Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe
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dades, su «estructura», antes incluso de que tenga lugar ningún proceso reflexivo por su parte, «se modifica de manera independiente». Con el fin de ratificar su teoría, Fanón cita el ejemplo de dos académicos estadounidenses quienes, tras llevar a cabo una serie de investigaciones, concluyeron que las parejas casadas, llegado cierto momento en su relación, «llegan a experimentar una remodelación bioquímica»6. Resultaría «igualmente» interesante «investigar los cambios humorales de los negros cuando llegan a Francia». O, sencillamente, «estudiar mediante tests las modificaciones de su psiquismo antes de su partida y un mes después de instalarse en Francia» (p. 52/BS 22). Lo que Fanón está poniendo aquí de manifiesto es que, en los mismos términos en que Chalmers y Nagel plantean el asunto, se está produciendo una serie de procesos que son experimentados subjetivamente, procesos cuyo funcionamiento no puede explicarse ú n icam en te mediante los términos de las ciencias naturales, mediante los términos exclusivos de leyes físicas. Como se demuestra en el caso del negro caribeño que viaja a Francia, la transformación de la experiencia subjetiva, por lo que respecta a los humanos, se encuentra determinada cultural y, por lo tanto, socio-situacionalmente, con tales determinaciones poniéndose alternativamente en juego, sirviendo ambas para activar sus respectivos correlatos fisicalistas. En consecuencia, si la mente puede definirse como aquello que el cerebro hace, aquello que el cerebro h ace se ve determinado tanto por la mediación del con cep to de s í m ism o socializado, como por la situación «soci'al» en la que se encuentra emplazado el yo. De este modo, Fanón desafía una vez más la premisa estrictamente biocéntrica característica del concepto de ser humano de nuestra actual cultura, en la medida en que esta concepción está elaborada a partir no sólo de la psicología sino de todas las disciplinas que engloban las ciencias humanas. Puesto que, siguiendo su argumentación, estas disciplinas «tienen su propio drama», un drama articulado en base a una cuestión principal: ¿debería el investigador postular, de acuerdo con el enfoque convencional, «una realidad humana tipo y describir las modalidades psíquicas teniendo sólo en cuenta las imperfecciones»? ¿O, por el contrario, debería el investigador esforzarse «en intentar sin descanso una comprensión concreta y siempre nueva del hombre»? (p. 52/BS 22). De acuerdo con los términos de la respuesta ofrecida por el enfoque convencional de las ciencias humanas, uno puede llegar a leer, por ejemplo, «que a partir de los veintinueve años de edad, el hombre ya no puede amar, que tiene que esperar hasta los cuarenta y nueve para que reaparezca su afectividad». Leyendo esto, «sen 6 Fanón se refiere a estos académicos como Pearce y Williamson, y a su Centro de Investigación como Peckham, pero sin añadir más detalles [p. 52/BS 22], 336
timos cómo el suelo se hunde». Por lo tanto, resulta preciso reconocer, si uno quiere llegar a recobrar el equilibrio, que dicho enfoque responde a un propósito esencial, al propósito de comprender el modo en que «todos estos descubrimientos, todas estas investigaciones marchan en una única dirección», tienen «un único objetivo»; comprender que el fin específico de este objetivo es «hacer admitir al hombre que no es nada, absolutamente nada, y que tiene que terminar con ese narcisismo según el cual se imagina diferente de los otros “animales”» (BSWM 22). Aunque admitir este planteamiento, admitir que el ser humano es un modo de ser7 exclusivamente determinado por la biología, «no es, ni más ni menos, que la capitulación d el hom bre». Al rehusarse a aceptar la «capitulación del hombre», Fanón expone consecuentemente un contra-manifiesto de la identidad humana. Habiendo reflexionado sobre la posibilidad que plantea el enfoque convencional, declara: «yo abrazo mi narcisismo con los brazos de par en par y rechazo la abyección de los que quieren hacer del hombre un mecanismo». Es más, incluso en el caso de que «Si el debate no puede abrirse en el plano filosófico, es decir, abordar la exigencia fundam ental d e la realidad humana, consiento en reconducirlo al psicoanálisis, es decir, que verse sobre los “desajustes”, en el sentido en el que decimos que un motor presenta desajustes» (p. 53/BS 23). Puesto que es tan sólo en este nivel como pueden llegar a realizarse ciertos descubrimientos. Descubrimientos tales como el hecho de que, en el momento en que el negro caribeño que llega a Francia, padece un determinado cambio (bioquímico), dicho cambio se produce exclusivam ente «porque, por lo que a él se refiere, la patria representa el Tabernáculo». Ésta no debe entenderse como una representación contingente o arbitraria. No sólo se ha conjurado todo durante su más temprana educación y durante su vida cotidiana en Martinica para adoctrinarlo culturalmente de manera que llegue a ser capaz de sentir dicha representación como si fuera la verdad de las Sagradas Escrituras (juego de palabras incluido), sino que todo le ha conducido del mismo modo al «concepto mutilado de sí mismo» de acuerdo con el cual sólo le es posible experimentar plenamente su ser a través de la mediación de Francia y de los artefactos culturales de este país. El cambio en las propiedades fenoménicas características del concep to d e s í m ism o del negro caribeño (junto con sus correlatos bioquímicos) puede producirse únicamente, por lo tanto, gracias a la intervención de un determinado proceso de socialización que ha tenido lugar y que 7 Dentro de los términos de la concepción de lo humano en tanto que ser puramente biológico es cómo pueden los pueblos de ascendencia africana (negros), al igual que todos los pueblos «nativos» no blancos anteriormente colonizados, entenderse en tanto que carencia del estatus humano genérico y normal de los pueblos indoeuropeos; es de este modo cómo deben, en suma, los pueblos de ascendencia africana entenderse en tanto que eslabón perdido entre los primates y los verdaderos humanos. 337
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hombre que no es nada, absolutamente nada, y que tiene que terminar con ese narcisismo<br />
según el cual se imagina diferente de los otros “animales”» (BSWM 22).<br />
Aunque admitir este planteamiento, admitir que el ser humano es un modo de ser7<br />
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consecuentemente un contra-manifiesto de la identidad humana. Habiendo<br />
reflexionado sobre la posibilidad que plantea el enfoque convencional, declara: «yo<br />
abrazo mi narcisismo con los brazos de par en par y rechazo la abyección de los que<br />
quieren hacer del hombre un mecanismo». Es más, incluso en el caso de que «Si el<br />
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ental d e la realidad humana, consiento en reconducirlo al psicoanálisis, es decir,<br />
que verse sobre los “desajustes”, en el sentido en el que decimos que un motor presenta<br />
desajustes» (p. 53/BS 23).<br />
Puesto que es tan sólo en este nivel como pueden llegar a realizarse ciertos descubrimientos.<br />
Descubrimientos tales como el hecho de que, en el momento en que<br />
el negro caribeño que llega a Francia, padece un determinado cambio (bioquímico),<br />
dicho cambio se produce exclusivam ente «porque, por lo que a él se refiere, la patria<br />
representa el Tabernáculo». Ésta no debe entenderse como una representación contingente<br />
o arbitraria. No sólo se ha conjurado todo durante su más temprana educación<br />
y durante su vida cotidiana en Martinica para adoctrinarlo culturalmente de<br />
manera que llegue a ser capaz de sentir dicha representación como si fuera la verdad<br />
de las Sagradas Escrituras (juego de palabras incluido), sino que todo le ha conducido<br />
del mismo modo al «concepto mutilado de sí mismo» de acuerdo con el cual<br />
sólo le es posible experimentar plenamente su ser a través de la mediación de Francia<br />
y de los artefactos culturales de este país. El cambio en las propiedades fenoménicas<br />
características del concep to d e s í m ism o del negro caribeño (junto con sus correlatos<br />
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intervención de un determinado proceso de socialización que ha tenido lugar y que<br />
7 Dentro de los términos de la concepción de lo humano en tanto que ser puramente biológico es<br />
cómo pueden los pueblos de ascendencia africana (negros), al igual que todos los pueblos «nativos» no<br />
blancos anteriormente colonizados, entenderse en tanto que carencia del estatus humano genérico y<br />
normal de los pueblos indoeuropeos; es de este modo cómo deben, en suma, los pueblos de ascendencia<br />
africana entenderse en tanto que eslabón perdido entre los primates y los verdaderos humanos.<br />
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