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Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe

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Bolívar Echeverría<br />

era cumplida de manera tan radical, que obligaba a ésta a poner a prueba<br />

en la práctica el núcleo de su propuesta civilizatoria, a refundarse y re-<br />

configurarse para responder a las nuevas condiciones históricas. Era una<br />

estrategia que no perseguía adoptar y prolongar en América la figura histórica<br />

peninsular de la civilización europea a fines del siglo XVI, ni tampoco<br />

rehacer la civilización precolombina, “corrigiéndola con lo mejor de la<br />

europea”, sino en rehacer, en hacer de nuevo la civilización europea, pero<br />

como civilización americana: igual y diferente de sí misma a la vez142. Era<br />

la estrategia que Lezama Lima143 llamaría “de contraconquista”. Por esta<br />

razón, como lo expone Octavio Paz144, fueron los mestizos — tanto “cholos”<br />

como “criollos”— quienes “realmente encarnaban” a la sociedad generadora<br />

de esta estrategia: “sus verdaderos hijos”, los que construían en América<br />

no sólo una España “nueva”, sino “otra”.<br />

La estrategia barroca del ir más allá de la alternativa sumisión/rebeldía<br />

está en la base de las realidades históricas más importantes del siglo<br />

XVII americano. La más básica y determinante de ellas, la aparición y la<br />

conformación primera de una nueva “economía-mundo”145, obedece claramente<br />

a una estrategia de rebasamiento de la necesidad de optar entre someterse<br />

a la política económica asfixiante de la Corona o rebelarse contra<br />

ella mediante una actividad económica puramente ilegal y contraventora.<br />

La “economía-mundo” en gestación no sacaba su fuerza del desacato de la<br />

legalidad y la institucionalidad económicas establecidas sino, por el contrario,<br />

del uso y el abuso que hacía de las mismas. Su práctica implicaba el rebasamiento<br />

de ellas y la puesta en vigencia de una legalidad sustitutiva y<br />

una institucionalidad paralela. Era una economía “informal”, sobrepuesta<br />

a la oficial, que en esos tiempos esbozaba la posibilidad de una organización<br />

social y política diferente para el mundo americano.<br />

Lo mismo puede decirse del barroquismo de la actividad política<br />

“criolla” en su relación con la política central del imperio, un barroquismo<br />

que Rosario Villari encuentra también en la política de la oposición al<br />

régimen en el Reino de Nápoles durante el siglo X V II146. La sumisión, el<br />

conformismo y el oportunismo, con los recursos de la intriga, la traición<br />

y la hipocresía, no son rasgos exclusivos de la política barroca ni tam­<br />

142 Edmundo O’Gorman, M e d ita c io n e s so b re el c rio llism o , Actas A. M. L., México,<br />

1970.<br />

143 “La expresión americana”, en E l rein o d e la im a g en , Biblioteca Ayacucho, Caracas,<br />

1981, p. 385.<br />

144 S o r J u a n a In és d e la C ru z o la s tr a m p a s d e la fe, Fondo de Cultura Económica,<br />

México, 1982, p. 54.<br />

145 F. Braudel, op. cit.<br />

146 E lo g io d e lla d issim u la zio n e. L a lo tta p o lític a nel S eicento, Roma-Bari, 1987, p. 40.<br />

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