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Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe

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Bolívar Echeverría<br />

es lo que marca la especificidad a la violencia moderna. Las figuras de<br />

la violencia en la sociedad civilizada por la modernidad capitalista son<br />

innumerables, y el núcleo del que irradian todas ellas anida en la constitución<br />

misma de los individuos singulares que la conforman. Son figuras<br />

que proceden de una interiorización del amedrentamiento o la amenaza<br />

de castigo que gravita sobre toda resistencia a la subsunción capitalista,<br />

comenzando por la que está implícita en la autoafirmación del individuo<br />

humano como sujeto de creación y de goce al ejercer sus capacidades de<br />

trabajo y de disfrute; la amenaza omnipresente de ser convertido en un<br />

elemento antisistémico de la sociedad, en un otro-enemigo, en objeto “justificado”<br />

del empleo coercitivo de la fuerza.<br />

A partir de la acción de esta violencia interiorizada que está en la<br />

base del funcionamiento de la modernidad capitalista se despliega toda<br />

una red o tejido de situaciones de violencia virtual que recorre el cuerpo<br />

social en su conjunto, promoviendo en él, como respuesta, la formación<br />

de un éthos histórico característico, de una estrategia de vida que, cristalizada<br />

en estructuras del carácter (“subjetivas”) y del comportamiento<br />

(“objetivas”) individuales, hace llevadera esa violencia199.<br />

Pero la violencia de la subsunción capitalista no puede permanecer .<br />

en su figura básica como violencia interiorizada; debe adquirir una figura<br />

objetiva, y ésta es la que emana del estado nacional moderno. La “forma<br />

natural” de la vida humana que está siendo subsumida por la “vida del<br />

capital” incluye ante todo y sobre todo una dimensión política, una acción<br />

“sujetiva”, es decir, donadora de forma a la socialidad de esa vida humana,<br />

configuradora del conjunto de relaciones de convivencia de quienes participan<br />

en ella. La subsunción bajo el capital implica para ella la pérdida de<br />

esta sujetidad suya, la enajenación de su capacidad de darle una forma a<br />

su socialidad. Instante a instante, el valor económico capitalista pone en<br />

lugar de esa sujetidad humana su propia “voluntad” de autovalorización;<br />

instante a instante se pone a sí mismo en calidad de sujeto sustitutivo de<br />

todo el proceso de reproducción social. La violencia de la subsunción debe<br />

ser por tanto una realidad de presencia objetiva, capaz de reprimir y re-<br />

encauzar en cualquier individuo social colectivo todo brote espontáneo que<br />

vaya dirigido a re-formar la figura de su socialidad. Se trata de la violencia<br />

destructiva ejercida por el sujeto pseudo-natural que es el estado moderno<br />

199 La violencia destructiva queda así totalmente disfrazada de no-violencia y sólo<br />

por excepción, en los episodios de represión abierta o en las guerras, se presenta<br />

como lo que es. En épocas pre-modernas, la violencia destructiva no necesitó disfrazarse<br />

de este modo; acompañaba como su sombra a la violencia sublimada en<br />

las instituciones. Sobre este asunto véase, del autor, “<strong>Modernidad</strong> y capitalismo”<br />

(Tesis 10), en: Ilusiones de la modernidad, Equilibrista, México 1995.<br />

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