Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe

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13.05.2013 Views

Bolívar Echeverría como posible y válido el intercambio que ellos, en tanto que propietarios privados, hacen de su mercancía fuerza de trabajo con la mercancía medios de subsistencia de los propietarios privados capitalistas, se halla así reafirmada por una “solidaridad” supraclasista: la que mantienen con los intereses comunes del conjunto nacional-estatal de propietarios privados en el que están incluidos. Por ello, cuando su lucha “económica” contra la clase capitalista se convierte en una lucha “política” — que cuestiona no sólo el grado sino los propios términos de su “esclavitud”, su condición de asalariados— , adquiere una densidad concreta que la vuelve mucho más compleja. Al plantear la estrategia que la guía, debe incluir la consideración de que sus intereses clasistas pueden converger o divergir relativamente de esos intereses nacionalistas, pero los tienen siempre, de todas maneras, como mediación necesaria, como marco delimitante de sus posibilidades de realización. En esencia, la necesidad de defender el Estado nacional común de todos los propietarios privados sería siempre un obstáculo en la lucha de los propietarios privados trabajadores contra la explotación de que son objeto por parte de los capitalistas. Pero la desigualdad y la lucha competitiva entre las distintas unidades particulares “nacionales” de capitalismo — que resultan del modo en que la sociedad mundial es constituida por la reproducción de su riqueza como capital— da lugar a la consolidación de situaciones en las que el mejoramiento o el simple mantenimiento de un nivel de vida para el trabajador, e incluso la misma existencia de éste como clase organizada, dependen de una colaboración interclasista con los capitalistas en el cumplimiento de una tarea común: el fortalecimiento del Estado nacional. La constelación de situaciones capitalistas nacionales es sumamente variada. Junto a Naciones capitalistas “dotadas” de Estados más o menos independientes, según la ubicación que pueden conquistar en la jerarquía mundial, existen Naciones que se subordinan a otras en la construcción de un estado “plurinacional” para competir así, en términos imperialistas, con otros conglomerados similares; existen incluso Naciones capitalistas francamente sometidas, dentro o fuera de los Estados imperialistas, que se hallan impedidas de consolidarse efectivamente como Estados autónomos. Dado este abigarrado conjunto de realidades nacionales capitalistas, la lucha revolucionaria de las distintas “secciones del proletariado internacional” contra sus respectivos capitalistas nacionales se plantea también de maneras muy variadas. Aparece entonces, para los revolucionarios marxistas, lo que podría llamarse el núcleo político de la “cuestión nacional”. Al defender el Estado nacional, ¿de qué manera, si la hay, pueden los proletarios rebasar a sus aliados capitalistas y aprovechar las limitaciones históricas [ 110 ]

Discurso crítico y m odernidad de éstos para convertir la movilización nacionalista en realizaciones de tendencia comunista? Como es evidente, la respuesta a esta cuestión política implica (como causa o como efecto) una respuesta a esta otra, más teórica: ¿en qué consiste la dimensión nacional de la existencia social en el capitalismo? ¿Cuál es la relación entre la dimensión clasista — investigada en la crítica de la economía política— y esa dimensión nacional de la vida social? El capital y el problema nacional La versión marxista del discurso comunista se lleva a cabo bajo la idea de que éste es un discurso determinado tanto por la época en que se formula — la de la crisis de la historia que culmina en el capitalismo y de la apertura de una nueva historia posible— cuanto por el movimiento que, dentro de ella, y contra ella, impulsa su transformación — el movimiento revolucionario de las clases trabajadoras— . Es, por ello, una formulación del discurso revolucionario como discurso crítico, como discurso para el cual hablar de las posibilidades de una nueva forma de vida social es idéntico a hablar de las imposibilidades de la vida social en su forma dada, la forma capitalista. Dicho en otros términos, es un discurso que ve concretamente su posibilidad de ser verdadero en su capacidad de desestructurar el discurso establecido, el discurso burgués-capitalista, del que debe partir ineludiblemente62. El objeto último de interés del discurso comunista es sin duda la vida política — que incluiría una dimensión nacional— del sujeto social en su mundo objetivo: la historia de las formas de la vida social. El motivo de su existencia como discurso es la necesidad de hablar sobre esa capacidad exclusiva de la sociedad humana que es la de determinar la forma de su existencia. Lo que a él le atañe directamente es la posibilidad de que esta capacidad política sea ejercida libremente, es decir, la posibilidad de que la vida social, mediante una organización comunista, que sería la única adecuada a la peculiaridad de su modo de existencia, se autodetermine realmente. Pero su hablar sobre esta realidad política está lejos de ser inmediatamente posible; se enfrenta necesariamente a un obstáculo fundamental: la “barrera ideológica” que le impone la forma capitalista del discurso 62 El discurso comunista no puede pretender la creación, en inocencia, de un saber absolutamente nuevo sobre lo real. A l discurso del pasado, que él niega, no sólo lo tiene al frente, sino también y principalmente dentro de sí mismo. Para hablar de la revolución debe revolucionar el discurso capitalista, desestructurarlo críticamente. [ 111 ]

<strong>Discurso</strong> <strong>crítico</strong> y m odernidad<br />

de éstos para convertir la movilización nacionalista en realizaciones de<br />

tendencia comunista?<br />

Como es evidente, la respuesta a esta cuestión política implica (como<br />

causa o como efecto) una respuesta a esta otra, más teórica: ¿en qué<br />

consiste la dimensión nacional de la existencia social en el capitalismo?<br />

¿Cuál es la relación entre la dimensión clasista — investigada en la crítica<br />

de la economía política— y esa dimensión nacional de la vida social?<br />

El capital y el problema nacional<br />

La versión marxista del discurso comunista se lleva a cabo bajo la<br />

idea de que éste es un discurso determinado tanto por la época en que se<br />

formula — la de la crisis de la historia que culmina en el capitalismo y<br />

de la apertura de una nueva historia posible— cuanto por el movimiento<br />

que, dentro de ella, y contra ella, impulsa su transformación — el movimiento<br />

revolucionario de las clases trabajadoras— . Es, por ello, una formulación<br />

del discurso revolucionario como discurso <strong>crítico</strong>, como discurso<br />

para el cual hablar de las posibilidades de una nueva forma de vida social<br />

es idéntico a hablar de las imposibilidades de la vida social en su forma<br />

dada, la forma capitalista. Dicho en otros términos, es un discurso que ve<br />

concretamente su posibilidad de ser verdadero en su capacidad de desestructurar<br />

el discurso establecido, el discurso burgués-capitalista, del que<br />

debe partir ineludiblemente62.<br />

El objeto último de interés del discurso comunista es sin duda la vida<br />

política — que incluiría una dimensión nacional— del sujeto social en su<br />

mundo objetivo: la historia de las formas de la vida social. El motivo de su<br />

existencia como discurso es la necesidad de hablar sobre esa capacidad exclusiva<br />

de la sociedad humana que es la de determinar la forma de su existencia.<br />

Lo que a él le atañe directamente es la posibilidad de que esta capacidad<br />

política sea ejercida libremente, es decir, la posibilidad de que la vida<br />

social, mediante una organización comunista, que sería la única adecuada<br />

a la peculiaridad de su modo de existencia, se autodetermine realmente.<br />

Pero su hablar sobre esta realidad política está lejos de ser inmediatamente<br />

posible; se enfrenta necesariamente a un obstáculo fundamental:<br />

la “barrera ideológica” que le impone la forma capitalista del discurso<br />

62 El discurso comunista no puede pretender la creación, en inocencia, de un saber<br />

absolutamente nuevo sobre lo real. A l discurso del pasado, que él niega, no sólo<br />

lo tiene al frente, sino también y principalmente dentro de sí mismo. Para hablar<br />

de la revolución debe revolucionar el discurso capitalista, desestructurarlo<br />

críticamente.<br />

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