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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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Hay que decirlo, en ciertos momentos el socius es más importante que el hombre.<br />

Recuerdo a P. Naville escribiendo: «Hablar de los sueños de la sociedad como sueños<br />

del individuo, de las voluntades de poder colectivas como instintos sexuales<br />

personales, es invertir una vez más el orden natural de las cosas porque, por el contrario,<br />

son las condiciones económicas y sociales de las luchas de clases las que ex-<br />

Baron me dice: “Este es el medio que te enseñará a aceptar lo que acabo de decirte que declares”. El<br />

señor Barón ordenó a un senegalés que “me hiciera como a los otros”. Me puso de rodillas, con los<br />

puños abiertos, después cogió una tenaza de madera y atrapó mis dos manos; después, estando de rodillas<br />

y con mis manos atrapadas, puso sus pies sobre mi nuca y me hundió la cabeza en el barril.<br />

Cuando vio que estaba a punto de desmayarme levantó el pie para dejarme tomar aire de nuevo. Y así<br />

se repitió hasta que quedé totalmente extenuado. Entonces dijo: “Llevadlo fuera y golpeadlo”. El senegalés<br />

se sirvió de tendones de buey, pero el señor Barón entró en la sala de tortura y participó per-<br />

soaalmente déla ñagelac'lón. Aquello duró, creo, quince minutos al término délos cuales declaré gue<br />

no podía soportarlo más, porque, a pesar de mi juventud era insoportable. Entonces me dijo: “Tendrás<br />

que admitir lo que acabo de decirte!”. “No, señor director, eso no es cierto”. En ese momento<br />

me hicieron entrar en la habitación de tortura. Llamó a otro senegalés, porque con uno no bastaba, y<br />

le dio la orden de colgarme por los pies y meterme en el barril hasta el pecho. Y lo hicieron muchas<br />

veces. Al final, me dije: “¡Es demasiado! ¡Dejadme hablar con el señor Barón!”, y le dije: “Pido al<br />

menos un trato digno de Francia, señor director», y él me contestó: “¡Este es el trato de Francia!”.<br />

Como no podía más le dije: “Acepto pues la primera parte de su declaración”. El señor Barón me<br />

contestó: “No, no quiero la primera parte, la quiero toda”. “Entonces mentiría”. “Mentira o no, tienes<br />

que aceptar lo que digo”».<br />

La declaración continúa:<br />

«Inmediatemente, el señor Barón dice: “Aplicadle otro tipo de tortura”. En ese momento me llevan<br />

a la sala de al lado, donde había un pequeño escalón de cemento. Con los dos brazos atados a la<br />

espalda los dos senegaleses me levantaron los pies y me hicieron subir y bajar de esa manera el escalón.<br />

Aquello empezaba a ser insoportable y, aunque hubiera tenido fuerzas, no se podía aguantar. Le dije a<br />

los senegaleses: “Decidle a vuestro jefe que acepto lo que me hace decir”».<br />

Sesión del 11 de agosto. El acusado Robert relata:<br />

«El gendarme me cogió por el cuello del traje y me dio patadas por detrás y puñetazos en la cara.<br />

Después me hizo arrodillarme y el señor Barón empezó a golpearme. Sin saber cómo, se puso detrás<br />

de mí y noté un punto de fuego aplicado en la nuca. Al intentar protegerme me quemé las manos<br />

[...]. Una tercera vez perdí el conocimiento y no me acuerdo más de lo que pasó. El señor Barón me<br />

dijo que firmara un papel ya preparado; con una señal dije: “No”. Entonces el director volvió a llamar<br />

al senegalés y este último me condujo sosteniéndome a otra sala de tortura: “Tienes que aceptar<br />

o morirás”, dice el senegalés. “Peor para él, hay que empezar la operación, Jean”, dice el director. Me<br />

ataron los dos brazos a la espalda, me pusieron de rodillas y me hundieron la cabeza en un barril lleno<br />

de agua. En el momento en el que estaba a punto de asfixiarme me sacaban. Y así muchas veces<br />

hasta que me agoté completamente [...]».<br />

Recordemos, para que nadie lo ignore, que el testigo Rakotovao fue condenado a muerte. Entonces,<br />

cuando se leen estas cosas, nos parece que Mannoni ha dejado escapar una dimensión de los fenómenos<br />

que analiza: el toro negro, los hombres negros no son ni más ni menos que los senegaleses de<br />

la comisaría de policía.<br />

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