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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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pectiva de la comunión humana que describe Adler2, sino, más sencillamente, porque<br />

es el Otro quien lo afirma en su necesidad de valorización.<br />

Ahora que hemos encontrado la línea de orientación adleriana del antillano, nos<br />

queda investigar el origen.<br />

Aquí aparecen las dificultades. En efecto, Adler ha creado una psicología individual.<br />

Pero nosotros acabamos de ver que el sentimiento de inferioridad es antillano.<br />

No es tal o cual antillano el que presenta la estructura del neurótico, sino todos los<br />

antillanos. La sociedad antillana es una sociedad neurótica, una sociedad «comparación».<br />

Por tanto se nos remite del individuo a la estructura social. Si hay un vicio,<br />

no reside en el «alma» del individuo, sino más bien en la del ambiente.<br />

El martinicano es un neurótico y no lo es. Si aplicamos rigurosamente las conclusiones<br />

de la escuela adleriana, diríamos que el negro intenta protestar contra la<br />

inferioridad que experimenta históricamente. Como el negro, en toda época, ha<br />

sido un inferior, trata de reaccionar mediante un complejo de superioridad. Esto es<br />

lo que se deduce del libro de Brachfeld. Hablando del sentimiento de inferioridad<br />

racial, el autor cita una obra española de Andrés de Claramonte, El valiente negro<br />

en Flandes. Se puede ver que la inferioridad del negro no data de este siglo, pues<br />

Claramonte es contemporáneo de Lope de Vega:<br />

Sólo la color le falta<br />

para caballero3.<br />

Y el n egro Juan de Mérida se expresa así:<br />

¡ Que ser negro en el mundo infamia sea!<br />

¿Por ventura los negros no son hombres?<br />

¿Tienen alma más vil, más torpe y fea,<br />

y por ello les dan bajos renombres? [...]<br />

con la infamia del color acabo,<br />

y mi valor al mundo significo.<br />

¿Es tan vil un negro?4<br />

El pobre Juan ya no sabe a qué santo encomendarse. Normalmente el negro es<br />

un esclavo. Su posición no se parece en nada<br />

pues aunque negro soy, no he sido esclavo5.<br />

2 Alfred Adler, M enschenkenntnis, cit.<br />

3 Andrés de Claramonte, El valiente negro en Flandes [1638], Universidad de Alcalá, 1997, p. 29.<br />

4 Ibid., p. 32.<br />

5 Ibid.<br />

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