Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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les al confrontarse con las conciencias plenas de los sujetos europeos que se instalan y controlan la autoridad y la economía en las colonias. Aunque Fanón abandona a Freud en el momento en que la filogénesis no es su- ¡ ficiente, su manera de operar es paralela (aunque contrapuesta), a la del psicoana- i lista vienés. No es en cambio paralela a la forma de operar de Mannoni. En efecto, al igual que Freud, Fanón reflexionó y analizó la experiencia de sujetos moderno/coloniales, como él mismo. Mannoni, en cambio, estudió y analizó a partir del psicoanálisis moderno/imperial a sujetos moderno/coloniales. En este sentido, Fanón instaura la sociogénesis a partir de la relaciones coloniales del saber y del ser, mientras que Freud había partido de la configuración ontogenética y psicológica de los individuos), y al hacerlo inicia un proceso de decolonialidad del saber y del ser. Mannoni, en cambio, «aplica» el psicoanálisis a situaciones ajenas a su propia emergencia. En ese sentido, el análisis de Mannoni contribuye a la reproducción de la ' colonialidad del ser y del saber. III La intervención de Sylvia Wynter11, a partir de la sociogénesis propuesta por Fanón consiste, precisamente, en la fundación de una scientia (utilizo la palabra latina para distinguirla de la secularización y matematización del saber científico, desincorporado) en la que la ética y la política gobiernen sobre la epistemología. El libro de Fanón no es, sin duda, el epicentro del terremoto epistémico (centro sísmico disperso en quinientos años de historia moderno/colonial en diversas partes del planeta, cuyo comienzo por cierto está en el Atlántico), pero sí es una grieta enorme en la homogeneidad epistémica occidental. Homogeneidad, claro esta, compuesta por una miríada de posiciones diversas, todas ellas sujetas a una matriz categorial derivada de la lengua griega y latina, y ligada a experiencias y subjetividades en las regiones noroccidentales del mar Mediterráneo, regiones de la cristiandad occidental. Por homogeneidad epistémica imperial me refiero a la malla conceptual que sostiene y comunica todas las áreas del saber, incluidas las diferencias existentes entre esferas disciplinarias. La teoría de la creación y la teoría de la evo- 11 Véase fundamentalmente Sylvia Winter, «Toward the Sociogenic Principie. Fanón, Identity, the Puzzle of Conscious Experience, and What It Is Like to be “Black”», en Mercedes F. Durán-Cogan y Antonio Gómez-Moriana (eds.), N ationalIdentities andS ociopolitical Changes in hatin America, Nueva York, Routledge, 2001 [http://www.coribe.org/PDF/wynter_socio.pdf] (incluido en el presente volumen); véase también de la misma autora, S. Wynter, «1492: A New World View», en Vera Law- rence Huatt y Rex Nettleford (eds.), Race, D iscourse and the O rigins o f America. A N ew World View, Washintong DC, Smithsonian Institute Press, 1995, pp. 6-55. 316

lución se oponen solamente en contenido. Vine Deloria, Jr., abogado, intelectual y activista del grupo sioux de los americanos nativos, lo demostró y argumentó en dos libros magníficos. Deloria muestra cómo las dos posiciones, creacionismo y evolucionismo, se asientan sobre los mismos principios de la cosmología occidental, teológica y secular. Al entrar en el debate a partir de los principios de conocimiento en la cosmología nativa (en su variedad), él se desprende (o desengancha) del espejismo de que creacionismo o evolucionismo cubren la totalidad y que no hay otra alternativa fuera de ellos12. La grieta que abre el argumento de Fanón no es ni más ni menos que la de desnudar la regionalidad del concepto universal de «hombre» y de «ser humano», poniendo de relieve, en el capítulo sobre el libro de Mannoni, que la colonialidad del saber (diferencia colonial epistémica) está ligada a la colonialidad del ser (diferencia colonial ontológica) y que, por lo tanto, el pensamiento decolonial necesita la decolonización de la idea de Hombre que sirvió de modelo a la idea de Humanidad. La idea de Hombre, construida en el Renacimiento europeo, se refiere a la experiencia de los hombres que la crearon tomándose a ellos mismos y a su sociedad como modelo; idea de hombre que se convirtió en sinónimo de Humanidad; idea de Humanidad que sirvió de modelo para clasificar la diferencia, el Antropos. El argumento de Wynter radicaliza esta crítica fanoniana: el sintagma «después del hombre, hacia lo humano» -una suerte de logos del pensamiento de Wynter- es un sintagma enunciado por una mujer, negra y caribeña. O sea, en palabras recientes de Evelyne Trouillot13, mujer, negra del Tercer Mundo. Despegar lo humano del Hombre (masculino, blanco, Primer Mundo [Renacimiento e Ilustración]), de la experiencia y de la subjetividad en la que se construyó el saber que a su vez reforzó la subjetividad (por ejemplo, el sentimiento de seguridad y superioridad, latente o manifiesto, asumido o reprimido) del sujeto moderno/imperial. El sintagma, «después del hombre, hacia lo humano» (en vez de poshombre o de poshumanidad) subraya sin claudicaciones la fractura epistém ica y on tológica espacial sobre la ruptura epistém ica y on tológica tem poral. «Poshumanidad» nos dejaría presos del concepto hegemónico de Humanidad; incluiría (habermasianamente) una dimensión nueva (la «novedad» es el truco de la modernidad; el ansia constante de «cambio» hacia adelante, hacia el progreso): ahora la p iel negra sería reconocida p or la p iel blanca, de tal modo que no habría ya necesidad de usar máscaras. Claro que en 12 Vine Deloria Jr., E volutionism, Creationism, and O ther M odern Myths, Colorado, Fulkrum Pu- blishing, 2002; y también R ed Earth, W hite Lies. Native A mericans and th e M yth ofS cien tific Fact, Colorado, Fulcrum Publishing, 1997. 13 Evelyne Trouillot, «Por la evidencia de las subjetividades», ponencia presentada en el XVI Congreso de la Academia de la Latinidad, Lima, Perú, 5-8 de noviembre de 2007, [http://www.bnp.gob. pe/portalbnp/pdf/ programaXVIlatinidad.pdf]. 317

lución se oponen solamente en contenido. Vine Deloria, Jr., abogado, intelectual y<br />

activista del grupo sioux de los americanos nativos, lo demostró y argumentó en dos<br />

libros magníficos. Deloria muestra cómo las dos posiciones, creacionismo y evolucionismo,<br />

se asientan sobre los mismos principios de la cosmología occidental, teológica<br />

y secular. Al entrar en el debate a partir de los principios de conocimiento en<br />

la cosmología nativa (en su variedad), él se desprende (o desengancha) del espejismo<br />

de que creacionismo o evolucionismo cubren la totalidad y que no hay otra alternativa<br />

fuera de ellos12.<br />

La grieta que abre el argumento de Fanón no es ni más ni menos que la de desnudar<br />

la regionalidad del concepto universal de «hombre» y de «ser humano», poniendo<br />

de relieve, en el capítulo sobre el libro de Mannoni, que la colonialidad del<br />

saber (diferencia colonial epistémica) está ligada a la colonialidad del ser (diferencia<br />

colonial ontológica) y que, por lo tanto, el pensamiento decolonial necesita la<br />

decolonización de la idea de Hombre que sirvió de modelo a la idea de Humanidad.<br />

La idea de Hombre, construida en el Renacimiento europeo, se refiere a la experiencia<br />

de los hombres que la crearon tomándose a ellos mismos y a su sociedad<br />

como modelo; idea de hombre que se convirtió en sinónimo de Humanidad; idea<br />

de Humanidad que sirvió de modelo para clasificar la diferencia, el Antropos. El<br />

argumento de Wynter radicaliza esta crítica fanoniana: el sintagma «después del<br />

hombre, hacia lo humano» -una suerte de logos del pensamiento de Wynter- es un<br />

sintagma enunciado por una mujer, <strong>negra</strong> y caribeña. O sea, en palabras recientes<br />

de Evelyne Trouillot13, mujer, <strong>negra</strong> del Tercer Mundo. Despegar lo humano del<br />

Hombre (masculino, blanco, Primer Mundo [Renacimiento e Ilustración]), de la<br />

experiencia y de la subjetividad en la que se construyó el saber que a su vez reforzó<br />

la subjetividad (por ejemplo, el sentimiento de seguridad y superioridad, latente<br />

o manifiesto, asumido o reprimido) del sujeto moderno/imperial. El sintagma,<br />

«después del hombre, hacia lo humano» (en vez de poshombre o de poshumanidad)<br />

subraya sin claudicaciones la fractura epistém ica y on tológica espacial sobre la<br />

ruptura epistém ica y on tológica tem poral. «Poshumanidad» nos dejaría presos del<br />

concepto hegemónico de Humanidad; incluiría (habermasianamente) una dimensión<br />

nueva (la «novedad» es el truco de la modernidad; el ansia constante de «cambio»<br />

hacia adelante, hacia el progreso): ahora la p iel <strong>negra</strong> sería reconocida p or la<br />

p iel blanca, de tal modo que no habría ya necesidad de usar <strong>máscaras</strong>. Claro que en<br />

12 Vine Deloria Jr., E volutionism, Creationism, and O ther M odern Myths, Colorado, Fulkrum Pu-<br />

blishing, 2002; y también R ed Earth, W hite Lies. Native A mericans and th e M yth ofS cien tific Fact, Colorado,<br />

Fulcrum Publishing, 1997.<br />

13 Evelyne Trouillot, «Por la evidencia de las subjetividades», ponencia presentada en el XVI Congreso<br />

de la Academia de la Latinidad, Lima, Perú, 5-8 de noviembre de 2007, [http://www.bnp.gob.<br />

pe/portalbnp/pdf/ programaXVIlatinidad.pdf].<br />

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