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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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manismo que requiere, bajo dichas circunstancias sociales, de la violencia para materializarse.<br />

Escribe, «ninguna ternura puede borrar las marcas de la violencia, sólo<br />

la propia violencia puede destruirlas» (ibid.)5. Por supuesto, debemos preguntarnos<br />

si la propia violencia, supuestamente capaz de borrar las marcas de la violencia, no<br />

produce simplemente más marcas como ésas, dejando a su paso nuevos legados de<br />

violencia.<br />

Por otra parte, ¿no eran esas mismas cicatrices y cadenas necesarias para promover<br />

la revolución? Las cicatrices y cadenas servían a un doble propósito: en primer<br />

lugar, devolvían al europeo el reflejo de las consecuencias de su fallido humanismo,<br />

de la exportación de su dominación colonial; en segundo lugar, se suponía<br />

que éstas animaban en la Historia la inexorable lógica de la descolonización, pero<br />

en este momento pasan a considerarse precisamente como aquello que se supone<br />

que será «borrado» a través de las acciones violentas que llevan a término dicha<br />

descolonización. Estas cicatrices y cadenas sirven como espejos para los europeos,<br />

sirven como motores históricos para el colonizado, pero al final son negadas, cuando<br />

no completamente transformadas, a través de las acciones que conducen a la<br />

autocreación. Los dicta existenciales a partir de los cuales es posible conocerse y<br />

crearse a uno mismo hacen de este modo aparición hacia el final del provocativo<br />

prefacio de Sartre, en el momento en que éste afirma que las acciones violentas<br />

perpetradas por el colonizado acaban por instituirle como sujeto existencial par ex-<br />

celley ce: «Cuando su cólera se desborda, redescubre la inocencia perdida y llega a<br />

conocerse a sí mismo en que es él quien crea su propio yo» (p. 21). Por supuesto,<br />

es éste un curioso modo de hacerse a uno mismo, desde el momento que la violencia<br />

parece estar provocada por un desarrollo dialéctico históricamente inevitable;<br />

si bien en Sartre esta forma de determinismo no se ha reconciliado todavía con la<br />

teoría de la autoconstitución, y la tensión existente entre sendas posturas acaba por<br />

acarrear repercusiones importantes.<br />

Sartre comenzaba su prefacio con un reparto de pronombres guiado por una estricta<br />

división del trabajo. Fanón hablará al colonizado; Sartre hablará al europeo,<br />

especialmente al hombre liberal de Francia que se considera distanciado moral y<br />

políticamente de los acontecimientos que tienen lugar en Argelia y en las colonias<br />

francesas. Sartre no hablará al colonizado, y suponemos que ello responde a que no<br />

quiere situarse en una posición moralmente didáctica. Sugiere que los europeos escuchen,<br />

y que al escuchar de primera mano la conversación experimentarán su estatus<br />

marginal. Ahora bien, Sartre caracterizará la violencia del colonizado a través de<br />

5 Véase Walter Benjamin sobre la violencia divina que oblitera los vestigios de culpa en «The Mea-<br />

ning of Time in the Moral Universe», en W alter Benjam in. S elected W ritings Volume 1, 1913-1926,<br />

Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press, 1996, pp. 286-287.<br />

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