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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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continúa así: «Yo soy estudiante», responde ella temblando, «y cuando volvía de la es­<br />

cuela, me he perdido aquí». Ella me dice: «Sigue ese camino y llegarás a tu casa».<br />

Sueño d e Razafi, chico entre trece y catorce años:<br />

Es perseguido por tirailleurs (senegaleses) que al correr «hacen un ruido como de ca­<br />

ballos al galope», «le muestran sus fusiles». El sujeto escapa haciéndose invisible. Sube<br />

una escalera y encuentra la puerta de su casa [... ].<br />

Sueño d e Elphine, chica entre trece y catorce años:<br />

Sueño con un buey negro2& que me persigue con saña. El buey es fuerte. Su cabeza,<br />

casi tachonada de blanco (sic) luce dos largos cuernos muy puntiagudos. «¡Ah, qué des­<br />

gracia!», me digo. «El sendero se estrecha, ¿qué puedo hacer?». Examino un mango.<br />

¡Oh! Me he caído en los arbustos. Entonces él apoya sus cuernos contra mí. Mi intestino<br />

sale y él se lo come [...].<br />

Sueño d e Raza:<br />

En su sueño el sujeto oye decir en la escuela que vienen los senegaleses. «Salgo al pa­<br />

tio del colegio para verlo». Los senegaleses, en efecto, vienen. Huye y coge el camino de<br />

casa. «Pero nuestra casa ha sido dispersada por ellos [...]».<br />

Sueño d e Si, chico d e catorce años:<br />

Me paseo por el jardín, noto como una sombra detrás de mí. Las hojas chocan a mi al­<br />

rededor y caen como si hubiera un bandido que quisiera cogerme. Caminando por todas<br />

las calles, la sombra aún me seguía. Entonces me entró miedo y empecé a huir, pero la<br />

sombra daba enormes pasos y extendía su gran mano para cogerme por la ropa. Notaba<br />

que mi camisa se desgarraba y gritaba. Al oír ese grito mi padre salía sobresaltado de la<br />

cama y me miraba, pero la gran sombra desaparecía y yo ya no tenía ese enorme miedo29.<br />

Hará ya unos diez años, nos sorprendió constatar que los norteafricanos odiaban<br />

a los hombres de color. Nos resultaba verdaderamente imposible entrar en contacto<br />

con los indígenas. Dejamos Africa en dirección a Francia sin haber entendido la<br />

razón de esta animosidad. Sin embargo, algunos hechos nos habían conducido a re­<br />

28 Cursiva del autor.<br />

29 Ibid.., capítulo 1: «Les reves», pp. 55-59.<br />

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