CAPÍTULOS - El CRISTO, Instructor de humanidades
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calvario2<br />
<strong>El</strong> terror se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> toda aquella enorme multitud, cuando un espantoso trueno hizo<br />
estremecer la montaña, y en la negrura <strong>de</strong> los cielos, el siniestro resplandor <strong>de</strong>l rayo apareció<br />
como una serpiente <strong>de</strong> fuego que se rompía en la inmensidad.<br />
Los que estaban más próximos al divino Mártir le oyeron <strong>de</strong>cir:<br />
-¡Padre mío!... . ¡Recibe mi espíritu!. Todo fue consumado.<br />
La hermosa cabeza sin vida se inclinó como un lirio tronchado por el vendaval.<br />
Recién entonces, Judá, Faqui, Il<strong>de</strong>rín, Simóni<strong>de</strong>s, sus discípulos, amigos y pueblo,<br />
comprendieron que ya no tenían nada que esperar.<br />
Entonces se <strong>de</strong>sató como un huracán el furor <strong>de</strong> Judá, <strong>de</strong> Faqui, <strong>de</strong> Il<strong>de</strong>rín, <strong>de</strong> Vercia, que había<br />
subido con los suyos con hachones ardientes para iluminar las tinieblas.<br />
Con los pilus o lanzas, con jabalinas, con látigos, hicieron rodar montaña abajo las literas <strong>de</strong><br />
púrpura y oro <strong>de</strong> los magnates <strong>de</strong>l Templo.<br />
-¡Fuera <strong>de</strong> aquí, lobos hambrientos!... . ¡Atrás vampiros, merca<strong>de</strong>res <strong>de</strong>l Templo, antes que<br />
haga aquí una carnicería con todos vosotros! -gritaba enfurecido Judá.<br />
Las mitras, las tiaras, los tricornios brillantes <strong>de</strong> pedrería salían volando, mientras sus dueños a<br />
saltos bajaban la montaña como lebreles, acobardados a la vista <strong>de</strong> los leopardos. Sus esclavos<br />
huían <strong>de</strong>spavoridos ante el jinete <strong>de</strong>l turbante blanco y el Centurión <strong>de</strong>l caballo retinto que no<br />
daban tregua a los que poco antes vociferaban con burlas soeces y salvajes gritos.<br />
-¡Ya no está Él para verme!... -gritaba como enloquecido Judá-. ¡Sus ojos están cerrados y no<br />
me imponen silencio!... . ¡Fuera <strong>de</strong> aquí malvados!... . ¡Ahora soy yo la justicia <strong>de</strong> Dios para<br />
acabar con todos vosotros!... .<br />
Vercia la Drui<strong>de</strong>sa gala, había hecho un imponente fuego sagrado al pie <strong>de</strong> la montaña trágica,<br />
con las literas y púrpuras sacerdotales y las zarzas secas <strong>de</strong> los barrancos. ¿No era aquel árido<br />
peñasco, un altar en que había sido inmolado el Hombre-Luz, el Hijo <strong>de</strong>l Gran Hessus?.<br />
<strong>El</strong> pueblo se <strong>de</strong>sbandaba a todo correr, presa <strong>de</strong> horrible pánico y la policía montada iba a<br />
retirarse también.<br />
Cuando solo quedaban en el recinto <strong>de</strong> la tragedia los familiares, discípulos y amigos, Judá se<br />
quitó el casco, coraza y cota <strong>de</strong> mallas y lo entregó a Longhinos diciéndole: "Dirás al<br />
Gobernador que he terminado mi papel <strong>de</strong> militar". Longhinos le saludó militarmente y al<br />
frente <strong>de</strong> las fuerzas, bajó la colina ennegrecida <strong>de</strong> sombras pensando: "<strong>El</strong> Gobernador romano<br />
y el Sanhedrín judío, se hundirán en igual abismo, porque unidos ajusticiaron a un Dios<br />
encarnado, superior a los dioses <strong>de</strong>l Olimpo".<br />
http://elcristoes.net/calvario2.htm (32 <strong>de</strong> 36) [14/04/2004 21:20:51]