CAPÍTULOS - El CRISTO, Instructor de humanidades
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Calvario<br />
sol. ¿Eres su mujer?.<br />
-¡No, no! -contestó nerviosa... -¡yo no soy su mujer pero soy íntima amiga <strong>de</strong> su madre, que<br />
per<strong>de</strong>rá la vida con la prisión <strong>de</strong> su hijo!. ¡Déjame hablarle por piedad, y los dioses en quienes<br />
crees compensarán tu noble acción!.<br />
-Bien, bien, no creo que suceda ningún mal porque le hables, pero si eres tan noble como<br />
hermosa, me dirás lealmente si traes armas al prisionero.<br />
-¿Armas?... ¿para qué?. Él no es hombre <strong>de</strong> armas, sino <strong>de</strong> paz y <strong>de</strong> amor. ¿No le has visto<br />
acaso el día que entró triunfante en la ciudad aclamado por el pueblo?.<br />
<strong>El</strong> centurión se dio una palmada en la frente.<br />
-¡Por los mil rayos <strong>de</strong> Júpiter!... . Éste es entonces el Profeta Nazareno protegido <strong>de</strong> Quintus<br />
Arrius (hijo).<br />
-¡Justamente! -contestó María que empezaba a tener nuevas esperanzas-.<br />
"¿Me lo <strong>de</strong>jas ver? -preguntó. Y extendió sus manos para que viera el Centurión que no tenía<br />
arma ninguna.<br />
-¡Sí, sí, mujer!. Sígueme y luego dirás al príncipe Arrius lo que he hecho al escuchar su<br />
nombre.<br />
María siguió al Centurión por una ancha galería que una lámpara colgada <strong>de</strong>l techo iluminaba<br />
débilmente.<br />
Al final se veía una verja <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la cual había también luz.<br />
-Ahí le tienes -dijo el Centurión indicando la reja-. Háblale cuanto quieras.<br />
-¡Maestro!... -clamó María cuando le vio sentado en el estrado, y que la miraba con sus dulces<br />
ojos llenos <strong>de</strong> paz y <strong>de</strong> serenidad.<br />
-¡María!...<br />
A estas dos solas palabras que se encontraron en el éter iluminado <strong>de</strong> amor, la verja se abrió<br />
sola ante los azorados ojos <strong>de</strong>l Centurión que recordaba bien haberla cerrado con doble llave.<br />
-¡Rayos y truenos <strong>de</strong>l Olimpo! que si aquí no anda la magia, no soy Longhinos el Centurión.<br />
María se había ya precipitado a la sala y caía <strong>de</strong> rodillas ante el augusto Mártir.<br />
http://elcristoes.net/calvario.htm (27 <strong>de</strong> 32) [14/04/2004 20:47:17]