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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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Cuando leí esa página sentí que me robaban mi última oportunidad. Declaré a<br />

mis amigos: «La generación de los jóvenes poetas negros acaba de llevarse un golpe<br />

que no perdona». Habíamos recurrido a un amigo de los pueblos de color y a<br />

este amigo no se le había ocurrido nada mejor que mostrar la relatividad de sus<br />

acciones. Por una vez ese hegeliano nato había olvidado que la conciencia necesita<br />

perderse en la noche de lo absoluto, única condición para llegar a la conciencia<br />

de sí. Contra el racionalismo, él recordaba el lado negativo, pero olvidando que<br />

esa negatividad extrae su valor de una absolutidad casi sustancial. La conciencia<br />

comprometida en la experiencia ignora, debe ignorar las esencias y las determinaciones<br />

de su ser.<br />

«Orphée noir» es un hito en la intelección del existir negro. Y el error de Sartre<br />

ha sido no solamente querer ir a la fuente de la fuente, sino, en cierto modo, secar<br />

esa fuente:<br />

¿Se agotará la fuente de la poesía? ¿O más bien el gran río negro coloreará a pe­<br />

sar de todo, el mar en el que se precipita? No importa: a cada época su poesía; en<br />

cada época, las circunstancias de la historia eligen una nación, una raza, una clase<br />

para retomar la antorcha, creando situaciones que sólo pueden expresarse o sobrepa­<br />

sarse por la Poesía; y a veces el impulso poético coincide con el impulso revoluciona­<br />

rio y a veces divergen. Saludemos hoy la ocasión histórica que permitirá a los negros<br />

lanzar «el gran grito negro con tal firmeza que los cimientos del mundo se conmove­<br />

rán» (Césaire)19.<br />

Y resulta que no soy yo quien crea un sentido para mí, sino que el sentido estaba<br />

allí, preexistente, esperándome. No es con mi miseria de mal negro, mis dientes de<br />

mal negro, mi hambre de mal negro con lo que modelo una antorcha para prender el<br />

fuego que incendiará este mundo, sino que la antorcha ya estaba allí, esperando esta<br />

ocasión histórica.<br />

En términos de conciencia, la conciencia <strong>negra</strong> se da como densidad absoluta,<br />

como plena de ella misma, etapa preexistente a toda grieta, a toda abolición de sí<br />

por el deseo. Jean-Paul Sartre, en este estudio, ha destruido el entusiasmo negro.<br />

Contra el devenir histórico se podía oponer la imprevisibilidad. Yo necesitaba perderme<br />

en la negritud absolutamente. Puede que un día, en el seno de este romanticismo<br />

desgraciado...<br />

En cualquier caso, yo necesitaba ignorar. Aquella lucha, aquella recaída debía revestir<br />

un aspecto terminado. No hay nada más desagradable que estas frases: «Ya<br />

cambiarás, pequeño; cuando era joven, yo también... ya verás, todo pasa».<br />

19 Ibid., p. xlix.<br />

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