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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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Había leído bien. Era odio. Yo era odiado, detestado, despreciado, no por el vecino<br />

de enfrente o un primo materno, sino por toda una raza. Estaba abocado a<br />

algo irracional. Los psicoanalistas dicen que para el niño no hay nada más traumático<br />

que el contacto con lo racional. Yo, personalmente, diría que para un hombre<br />

que no tiene otra arma que la razón, no hay nada más neurótico que el contacto<br />

con lo irracional.<br />

Sentí nacer en mí hojas de cuchillo. Tomé la decisión de defenderme. Como buen<br />

táctico, quise racionalizar el mundo, mostrarle al blanco que estaba equivocado.<br />

En el judío, dice Jean-Paul Sartre, hay «una especie de imperialismo apasionado<br />

de la razón, porque no solamente quiere convencer de que está en lo cierto, sino<br />

que su objetivo es persuadir a sus interlocutores de que el racionalismo tiene un valor<br />

absoluto e incondicionado. Se considera un misionero de lo universal; frente a la<br />

universalidad de la religión católica, de la que está excluido, quiere establecer la “catolicidad”<br />

de lo racional, instrumento para esperar el verdadero lazo espiritual entre<br />

los hombres»4.<br />

Y, añade el autor, aunque hay judíos que hacen de la intuición la categoría fundamental<br />

de su filosofía, su intuición<br />

no se parece en nada al espíritu de finura pascaliana: el judío considera ese espíritu de fi­<br />

nura, incontestable y conmovedor, fundado sobre mil percepciones, su peor enemigo.<br />

Eji cuanto a Bergson, su filosofía ofrece el aspecto curioso de una doctrina antiintelec-<br />

tualista construida enteramente por la inteligencia más razonadora y más crítica. Esta­<br />

blece argumentando la existencia de una pura duración, de una intuición filosófica; y esa<br />

misma intuición, que descubre la duración o la vida, es universal en tanto que cualquie­<br />

ra puede practicarla y aspira a lo universal puesto que sus objetos pueden ser nombrados<br />

y concebidos5.<br />

Con ardor me puse a inventariar, a sondear el entorno. A merced de los tiempos<br />

habíamos visto a la religión católica justificar y después condenar la esclavitud y las<br />

discriminaciones. Pero al relacionarlo todo con la noción de dignidad humana se reventaba<br />

el prejuicio. Los científicos, tras muchas reticencias, habían admitido que el<br />

negro era un ser humano; in vivo e in vitro el negro se había revelado análogo al blanco;<br />

misma morfología, misma histología. La razón se aseguraba la victoria sobre todos<br />

los planos. Me reintegraba entre los congregados. Pero tuve que desengañarme.<br />

La victoria jugaba al gato y al ratón; se burlaba de mí. Como decía el otro, cuando<br />

estoy allí, ella no está, cuando ella está yo ya no estoy. En el plano de las ideas es­<br />

4 J.-P. Sartre, R éflexions sur la question juive, cit., pp. 146-147.<br />

5 Ibid., pp. 149-150.<br />

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