Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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13.05.2013 Views

metodológica que marca para Lévi-Strauss el advenimiento de la etnología como ciencia, tal y como queda ejemplificado en textos como el D iscurso sobre e l origen y los fu n d a m en tos d e la desigualdad, en el que Rousseau simula un viaje a su propia sociedad, no mediante la sola autorreflexión, sino a través de la identificación con los otros. Para Lévi-Strauss este método de «duda antropológica» es más filosófico que el cartesiano en la medida en que en lugar de pensar que no se conoce nada salvo a uno mismo como sustancia pensante, pretende «exponer sin reparo lo que uno creía que sabía [...] a los embates y denegaciones dirigidos precisamente contra nuestras más preciadas ideas y costumbres que mejor podrían refutarlas». «Al contrario de lo que pueda parecer -añade Lévi-Strauss- es precisamente por su estricto método filosófico por lo que se distingue la etnología de la filosofía.»6 Evidentemente, tras esta tesis aflora el debate con Edmund Husserl y Jean-Paul Sartre, que basan sus respectivas fenomenologías en una renovación radical del cogito cartesiano7. Desde la perspectiva de Lévi Strauss, Rousseau, por consiguiente, no sólo es importante por ser una más entre las veneradas figuras del panteón de pensadores franceses posteriores a Descartes, sino que es en realidad su verdadero adversario. Mientras que Descartes elaboró una filosofía que pretendía proveer de unas bases epistemológicas sólidas a las ciencias naturales emergentes, Rousseau pretendía hacer lo mismo con las ciencias del Hombre. No obstante, al hacerlo abría la posibilidad no sólo de cuestionar la dicotomía entre el sujeto y el objeto que planteé Descartes, sino de articular lo que en palabras de Lévi-Strauss podría denominarse una form a d e hum anism o no egoísta. Desde esta perspectiva, Rousseau estableció un nuevo principio para la elaboración de métodos en las ciencias humanas, así como un nuevo humanismo, que es el que Lévi-Strauss recomienda para lidiar con los problemas que aparecen a partir de la forma hegemónica de humanismo basada en el D iscurso de Descartes. Podemos encontrar los principios del humanismo de Rousseau en varios de sus escritos, aunque su D iscurso sobre e l origen y los fundam entos de la desigualdad probablemente ocupa un espacio privilegiado entre estos. El de Rousseau es un humanismo profundamente preocupado por la cuestión de la desigualdad y sus múltiples excesos. Para él, la desigualdad es la causa de numerosos problemas sociales: 6 Claude Lévi-Strauss, «The Scope of Anthropology» en Structural A nthropology, Chicago, University of Chicago Press, 1966, p. 26 [ed. cast.: A ntropología estructural, Barcelona, Paidós, 1987]. 7 Véase Edmund Husserl, Cartesian M editations. An lntroduction to P henom enology, Dordrecht, Países Bajos, Kluwer Academic Publishers, 1960 [ed. cast.: M editaciones cartesianas, Madrid, Tecnos, 2006]; Jean-Paul Sartre, B eing and N othingness. A V henom enological Essay on O ntology, Nueva York, Washington Square Press, Pocket Books, 1966 [ed. orig.: L’étre et le néant. Essai d ’on tologie phénom é- nologique, París, Gallimard, 1943; ed. cast.: El ser y la nada, Barcelona, RBA, 2004]. 288

El primer hombre que, tras cercar un trozo de tierra, afirmó «es mía» y se encontró con personas tan simples como para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad ci­ vil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuánta miseria y horror se hubiera ahorrado la raza humana si alguien hubiera tirado abajo el cercado, hecho desaparecer la zanja y gri­ tado a sus hermanos «No escuchéis a este impostor. Estamos perdidos si olvidamos que los frutos de la tierra nos pertenecen a todos y que la tierra en sí misma no es de nadie8. El Discurso de Rousseau pretende advertir a la «raza humana» acerca del «impostor» o la mentira que se esconde tras la fundación de la sociedad civilizada. Presenta un modelo distinto de conocimiento, mediante el conocimiento de uno mismo a través del otro, y una concepción diferente de la civilización y de la humanidad. Estos son precisamente los aspectos que deseo destacar en la lectura del Discurso. La cuestión principal que se deriva del D iscurso sobre e l origen y los fundam entos de la desigualdad de Rousseau es, como indica el propio texto, la fuente de la desigualdad. La Academia de Dijon planteó la cuestión en un concurso en el que Rousseau participó. Al hacerlo, Rousseau no sólo propuso una crítica novedosa de la sociedad ilustrada, de las formas despóticas de gobierno, del imperialismo, y de la esclavitud, sino que replanteó de una forma novedosa la cuestión del Elombre y las ciencias humanas. Así, tal y como escribió en las primeras líneas del prefacio: La más útil y menos desarrollada de las ciencias es precisamente la del hombre, y me atrevo a sugerir que la inscripción del Templo de Delfos [conócete a ti mismo] contiene un precepto más fundamental y desafiante que todos los mamotretos de los moralistas. Por lo tanto, considero que el tema del presente discurso supone una de las más intere­ santes cuestiones que un filósofo puede examinar así como, desafortunadamente para nosotros, una de las más espinosas de resolver. Más de doscientos años después de que el humanismo renacentista dejase una marca indeleble en la filosofía europea, situando al Hombre como fuente de la creación y el valor cuyos productos merecen la articulación de un criterio de análisis autónomo, Rousseau se quejaba de la falta de desarrollo en la comprensión del Hombre. En este sentido, dado que, para Rousseau, la cuestión del origen de la desigualdad social implica una comprensión de los cambios socialmente inducidos en el «alma humana» y, por lo tanto, de los rasgos más básicos de la humanidad y el origen mismo de la sociedad, la cuestión adquiriere un papel principal en la comprensión del Hombre. El principal problema de Rousseau es que «el alma humana 8 Jacques Rousseau, A D iscourse on Inequality, Londres, Penguin Books, 1984, p. 109 [ed. cast.: D iscurso sobre el origen de la desigualdad en tre los hom bres, Barcelona, Grijalbo, 1972]. 289

El primer hombre que, tras cercar un trozo de tierra, afirmó «es mía» y se encontró<br />

con personas tan simples como para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad ci­<br />

vil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuánta miseria y horror se hubiera ahorrado la<br />

raza humana si alguien hubiera tirado abajo el cercado, hecho desaparecer la zanja y gri­<br />

tado a sus hermanos «No escuchéis a este impostor. Estamos perdidos si olvidamos que<br />

los frutos de la tierra nos pertenecen a todos y que la tierra en sí misma no es de nadie8.<br />

El Discurso de Rousseau pretende advertir a la «raza humana» acerca del «impostor»<br />

o la mentira que se esconde tras la fundación de la sociedad civilizada. Presenta<br />

un modelo distinto de conocimiento, mediante el conocimiento de uno mismo a través<br />

del otro, y una concepción diferente de la civilización y de la humanidad. Estos<br />

son precisamente los aspectos que deseo destacar en la lectura del Discurso.<br />

La cuestión principal que se deriva del D iscurso sobre e l origen y los fundam entos<br />

de la desigualdad de Rousseau es, como indica el propio texto, la fuente de la desigualdad.<br />

La Academia de Dijon planteó la cuestión en un concurso en el que Rousseau<br />

participó. Al hacerlo, Rousseau no sólo propuso una crítica novedosa de la sociedad<br />

ilustrada, de las formas despóticas de gobierno, del imperialismo, y de la<br />

esclavitud, sino que replanteó de una forma novedosa la cuestión del Elombre y las<br />

ciencias humanas. Así, tal y como escribió en las primeras líneas del prefacio:<br />

La más útil y menos desarrollada de las ciencias es precisamente la del hombre, y me<br />

atrevo a sugerir que la inscripción del Templo de Delfos [conócete a ti mismo] contiene<br />

un precepto más fundamental y desafiante que todos los mamotretos de los moralistas.<br />

Por lo tanto, considero que el tema del presente discurso supone una de las más intere­<br />

santes cuestiones que un filósofo puede examinar así como, desafortunadamente para<br />

nosotros, una de las más espinosas de resolver.<br />

Más de doscientos años después de que el humanismo renacentista dejase una<br />

marca indeleble en la filosofía europea, situando al Hombre como fuente de la creación<br />

y el valor cuyos productos merecen la articulación de un criterio de análisis autónomo,<br />

Rousseau se quejaba de la falta de desarrollo en la comprensión del Hombre.<br />

En este sentido, dado que, para Rousseau, la cuestión del origen de la<br />

desigualdad social implica una comprensión de los cambios socialmente inducidos<br />

en el «alma humana» y, por lo tanto, de los rasgos más básicos de la humanidad y el<br />

origen mismo de la sociedad, la cuestión adquiriere un papel principal en la comprensión<br />

del Hombre. El principal problema de Rousseau es que «el alma humana<br />

8 Jacques Rousseau, A D iscourse on Inequality, Londres, Penguin Books, 1984, p. 109 [ed. cast.:<br />

D iscurso sobre el origen de la desigualdad en tre los hom bres, Barcelona, Grijalbo, 1972].<br />

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