama de Nagel por una fenomenología objetiva como la<br />

proclama de Chalmers por la identificación de las leyes fundamentales específicas<br />

de la conciencia permiten postular, cuando ambas se ponen en relación con la hipótesis<br />

de Fanón con respecto a la naturaleza híbrida de la identidad humana, la existencia<br />

de ciertas leyes que, en el caso de la especie humana, se encuentran más allá<br />

de las leyes naturales. Leyes que, no obstante, funcionan en colaboración con estas<br />

últimas, de manera que traen a la existencia los modos híbridos de ser de naturale-<br />

za-cultura o formas de vida específicas del ser humano. Con el resultado de que,<br />

como señalara Jonathan Miller en un ensayo de 1992, si bien la conciencia «se im-<br />

plementa por medio de procesos neurobiológicos», el «lenguaje de la neurobiolo-<br />

gía» todavía sigue resultando incapaz de expresar cóm o es ser consciente, por lo que<br />

la propuesta consiste aquí en defender que el descubrimiento de un nuevo «lenguaje»<br />

capaz de darle expresión únicamente resultaría posible sobre la base de un nuevo<br />

postulado: el de la existencia de leyes de cultura que funcionan de modo áutó-<br />

nomo, en tanto que leyes que «en sus circunstancias habituales» (cursus solitus<br />

culturae) hacen surgir nuestros órdenes adaptativos de conciencia, modos de experiencia<br />

subjetiva, qualia sensoriales o «estados mentales cualitativos». Esto sucedió<br />

del mismo modo en que la existencia del «lenguaje de la neurobiología» se hizo posible<br />

únicamente tras la revolución intelectual que tuvo lugar durante el Renacimiento<br />

del humanismo y de su por entonces nueva poética, en cuyos solos términos,<br />

como bien ha identificado Ferdinand FLallyn en su estudio sobre Copérnico y Ke-<br />

pler, el postulado del funcionamiento no arbitrario y autónomo (antes que regido<br />

de manera arbitraria y divina) de las leyes de la naturaleza (esto es, cursus solitus na-<br />

turae), indispensable para que pudiera producirse la emergencia de las ciencias naturales,<br />

resultaría conceptualizable16. Al mismo tiempo que sería este nuevo postulado,<br />

cubriendo el puesto que ocupaba la milenaria creencia en la causalidad divina<br />

sobrenatural, del funcionamiento autónomo de las leyes naturales como «causa» del<br />

funcionamiento de procesos físicos y, en la estela de Darwin, de los procesos biológicos,<br />

el que liberaría a los niveles de realidad física y estrictamente orgánica de te­<br />

16 Véase Fernand Hallyn, The Voetic Structure o fT h e World. C opernicus and Kepler, Nueva York,<br />

Zone Books, 1990.<br />

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