Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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por la supresión súbita de todas las evacuaciones,
por la fuerza y frecuencia del pulso, y por
una uotable elevación de la temperatura del
cuerpo. Después aparece el ardor en la boca y
una sed inextinguible, desapareciendo el apetito;
los ojos lacrimosos; las conjuntivas rojas;
los párpados se hinchan; las orinas son espumosas,
rojizas y abundantes; los excrementos
duros, sanguinolentos y de fétido olor; el pulso
delgado, intermitente y débil; la saliva espesa
y viscosa; las convulsiones y quejidos de
los animales, frecuentes. También se presentan
entonces síntomas de otro orden, como la
irritación cerebral simpática, estremecimientos
y temblores parciales de los músculos, exaltación
pronunciada en la sensibilidad, centelleo
de los ojos, agitación extremada, vértigos,
furor, y por último, además de la secreción de
excrementos fétidos, la de mucosidades espesas
y fétidas por las narices. Los quejidos
aumentan constantemente, la respiración se
vuelve más fatigosa cada vez, el animal se echa
ansioso, y por último muere. En ocasiones esa
serie de fenómenos tardan de diez á veinte días
en desarrollarse, y por punto general mueren
los animales, sobre todo si son jóvenes y robustos,
y el envenenamiento se presenta con
caracteres agudos. Para combatirle, lo primero
que ha de hacerse es sacar á los ganados
del monte; hacer evacuaciones sanguíneas en
cantidades pequeñas y con bastante frecuencia;
administrar al interior bebidas gomosas
y mucilaginosas, lavativas emolientes ligeramente
nitradas y laxantes en ocasiones, para
facilitar la salida de los excrementos. Cuando
se presente la mejoría se dará á los animales
como pienso hierba fresca y de buena calidad,
raíces cocidas, paja buena, harinas disueltas
en agua y baños de vapor de agua, dirigidos
al vientre, para enjugar después éste y cubrir
la res enferma con abrigos de lana. Durante la
convalecencia son convenientes los paseos, y
los animales no deberán someterse al régimen
ordinario de alimentación sino paulatinamente
y cuando la mejoría se sostenga durante
varios días consecutivos, pudiendo usarse con
mucha prudencia algunos estimulantes para
contrarrestar los efectos de esa medicación
debilitante, y no prolongar exageradamente
la convalecencia.
También puede ser venenosa la bistorta
(Polygonum bisiorta), planta que crece en los
sitios húmedos y en los montes, mezclada con
la hierba de los pastos; es de sabor muy astriu
gente á causa de contener mucho tanino, y el
abuso de esa planta, cuando está fresca, produce
inflamaciones muy graves en la membrana
mucosa del aparato digestivo, semejantes
á las que causan los vastagos del roble, de
la encina y del fresno. Se emplea contra ellas
un tratamiento idéntico. Entre los venenos
que llaman acres algunos toxicólogos, abundan
también las plantas que vegetan mezcladas
con las que constituyen los mejores pastos,
y poco después de haber sido ingeridas,
producen ardor y sequedad en la. boca; aspe­
reza en la garganta; dolores cólicos de vientre;
evacuaciones abundantes y penosas; fiebre
violenta, acompañada de vértigos, vacilación
en la marcha, lentitud en la respiración y circulación,
y convulsiones que preceden á la
muerte. La brionía, los acónitos y casi todos
los ranúnculos que vegetan en las praderas
bajas y húmedas, y que ya hemos citado, pertenecen
á esa clase de venenos. Los animales,
ganosos de verde, los comen cou avidez,'y se
exponen á sufrir graves accidentes y á veces la
muerte. Algunos autores afirman que es igualmente
venenosa para los animales una planta
que crece en las huertas, en las viñas, y por
lo general en todos los sitios cultivados, la
mercurial (Mercurialis annua), que se desarrolla
vigorosamente en las tierras feraces,
donde en ocasiones se podría segar antes de
que arroje flores para aumentar la cantidad
de f
abonos. Generalmente las desdeñan los
animales que comen forrajes verdes en abundancia
; no así las vacas alimentadas con
pienso seco, las cuales la comen mezclada con
otras hierbas y experimentan en los pezones
de las. mamas una irritación tal que no se
dejan ordeñar y segregan menor cantidad de
leche cada vez. A los seis ó siete días de
comer esa planta todas las mucosas aparentes
de esas reses se ponen rojas; elévase la
temperatura general del cuerpo; se reseca
la piel; el pulso se vuelve duro, lleno y acelerado;
las mamas se quedan enjutas; se advierte
una ligera timpanitis, y gran sensibilidad
en la región lumbar; cesa la rumia;
desaparece el apetito, y los excrementos expulsados
son duros y secos. Para combatir el.
mal es necesario desde luego suprimir el forraje;
administrar 4 dracmas de amoníaco en
una botella de agua fría para que la timpanitis
desaparezca; imponer una dieta severa; administrar
bebidas y lavativas aciduladas, y
aplicar lociones emolientes á los riñoues' y á
las mamas. Al día siguiente -se observará en
el animal una gran postración, y se practicará
una sangría de 3 kilogramos; se le someterá
al régimen refrigerante; se continuará con
las bebidas y lavativas emolientes, y se colocará
un sedal en la papada. A los doce días de
la invasión entran las reses en el período de la
convalecencia, y eso habiendo comido durante
seis días la mercurial, lo que prueba que
con un poco de vigilancia y cuidado se evitan
los estragos de la venenosa planta. El
análisis químico ha descubierto en la mercurial
un principio amargo purgante, un aceite
volátil acre y diversas substancias. El principio
activo, por ser volátil, se evapora rápidamente
después de la desecación, y de ahí que
muchos no consideren como venenosa esa
planta.
. La germinación comunica á veces propiedades
tóxicas á ciertos tubérculos, y así las
patatas entallecidas ó germinadas provocan
en el ganado accidentes graves, debidos ala
solauina, uno de los más poderosos narcóticos
que determina la parálisis de las extremidades