Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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A pesar de que Sartre defiende una transparencia imposible, para él tal ideal irrealizable conserva la idealidad y la potencialidad infinita del deseo mismo. Por supuesto, «el honor del hombre y de la mujer» los mantiene en relaciones diferenciadas, articula y preserva la diferencia, pero hace aún más que eso. Si la emasculación es el símbolo de la deshumanización, entonces lo masculino representa la supuesta norma de la humanización. Dicha norma diferencial sólo puede llegar a deshumanizar en su debido momento, de modo que si, en estas extrañas confesiones finales, Fanón y Sartre conceden mutuamente que existe un tocar y una forma de complacencia que establece una relación con un «tú», entonces daría la impresión de que en lugar de una lucha a través de la cual prevalecerá finalmente una comunidad masculina, hallamos un pronombre abierto precisamente en cuestión de género. Fue Arendt quien sugirió que en la pregunta, «¿quién eres tú?», se encuentra el fundamento de la democracia participativa12. Partiendo de esta base, la filósofa feminista italiana Adriana Cavarero llama a una rehabilitación del «vosotros» en el corazón de la política13. Bien podría el «vosotros» llegar a ocupar el lugar del «hombre» en la búsqueda de un ser humano más allá del horizonte establecido por el humanismo. Si existe una relación entre este «vosotros» que intento conocer, cuyo género no puede determinarse, cuya nacionalidad no puede presuponerse, y que me obliga a renunciar a la violencia, entonces esta forma de tratamiento articula un deseo no sólo por un futuro libre de violencia, sino por una nueva concepción del ser humano en la que otro tipo de contacto, diferente del que propicia la violencia, representaría la condición previa de dicha creación. NOTA: La autora desea expresar la enorme gratitud que siente hacia Coleen Pearl y Amy Huber por el apoyo editorial que le han prestado. 12 Hannah Arendt, The Human C ondition, Chicago, University of Chicago Press, 1958, p. 183 [ed. cast.: La condición humana, Barcelona, Paidós, 1993]. 13 Adriana Cavarero, Relating Narratives. Story-Tellíng and Selfhood, Londres, Routledge, 2000, pp. 90-91: «El tú viene antes del nosotros, antes del vosotros y antes del ellos. De modo sintomático, el tú es un término que no se encuentra cómodo en los desarrollos modernos y contemporáneos de la ética y de la política. El tú es ignorado por las doctrinas individualistas, que están demasiado preocupadas en ensalzar los derechos del yo, y el tú se enmascara tras una forma kantiana de la ética que únicamente es capaz de poner en escena un yo que se dirige a sí mismo como a un tú familiar. El tú tampoco encuentra su lugar en las escuelas de pensamiento a las que se opone el individualismo: la mayor parte de estas escuelas revelan estar afectadas por un vicio moralizador, que, con el fin de evitar precipitarse en la decadencia del yo, elude la cercanía del tú, y privilegia los pronombres colectivos y plurales. Es más, muchos movimientos revolucionarios (que oscilan desde el comunismo tradicional al feminismo de la hermandad) parecen compartir un curioso código lingüístico basado en la moralidad intrínseca de los pronombres. El nosotros es siempre positivo, el vosotros constituye un posible aliado, el ellos tiene que enfrentarse a un contrincante, el yo resulta indecoroso, y el tú, por supuesto, superfluo». 216

Introducción A través de la zona del no ser* Una lectura de Piel negra, máscaras blancas en la celebración del octogésimo aniversario del nacimiento de Fanón Lewis R. Gordon Fanón fue un escritor cargado de ironía que luchó contra la compleja cuestión de la razón paradójica y de la historia paradójica. La identificación moderna de la «Razón» y de la «Historia» con todo lo europeo representó un fracaso que requirió de un auto- engaño con respecto a su alcance. Dicho de otro modo, Europa trató de convertirse en ontológica, pretendía ser eso que los dialécticos llaman el «Ser Absoluto», el cual se interponía en el camino del ser humano o de una manera humana de ser. Se presentaba, por lo tanto, como una teodicea. Esta disciplina trata de dar cuenta de la compatibilidad de la omnipotencia, la omnisciencia y la bondad de Dios con la injusticia y el mal. El problema puede formularse de diversas maneras: si Dios tiene el poder de hacer algo contra la injusticia y el mal, ¿por qué motivo no lo hace? Si Dios es el creador de todo, y si Dios es perfecto, ¿cómo puede crear seres imperfectos (y a menudo malignos)? Si Dios sabe lo que va a ocurrir, ¿cómo es que seguimos insistiendo en su bondad, si conoce de antemano las consecuencias de su creación? Los intentos clásicos de resolver este problema han sido numerosos, y sin duda el más influyente es el de San Agustín en La ciudad de Dios, según el cual el amor de Dios por la humanidad requiere la libertad humana, y la libertad requiere la posibilidad de hacer el bien o el mal. Este mismo problema aparece en tradiciones distintas a la occidental. Así, entre los Akan de Ghana surge el mismo dilema, y de hecho filósofos como Kwame Gyekye1 * Publicado origninalmente en The C. L. R. ]am es Journal XI, 1, verano de 2005, pp. 1-43. 1 Véase Kwame Gyekye, An Essay on African Philosophy. The Akan C onceptual Schem e, Filadelfia, Temple University Press, pp. 126-128. 217

Introducción<br />

A través de la zona<br />

del no ser*<br />

Una lectura de <strong>Piel</strong> <strong>negra</strong>,<br />

<strong>máscaras</strong> <strong>blancas</strong><br />

en la celebración del<br />

octogésimo aniversario<br />

del nacimiento de Fanón<br />

Lewis R. Gordon<br />

Fanón fue un escritor cargado de ironía que luchó contra la compleja cuestión de la<br />

razón paradójica y de la historia paradójica. La identificación moderna de la «Razón»<br />

y de la «Historia» con todo lo europeo representó un fracaso que requirió de un auto-<br />

engaño con respecto a su alcance. Dicho de otro modo, Europa trató de convertirse en<br />

ontológica, pretendía ser eso que los dialécticos llaman el «Ser Absoluto», el cual se interponía<br />

en el camino del ser humano o de una manera humana de ser. Se presentaba,<br />

por lo tanto, como una teodicea. Esta disciplina trata de dar cuenta de la compatibilidad<br />

de la omnipotencia, la omnisciencia y la bondad de Dios con la injusticia y el mal.<br />

El problema puede formularse de diversas maneras: si Dios tiene el poder de hacer<br />

algo contra la injusticia y el mal, ¿por qué motivo no lo hace? Si Dios es el creador<br />

de todo, y si Dios es perfecto, ¿cómo puede crear seres imperfectos (y a menudo malignos)?<br />

Si Dios sabe lo que va a ocurrir, ¿cómo es que seguimos insistiendo en su bondad,<br />

si conoce de antemano las consecuencias de su creación? Los intentos clásicos de<br />

resolver este problema han sido numerosos, y sin duda el más influyente es el de San<br />

Agustín en La ciudad de Dios, según el cual el amor de Dios por la humanidad requiere<br />

la libertad humana, y la libertad requiere la posibilidad de hacer el bien o el mal.<br />

Este mismo problema aparece en tradiciones distintas a la occidental. Así, entre los<br />

Akan de Ghana surge el mismo dilema, y de hecho filósofos como Kwame Gyekye1<br />

* Publicado origninalmente en The C. L. R. ]am es Journal XI, 1, verano de 2005, pp. 1-43.<br />

1 Véase Kwame Gyekye, An Essay on African Philosophy. The Akan C onceptual Schem e, Filadelfia,<br />

Temple University Press, pp. 126-128.<br />

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