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<strong>Philip</strong> <strong>Norman</strong><br />
John Lennon<br />
Traducción <strong>de</strong> Fernando González Corugedo<br />
EDITORIAL ANAGRAMA<br />
BARCELONA<br />
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Título <strong>de</strong> la edición original:<br />
John Lennon<br />
Harper Collins<br />
Londres, 2008<br />
Diseño <strong>de</strong> la colección: Julio Vivas y Estudio A<br />
Ilustración: foto © Bob Gruen / www.bobgruen.com<br />
Primera edición: noviembre 2009<br />
© De la traducción, Fernando González Corugedo, 2009<br />
© <strong>Philip</strong> <strong>Norman</strong>, 2008<br />
© EDITORIAL ANAGRAMA, S. A., 2009<br />
Pedró <strong>de</strong> la Creu, 58<br />
08034 Barcelona<br />
ISBN: 978-84-339-2586-2<br />
Depósito Legal: B. 39321-2009<br />
Printed in Spain<br />
Liberdúplex, S. L. U., ctra. BV 2249, km 7,4 - Polígono Torrentfondo<br />
08791 Sant Llorenç d’Hortons<br />
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1. NIÑO DE LA GUERRA<br />
«La verdad es que nunca fui un hijo <strong>de</strong>seado.»<br />
John Lennon nació con un talento para la música y la comicidad<br />
que iba a llevarle tan lejos <strong>de</strong> sus raíces como nunca hubiera soñado. De<br />
joven, el atractivo y las oportunida<strong>de</strong>s ilimitadas que, al parecer, se presentaban<br />
al otro lado <strong>de</strong>l Atlántico le sedujeron para abandonar las Islas<br />
Británicas. Y consiguió hacer realidad esa hazaña tan difícil para un artista<br />
inglés que es llevar música americana a los americanos e interpretarla<br />
tan convincentemente como cualquier músico nativo, o incluso más.<br />
Su grupo estuvo varios años haciendo una tournée tras otra por todo el<br />
país para <strong>de</strong>licia <strong>de</strong>l público, ante el que aparecían, en una ciudad tras<br />
otra, con trajes llamativos, pelos raros y sonrisas <strong>de</strong> felicidad contagiosa.<br />
Des<strong>de</strong> luego que este John Lennon <strong>de</strong>l que hablamos no era el beatle<br />
John Lennon, sino su abuelo paterno <strong>de</strong>l mismo nombre, aunque generalmente<br />
más conocido como Jack, nacido en 1855. Lennon es un apellido<br />
irlandés –<strong>de</strong> O’Lennain u O’Lonain– y Jack solía dar Dublín como<br />
lugar <strong>de</strong> nacimiento, a pesar <strong>de</strong> que hay pruebas <strong>de</strong> que la familia ya habría<br />
cruzado el mar <strong>de</strong> Irlanda algún tiempo antes para incorporarse a la<br />
extensa comunidad <strong>de</strong> origen celta irlandés asentada en Liverpool. Empezó<br />
su vida laboral <strong>de</strong> oficinista, pero en la década <strong>de</strong> 1880 siguió un<br />
impulso muy común entonces entre sus compatriotas y emigró a Nueva<br />
York. Mientras que a otros inmigrantes irlan<strong>de</strong>ses la gran ciudad los<br />
convirtió en obreros o en policías, Jack terminó siendo miembro <strong>de</strong> una<br />
banda <strong>de</strong> música: los Andrew Roberton’s Colored Operatic Kentucky<br />
Minstrels, juglares ambulantes.<br />
Por breve o circunstancial que fuese su participación, aquello le hizo<br />
formar parte <strong>de</strong> la primera industria <strong>de</strong> la música popular <strong>de</strong>l otro lado<br />
<strong>de</strong>l océano. En las troupes <strong>de</strong> música popular, los blancos se pintaban la<br />
cara <strong>de</strong> negro, se ponían unos cuellos enormes y vestían pantalones <strong>de</strong><br />
rayas <strong>de</strong> colores. Cantaban estribillos sentimentales sureños sobre el río<br />
Swanee, sobre los «negritos» y los «morenos», y eran enormemente po-<br />
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pulares a finales <strong>de</strong>l siglo xix, como intérpretes y como creadores <strong>de</strong><br />
canciones <strong>de</strong> éxito. Los Roberton’s Colored Operatic Kentucky Minstrels<br />
hicieron una gira por Irlanda en 1897 y el Limerick Chronicle los<br />
consi<strong>de</strong>ró lo mejor que habían visto nunca. Un manual <strong>de</strong> la época indica<br />
que la banda constaba <strong>de</strong> unos treinta músicos, y que incluía algunos<br />
negros <strong>de</strong> verdad entre los negros cosméticos, y que eran característicos<br />
los <strong>de</strong>sfiles que hacían por las calles <strong>de</strong> cada ciudad en la que iban a actuar.<br />
A este John Lennon, al contrario que al nieto que nunca llegaría a<br />
conocer, la música no le proporcionó fama universal, y no fue sino un<br />
interludio exótico, la mayoría <strong>de</strong> cuyos <strong>de</strong>talles nunca supieron sus <strong>de</strong>scendientes.<br />
Hacia finales <strong>de</strong> siglo, <strong>de</strong>jó la farándula <strong>de</strong> manera <strong>de</strong>finitiva,<br />
regresó a Liverpool y reinició su vida <strong>de</strong> oficinista, esta vez en la<br />
compañía marítima Booth. Con él iba su hija Mary, único vástago <strong>de</strong><br />
un primer matrimonio que no sobrevivió a su inmersión temporal en el<br />
maquillaje con corchos quemados, la música <strong>de</strong> banjo y los aplausos.<br />
Mary se puso a trabajar en el servicio doméstico, <strong>de</strong> modo que Jack<br />
tenía ante sí una perspectiva <strong>de</strong> ancianidad solitaria. La solución fue casarse<br />
con la mujer <strong>de</strong> hacer faenas, una irlan<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Liverpool, joven y<br />
con un nombre <strong>de</strong> feliz coinci<strong>de</strong>ncia: Mary Maguire. Era veinte años<br />
más joven que él y analfabeta, pero Mary –a la que llamaban Polly– resultó<br />
una perfecta esposa victoriana: práctica, muy trabajadora y nada<br />
egoísta. Vivían en un adosado minúsculo <strong>de</strong> Copperfield Street, en Toxteth,<br />
un barrio al que la gente había bautizado como «tierra <strong>de</strong> Dickens»<br />
por las numerosísimas calles que llevaban nombres <strong>de</strong> personajes <strong>de</strong> Dick-<br />
ens. Un tanto al estilo <strong>de</strong>l señor Micawber <strong>de</strong> David Copperfield, Jack<br />
hablaba a veces <strong>de</strong> volver a su antigua vida <strong>de</strong> juglar con los minstrels y<br />
ganar verda<strong>de</strong>ras fortunas que permitiesen a su esposa, <strong>de</strong>cía él, «tirarse<br />
pedos entre sedas». Pero a partir <strong>de</strong> entonces su música no iría más allá<br />
<strong>de</strong> algún pub local y su círculo familiar.<br />
<strong>El</strong> matrimonio con Polly dio a Jack una segunda familia <strong>de</strong> ocho<br />
hijos. Dos murieron en la infancia, hecho que Polly, muy supersticiosa,<br />
atribuyó al bautismo católico. Por consiguiente, los otros seis fueron<br />
bautizados en el protestantismo, y sobrevivieron todos: cinco chicos<br />
–George, Herbert, Sydney, Alfred y Charles– y una chica, Edith. Polly<br />
hizo una labor heroica dándoles <strong>de</strong> comer a todos con el mo<strong>de</strong>sto salario<br />
<strong>de</strong> Jack. Pero aquel régimen, compuesto fundamentalmente <strong>de</strong> pan,<br />
margarina, té fuerte y lobscouse –un guiso <strong>de</strong> carne barata, patatas y galleta<br />
<strong>de</strong>l que los habitantes <strong>de</strong> Liverpool y su habla recibieron el apodo<br />
<strong>de</strong> «scousers»–, carecía por sistema <strong>de</strong> ciertos nutrientes esenciales. <strong>El</strong><br />
efecto <strong>de</strong> esa carencia fue fatal para el cuarto chico, Alfred, nacido en<br />
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1912, que cuando empezaba a andar sufrió raquitismo y la consiguiente<br />
atrofia <strong>de</strong> las piernas. <strong>El</strong> único remedio que los pediatras <strong>de</strong> aquellos<br />
tiempos conocían era encajárselas en unos correctores <strong>de</strong> hierro con la<br />
esperanza <strong>de</strong> que ese peso suplementario favoreciese su alargamiento y<br />
fortalecimiento. A pesar <strong>de</strong> los años que llevó los correctores, las piernas<br />
<strong>de</strong> Alf siguieron siendo enclenques y <strong>de</strong>masiado cortas, y no llegó a<br />
crecer más <strong>de</strong> 1,62. Aun así, era un muchacho guapo, con abundante<br />
pelo oscuro, ojos alegres y la nariz característica <strong>de</strong> la familia Lennon:<br />
fina, <strong>de</strong> punta hacia abajo y con unas hendiduras muy <strong>de</strong>finidas en las<br />
aletas.<br />
Los hijos <strong>de</strong> Jack heredaron sus talentos musicales en diversa medida.<br />
George, Herbert, Sydney, Charles y Edith tenían todos unas voces<br />
aceptables, y los chicos tocaban la armónica, único instrumento que se<br />
podían permitir unos jóvenes en sus circunstancias. Sin embargo, Alfred<br />
mostraba capacida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n muy diferente que se unían a lo que su<br />
hermano Charlie (nacido en 1918) llamaba «espíritu <strong>de</strong> exhibicionista».<br />
Sabía cantar todas las canciones <strong>de</strong> cabaret y <strong>de</strong> teatro que configuraban<br />
las listas <strong>de</strong> éxitos <strong>de</strong> la Primera Guerra Mundial; recitaba romances,<br />
contaba chistes, hacía imitaciones. Su especialidad era Charles Chaplin,<br />
el pequeño y anárquico vagabundo cuyas películas cómicas habían creado<br />
un fenómeno sin prece<strong>de</strong>ntes: un artista <strong>de</strong>l espectáculo famoso en el<br />
mundo entero. En las reuniones familiares Alf se sentaba en las rodillas<br />
<strong>de</strong> su padre con las piernas metidas en los hierros y ambos cantaban el<br />
Ave María a dúo con tanto sentimiento que las lágrimas les corrían por<br />
las mejillas.<br />
Jack murió <strong>de</strong> una enfermedad hepática, causada probablemente por<br />
el alcoholismo, en 1921. Como le era imposible sobrevivir con la asignación<br />
<strong>de</strong> cinco chelines semanales por hijo que le daba el Estado, Polly no<br />
tuvo más remedio que meterse a lavan<strong>de</strong>ra. Eso significaba partirse la espalda<br />
y escaldarse las manos trabajando <strong>de</strong> cuatro <strong>de</strong> la madrugada hasta el<br />
anochecer, frotando la ropa sucia <strong>de</strong> otros sobre la tabla <strong>de</strong> lavar y escurriendo<br />
luego las prendas empapadas entre unos pesados rodillos <strong>de</strong> hierro.<br />
Pero aun así, como recuerda su nieta Joyce Lennon, la angosta casita<br />
siempre estuvo impoluta, «se podían comer sopas en el suelo», la encimera<br />
<strong>de</strong> la cocina económica se limpiaba religiosamente con grafito cada mañana<br />
<strong>de</strong> lunes, el escalón <strong>de</strong> entrada se fregaba con estropajo hasta quedar<br />
casi blanco y luego se contorneaba <strong>de</strong> rojo con la piedra <strong>de</strong> arenisca. Polly<br />
gobernaba a sus cinco hijos como la señora Joe <strong>de</strong> Gran<strong>de</strong>s esperanzas, y no<br />
titubeó nunca a la hora <strong>de</strong> darles unos buenos azotes con su correa <strong>de</strong> cuero<br />
incluso cuando ya eran casi unos hombres hechos y <strong>de</strong>rechos. Como<br />
muchos liverpoolianos <strong>de</strong> los más apegados a la tierra, también tenía su<br />
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lado místico y se consi<strong>de</strong>raba una vi<strong>de</strong>nte capaz <strong>de</strong> leer el futuro en las<br />
cartas o interpretando los posos <strong>de</strong>l té en una taza ya vacía.<br />
Pero por duro que trabajase, la tarea <strong>de</strong> mantener una prole <strong>de</strong> seis<br />
resultaba excesiva para ella. Afortunadamente, surgió un medio <strong>de</strong> <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse<br />
<strong>de</strong> Alf y Edith sin <strong>de</strong>strozar la familia ni dañar su fiera autoestima.<br />
A ambos niños les ofrecieron plazas en el Bluecoat Hospital <strong>de</strong> Liverpool<br />
(es <strong>de</strong>cir, en la escuela <strong>de</strong> caridad), que estaba en Church Road,<br />
en Wavertree, a un tiro <strong>de</strong> piedra <strong>de</strong> una vía entonces poco conocida<br />
que se llamaba Penny Lane. <strong>El</strong> hospicio <strong>de</strong> Bluecoat, fundado en 1714,<br />
seguía haciendo lucir a sus alumnos varones un traje <strong>de</strong>l siglo xviii con<br />
levita <strong>de</strong> faldones azul con botones dorados, calzón corto por la rodilla,<br />
medias y corbata <strong>de</strong> plastrón. <strong>El</strong> nivel educativo era elevado, la disciplina<br />
lleva<strong>de</strong>ra, y a cualquier niño al que se admitiese se le consi<strong>de</strong>raba afortunado.<br />
Aun así, a Alf y a Edith les resultó traumático irse <strong>de</strong> su hogar<br />
limpio y acogedor en Copperfield Street y separarse <strong>de</strong> aquella madre a<br />
la que adoraban. De los dos, fue Alfred quien mejor se adaptó a la vida<br />
<strong>de</strong> la institución: sacaba buenas notas, se convirtió en mascota <strong>de</strong>l equipo<br />
<strong>de</strong> fútbol y divertía a sus compañeros <strong>de</strong> dormitorio con los mismos<br />
números <strong>de</strong> canto y <strong>de</strong> baile y <strong>de</strong> imitaciones <strong>de</strong> Charlot que hacía para<br />
la familia y el vecindario.<br />
Des<strong>de</strong> sus primeros años su <strong>de</strong>seo había sido siempre seguir los pasos<br />
<strong>de</strong> su padre en el mundo <strong>de</strong>l espectáculo. Y eso casi se hizo realidad<br />
una noche, cuando tenía catorce años y su hermano Sydney lo llevó al<br />
Teatro Empire <strong>de</strong> Lime Street a ver una troupe <strong>de</strong> coros y danzas juveniles<br />
que se llamaban la Banda <strong>de</strong> Will Murray. Después <strong>de</strong>l espectáculo,<br />
Alf se abrió paso con su labia hasta los bastidores y allí improvisó una<br />
actuación para Will Murray, el director <strong>de</strong> pista <strong>de</strong> la Banda, que le<br />
ofreció trabajo al instante. Como sus hermanos Herbert y George, entonces<br />
in loco parentis, se negaron a consi<strong>de</strong>rar semejante i<strong>de</strong>a, Alf se escapó<br />
<strong>de</strong>l Bluecoat Hospital y alcanzó a la Banda en ruta hacia Glasgow,<br />
don<strong>de</strong> iban a actuar a continuación. Pero uno <strong>de</strong> los profesores <strong>de</strong>l Bluecoat<br />
fue tras él y se lo llevó <strong>de</strong> vuelta muy corrido y al llegar fue sometido<br />
a la humillación ritual <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la asamblea <strong>de</strong> sus compañeros.<br />
Un año más tar<strong>de</strong>, el Bluecoat lo lanzó ya al mundo provisto <strong>de</strong> una<br />
buena educación y dos trajes <strong>de</strong> pantalón largo que confirmaban su entrada<br />
en la edad adulta. Se pasó unas cuantas semanas <strong>de</strong> infelicidad<br />
como meritorio <strong>de</strong> oficina hasta darse cuenta <strong>de</strong> que ante sus narices<br />
tenía una carrera preferible a todas luces, una que, en efecto, casi se podía<br />
comparar con la <strong>de</strong> los escenarios. Pues aquélla era la época dora-<br />
da <strong>de</strong> las líneas <strong>de</strong> navegación transatlántica, y Liverpool competía con<br />
Southampton para ser el puerto <strong>de</strong> pasaje más activo. Buques enormes<br />
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con múltiples chimeneas ponía proa arriba <strong>de</strong>l río Mersey para ser recibidos<br />
por los trenes marítimos que venían <strong>de</strong> Londres engalanados y<br />
atestados <strong>de</strong> gente rica cargada <strong>de</strong> pieles y baúles. En Ranelagh Place se<br />
acababa <strong>de</strong> construir el ostentoso Hotel A<strong>de</strong>lphi que pretendía ofrecer<br />
una transición indolora <strong>de</strong> la costa al barco gracias a su patio <strong>de</strong> palmeras<br />
<strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong>l Titanic, sus habitaciones como pistas <strong>de</strong> patinaje y<br />
sus piscinas por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l nivel <strong>de</strong>l agua, sus peluquerías y masajistas.<br />
Así que Alf se embarcó <strong>de</strong> botones en el Montrose. Pronto <strong>de</strong>scubriría<br />
que aquélla era la vida para la que parecía haber nacido. Su carácter<br />
abierto y jovial le hizo muy popular entre los pasajeros y la oficialidad y<br />
sus jefes, y le mantuvo <strong>de</strong>l lado bueno <strong>de</strong> la mafia homosexual que dirigía<br />
los <strong>de</strong>partamentos <strong>de</strong> suministros y servicios <strong>de</strong> los barcos. A bordo<br />
le adjudicaron el sobrenombre <strong>de</strong> Lennie y muy pronto logró ascen<strong>de</strong>r a<br />
camarero <strong>de</strong> restaurante en los buques <strong>de</strong> crucero que circulaban entre<br />
Liverpool y el Mediterráneo. En las horas libres entretenía a sus compañeros<br />
<strong>de</strong> trabajo con canciones e imitaciones en alguno <strong>de</strong> sus camarotes<br />
colectivos fétidos y atestados, o en el bar <strong>de</strong> la tripulación, que en todos<br />
los barcos era conocido como «Cerdo y Silbato». Su especialidad (que le<br />
hubiera gustado especialmente a Jack, su padre) era embadurnarse la<br />
cara con betún negro y hacer <strong>de</strong> Al Jolson, el juglar recortado <strong>de</strong> cuyos<br />
himnos lacrimógenos <strong>de</strong>dicados a «Mami» y «Dixie» se vendían discos a<br />
millones en los años veinte y principios <strong>de</strong> los treinta.<br />
Se veía a sí mismo siempre bajo una especie <strong>de</strong> foco, ya estuviera<br />
sirviendo sustanciosas viandas a los esnobs <strong>de</strong>l comedor con su chaqueta<br />
blanca y sus guantes relucientes, o cantando «Sonny Boy» <strong>de</strong> Al Jolson<br />
con una rodilla en tierra y las manos apretadas, para <strong>de</strong>leite <strong>de</strong> sus compañeros<br />
<strong>de</strong> tripulación, ya bien cargados <strong>de</strong> cerveza, o regresando a la<br />
casa <strong>de</strong> Copperfield Street cargado con esas exquisiteces <strong>de</strong> contrabando<br />
que eran un auténtico regalo <strong>de</strong> Dios para cualquier camarero <strong>de</strong> a bordo.<br />
También entre viaje y viaje podía meterse en algún que otro salónbar<br />
<strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong>l puerto don<strong>de</strong> siempre encontraba un público<br />
<strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> que le regalasen con historias <strong>de</strong> lugares exóticos y <strong>de</strong> gente<br />
que había visto y <strong>de</strong> la vida picante que llevaba a bordo un camarero joven<br />
y sin compromiso.<br />
A pesar <strong>de</strong> todos sus coloridos cuentos <strong>de</strong> intrigas en los barcos y las<br />
bajadas a tierra en las escalas, no parece que para Alf Lennon hubiera<br />
nunca más que una única mujer. Durante 1928, no mucho <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>jar el Bluecoat Hospital, paseaba un día por Sefton Park resplan<strong>de</strong>ciente<br />
embutido en uno <strong>de</strong> sus dos trajes nuevos, con un hongo <strong>de</strong>masiado<br />
gran<strong>de</strong> en la cabeza y fumando un cigarrillo barato, un Wild Woodbine<br />
metido en una boquilla a lo dandy. En un banco junto al lago<br />
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estaba sentada una muchacha <strong>de</strong> pelo ahuecado color caoba y un rostro<br />
cuya estructura ósea recordaba a Marlene Dietrich <strong>de</strong> jovencita. Cuando<br />
Alfred se acercó para charlar con ella, fue recibido con un chaparrón <strong>de</strong><br />
carcajadas burlonas. Se dio cuenta <strong>de</strong> que era por culpa <strong>de</strong> aquel bombín<br />
<strong>de</strong>smedido, así que se lo arrancó <strong>de</strong> la cabeza y lo lanzó bien lejos sobre<br />
el lago. Así comenzó una larga y turbulenta relación con Julia Stanley.<br />
Con Julia –a quien llamaban <strong>de</strong> diversas formas: Juliet, Judy o Ju–,<br />
el <strong>de</strong>stino había emparejado a Alf con una personalidad cuyas ansias <strong>de</strong><br />
seducción y <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> divertir a los <strong>de</strong>más se equiparaban a los suyos.<br />
Julia, a<strong>de</strong>más, tenía una muy buena voz para cantar y era, al contrario<br />
que Alf, una instrumentista competente, pues su abuelo, otro oficinista<br />
<strong>de</strong> Liverpool enamorado <strong>de</strong> los escenarios, le había enseñado a tocar el<br />
banjo; también podía <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse pasablemente con el acor<strong>de</strong>ón <strong>de</strong> teclas<br />
y el ukelele.<br />
<strong>El</strong> talento musical, la personalidad, el encanto y la belleza <strong>de</strong> Julia la<br />
convertían en una candidata evi<strong>de</strong>nte al teatro profesional. Pero el arduo<br />
trabajo que suponía una carrera en las tablas no era para ella. Cuando<br />
<strong>de</strong>jó la escuela a los quince años se limitó a ocupar un aburrido puesto<br />
<strong>de</strong> oficinista en una imprenta. Lo <strong>de</strong>jó muy pronto para entrar <strong>de</strong> acomodadora<br />
en el cine más lujoso <strong>de</strong> Liverpool, el Troca<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Cam<strong>de</strong>n<br />
Street. Aquello era, como el papel <strong>de</strong> Alf en la mar, una vida <strong>de</strong> elegancia<br />
por aproximación, un trabajo entre alfombras gruesas y mullidas y<br />
luces suaves enfundada en un vistoso uniforme <strong>de</strong> opereta con guerrera<br />
cruzada con botones dorados y un gorrito redondo a juego.<br />
Su apariencia física le ganaba muchos admiradores, e incluso el gerente<br />
<strong>de</strong>l Troca<strong>de</strong>ro, un personaje ampuloso que iba todo el día vestido<br />
<strong>de</strong> etiqueta, hacía intentos periódicos para conquistar a su acomodadora<br />
más bonita y <strong>de</strong>jaba unas medias o unos bombones <strong>de</strong> regalo en su taquilla.<br />
Para una sirena semejante, no parecía que Alf Lennon, con su<br />
sombrerito a lo Chico Marx y sus piernas tan cortas, fuese una presa <strong>de</strong><br />
mucho valor. Pero el carácter <strong>de</strong> ambos, su feliz <strong>de</strong>spreocupación, su<br />
sentido <strong>de</strong>l humor estrafalario encajaban a la perfección. Compartían<br />
también la pasión por el baile, lo que en aquellos días significaba bailes<br />
agarrados <strong>de</strong> salón bien acompasados. Danzar en brazos <strong>de</strong> su pareja un<br />
vals o un quick-step era imaginar ser la pareja <strong>de</strong> baile más famosa <strong>de</strong> la<br />
pantalla <strong>de</strong> entonces: Julia la pelirroja se convertía en Ginger Rogers y<br />
Alf se metamorfoseaba en Fred, como Astaire.<br />
Vistos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera, nos pue<strong>de</strong> parecer que Julia y Alf procedían <strong>de</strong><br />
entornos más o menos similares. Los dos pertenecían a familias numerosas<br />
–ella tenía tantas hermanas como él hermanos– y los dos eran vástagos<br />
<strong>de</strong> padres navegantes. Sin embargo, al igual que todos los <strong>de</strong>más es-<br />
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tratos <strong>de</strong> la vida británica, el mundo <strong>de</strong> la marina mercante <strong>de</strong> aquellos<br />
tiempos estaba gobernado por distinciones <strong>de</strong> clase muy rígidas. Y resultaba<br />
que el padre <strong>de</strong> Julia, George Stanley, al que su familia llamaba<br />
Pop, ocupaba un escalón bastante por encima <strong>de</strong>l <strong>de</strong> Alf en aquella jerarquía<br />
mercantil tan rígidamente <strong>de</strong>finida. Había aprendido el oficio <strong>de</strong><br />
velero en los días todavía no tan lejanos en que muchos <strong>de</strong> los navíos<br />
que recalaban en Liverpool utilizaban las velas como suplemento <strong>de</strong>l vapor.<br />
Tras muchos años embarcado en la White Star Line había optado<br />
por una compañía <strong>de</strong> salvamento y remolques, la London, Liverpool<br />
and Glasgow Tug Salvage Company, y trabajaba en la recuperación <strong>de</strong><br />
los naufragios que las tormentas o los errores humanos causaban con<br />
frecuencia en las traicioneras profundida<strong>de</strong>s entre el estuario <strong>de</strong>l Mersey<br />
y la lejana costa <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> Gales.<br />
Por consiguiente, Pop Stanley se trataba en términos <strong>de</strong> igualdad<br />
con los capitanes y pilotos <strong>de</strong> barco, la aristocracia <strong>de</strong>l mar. Sus otras<br />
cuatro hijas, aunque voluntariosas y vivarachas, se comportaban todas<br />
muy en consonancia con su estatuto social, y trataban sólo con jóvenes<br />
<strong>de</strong>stinados a ser navegantes u oficiales <strong>de</strong> máquinas. Julia era la única<br />
que había rebajado a la familia al salir con un «simple camarero» como<br />
Alf Lennon. <strong>El</strong> disgusto <strong>de</strong> Pop halló un fuerte apoyo en su hija mayor<br />
Mary, a la que llamaban Mimi. «Nunca enten<strong>de</strong>ré por qué lo escogió [a<br />
Alf]», continuaba lamentándose Mimi ya al final <strong>de</strong> su vida. «No me<br />
podía creer que acabase con un marinero. Que a<strong>de</strong>más era un inútil [...]<br />
uno <strong>de</strong> esos que tienen una mujer en cada puerto. Un irresponsable, así<br />
lo llamaría yo.»<br />
Por <strong>de</strong>sgracia, Alf poseía el mismo ingenio punzante y la misma impertinencia<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa que serían una <strong>de</strong> las características más notorias<br />
<strong>de</strong> su hijo aún no nacido. Él trataba con los auténticos «notables» cada<br />
día <strong>de</strong> su vida en el mar, <strong>de</strong> manera que la actitud <strong>de</strong> los Stanley le pareció<br />
ridícula, y no tenía reparos en <strong>de</strong>cirlo. Cada vez que Julia intentaba<br />
introducirlo en el círculo estrechamente cerrado <strong>de</strong> su familia, nunca<br />
<strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> producirse algún enfado –si no era con Pop, era con Mimi–<br />
que terminaba con Alf expulsado <strong>de</strong> la casa. Probablemente si hubieran<br />
<strong>de</strong>jado en paz a la pareja Julia se hubiera cansado <strong>de</strong> Alf y hubiera encontrado<br />
a otro que su familia consi<strong>de</strong>rase digno <strong>de</strong> ella. Pero, fiel a sí<br />
misma, cuanto más <strong>de</strong>nigrasen y criticasen a su novio, más crecía su <strong>de</strong>terminación<br />
<strong>de</strong> seguir con él.<br />
De manera que el noviazgo fue serpenteando por la década <strong>de</strong> 1930<br />
y conservando la frescura que, por lo <strong>de</strong>más, las ausencias periódicas <strong>de</strong><br />
Alf en el mar hubieran podido estropear. Se hizo bastante amigo <strong>de</strong> las otras<br />
hermanas <strong>de</strong> Julia –<strong>El</strong>izabeth, Anne y Harriet– y le gustaba la madre,<br />
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Annie (<strong>de</strong> soltera Millward), una mujer tan dulce y amable <strong>de</strong> natural<br />
que a veces incluso les compraba zapatos a los niños que veía correr <strong>de</strong>scalzos<br />
por la calle. Pero Pop (al que hasta Mimi calificaba <strong>de</strong> «bravucón»)<br />
nunca <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> mostrarse fuertemente hostil. Como la mayoría <strong>de</strong><br />
las parejas <strong>de</strong> aquellos tiempos, sin más sitios para verse que los pubs, las<br />
salas <strong>de</strong> estar <strong>de</strong> las casas y los bancos <strong>de</strong>l parque, Alf y Julia entraron en<br />
sus veinte años sin haber experimentado ninguna intimidad física que<br />
fuera más allá <strong>de</strong> los besos y magreos. A pesar <strong>de</strong> las oscuras sospechas <strong>de</strong><br />
Mimi sobre «una en cada puerto», Alf juró siempre que en sus viajes había<br />
sido fiel a Julia y le escribía en cuanto tenía oportunidad. <strong>El</strong>la no le<br />
contestaba las cartas ni se molestaba tampoco –según <strong>de</strong>cía él– en ir a<br />
esperarlo en el muelle cuando volvía a casa. Los Stanley acusaban a Alf<br />
<strong>de</strong> ser un zángano, <strong>de</strong> no dar palo al agua, en jerga <strong>de</strong> marineros. No<br />
obstante, parece que trabajó, con más asiduidad que muchos otros hombres<br />
<strong>de</strong> Liverpool en aquella época <strong>de</strong> tremenda <strong>de</strong>presión económica.<br />
Su ficha en el registro oficial que la Cámara <strong>de</strong> Comercio llevaba <strong>de</strong> los<br />
empleos en la mar nos <strong>de</strong>muestra la continuidad <strong>de</strong> su trabajo y que su<br />
conducta personal es calificada viaje tras viaje <strong>de</strong> «VG» (very good: muy<br />
buena). En cierto momento, la familia <strong>de</strong> Julia hizo una gestión bastante<br />
malintencionada para «ayudarle» y le buscaron una plaza a bordo <strong>de</strong> un<br />
ballenero, lo que hubiera dado el benéfico resultado <strong>de</strong> tenerlo lejos un<br />
par <strong>de</strong> años. Como Alf se negó a tomar en consi<strong>de</strong>ración semejante i<strong>de</strong>a,<br />
Pop Stanley lo echó una vez más <strong>de</strong> su casa.<br />
Julia y Alf se casaron finalmente en diciembre <strong>de</strong> 1938, cuando él<br />
tenía veintiséis años y ella veinticuatro. Unas semanas antes, el primer<br />
ministro británico, Neville Chamberlain, había regresado <strong>de</strong> Múnich<br />
blandiendo un papel que «garantizaba la paz con la Alemania <strong>de</strong> Hitler a<br />
cambio <strong>de</strong> abandonar a Checoslovaquia frente a la invasión y el genocidio.<br />
<strong>El</strong> clima <strong>de</strong> euforia nacional produjo, mientras duró, una brusca<br />
elevación <strong>de</strong>l índice <strong>de</strong> matrimonios dado que muchos jóvenes tenían la<br />
sensación <strong>de</strong> que su futuro era más seguro. Pero Alf y Julia se lanzaron al<br />
agua sin pensar en el futuro más <strong>de</strong> lo que lo habían hecho hasta entonces.<br />
Según contaba Alf, una noche en el pub ella le <strong>de</strong>safió a hacerlo, y<br />
Alf no era hombre que rechazase un <strong>de</strong>safío.<br />
No comunicaron su <strong>de</strong>cisión a ninguna <strong>de</strong> las dos familias. <strong>El</strong> 3 <strong>de</strong><br />
diciembre Julia salió <strong>de</strong> casa como si fuera un día más a trabajar, y a mediodía<br />
acudió a su cita con Alf en la oficina <strong>de</strong>l registro civil <strong>de</strong> Bolton<br />
Street, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l Hotel A<strong>de</strong>lphi. Los únicos testigos <strong>de</strong> la ceremonia fueron<br />
un hermano <strong>de</strong> Alf, Sydney, al que había <strong>de</strong>svelado el secreto en el<br />
último momento, y una <strong>de</strong> las acomodadoras compañeras <strong>de</strong> Julia. A<br />
continuación, Sydney invitó a los nuevos señor y señora Lennon a unas<br />
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copas y a una comida a base <strong>de</strong> pollo asado en un pub <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong><br />
la calle que se llamaba Big House; luego, por la noche, fueron al cine a<br />
ver una película <strong>de</strong> Mickey Rooney (que trataba <strong>de</strong> un orfanato) y luego<br />
se separaron y pasaron la noche <strong>de</strong> bodas cada uno en su casa. Mimi<br />
nunca olvidaría el momento terrible en que Julia entró y lanzó el certificado<br />
<strong>de</strong> matrimonio sobre la mesa y dijo: «¡Ya está, ya lo he hecho! Me<br />
he casado con él.»<br />
La reacción inicial <strong>de</strong> Pop Stanley fue también <strong>de</strong> disgusto y horror.<br />
Pero, por influencia <strong>de</strong> su esposa, Annie, aceptó que ya no se podía hacer<br />
nada y que, como padre responsable, <strong>de</strong>bía hacer todo lo posible para que<br />
los recién casados iniciasen su nueva vida <strong>de</strong> manera a<strong>de</strong>cuada. Pop se tragó<br />
sus sentimientos y se ofreció a <strong>de</strong>jar el piso <strong>de</strong> la familia en Berkeley<br />
Street y alquilar una vivienda más espaciosa para que Julia y Alf pudieran<br />
irse a vivir con Annie y él. <strong>El</strong>igió un edificio en el número 9 <strong>de</strong> Newcastle<br />
Road, una casa adosada con mirador a pocos minutos andando <strong>de</strong> Penny<br />
Lane y <strong>de</strong>l alma mater <strong>de</strong> Alf, el Bluecoat Hospital.<br />
Los cuatro coexistieron en relativa armonía durante 1939, mientras<br />
la guerra con Alemania iba estando más cerca y Gran Bretaña acababa<br />
sucumbiendo a una epi<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> reparto <strong>de</strong> máscaras antigás, evacuaciones<br />
<strong>de</strong> niños y <strong>de</strong>fensa pasiva antiaérea. Para Pop Stanley en particular,<br />
fue una época llena <strong>de</strong> acontecimientos. En junio, un submarino <strong>de</strong> la<br />
Armada Real totalmente nuevo, el Thetis, se hundió durante unas pruebas<br />
en la bahía <strong>de</strong> Liverpool. Pop participó en la operación masiva organizada<br />
para recuperar la embarcación, cuya popa, al principio, se veía<br />
emerger en vertical sobre el agua. Los tripulantes no consi<strong>de</strong>raban que<br />
corriesen un gran peligro, y mandaban mensajes en morse dando golpecitos<br />
en el acero <strong>de</strong>l casco mientras los equipos <strong>de</strong> rescate pasaban cables<br />
por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la nave para izarla a la superficie. Pero en el momento<br />
crucial los cables se rompieron y el submarino se hundió <strong>de</strong>finitivamente<br />
llevándose setenta y un hombres con él.<br />
Alf había vuelto a embarcarse, esta vez en el Duchess of York, pero<br />
estuvo <strong>de</strong> vuelta a tiempo para pasar en casa la primera Navidad <strong>de</strong> la<br />
Segunda Guerra Mundial. Su único hijo con Julia fue concebido en<br />
Newcastle Road 9 un día <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1940. Excepcionalmente, se encontraron<br />
solos en casa durante un par <strong>de</strong> horas e hicieron el amor en el<br />
suelo <strong>de</strong> la cocina. No iban a buscar un hijo, y el subsiguiente embarazo<br />
<strong>de</strong> Julia les produjo la misma consternación a los dos. «<strong>El</strong> noventa por<br />
ciento <strong>de</strong> la gente [<strong>de</strong> mi generación] nació gracias a una botella <strong>de</strong><br />
whisky un sábado por la noche y sin la menor intención <strong>de</strong> tener un<br />
hijo», observaría un día con amargura aquel bebé. «La verdad es que<br />
nunca fui un hijo <strong>de</strong>seado.»<br />
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