Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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13.05.2013 Views

se ha visto corroborado en cada uno de los planos de su existencia dentro de la isla colonial francesa. En consecuencia, su socialización en tanto que sujeto tiene lugar al mismo tiempo en tanto que francés y en tanto que «nativo» colonial, y/o en tanto que negro; en efecto, ha tenido lugar al mismo tiempo en tanto que Hombre y en tanto que el Otro del Hombre. Así pues, es tan sólo p or lo que se refiere a este sujeto francés «nativo» colonial, por lo que se refiere al concep to d e s i m ism o que le es propio y al punto de vista al que éste da origen, como el ser pleno y potente puede necesariam ente llegar a emanar a partir del centro colonizador, a partir de Francia. Con una psique culturalmente mutilada a consecuencia de las estructuras cotidianas de Martinica, el «aquel que dentro de una semana se marcha con destino a la metrópoli crea a su alrededor un círculo mágico en el que las palabras París, Marsella, la Sorbona, Pigalle, representan la clave de bóveda». Según emprende la marcha hacia el muelle para llevar a cabo los preparativos del viaje, « la amputación de su ser desaparece a medida que se precisa el perfil del paquebote». Al mismo tiempo, en «lee su poder, su mutación, en los ojos de los que le acompañan. Adieu madras, adieu fou la rd .. .»*. El es el elegido; se ha convertido en uno de entre los pocos a quienes les está permitido escapar del estereotipo del exótico no-ser, del estereotipo que se impone sobre el resto de los no-elegidos, de aquellos que deben permanecer en su lugar de origen. La consecuencia es que los propios sucesos bioquímicos que están teniendo lugar en su ser, mientras lee la «evidencia de su propia transformación, de su poder» en los ojos de los demás (y, de este modo, la evidencia de su propio reconocimiento con respecto a la cultura dominante y a sus portadores), se hallan determinados por el cambio en su situación cultural: por el paso de una experiencia mutilada del ser a una experiencia prácticamente «plena» (esto es, prácticamente blanca), prácticamente burguesa francesa del ser. El significado, entendido en el sentido de Bohn, señalado positivamente, ha afectado al asunto de modo positivo. Entonces llega a Francia. El grito de «sucio negro [nigger]» le hace súbitamente consciente de que a los ojos de cuantos le rodean a partir de ese momento -ojos blancos, como bien señala Fanón, en tanto que «únicos ojos reales»- ¡ya no tiene la opción de comportarse o no com o un negro! En el reflejo de esos ojos, es un negro. Y el grito hace que quede fijado en ese estatus infrahumano, del mismo modo que «se fija una preparación para un colorante» (p. 111 /BS 109). Las miradas de esos ojos y el propio grito han activado las propiedades fenoménicas de los nuevos estados mentales cualitativos que, en el capítulo quinto, Fanón investiga en tanto que «experiencias vividas de los negros». El significado, señalado negativamente, ha afectado al asunto (es decir, a la psicología) negativamente. * Véase la nota de la p. 53 de esta misma edición. [N. de la T.] 338

«¡Sucio negro [nigger] !» «Mira, un negro [negro]». «¡Mamá, el negro [nigger] me va a comer!»: mi cuerpo volvió a mí como si fuese un objeto... desarticulado, deformado Mi cuerpo se me devolvía plano, desconyuntado, hecho polvo, todo enlutado en ese día blanco de invierno. El n egro8 es una bestia, el negro es malo, el negro tiene malas intenciones, el negro es feo, mira, un negro, hace frío, el negro tiembla, el negro tiembla porque hace frío, el niño tiembla porque tiene miedo del negro, el negro tiembla de frío, ese frío que os retuerce los huesos, el guapo niño tiembla porque cree que el n egro tiembla de rabia, el niñito blanco se arroja a los brazos de su madre, mamá, el negro me va a comer. F. Fanón, Fiel negra, máscaras blancas, p. 114. Aunque los propios conceptos estén conectados con un determ inado punto de vista y con una determinada fen om en ología visual, no p u ed e decirse lo m ism o d e las cosas que se aprehenden desde dicho punto de vista. Thomas Nagel, «What it ís like to be a bat», 1974. Fanón comienza el capítulo quinto, «The lived experience of the black», con una explicación de la respuesta que experimenta subjetivamente ante los insultos que le lanzaban, insultos como, por ejemplo, «¡Sucio negro!» o simplemente «¡M ira, un negro!». En este momento, la idea de sí mismo como alguien que ha llegado al mundo infundido «de la voluntad de encontrar el significado de las cosas», alguien cuyo espíritu se hallaba «rebosante del deseo de comprender el origen del mundo» se ha hecho pedazos. Ante esa sarta de insultos, ante tales imprecaciones, «he aquí que me descubro objeto en medio de otros objetos» (p. 111/55 109). A la larga todos los intentos por escapar de esa «aplastante objetualidad» fracasan. Y «el otro, por gestos, actitudes, miradas, me fija, en el sentido en el que se fija una preparación para un colorante» (p. 111/55 109). Me enfurezco, exijo una explicación... Nada resulta. Exploto. He aquí los pequeños pedazos reunidos por un otro yo. Este «recomponer» otro yo que después da cuenta de su experiencia, interpretándola como si se tratase de una experiencia común a todos los hombres negros. La naturaleza de esta experiencia, según él mismo reconoce, era de una clase hasta entonces desconocida. No habían tenido noticia alguna de su existencia durante todo el tiempo en que habían permanecido entre los suyos, durante todo el tiempo en el que todavía estaban en su casa de la colonia francesa de la isla de Martinica. 8 Véase la primera nota de P iel negra, máscaras blancas en esta misma edición, p. 42. 339

se ha visto corroborado en cada uno de los planos de su existencia dentro de la isla<br />

colonial francesa. En consecuencia, su socialización en tanto que sujeto tiene lugar<br />

al mismo tiempo en tanto que francés y en tanto que «nativo» colonial, y/o en tanto<br />

que negro; en efecto, ha tenido lugar al mismo tiempo en tanto que Hombre y en<br />

tanto que el Otro del Hombre.<br />

Así pues, es tan sólo p or lo que se refiere a este sujeto francés «nativo» colonial,<br />

por lo que se refiere al concep to d e s i m ism o que le es propio y al punto de vista al<br />

que éste da origen, como el ser pleno y potente puede necesariam ente llegar a emanar<br />

a partir del centro colonizador, a partir de Francia. Con una psique culturalmente<br />

mutilada a consecuencia de las estructuras cotidianas de Martinica, el «aquel<br />

que dentro de una semana se marcha con destino a la metrópoli crea a su alrededor<br />

un círculo mágico en el que las palabras París, Marsella, la Sorbona, Pigalle, representan<br />

la clave de bóveda». Según emprende la marcha hacia el muelle para llevar a<br />

cabo los preparativos del viaje, « la amputación de su ser desaparece a medida que<br />

se precisa el perfil del paquebote». Al mismo tiempo, en «lee su poder, su mutación,<br />

en los ojos de los que le acompañan. Adieu madras, adieu fou la rd .. .»*. El es el elegido;<br />

se ha convertido en uno de entre los pocos a quienes les está permitido escapar<br />

del estereotipo del exótico no-ser, del estereotipo que se impone sobre el resto de<br />

los no-elegidos, de aquellos que deben permanecer en su lugar de origen. La consecuencia<br />

es que los propios sucesos bioquímicos que están teniendo lugar en su ser,<br />

mientras lee la «evidencia de su propia transformación, de su poder» en los ojos de<br />

los demás (y, de este modo, la evidencia de su propio reconocimiento con respecto<br />

a la cultura dominante y a sus portadores), se hallan determinados por el cambio en<br />

su situación cultural: por el paso de una experiencia mutilada del ser a una experiencia<br />

prácticamente «plena» (esto es, prácticamente blanca), prácticamente burguesa<br />

francesa del ser. El significado, entendido en el sentido de Bohn, señalado positivamente,<br />

ha afectado al asunto de modo positivo.<br />

Entonces llega a Francia. El grito de «sucio negro [nigger]» le hace súbitamente<br />

consciente de que a los ojos de cuantos le rodean a partir de ese momento -ojos<br />

blancos, como bien señala Fanón, en tanto que «únicos ojos reales»- ¡ya no tiene la<br />

opción de comportarse o no com o un negro! En el reflejo de esos ojos, es un negro.<br />

Y el grito hace que quede fijado en ese estatus infrahumano, del mismo modo que<br />

«se fija una preparación para un colorante» (p. 111 /BS 109). Las miradas de esos<br />

ojos y el propio grito han activado las propiedades fenoménicas de los nuevos estados<br />

mentales cualitativos que, en el capítulo quinto, Fanón investiga en tanto que<br />

«experiencias vividas de los negros». El significado, señalado negativamente, ha<br />

afectado al asunto (es decir, a la psicología) negativamente.<br />

* Véase la nota de la p. 53 de esta misma edición. [N. de la T.]<br />

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