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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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por ejemplo, en la República Dominicana, la ley declara que los dominicanos son<br />

una población compuesta por blancos e indígenas americanos, todo ello a pesar<br />

del genocidio perpetrado por los conquistadores españoles contra los indígenas<br />

desde los tiempos de Colón. En efecto, el argumento es que no hay m ulatos en República<br />

Dominicana. Debemos tener en cuenta que la palabra m ulato procede del<br />

latín mulus, que significa «muía», y se refiere al cruce de los blancos (caballos) con<br />

los «negros» (burros). La referencia a la muía ilustra la forma de autoengaño que<br />

impregna las sociedades anti<strong>negra</strong>s: estos cruces raciales producen una descendencia<br />

estéril. Podemos imaginar las fuerzas sociales ontológicas amenazadas por el<br />

«mulato fértil», lo que en sí mismo parece una contradicción en los términos. Algunas<br />

comunidades tratan de resolver la contradicción mediante la pura identificación<br />

con los blancos. En Puerto Rico, por ejemplo, existen muchos poemas con el<br />

estribillo: «Dices que eres blanco, pero ¿dónde está tu abuela?»*, lo que alude a la<br />

historia de la inyección de blanquitud en la población <strong>negra</strong>, que al tiempo contradice<br />

la reivindicación de pureza (blanca) y nos presenta una memoria nada poética<br />

de dicho pasado. Algo interesante del refrán puertorriqueño es su ausencia de simetría;<br />

uno no pregunta, en otras palabras, por el origen de su «abuelo» negro.<br />

Muchos mulatos se enfrentan con una convención social implícita al ocultar, no<br />

sólo la existencia de un antepasado reciente negro, sino también que la unión con<br />

un antepasado blanco se dio a menudo sin la bendición convencional del matrimonio.<br />

El número de mujeres <strong>blancas</strong> que tuvieron relaciones con varones negros<br />

ocultas por la blanquitud morfológica de sus hijos durante esos tiempos corrobora<br />

este aspecto en la medida en que ellas, a diferencia de sus contrapartes femeninas<br />

<strong>negra</strong>s, tenían razones para autentificar la blanquitud de su descendencia reclamando<br />

pureza en lugar de mezcla.<br />

Capécia, observa Fanón, no podía describir la belleza de su amado más allá del<br />

hecho de que fuera rubio, con los ojos azules, y blanco. Señala que su infancia parecía<br />

presagiar el nacimiento de una mujer de acción. De niña, trató de «ennegrecer»<br />

el mundo arrojando tinta sobre los niños de piel clara y blancos que la insultaban.<br />

* En realidad se trata de un solo poema (por otra parte muy popular) del músico y poeta puertorriqueño<br />

Fortunato Vizcarrondo (1895-1977), cuyo título es «Y tu agüela, ¿aónde ejta?» y que dice así:<br />

«¿Y tu agüela, aonde ejtá?/ Ayé me dijite negro/ Y hoy te boy a contejtá: / Mi mai se sienta en la sala.<br />

/ ¿Y tu agüela, aonde ejtá? / Yo tengo el pelo’e caíyo: / El tuyo ej seda namá; / Tu pai lo tiene bien la-<br />

sio, / ¿Y tu agüela, aonde ejtá? / Tu coló te salió blanco / Y la mejiya rosá; / Loj lábioj loj tiénej finoj...<br />

/ ¿Y tu agüela, aonde ejtá? / ¿Disej que mi bemba ej grande / Y mi pasa colorá? / Pero dijme, por la<br />

binge, / ¿Y tu agüela, aonde ejtá? / Como tu nena ej blanquita / La sacaj mucho a pasiá... / Y yo con<br />

ganae grítate / ¿Y tu agüela, aonde ejtá? / A ti te gujta el fojtrote, / Y a mi brujea maniguá. / Tú te laj<br />

tiraj de blanco / ¿Y tu agüela, aonde ejtá? / Erej blanquito enchapao / Que dentraj en sosiedá, / Temiendo<br />

que se conozca / La mamá de tu mamá». [N. de la T.]<br />

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