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Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe

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Bolívar Echeverría<br />

raleza animal (A. 93). “Varón desengañado” de las limitaciones del mundo<br />

(A. 100), el héroe barroco no es “menudo en su proceder”, no “se individua<br />

mucho en las cosas...” (A. 88). Intenta, por el contrario, “trascender” la<br />

cotidianidad de la vida, vivirla identificado con la esencia que juega en<br />

su apariencia. Ser “trascendental”, dice Gracián, y serlo “en todo”, es “la<br />

primera y suma regla del obrar y del hablar...” (A. 92). El “seso” o entendimiento<br />

es lo que hay de mejor en el ser humano — que es, a su vez, “lo<br />

mejor de lo visible”— , y es el sentido que sólo alcanza su plenitud cuando<br />

es “seso trascendental” o “valiente”. El “ánimo”, el “corazón”, la valentía,<br />

la capacidad de trans-scender o sobre-ponerse, de “digerir con igual valor<br />

los extremos de la fortuna”, debe ser, según Gracián, lo único propio y<br />

distintivo del ser humano. De ahí que el varón “de éxito” sería el que “usa<br />

el renovar su lucimiento”— lo que “es privilegio de Fénix”— , el que “usa,<br />

pues, del renacer en el valor, en el ingenio, en la dicha, en todo: del empeñarse<br />

con novedades de vizarría, amaneciendo muchas veces, como el Sol,<br />

variando teatros al lucimiento, para que en el uno la privación y en el otro<br />

la novedad soliciten aquí el aplauso, si allí el deseo” (A. 81).<br />

Disimulo y resistencia<br />

Tal vez la imagen más ejemplar del comportamiento barroco la ofrece<br />

el que se encuentra en acción en el proceso de mestizaje civilizatorio que<br />

cumple la sociedad americana del siglo XVII.<br />

En la América conquistada por España y Portugal, dos definiciones<br />

contrapuestas de lo que en la vida humana y su mundo es necesario y<br />

pleno de sentido, y lo que no lo es, combatían entre sí a comienzos del siglo<br />

XVII; un empate sin salida entre ambas caracterizaba la situación en<br />

la que se encontraba su población mayoritaria, compuesta lo mismo por<br />

los sobrevivientes indígenas de la devastación demográfica y civilizatoria<br />

del siglo pasado, que por negros, mulatos y mestizos de toda índole y<br />

hasta por criollos venidos a menos. La primera definición era perceptible<br />

desde la actitud de sometimiento al proyecto civilizatorio y a la voluntad<br />

política del centro imperial y sus enviados, los “peninsulares”; desde una<br />

actitud de “traición” a lo que era América: a lo que debió haber sido antes<br />

de la catástrofe, a lo que fue durante ella y a lo que siguió siendo después<br />

de ella, en su ruinosa y precaria sobrevivencia. La segunda era perceptible<br />

desde la actitud de rebeldía y resistencia a la nueva realidad de la<br />

Europa transplantada, de fidelidad a un modo singular, autóctono o “criollo”,<br />

de estar en conexión con la naturaleza americana. Ambos proyectos<br />

de mundo, ambas “lógicas”, podían ser igualmente convincentes, pues los<br />

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