Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe
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Dicho de otra manera, el negro no debe volver a encontrarse ante este dilema: blanquearse o desaparecer, sino que debe poder tomar consciencia de una posibilidad de existir; dicho aún de otra manera, si la sociedad le plantea dificultades a causa de su color, si yo constato en sus sueños la expresión de un deseo inconsciente de cambiar de color, mi objetivo no será disuadirlo aconsejándole «guardar las distancias»; mi objetivo, por el contrario, será, una vez aclarados los móviles, ponerle en disposición de elegir la acción (o la pasividad) frente a la verdadera fuente de conflictos, es decir, frente a las estructuras sociales. Octave Mannoni, preocupado por abordar el problema desde todos los ángulos, no ha descuidado interrogar el inconsciente del malgache. Analiza para ello siete sueños: siete relatos que nos entregan el inconsciente, y entre los cuales encontramos seis que manifiestan una dominante de terror. Varios niños y un adulto nos comunican sus sueños y los vemos así temblorosos, huidizos, desgraciados. Sueño d el cocinero: Me persigue un toro negrolb, furioso. Aterrorizado, subo a un árbol, del que bajo cuando ha pasado el peligro. Bajo temblando de pies a cabeza. Sueño d e Rahevi, niño d e trece años: Paseando por el bosque me encuentro con dos hombres negros21. «¡Ah! -me digo-, estoy perdido». Me dispongo a (quiero) huir, pero es imposible. Me rodean y parlotean a su modo. Yo creo que dicen: «Vas a ver lo que es la muerte». Tiemblo de miedo y les digo: «¡Déjenme señor, tengo mucho miedo!». Uno de esos hombres habla francés, pero a pesar de todo me dicen: «Ven ante nuestro jefe». Nos encaminamos hacia allí. Me ha cen ir delante y me enseñan sus fusiles. Mi miedo (se) redobla pero antes de llegar a su campamento tenemos que atravesar una corriente de agua. Yo (me) hundo hasta el fon do del agua. Gracias a mi sangre fría llego hasta una gruta de piedra y me escondo den tro. Cuando los dos hombres se van, huyo y vuelvo a casa de mis padres [...]. Sueño d e Josette: El sujeto (una joven) está perdido y sentado en un tronco de árbol tumbado. Una mujer vestida con un traje blanco le hace saber que está en medio de bandidos. El relato 26 Cursiva del autor. 27 Cursiva del autor. 104
continúa así: «Yo soy estudiante», responde ella temblando, «y cuando volvía de la es cuela, me he perdido aquí». Ella me dice: «Sigue ese camino y llegarás a tu casa». Sueño d e Razafi, chico entre trece y catorce años: Es perseguido por tirailleurs (senegaleses) que al correr «hacen un ruido como de ca ballos al galope», «le muestran sus fusiles». El sujeto escapa haciéndose invisible. Sube una escalera y encuentra la puerta de su casa [... ]. Sueño d e Elphine, chica entre trece y catorce años: Sueño con un buey negro2& que me persigue con saña. El buey es fuerte. Su cabeza, casi tachonada de blanco (sic) luce dos largos cuernos muy puntiagudos. «¡Ah, qué des gracia!», me digo. «El sendero se estrecha, ¿qué puedo hacer?». Examino un mango. ¡Oh! Me he caído en los arbustos. Entonces él apoya sus cuernos contra mí. Mi intestino sale y él se lo come [...]. Sueño d e Raza: En su sueño el sujeto oye decir en la escuela que vienen los senegaleses. «Salgo al pa tio del colegio para verlo». Los senegaleses, en efecto, vienen. Huye y coge el camino de casa. «Pero nuestra casa ha sido dispersada por ellos [...]». Sueño d e Si, chico d e catorce años: Me paseo por el jardín, noto como una sombra detrás de mí. Las hojas chocan a mi al rededor y caen como si hubiera un bandido que quisiera cogerme. Caminando por todas las calles, la sombra aún me seguía. Entonces me entró miedo y empecé a huir, pero la sombra daba enormes pasos y extendía su gran mano para cogerme por la ropa. Notaba que mi camisa se desgarraba y gritaba. Al oír ese grito mi padre salía sobresaltado de la cama y me miraba, pero la gran sombra desaparecía y yo ya no tenía ese enorme miedo29. Hará ya unos diez años, nos sorprendió constatar que los norteafricanos odiaban a los hombres de color. Nos resultaba verdaderamente imposible entrar en contacto con los indígenas. Dejamos Africa en dirección a Francia sin haber entendido la razón de esta animosidad. Sin embargo, algunos hechos nos habían conducido a re 28 Cursiva del autor. 29 Ibid.., capítulo 1: «Les reves», pp. 55-59. 105
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Dicho de otra manera, el negro no debe volver a encontrarse ante este dilema:<br />
blanquearse o desaparecer, sino que debe poder tomar consciencia de una posibilidad<br />
de existir; dicho aún de otra manera, si la sociedad le plantea dificultades a causa<br />
de su color, si yo constato en sus sueños la expresión de un deseo inconsciente de<br />
cambiar de color, mi objetivo no será disuadirlo aconsejándole «guardar las distancias»;<br />
mi objetivo, por el contrario, será, una vez aclarados los móviles, ponerle en<br />
disposición de elegir la acción (o la pasividad) frente a la verdadera fuente de conflictos,<br />
es decir, frente a las estructuras sociales.<br />
Octave Mannoni, preocupado por abordar el problema desde todos los ángulos,<br />
no ha descuidado interrogar el inconsciente del malgache.<br />
Analiza para ello siete sueños: siete relatos que nos entregan el inconsciente, y<br />
entre los cuales encontramos seis que manifiestan una dominante de terror. Varios<br />
niños y un adulto nos comunican sus sueños y los vemos así temblorosos, huidizos,<br />
desgraciados.<br />
Sueño d el cocinero:<br />
Me persigue un toro negrolb, furioso. Aterrorizado, subo a un árbol, del que bajo<br />
cuando ha pasado el peligro. Bajo temblando de pies a cabeza.<br />
Sueño d e Rahevi, niño d e trece años:<br />
Paseando por el bosque me encuentro con dos hombres negros21. «¡Ah! -me digo-,<br />
estoy perdido». Me dispongo a (quiero) huir, pero es imposible. Me rodean y parlotean<br />
a su modo. Yo creo que dicen: «Vas a ver lo que es la muerte». Tiemblo de miedo y les<br />
digo: «¡Déjenme señor, tengo mucho miedo!». Uno de esos hombres habla francés, pero<br />
a pesar de todo me dicen: «Ven ante nuestro jefe». Nos encaminamos hacia allí. Me ha<br />
cen ir delante y me enseñan sus fusiles. Mi miedo (se) redobla pero antes de llegar a su<br />
campamento tenemos que atravesar una corriente de agua. Yo (me) hundo hasta el fon<br />
do del agua. Gracias a mi sangre fría llego hasta una gruta de piedra y me escondo den<br />
tro. Cuando los dos hombres se van, huyo y vuelvo a casa de mis padres [...].<br />
Sueño d e Josette:<br />
El sujeto (una joven) está perdido y sentado en un tronco de árbol tumbado. Una<br />
mujer vestida con un traje blanco le hace saber que está en medio de bandidos. El relato<br />
26 Cursiva del autor.<br />
27 Cursiva del autor.<br />
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