Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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durante sus estudios en el instituto de Martinica, a través de su profesor Aimé Césaire, quien había acuñado el término y presentado sus ideas en la revista La R evue Tropique, además de en su clásico R etorno al país natal. Fanón adoptó la négritude hasta tal punto que, a su regreso de la Segunda Guerra Mundial, trabajó para la elección de Aimé Césaire como alcalde de Fort-de-France bajo la candidatura comunista. Aunque Fanón ya había tomado contacto, por lo tanto, con los escritos de Senghor y las enseñanzas de Césaire durante sus años en el ly cée [instituto], no pudo evitar ser golpeado por la idea de n égritu de acuciada por el primero, cuyo auge tuvo su epicentro en 1948, durante la época de sus estudios en Lyon. Recordemos que Senghor había publicado un volumen de poesía, A nthologie d e la n ou velle p oésie n égre et m algache de langue frangaise. El volumen estaba marcado no sólo por la singularidad de su poesía, sino también por el prólogo, «Orphé Noir», escrito por Jean-Paul Sartre, un clásico sobre el que volveremos en breve. La négritude se desarrolló como un intercambio entre los negros francófonos de París y los negros estadounidenses durante la época del Renacimiento de Harlem*. De acuerdo con D. A. Masolo, En aquella época [1931-1932], un grupo de Martinica liderado por Paulette (o An- drée) Nardal fundaron y publicaron seis números de la La Revue du M onde Noir (The Black World Review), una publicación bilingüe en la que aparecieron artículos de los mayores exponentes del movimiento negro. Además del intercambio de puntos de vista, a menudo tenían lugar en París encuentros entre africanos, antillanos, e intelectuales afroamericanos de importancia [...] Así, la influencia del Renacimiento de Harlem en el nacimiento de la négritude no fue sólo desde la distancia; también fue directo, a través de contactos personales25. El objetivo de los escritores de la n égritude era rehabilitar la imagen del negro mediante la escritura o la expresión de una negritud positiva o afirmativa. El movimiento tuvo inicialmente dos facciones. Estaba el grupo de estudiantes antillanos radicales que organizaron el periódico L égitim e D éjense, que apareció en 1932. «La otra facción -en opinión de Masolo- liderada por Léon Damas de Guyana, Césaire de Martinica y Léopold Sedar Senghor de Senegal, era mucho más un movimiento * El Renacimiento de Harlem fue el reavivamiento artístico acaecido en Estados Unidos entre la comunidad negra durante la década de 1920 y principios de la de 1930, liderado por la comunidad de afroamericanos residentes en Harlem, Nueva York. La música de jazz, la literatura y la pintura resaltaron de forma significativa entre las creaciones artísticas de los principales componentes de este movimiento artístico. [N. de la T.] 25 D. A. Masolo, Ajrican P hilosophy in Search o fld en tity, Bloomington, Indiana University Press, 1994, p. 25. 244

cultural que político (al menos en sus comienzos). Mientras que para los fundadores de L égitim e D éfense la revolución política debía preceder la cultural, para Senghor y sus amigos la política no era más que un aspecto de la cultura»26. Tras la Segunda Guerra Mundial, la n égritu d e empezó a ganar influencia entre los intelectuales negros francófonos (quizá por sentimientos similares a los de Fanón tras haber luchado en la guerra y haber sido testigos de una afirmación de las prácticas raciales que la precedieron) lo que llevo a Senghor a radicalizar su posición acerca de la diferencia entre blancos y negros como punto de partida de su idea de la négritude. La culminación de estas reflexiones fue la siguiente máxima reprobable: «U ém otion est n égre com m e la raison h ellén e» [La emoción es negra como la razón es griega]27. Con este dictamen maniqueo, el mundo sigue una lógica sin fisuras que provoca, como puede comprenderse fácilmente, una inevitable e inmediata atracción. El «lugar» de Fanón estaba claro. Su juego del ratón y el gato con la Razón era debido a que su aprehensión no estaba en su «naturaleza». Su lugar estaba en el mundo de la «emoción», un mundo de «afectos», de ritmo, música y baile. Aquí encontramos seducción y narcisismo, temas de su discusión sobre la intimidad en el segundo capítulo, que vuelven en un nivel diferente de introspección. Si la blanquitud representaba lo externo, lo objetivo, el reino de la Razón, el reino del negro será radicalmente lo interno, lo subjetivo, el Reino de la Sinrazón. Fanón cita la obra de Senghor «Ce que l’homme noir apporte» [Lo que el hombre negro aporta], donde sus «secreciones» raciales, su «esencia» racial, es el ritm o (p. 119, Pn 98/BS 122)28. Por fin, piensa, ha encontrado un terreno en el que los blancos pierden, el terreno de lo irracional. Invoca el poema de Senghor, que se inspira en un leitm otiv musical salpicado de onomatopeyas, y los estereotipos de la selva contra la 27 Por desgracia esta observación se atribuye muy a menudo a Senghor sin examinar su contexto en Liberté. N égritude et hum anism e (essai), París, Editions du Seuil, 1964 [ed. cast. Libertad, negritud y humanismo, Madrid, Tecnos, 1970], donde Senghor explica la posición de Arthur de Gobineau a partir del Essai sur l’inegalité des races hum aines [ed. cast.: El problem a racial. Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, Barcelona, Librería Cervantes, 1966] con presentación de Hubert Juin, París, P. Belfond, 1967, volumen 2, capítulo 7. La verdadera opinión de Senghor es que un ser humano saludable manifiesta tanto emoción como razón. Para un debate más amplio sobre este asunto, véase Jacques Louis Hy- mans, L éopold Sédar Senghor. An Intellectual Biography, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1971. 28 Para una maravillosa elaboración de esta noción de «secreción» véase Kelly Oliver, The Colonization o f P sychic Space. A Psychoanalytic Social Theory o f Oppression, Minneapolis (Minnesota), University of Minnesota Press, 2004. Asimismo, la observación de Fanón acerca del ritmo traiciona sus sentimientos hacia la música versus la poesía escrita en la expresión de la personalidad negra. Para un debate crítico sobre esta postura, véase mi ensayo «Must Revolutionaries Sing the Blues? Thinking through Fanón and the Leitmotif of the Black Arts Movement», en Margo Crawford y Lisa Gail Collins (eds.), N ew Thoughts on the Black Arts M ovem ent, New Brunswick (Nueva Jersey), Rutgers University Press, 2005. 245

cultural que político (al menos en sus comienzos). Mientras que para los fundadores<br />

de L égitim e D éfense la revolución política debía preceder la cultural, para Senghor<br />

y sus amigos la política no era más que un aspecto de la cultura»26. Tras la Segunda<br />

Guerra Mundial, la n égritu d e empezó a ganar influencia entre los<br />

intelectuales negros francófonos (quizá por sentimientos similares a los de Fanón<br />

tras haber luchado en la guerra y haber sido testigos de una afirmación de las prácticas<br />

raciales que la precedieron) lo que llevo a Senghor a radicalizar su posición<br />

acerca de la diferencia entre blancos y negros como punto de partida de su idea de<br />

la négritude. La culminación de estas reflexiones fue la siguiente máxima reprobable:<br />

«U ém otion est n égre com m e la raison h ellén e» [La emoción es <strong>negra</strong> como la razón<br />

es griega]27. Con este dictamen maniqueo, el mundo sigue una lógica sin fisuras<br />

que provoca, como puede comprenderse fácilmente, una inevitable e inmediata<br />

atracción. El «lugar» de Fanón estaba claro. Su juego del ratón y el gato con la Razón<br />

era debido a que su aprehensión no estaba en su «naturaleza». Su lugar estaba<br />

en el mundo de la «emoción», un mundo de «afectos», de ritmo, música y baile.<br />

Aquí encontramos seducción y narcisismo, temas de su discusión sobre la intimidad<br />

en el segundo capítulo, que vuelven en un nivel diferente de introspección. Si<br />

la blanquitud representaba lo externo, lo objetivo, el reino de la Razón, el reino del<br />

negro será radicalmente lo interno, lo subjetivo, el Reino de la Sinrazón. Fanón cita<br />

la obra de Senghor «Ce que l’homme noir apporte» [Lo que el hombre negro aporta],<br />

donde sus «secreciones» raciales, su «esencia» racial, es el ritm o (p. 119, Pn<br />

98/BS 122)28. Por fin, piensa, ha encontrado un terreno en el que los blancos pierden,<br />

el terreno de lo irracional. Invoca el poema de Senghor, que se inspira en un<br />

leitm otiv musical salpicado de onomatopeyas, y los estereotipos de la selva contra la<br />

27 Por desgracia esta observación se atribuye muy a menudo a Senghor sin examinar su contexto en<br />

Liberté. N égritude et hum anism e (essai), París, Editions du Seuil, 1964 [ed. cast. Libertad, negritud y humanismo,<br />

Madrid, Tecnos, 1970], donde Senghor explica la posición de Arthur de Gobineau a partir del<br />

Essai sur l’inegalité des races hum aines [ed. cast.: El problem a racial. Ensayo sobre la desigualdad de las razas<br />

humanas, Barcelona, Librería Cervantes, 1966] con presentación de Hubert Juin, París, P. Belfond,<br />

1967, volumen 2, capítulo 7. La verdadera opinión de Senghor es que un ser humano saludable manifiesta<br />

tanto emoción como razón. Para un debate más amplio sobre este asunto, véase Jacques Louis Hy-<br />

mans, L éopold Sédar Senghor. An Intellectual Biography, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1971.<br />

28 Para una maravillosa elaboración de esta noción de «secreción» véase Kelly Oliver, The Colonization<br />

o f P sychic Space. A Psychoanalytic Social Theory o f Oppression, Minneapolis (Minnesota), University<br />

of Minnesota Press, 2004. Asimismo, la observación de Fanón acerca del ritmo traiciona sus sentimientos<br />

hacia la música versus la poesía escrita en la expresión de la personalidad <strong>negra</strong>. Para un debate crítico<br />

sobre esta postura, véase mi ensayo «Must Revolutionaries Sing the Blues? Thinking through Fanón and<br />

the Leitmotif of the Black Arts Movement», en Margo Crawford y Lisa Gail Collins (eds.), N ew<br />

Thoughts on the Black Arts M ovem ent, New Brunswick (Nueva Jersey), Rutgers University Press, 2005.<br />

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