Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe
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Abajo los judíos. En este caso son los más agresivos. Como aquel enfermo de Baruk aquejado de delirio persecutorio que, viéndole un día con la estrella amarilla le mira con desdén y le grita: «¿Ah, sí? Pues yo, señor, soy francés». Y esta otra: «En tratamiento en la consulta de nuestro colega, el doctor Daday, se encuentra en un pabellón donde uno de sus correligionarios había sido objeto de burlas y reflexiones desagradables por parte de otros enfermos. Una enferma no judía había salido en su defensa. La primera enferma trata entonces a la que había defendido a los judíos con desprecio y le lanza a la cara todas las calumnias antisemitas pidiendo que se la librara de esa judía»46. Tenemos aquí un buen ejemplo de fenómeno reaccional. El judío, para reaccionar contra el antisemitismo, se hace antisemita. Es lo que muestra Sartre en Le sur- sis, donde Birnenschatz llega a vivir su negación con una intensidad que roza el delirio. Veremos que la palabra no es demasiado fuerte. Los estadounidenses que vienen a París se sorprenden de ver a tantas blancas acompañadas por negros. En Nueva York, Simone de Beauvoir, paseando con Richard Wright, fue reprendida por una anciana. Sartre decía: aquí es el judío, en otras partes el negro. Lo que hace falta es un chivo expiatorio. Baruk no dice otra cosa: «La liberación de los complejos de odio sólo se obtendrá si la humanidad sabe renunciar al complejo de chivo expiatorio». La Falta, la Culpabilidad, la negación de esa culpabilidad, la paranoia, nos encontramos en terreno homosexual. En resumen, lo que otros han descrito en encaso de los judíos se aplica perfectamente al negro47. Bien-Mal, Hermoso-Feo, Blanco-Negro: esas son las parejas características del fenómeno que, retomando una expresión de Dide y Guiraud, llamaremos «mani- queísmo delirante»48. No ver sino un tipo de negro, asimilar el antisemitismo a la negrofobia, estos parecen ser los errores de análisis que aquí cometemos. Alguien a quien hablamos de este trabajo nos preguntó a qué esperábamos. Después del estudio decisivo de Sartre, Qu’est-ce que la littérature? (Situations II), la literatura se compromete cada vez más en la única tarea verdaderamente actual, que es introducir a la colectividad en la reflexión y la mediación: este trabajo querría ser un espejo de la infraestructura progresiva, donde podría encontrarse el negro en vías de desalienación. 46 H. Baruk, Précis depsychiatri. Clinique, psichophysiologie, therapeutique, cit., pp. 372-373. 4/ En este sentido ha escrito Marie Bonaparte (M ythes de guerre, París, PUF, p. 145, n.° 1): «Los antisemitas proyectan sobre el judío, atribuyen al judío, todos sus malos instintos más o menos inconscientes [...]. Así los descargan sobre sus espaldas, se lavan ellos mismos y aparecen a sus propios ojos con una limpieza impecable. El judío se presta de maravilla para ser una proyección del Diablo [...]. Los negros de América asumen también esta función de fijación [...]». 48 Maurice Dide y Paul Guiraud, Psychiatrie du m édecin praticien, París, Masson, 1922, p. 164. 158
Cuando ya no hay un «mínimo humano» no hay ya cultura. Me importa poco saber que el «m untu es Fuerza» entre los bantúes49 o, al menos, podría haberme interesado, si no fuera por determinados detalles que me molestan. ¿Qué significan estas meditaciones sobre la ontología bantú cuando se lee en otra parte: Cuando 75.000 mineros negros se pusieron en huelga en 1946, la policía nacional los obligó con disparos y bayonetas a retomar el trabajo. Hubo veinticinco muertos y miles de heridos. Smuts estaba en esa época a la cabeza del gobierno y era delegado en la Conferencia de Paz. En las granjas blancas los trabajadores negros viven casi como siervos. Pueden llevar a sus familias, pero ningún hombre puede abandonar la granja sin la autorización del amo. Si lo hace, se advierte a la policía y es traído de vuelta por la fuerza y azotado... En virtud de la Ley sobre la administración indígena, el gobernador general, en tanto jefe supremo, tiene poderes autocráticos sobre los africanos. Puede, mediante proclama, detener y encarcelar a cualquier africano que juzgue peligroso para la tranquilidad pú blica. Puede prohibir en cualquier sector indígena las reuniones de más de diez perso nas. No hay babeas corpus para los africanos. En cualquier momento se efectúan arrestos en masa sin orden judicial. Las poblaciones no blancas de Sudáfrica están en un callejón sin salida. Todas las for mas modernas de la esclavitud les impiden escapar de esta plaga. Para el africano en par ticular, la sociedad blanca ha quebrado su antiguo mundo sin darle uno nuevo. Ha des truido las bases tribales tradicionales de su existencia y obstaculiza el camino del futuro después de cerrar el camino del pasado... El apartheid pretende prohibirle (al negro) que participe en la historia moderna en tanto fuerza independiente y libre50. Nos disculpamos por este largo extracto, pero permite hacer evidentes algunas posibilidades de errores cometidos por los negros. Alioune Diop, por ejemplo, en su introducción a La philosophie bantoue, señala que la ontología bantú no conoce esa miseria metafísica de Europa. La inferencia que deduce es, en todo caso, peligrosa: La doble cuestión que se plantea es saber si el genio negro debe cultivar eso que cons tituye su originalidad, esa juventud del alma, ese respeto innato por el hombre y lo crea do, esa alegría de vivir, esa paz que no es para nada desfiguración del hombre impuesta y sufrida por higiene moral, sino armonía natural con la majestuosidad feliz de la vida 1...]. Nos preguntamos también lo que el negro puede aportar al mundo moderno [...]. Lo que 49 Rev. padre Placide Tempels, La philosophie bantoue, Elisabethville, Lovaina, 1949. 50 I. R. Skine, «A partheid en Afrique du Sud», Les Temps M odernes, julio de 1950. 159
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en la consulta de nuestro colega, el doctor Daday, se encuentra en un pabellón<br />
donde uno de sus correligionarios había sido objeto de burlas y reflexiones desagradables<br />
por parte de otros enfermos. Una enferma no judía había salido en su<br />
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con desprecio y le lanza a la cara todas las calumnias antisemitas pidiendo que se la<br />
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Tenemos aquí un buen ejemplo de fenómeno reaccional. El judío, para reaccionar<br />
contra el antisemitismo, se hace antisemita. Es lo que muestra Sartre en Le sur-<br />
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Veremos que la palabra no es demasiado fuerte. Los estadounidenses que<br />
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Nueva York, Simone de Beauvoir, paseando con Richard Wright, fue reprendida<br />
por una anciana. Sartre decía: aquí es el judío, en otras partes el negro. Lo que hace<br />
falta es un chivo expiatorio. Baruk no dice otra cosa: «La liberación de los complejos<br />
de odio sólo se obtendrá si la humanidad sabe renunciar al complejo de chivo<br />
expiatorio».<br />
La Falta, la Culpabilidad, la negación de esa culpabilidad, la paranoia, nos encontramos<br />
en terreno homosexual. En resumen, lo que otros han descrito en encaso<br />
de los judíos se aplica perfectamente al negro47.<br />
Bien-Mal, Hermoso-Feo, Blanco-Negro: esas son las parejas características del<br />
fenómeno que, retomando una expresión de Dide y Guiraud, llamaremos «mani-<br />
queísmo delirante»48.<br />
No ver sino un tipo de negro, asimilar el antisemitismo a la negrofobia, estos parecen<br />
ser los errores de análisis que aquí cometemos. Alguien a quien hablamos de<br />
este trabajo nos preguntó a qué esperábamos. Después del estudio decisivo de Sartre,<br />
Qu’est-ce que la littérature? (Situations II), la literatura se compromete cada vez<br />
más en la única tarea verdaderamente actual, que es introducir a la colectividad en<br />
la reflexión y la mediación: este trabajo querría ser un espejo de la infraestructura<br />
progresiva, donde podría encontrarse el negro en vías de desalienación.<br />
46 H. Baruk, Précis depsychiatri. Clinique, psichophysiologie, therapeutique, cit., pp. 372-373.<br />
4/ En este sentido ha escrito Marie Bonaparte (M ythes de guerre, París, PUF, p. 145, n.° 1): «Los<br />
antisemitas proyectan sobre el judío, atribuyen al judío, todos sus malos instintos más o menos inconscientes<br />
[...]. Así los descargan sobre sus espaldas, se lavan ellos mismos y aparecen a sus propios ojos<br />
con una limpieza impecable. El judío se presta de maravilla para ser una proyección del Diablo [...].<br />
Los negros de América asumen también esta función de fijación [...]».<br />
48 Maurice Dide y Paul Guiraud, Psychiatrie du m édecin praticien, París, Masson, 1922, p. 164.<br />
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