Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe
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Bolívar Echeverría<br />
por la determinación de lo necesario para que el obrero reproduzca una<br />
forma específica de sí mismo como ser vivo social, propia de un lugar<br />
geográfico-étnico y de un momento histórico peculiares. Pero no sólo<br />
el obrero posee esa dimensión “histórico-cultural”; ésta es un carácter<br />
esencial de todo el proceso vital-social en que él se halla involucrado;<br />
del proceso de producción y del proceso de consumo de los objetos m ismos<br />
que, producidos, circulan para ser consumidos.<br />
Para Marx, la descripción, bajo el concepto de (re-)producción en general,<br />
de la estructura permanente o transhistórica del comportamiento<br />
social desemboca en la necesidad de reconocer la pluralidad de versiones<br />
histórico-culturales concretas en que esa estructura se hace presente originariamente.<br />
El proceso global de reproducción y todos los elementos que<br />
intervienen en él poseen una “forma social natural” peculiar que obliga<br />
a considerarlos siempre de manera particularizada, en versiones diferentes,<br />
opuestas las unas a las otras. Cada una de las múltiples comunidades<br />
concretas, “figuras de la reproducción social”, levantadas siempre a partir<br />
de condiciones naturales peculiares — subjetivamente como raza, objetivamente<br />
como territorio— 65, presenta una modalidad específica de esa<br />
estructura y posee, así, tanto un sistema “natural” o arcaico peculiar de<br />
organización de las capacidades de trabajo (tecnología) y las necesidades<br />
de disfrute cuanto un sistema “natural” o arcaico igualmente peculiar de<br />
organización del proceso comunicativo (una lengua y una cultura naturales).<br />
La historia humana es la historia de esas “figuras de la reproducción<br />
social” y de su conflictiva interacción, destructiva o combinatoria.<br />
Esta indicación de Marx, esencial y recurrente en toda la crítica de<br />
la economía política, es la que con más facilidad envía al campo en que<br />
lo nacional puede ser comprendido por el discurso <strong>crítico</strong>, preocupado ya<br />
directamente por el sujeto social, por su vida política, más allá de su sustituto,<br />
la riqueza objetiva mercantil-capitalista. Al leer en Marx sobre la<br />
dimensión “histórico-cultural” del portador de la fuerza de trabajo se puede<br />
comenzar a hablar, en asociación abierta pero no arbitraria, de algo<br />
que sería la “sustancia” de la dimensión “nacional” del sujeto social66.<br />
65 El reconocimiento de la particularización social-natural del proceso de reproducción<br />
social, cuya necesidad queda indicada en el capítulo XIV, “Plusvalía<br />
absoluta y plusvalía relativa”, del primer libro de El capital, fue llevado a cabo<br />
y sistematizado originalm ente por K. A. W ittfogel a finales de los años treinta,<br />
en sus artículos “Geopolitik, geographischer M aterialismus und M arxism us”<br />
(1929), publicado en Bajo la bandera del marxismo, y “Die Naturlichen Ursa-<br />
chen der W irtschafgeschichte” (1930), publicado en Archiu fur Sozialwissens-<br />
chaft und Sozialpolitik (1932).<br />
66 Es obvio que al llamar “sustancia de la nación” a la dimensión histórico-cultural<br />
del proceso de reproducción social y de sus fuerzas productivo-consuntivas se<br />
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