Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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EXY — 728 — EN Y maneras distintas en la fabricación del vino: 1." Espolvoreando con él las uvas al tiempo de pisarlas.—2.° Sobre el mosto antes de la fermentación.—3." Sobre el mosto ya fermentado ó transformado en vino. Pobre recurso es el empleo del yeso como deshidratante si el objeto es tener mostos más ricos en azúcar ó vinos más alcohólicos, puesto que hay para el caso otros medios mucho más lógicos. Echando el yeso sobre las uvas en el momento de pisarlas, se disminuye la cantidad de mosto, puesto que queda una parte de éste retenido por la masa yesosa; y si se usa sobre el mosto ó sobre el vino ya hecho, tampoco se logra este objeto, pues que no es tanta la cantidad de yeso que se echa que valga la pena de tener en cuenta la cantidad de agua que absorbe; y si tanta fuese, no sólo habría deshidratación, sino que mermaría el producto por causa de la cantidad retenida por el yeso, que si bien éste al hidratarse roba agua al líquido para combinarse con ella, no deja por esto de retener interpuesta una parte de mosto ó de vino, formando una masa pastosa con él. En el Congreso de Viticultores que tuvo lugar en Madrid en Junio de 1886, citando como modelo la fabricación de vinos en Jerez, Sanlúcar y Puerto de Santa María, se dijo que allí no se enyesan los vinos, sino que se enyesan las uvas, poniéndoles antes de empezar á pisar, de 5 á 6 kilogramos de yeso puro por carretada de uvas de 60 arrobas, poco más ó menos, citando inmediatamente el siguiente pasaje de nuestro ilustre agrónomo D. Esteban Boutelou, en el cual pondera la necesidad de que los vinos tengan cierta cantidad de tártaro: «La fortaleza de los vinos, dice, se debe al tártaro, y su espirituosidad al azúcar. Se ahilan con frecuencia los vinos si proceden de uvas muy azucaradas, pero faltas del tártaro necesario.» Del discurso á que aludimos parece desprenderse que poniendo el yeso sobre la uva no hay descomposición del bitartrato contenido en el zumo de la misma, siendo así que la reacción entre el yeso y los principios constituyentes del mosto es siempre la misma. La destrucción del bitartrato del mosto por medio del yeso con la mira de obtener el vino de un color más subido, no tendría razón de ser en los vinos de color pálido. En los vinos de color, sobre haber otros medios naturales para obtener el mayor grado de coloración posible que puede dar de sí cada clase de uva, es muy dudoso que se produzca el efecto que suponen muchos autores. Este efecto, ni está umversalmente sancionado por la práctica, ni tiene á mi entender explicación científica completamente satisfactoria. En 1867 el Instituto agrícola catalán de San Isidro emprendió un estudio délos vinos catalanes, empezando por circular un.extenso interrogatorio á todas las subdelegaciones que esta corporación tiene en las cuatro provincias de Cataluña, así como á todos sus socios, tanto residentes como corresponsales, y á los principales centros agrícolas, abarcando las Baleares, parte de la costa del Mediterráneo y algunos puntos de Andalucía. Formaban parte de este interrogatorio las preguntas siguientes: «Si se mezcla yeso; si se pone en su estado natural, solamente molido, ó si se cuece primero en el horno, como el yeso que usan los albañiles. »Qué cantidad de yeso se usa, y si se echa sobre la misma uva al tiempo de pisarla, ó cuándo se echa. Qué ventajas se encuentran eu el uso del yeso.» Obtuvo el Instituto un gran número de contestaciones, y á pesar de que Cataluña es una de las comarcas en donde es fama que más uso se hace.del yeso, en todas las contestaciones se veía una gran falta de convicción al indicar las ventajas de esta práctica, que se conserva en muchos puntos rutinariamente, y que en otros tiende á abandonarse, siendo fácil que se consiguiere su completo abandono, por poco que los propietarios pusieran de su parte, y si las personas científicas no contribuyesen á conservarla buscando explicaciones á una operación cuyo objeto en su origen probablemente no era otro que neutralizar los ácidos de los vinos mal elaborados, por medio de la cal, de la creta ó de los carbonatos que accidentalmente acompañan á los yesos. De dichas contestaciones se deduce que en algunos puntos se valen de la piedra de yeso más ó menos pura y molida, sin previa calcinación. Otros dan cierta importancia á la calcinación del mineral. Los más, sin preocuparse poco ni mucho de la pureza del yeso ni de su estado de hidratación, lo usan tal como lo emplean los albañiles para las construcciones. Algunos lo usan tan sólo cuando la uva está verde, absteniéndose de echarlo en las uvas sazonadas. La inmensa mayoría emplea el yeso echándolo sobre la uva al pisarla; pocos lo echan sobre el mosto en el lagar ó en las botas donde fermenta, y poquísimos, son casi nadie, que lo eche sobre el vino elaborado. En cuanto á las ventajas del yeso, no son unánimemente reconocidas, y aunque los más suponen que el vino enyesado es más fuerte, más subido de color ó más negro, que se le quita de este modo la parte de dulce, ó qué se hace más enjuto y más astringente, otros, en lugar de estas ventajas, encuentran que es inútil, que lo hace áspero, de mal sabor, y hasta hay quien lo califica de repugnante y perjudicial, teniendo una influencia maléfica sobre el aparato digestivo y sobre los ríñones , como las aguas selenitosas. Respecto de las reacciones á que da lugar la presencia del yeso, hay también diversidad de opiniones. Los que han leído alguna obra de enología admiten la teoría expuesta por la mayoría de los hombres científicos, diciendo que el sulfato calcico reacciona sobre el bitartrato potásico, dando lugar á la precipita-

ENY — 729 — ENY eión de tartrato calcico, quedando disuelto en el vino el sulfato potásico procedente de la doble reacción. Otros no ven más que una neutralización del exceso de ácido del mosto, recomendando su uso únicamente en el caso en que la uva no esté madura, para quitarle el sabor á verde. Hay quien, sin darse cuenta del por qué, asegura que facilita la segunda fermentación. La índole de esta publicación no es la más á propósito para discutir las reacciones químicas que pueden tener lugar al añadir el yeso ó sulfato calcico al mosto ó al vino; sin embargo, es indudable que muchos estampan afirmaciones á priori, con poco conocimiento de causa. Consúltese cualquiera obra de análisis química, y en todas ellas se encontrarán corroboradas estas palabras, que copiamos del Tratado de Análisis química de Pressenius: «La disolución de sulfato calcico en exceso no precipita ala del ácido tártrico; en un tartrato alcalino neutro sólo forma un débil precipitado al cabo de un tiempo bastante largo.» Este precipitado, aun cuando llegue á formarse, es bastante soluble en el bitartrato potásico, así como también en el ácido acético. Hemos ensayado y comprobado estas reacciones, conocidas de todos los químicos, con disoluciones de yeso puro y de bitartrato potásico puro en líquidos alcohólicos de la misma fuerza que nuestros vinos ordinarios. Estos líquidos disuelven cantidades de yeso y de crémor suficientes para comprobar dichas reacciones; pero mezclados no dan de pronto precipitado alguno, y sólo lo dan cuando se neutraliza la acidez del bitartrato con el amoníaco ó el agua de cal. Sin que neguemos en absoluto que después de mucho tiempo haya formación de un precipitado cuya composición no se ha estudiado bastante, aconsejaremos siempre que se desista de-la práctica de enyesar el vino, y no alegaremos contra esta rutina la razón que dan muchos higienistas de que el sulfato potásico tiene sobre el organismo tal ó cual influencia, puesto que á estas razones no les debemos dar una importancia absoluta: en primer lugar, porque hemos comprobado que la reacción del sulfato calcico sobre el bitartrato potásico no es tan sencilla ni fácil de explicar como se pretende,. mucho menos en el vino, donde hay muchas causas-que tienden á complicarla; en segundo lugar, porque hay que contar siempre con las impurezas del yeso, y finalmente, porque en último resultado, entre la acción del bitartrato potásico y la del sulfato sobre la economía no se puede deducir ventaja á favor de ninguno de los dos sino después de ensayos de mucha duración, hechos con individuos que se sujetaran, unos al régimen riguroso del vino enyesado, y otros que no usaran más que vino de igual procedeucia sin enyesar; ensayos muy difíciles de hacer y que no tenemos noticia que se hayan hecho en sitio alguno. Die—IV. Por estas razones consideramos que las disposiciones que han intentado adoptar algunos Gobiernos limitando el enyesado á una cantidad de ácido sulfúrico equivalente á 2 gramos de potasa, obedece tan sólo,áconsideraciones poco ó nada precisas, pudiéndose calificar de una miedosa puerilidad todo lo que no sea aconsejar y hasta prohibir en absoluto el enyesado de los vinos, alegando, entre otras razones, las siguientes: 1. a Porque nuestro empeño ha de ser siem­ pre presentar al comercio los tipos naturales de nuestros vinos, lo cual sólo se obtendrá dejando que los principios naturales constituyentes de nuestros mostos reaccionen unos sobre otros, sin intervención de materia extraña que perturbe las reacciones cuyo resultado ha de imprimir los caracteres típicos á nuestros vinos. 2. a Porque nada gana en bondad el sabor de un vino enyesado, adquiriendo, por el contrario, un sabor ingrato, debido á las sales potásicas que pueden formarse cuando se enyesa fuertemente, y á las impurezas del yeso, que neutralizando los ácidos naturales del mosto, que dan un sabor acídulo agradable á nuestros vinos y desarrollan en ellos éteres de olor aromático agradable, apagan el color brillante rojo del vino, poniéndolo más obscuro, introduciendo en él una porción de sales calcicas. 3. a Porque no es posible admitir la inno­ cuidad de los vinos enyesados desde el momento en que se admite, y está probado, que las aguas que encierran cierta cantidad de yeso y otras sales calcicas producen ciertos desórdenes en nuestra economía. En Septiembre de 1884 la municipalidad de Buenos Aires aprobó las ordenanzas sobre venta de vinos adulterados, entre cuyos artículos se leía el siguiente: «Desde el 1.° de Enero de 1886 no podrán ser vendidos vinos enyesados, y desde el 1." de Marzo de 1885 no se tolerará el comercio de aquellos que contengan más de 2 gramos de sulfato potásico (sic) por litro.» Esta disposición levantó una nube de reclamaciones en España y en otros países que exportan vinos á la República Argentina, y el cumplimiento de dicha disposición tuvo que aplazarse, teniendo en cuenta las existencias que podría haber de vinos enyesados antes de la publicación de aquella ley, y la cantidad de sulfatos que pueden tener naturalmente los mostos desde que se hace un uso tan general del azufre y de los sulfuros para combatir ciertas enfermedades de la vid, así como el ácido sulfúrico formado á consecuencia del azufrado de los envases ó del mismo vino. Desde luego puede preguntarse á qué ley, principio ó consideración obedece el fijar 2 gramos como límite de bondad, y por qué no pueden fijarse 1,50 ó 2,50 gramos. Si el enyesar el vino es malo, condénese en absoluto, y | no se transija; y si se considera una operación | inocente, es inútil fijar límites que por un lado 47

EXY — 728 — EN Y<br />

maneras distintas en la fabricación <strong>de</strong>l vino:<br />

1." Espolvoreando con él las uvas al tiempo<br />

<strong>de</strong> pisarlas.—2.° Sobre el mosto antes <strong>de</strong> la<br />

fermentación.—3." Sobre el mosto ya fermentado<br />

ó transformado en vino.<br />

Pobre recurso es el empleo <strong>de</strong>l yeso como<br />

<strong>de</strong>shidratante si el objeto es tener mostos más<br />

ricos en azúcar ó vinos más alcohólicos, puesto<br />

que hay para el caso otros medios mucho<br />

más lógicos. Echando el yeso sobre las uvas en<br />

el momento <strong>de</strong> pisarlas, se disminuye la cantidad<br />

<strong>de</strong> mosto, puesto que queda una parte <strong>de</strong><br />

éste retenido por la masa yesosa; y si se usa<br />

sobre el mosto ó sobre el vino ya hecho, tampoco<br />

se logra este objeto, pues que no es tanta<br />

la cantidad <strong>de</strong> yeso que se echa que valga<br />

la pena <strong>de</strong> tener en cuenta la cantidad <strong>de</strong><br />

agua que absorbe; y si tanta fuese, no sólo habría<br />

<strong>de</strong>shidratación, sino que mermaría el producto<br />

por causa <strong>de</strong> la cantidad retenida por<br />

el yeso, que si bien éste al hidratarse roba<br />

agua al líquido para combinarse con ella, no<br />

<strong>de</strong>ja por esto <strong>de</strong> retener interpuesta una parte<br />

<strong>de</strong> mosto ó <strong>de</strong> vino, formando una masa<br />

pastosa con él.<br />

En el Congreso <strong>de</strong> Viticultores que tuvo<br />

lugar en Madrid en Junio <strong>de</strong> 1886, citando<br />

como mo<strong>de</strong>lo la fabricación <strong>de</strong> vinos en Jerez,<br />

Sanlúcar y Puerto <strong>de</strong> Santa María, se<br />

dijo que allí no se enyesan los vinos, sino que<br />

se enyesan las uvas, poniéndoles antes <strong>de</strong><br />

empezar á pisar, <strong>de</strong> 5 á 6 kilogramos <strong>de</strong> yeso<br />

puro por carretada <strong>de</strong> uvas <strong>de</strong> 60 arrobas,<br />

poco más ó menos, citando inmediatamente el<br />

siguiente pasaje <strong>de</strong> nuestro ilustre agrónomo<br />

D. Esteban Boutelou, en el cual pon<strong>de</strong>ra la<br />

necesidad <strong>de</strong> que los vinos tengan cierta cantidad<br />

<strong>de</strong> tártaro: «La fortaleza <strong>de</strong> los vinos,<br />

dice, se <strong>de</strong>be al tártaro, y su espirituosidad al<br />

azúcar. Se ahilan con frecuencia los vinos si<br />

proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> uvas muy azucaradas, pero faltas<br />

<strong>de</strong>l tártaro necesario.» Del discurso á que<br />

aludimos parece <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse que poniendo<br />

el yeso sobre la uva no hay <strong>de</strong>scomposición<br />

<strong>de</strong>l bitartrato contenido en el zumo <strong>de</strong> la<br />

misma, siendo así que la reacción entre el<br />

yeso y los principios constituyentes <strong>de</strong>l mosto<br />

es siempre la misma.<br />

La <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l bitartrato <strong>de</strong>l mosto<br />

por medio <strong>de</strong>l yeso con la mira <strong>de</strong> obtener el<br />

vino <strong>de</strong> un color más subido, no tendría razón<br />

<strong>de</strong> ser en los vinos <strong>de</strong> color pálido. En<br />

los vinos <strong>de</strong> color, sobre haber otros medios<br />

naturales para obtener el mayor grado <strong>de</strong> coloración<br />

posible que pue<strong>de</strong> dar <strong>de</strong> sí cada<br />

clase <strong>de</strong> uva, es muy dudoso que se produzca<br />

el efecto que suponen muchos autores.<br />

Este efecto, ni está umversalmente sancionado<br />

por la práctica, ni tiene á mi enten<strong>de</strong>r<br />

explicación científica completamente satisfactoria.<br />

En 1867 el Instituto agrícola catalán <strong>de</strong><br />

San Isidro emprendió un estudio délos vinos<br />

catalanes, empezando por circular un.extenso<br />

interrogatorio á todas las sub<strong>de</strong>legaciones que<br />

esta corporación tiene en las cuatro provincias<br />

<strong>de</strong> Cataluña, así como á todos sus socios, tanto<br />

resi<strong>de</strong>ntes como corresponsales, y á los<br />

principales centros agrícolas, abarcando las<br />

Baleares, parte <strong>de</strong> la costa <strong>de</strong>l Mediterráneo y<br />

algunos puntos <strong>de</strong> Andalucía. Formaban parte<br />

<strong>de</strong> este interrogatorio las preguntas siguientes:<br />

«Si se mezcla yeso; si se pone en su estado<br />

natural, solamente molido, ó si se cuece primero<br />

en el horno, como el yeso que usan los<br />

albañiles.<br />

»Qué cantidad <strong>de</strong> yeso se usa, y si se echa<br />

sobre la misma uva al tiempo <strong>de</strong> pisarla, ó<br />

cuándo se echa. Qué ventajas se encuentran<br />

eu el uso <strong>de</strong>l yeso.»<br />

Obtuvo el Instituto un gran número <strong>de</strong><br />

contestaciones, y á pesar <strong>de</strong> que Cataluña es<br />

una <strong>de</strong> las comarcas en don<strong>de</strong> es fama que<br />

más uso se hace.<strong>de</strong>l yeso, en todas las contestaciones<br />

se veía una gran falta <strong>de</strong> convicción<br />

al indicar las ventajas <strong>de</strong> esta práctica, que se<br />

conserva en muchos puntos rutinariamente, y<br />

que en otros tien<strong>de</strong> á abandonarse, siendo fácil<br />

que se consiguiere su completo abandono,<br />

por poco que los propietarios pusieran <strong>de</strong> su<br />

parte, y si las personas científicas no contribuyesen<br />

á conservarla buscando explicaciones<br />

á una operación cuyo objeto en su origen probablemente<br />

no era otro que neutralizar los<br />

ácidos <strong>de</strong> los vinos mal elaborados, por medio<br />

<strong>de</strong> la cal, <strong>de</strong> la creta ó <strong>de</strong> los carbonatos que<br />

acci<strong>de</strong>ntalmente acompañan á los yesos.<br />

De dichas contestaciones se <strong>de</strong>duce que en<br />

algunos puntos se valen <strong>de</strong> la piedra <strong>de</strong> yeso<br />

más ó menos pura y molida, sin previa calcinación.<br />

Otros dan cierta importancia á la calcinación<br />

<strong>de</strong>l mineral. Los más, sin preocuparse<br />

poco ni mucho <strong>de</strong> la pureza <strong>de</strong>l yeso ni <strong>de</strong><br />

su estado <strong>de</strong> hidratación, lo usan tal como lo<br />

emplean los albañiles para las construcciones.<br />

Algunos lo usan tan sólo cuando la uva está<br />

ver<strong>de</strong>, absteniéndose <strong>de</strong> echarlo en las uvas<br />

sazonadas. La inmensa mayoría emplea el<br />

yeso echándolo sobre la uva al pisarla; pocos<br />

lo echan sobre el mosto en el lagar ó en las<br />

botas don<strong>de</strong> fermenta, y poquísimos, son casi<br />

nadie, que lo eche sobre el vino elaborado. En<br />

cuanto á las ventajas <strong>de</strong>l yeso, no son unánimemente<br />

reconocidas, y aunque los más suponen<br />

que el vino enyesado es más fuerte,<br />

más subido <strong>de</strong> color ó más negro, que se le<br />

quita <strong>de</strong> este modo la parte <strong>de</strong> dulce, ó qué se<br />

hace más enjuto y más astringente, otros, en<br />

lugar <strong>de</strong> estas ventajas, encuentran que es<br />

inútil, que lo hace áspero, <strong>de</strong> mal sabor, y<br />

hasta hay quien lo califica <strong>de</strong> repugnante y<br />

perjudicial, teniendo una influencia maléfica<br />

sobre el aparato digestivo y sobre los ríñones<br />

, como las aguas selenitosas.<br />

Respecto <strong>de</strong> las reacciones á que da lugar la<br />

presencia <strong>de</strong>l yeso, hay también diversidad <strong>de</strong><br />

opiniones. Los que han leído alguna obra <strong>de</strong><br />

enología admiten la teoría expuesta por la<br />

mayoría <strong>de</strong> los hombres científicos, diciendo<br />

que el sulfato calcico reacciona sobre el bitartrato<br />

potásico, dando lugar á la precipita-

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