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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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Si queremos responder correctamente, estamos obligados a recurrir a la noción de<br />

catarsis colectiva. En toda sociedad, en toda colectividad, existe, debe existir, un canal,<br />

una puerta de salida por la que las energías acumuladas bajo forma de agresividad,<br />

puedan ser liberadas. A eso se dirigen los juegos en las instituciones para niños, los<br />

psicodramas en las curas colectivas y, de una forma más general, los semanarios ilustrados<br />

para los jóvenes. Cada tipo de sociedad exige, naturalmente, una forma de catarsis<br />

determinada. Las historias de Tarzán, de exploradores de doce años, de Mickey,<br />

y todas las revistas ilustradas, persiguen una verdadera represión de la agresividad colectiva.<br />

Son revistas escritas por los blancos, destinadas a pequeños blancos. Pero el<br />

drama se sitúa aquí. En las Antillas, y nosotros tenemos muchas razones para pensar<br />

que la situación es análoga es las otras colonias, jóvenes indígenas devoran las mismas<br />

historias ilustradas. Y el Lobo, el Diablo, El Genio Malo, el Mal, el Salvaje están siempre<br />

representados por un negro o un indio y, como siempre hay una identificación con<br />

el vencedor, el pequeño negro se hace explorador, aventurero, misionero «que se arriesga<br />

a ser comido por los malvados negros», tan fácilmente como el pequeño blanco. Se<br />

nos dirá que esto no es muy importante; pero es porque no se ha reflexionado en absoluto<br />

sobre el papel de estos tebeos. He aquí lo que dice sobre ellos G. Legman:<br />

Con pocas excepciones, todo niño estadounidense que en 1938 tuviera entre seis y<br />

doce años habrá absorbido un estricto mínimo de 18.000 escenas de tortura feroz y de<br />

violencia sanguinaria [...]. Los estadounidenses son el único pueblo moderno, con la'ex-<br />

cepción de los bóers, que, recuerde la humanidad, ha barrido totalmente del suelo en el<br />

que se ha instalado a la población autóctona6. Sólo Estados Unidos podía entonces tener<br />

una mala conciencia nacional que aplacar forjando el mito del «Bad Injun»7 para poder<br />

enseguida reintroducir la figura histórica del honorable <strong>Piel</strong> Roja que defiende sin éxito<br />

su suelo contra los invasores armados de biblias y fusiles; el castigo que merecemos sólo<br />

puede ser evitado negando la responsabilidad del mal, devolviendo la culpa a la víctima;<br />

probando (al menos ante nuestros ojos) que al golpear el primer y único golpe actuába­<br />

mos simplemente en legítima defensa [...].<br />

Contemplando las repercusiones de estas historias ilustradas sobre la cultura<br />

americana, el autor escribe además:<br />

Sigue abierta la cuestión de saber si esta fijación maníaca por la violencia y la muerte<br />

sustituye a una sexualidad censurada o si no tiene más bien por función el canalizar, por<br />

6 De pasada señalemos que el Caribe ha sufrido la misma suerte a manos de aventureros españoles<br />

y franceses.<br />

7 Deformación peyorativa de «Bad Indian».<br />

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